El mito principal, a través del cual interpretamos nuestras experiencias, es el que nos dice que todas las percepciones y todo el conocimiento nos deben llegar por medio de los sentidos físicos.
Este es un mito de la conciencia orientada hacia el exterior. Una conciencia que se nos dice que es abierta, en lo que se refiere a la realidad objetiva. Parece cerrada “al otro extremo”, que en estos términos, representa nuestro nacimiento.
La conciencia de ese mito puede en realidad no tener origen, ya que el mito niega todo lo que no sea una conciencia orientada físicamente. Esa conciencia no solo no podría tener existencia antes y después de la muerte, sino que, obviamente, no podría tener acceso al conocimiento que no sea adquirido físicamente. Es este mito el que más dificulta nuestra comprensión y el que nos impide conocer la naturaleza más amplia de aquellos eventos que nos conciernen íntimamente. Este mito también hace que nuestra participación en los eventos masivos parezca ser, algunas veces, incomprensible. Parece no existir razón para muchos de ellos, simplemente porque los complejos sistemas internos de comunicaciones de la conciencia no son reconocidos.
Las Estructuras 1 y 2 representan no solo diferentes tipos de realidad, sino también dos diferentes tipos de conciencia. Para hacer más comprensible el asunto, pensemos que estas dos estructuras, o estados de conciencia, se conectan por medio de “áreas indiferenciadas” en las que tienen su actividad el estado del sueño, los sueños y ciertos estados de trance. Estas áreas indiferenciadas están involucradas en la conversión permanente de un tipo de conciencia en otra, con transferencias de energía. Constantemente procesamos la información que nos llega a nuestra vida privada, y esa información incluye boletines de todo el mundo, reportados por las noticias. El ego interior tiene acceso a muchos más conocimientos. Está enterado, no solo de su propia posición particular, sino que está familiarizado con los eventos masivos de su realidad. Está íntimamente involucrado en la creación de nuestra propia experiencia privada. El ego interior razona, pero su razonamiento no está restringido por las limitaciones de causa y efecto que aplicamos al proceso de razonar. La acción del ego interior, dentro de la más amplia esfera de la Estructura 2, explica muchos eventos y aparentes coincidencias que, de otra manera, no tendrían sentido dentro de nuestro mundo. Muchas realidades dentro de la Estructura 2 no se podrían definir adecuadamente como hechos en la Estructura 1, simplemente porque ellas involucran cierta forma psicológica que no puede traducirse en hechos, tal como los interpretamos. Estas realidades aparecen en el lenguaje simbólico del arte. Muchos de nuestros sueños son traducciones en las cuales los eventos de la Estructura 2 aparecen en forma simbólica.
La conciencia que tenemos, tal como la describe la Psicología, es como la piel brillante de una fruta, que no tiene nada adentro. Es una conciencia con una superficie brillante que responde al sol, a la lluvia, a la temperatura y a lo que la rodea. Es una especie de fruta psicológica sin pulpa, ni semilla, que en lugar de corazón tiene un vacío. En estos términos, experimentamos solo la mitad de nuestra conciencia, aquella sintonizada con la realidad física. Hasta los árboles frutales tienen raíces, pero se las negamos a la conciencia.
El Inconsciente Colectivo de Jung fue un intento de darle a nuestro mundo sus raíces psicológicas, pero él no alcanzó a percibir la claridad, la organización y el contexto más profundo en el que ese Inconsciente Colectivo tenía su propia existencia. La Realidad en la Estructura 2 está organizada de una manera diferente a la del mundo de la Estructura 1 y los procesos de razonamiento son mucho más rápidos en la primera. En la Estructura 1 los procesos de razonamiento se llevan a cabo por deducción y es necesario confrontar sus propios resultados contra la aparente experiencia concreta de los eventos físicos. El razonamiento del ego interior está involucrado con la invención creativa de esas experiencias y con los eventos en un contexto diferente, ya que debe entenderse con probabilidades.
Cada uno de nosotros, con base en nuestras creencias e intenciones, le decimos al ego interior cual evento queremos realizar, del número infinito de eventos probables que encontraremos. En el estado del sueño se procesan los eventos de las dos Estructuras. El estado del sueño involucra, no solo el estado de conciencia que existe entre las dos Estructuras de realidad, sino también una realidad conectiva propia. Este es el momento para afirmar que todas las especies de plantas y todas las especies animales sueñan. Lo mismo aplica para la “actividad psicológica” de átomos, moléculas y partículas.
Hay intensidades de comportamiento en las que la actividad, la actividad interior, de cada ser o cada partícula, está orientada hacia la fuerza física involucrada en la aventura cooperativa que crea nuestra realidad. Se presentan variaciones cuando esta actividad se dirige al interior de la naturaleza de la realidad. Tenemos un sistema interior de comunicaciones en el cual las células de todas las cosas vivientes están conectadas. En estos términos, existe un “continuum” de conciencias.
Ningún encuentro casual de elementos físicos, por si solo, bajo ninguna circunstancia, puede producir la conciencia, o las condiciones que harían posible la conciencia. Si pensamos que nuestro mundo, con todo su gran esplendor natural, proviene del azar – de un accidente de proporciones cósmicas – ciertamente parecerá que ese mundo no tiene un mayor significado. Su animación se verá como si no tuviera una fuente fuera de él mismo. El mito del gran ENCUENTRO CASUAL, que se supone trajo la vida a nuestro planeta, presupone, por supuesto, una conciencia individual que está viva por casualidad solamente.
Es algo chistoso que tal conciencia vital pueda suponer que ella misma sea el producto final de elementos inertes, ellos mismos sin vida, que de alguna forma se las arreglaron para combinarse de tal manera que nuestra especie pudo lograr la fantasía, la lógica, el inmenso poder organizacional, la tecnología y la civilización. Los mitos nos dicen que la naturaleza misma no tiene un propósito distinto a la supervivencia. Que a la naturaleza le importa muy poco el individuo y solo en la medida en que éste contribuya a que la especie perdure. La forma como opera la naturaleza parece ser impersonal, no obstante que está constituida por individuos a los que no puede considerar de otra manera.
Sin las plantas, los animales, la gente, inclusive las células y los virus, la naturaleza no tendría sentido. Nuestro universo físico tuvo un origen no físico, en el cual está inmerso. De la misma manera, nuestra conciencia individual tiene un origen en el cual aún esta inmersa.
La Estructura 2 representa la esfera interior de realidad, la dimensión interna de existencia que le da a nuestro mundo sus características propias. La energía y el poder que nos mantiene vivos, que sirve de combustible a nuestros pensamientos, que da energía y luz a nuestras ciudades, tienen su origen en la Estructura 2. La energía que nos permite encender el televisor es la misma que nos permite sintonizarnos con los eventos diarios que experimentamos en nuestras vidas.
Este es un mito de la conciencia orientada hacia el exterior. Una conciencia que se nos dice que es abierta, en lo que se refiere a la realidad objetiva. Parece cerrada “al otro extremo”, que en estos términos, representa nuestro nacimiento.
La conciencia de ese mito puede en realidad no tener origen, ya que el mito niega todo lo que no sea una conciencia orientada físicamente. Esa conciencia no solo no podría tener existencia antes y después de la muerte, sino que, obviamente, no podría tener acceso al conocimiento que no sea adquirido físicamente. Es este mito el que más dificulta nuestra comprensión y el que nos impide conocer la naturaleza más amplia de aquellos eventos que nos conciernen íntimamente. Este mito también hace que nuestra participación en los eventos masivos parezca ser, algunas veces, incomprensible. Parece no existir razón para muchos de ellos, simplemente porque los complejos sistemas internos de comunicaciones de la conciencia no son reconocidos.
Las Estructuras 1 y 2 representan no solo diferentes tipos de realidad, sino también dos diferentes tipos de conciencia. Para hacer más comprensible el asunto, pensemos que estas dos estructuras, o estados de conciencia, se conectan por medio de “áreas indiferenciadas” en las que tienen su actividad el estado del sueño, los sueños y ciertos estados de trance. Estas áreas indiferenciadas están involucradas en la conversión permanente de un tipo de conciencia en otra, con transferencias de energía. Constantemente procesamos la información que nos llega a nuestra vida privada, y esa información incluye boletines de todo el mundo, reportados por las noticias. El ego interior tiene acceso a muchos más conocimientos. Está enterado, no solo de su propia posición particular, sino que está familiarizado con los eventos masivos de su realidad. Está íntimamente involucrado en la creación de nuestra propia experiencia privada. El ego interior razona, pero su razonamiento no está restringido por las limitaciones de causa y efecto que aplicamos al proceso de razonar. La acción del ego interior, dentro de la más amplia esfera de la Estructura 2, explica muchos eventos y aparentes coincidencias que, de otra manera, no tendrían sentido dentro de nuestro mundo. Muchas realidades dentro de la Estructura 2 no se podrían definir adecuadamente como hechos en la Estructura 1, simplemente porque ellas involucran cierta forma psicológica que no puede traducirse en hechos, tal como los interpretamos. Estas realidades aparecen en el lenguaje simbólico del arte. Muchos de nuestros sueños son traducciones en las cuales los eventos de la Estructura 2 aparecen en forma simbólica.
La conciencia que tenemos, tal como la describe la Psicología, es como la piel brillante de una fruta, que no tiene nada adentro. Es una conciencia con una superficie brillante que responde al sol, a la lluvia, a la temperatura y a lo que la rodea. Es una especie de fruta psicológica sin pulpa, ni semilla, que en lugar de corazón tiene un vacío. En estos términos, experimentamos solo la mitad de nuestra conciencia, aquella sintonizada con la realidad física. Hasta los árboles frutales tienen raíces, pero se las negamos a la conciencia.
El Inconsciente Colectivo de Jung fue un intento de darle a nuestro mundo sus raíces psicológicas, pero él no alcanzó a percibir la claridad, la organización y el contexto más profundo en el que ese Inconsciente Colectivo tenía su propia existencia. La Realidad en la Estructura 2 está organizada de una manera diferente a la del mundo de la Estructura 1 y los procesos de razonamiento son mucho más rápidos en la primera. En la Estructura 1 los procesos de razonamiento se llevan a cabo por deducción y es necesario confrontar sus propios resultados contra la aparente experiencia concreta de los eventos físicos. El razonamiento del ego interior está involucrado con la invención creativa de esas experiencias y con los eventos en un contexto diferente, ya que debe entenderse con probabilidades.
Cada uno de nosotros, con base en nuestras creencias e intenciones, le decimos al ego interior cual evento queremos realizar, del número infinito de eventos probables que encontraremos. En el estado del sueño se procesan los eventos de las dos Estructuras. El estado del sueño involucra, no solo el estado de conciencia que existe entre las dos Estructuras de realidad, sino también una realidad conectiva propia. Este es el momento para afirmar que todas las especies de plantas y todas las especies animales sueñan. Lo mismo aplica para la “actividad psicológica” de átomos, moléculas y partículas.
Hay intensidades de comportamiento en las que la actividad, la actividad interior, de cada ser o cada partícula, está orientada hacia la fuerza física involucrada en la aventura cooperativa que crea nuestra realidad. Se presentan variaciones cuando esta actividad se dirige al interior de la naturaleza de la realidad. Tenemos un sistema interior de comunicaciones en el cual las células de todas las cosas vivientes están conectadas. En estos términos, existe un “continuum” de conciencias.
Ningún encuentro casual de elementos físicos, por si solo, bajo ninguna circunstancia, puede producir la conciencia, o las condiciones que harían posible la conciencia. Si pensamos que nuestro mundo, con todo su gran esplendor natural, proviene del azar – de un accidente de proporciones cósmicas – ciertamente parecerá que ese mundo no tiene un mayor significado. Su animación se verá como si no tuviera una fuente fuera de él mismo. El mito del gran ENCUENTRO CASUAL, que se supone trajo la vida a nuestro planeta, presupone, por supuesto, una conciencia individual que está viva por casualidad solamente.
Es algo chistoso que tal conciencia vital pueda suponer que ella misma sea el producto final de elementos inertes, ellos mismos sin vida, que de alguna forma se las arreglaron para combinarse de tal manera que nuestra especie pudo lograr la fantasía, la lógica, el inmenso poder organizacional, la tecnología y la civilización. Los mitos nos dicen que la naturaleza misma no tiene un propósito distinto a la supervivencia. Que a la naturaleza le importa muy poco el individuo y solo en la medida en que éste contribuya a que la especie perdure. La forma como opera la naturaleza parece ser impersonal, no obstante que está constituida por individuos a los que no puede considerar de otra manera.
Sin las plantas, los animales, la gente, inclusive las células y los virus, la naturaleza no tendría sentido. Nuestro universo físico tuvo un origen no físico, en el cual está inmerso. De la misma manera, nuestra conciencia individual tiene un origen en el cual aún esta inmersa.
La Estructura 2 representa la esfera interior de realidad, la dimensión interna de existencia que le da a nuestro mundo sus características propias. La energía y el poder que nos mantiene vivos, que sirve de combustible a nuestros pensamientos, que da energía y luz a nuestras ciudades, tienen su origen en la Estructura 2. La energía que nos permite encender el televisor es la misma que nos permite sintonizarnos con los eventos diarios que experimentamos en nuestras vidas.
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