Nos hemos acostumbrado a responder a ciertos patrones neurales y a ignorar patrones alternativos que operan ahora, simplemente, como una actividad en el trasfondo. Esa actividad, sin embargo, sirve de soporte para un millón de fuerzas: los estímulos neurales que aceptamos como biológicamente reales. Todos esos otros estímulos escondidos son ahora bastante difíciles de identificar, pero ellos siempre están ahí, dentro de nuestra conciencia de vigilia, como charla del sueno, bien por debajo de nuestras asociaciones.
Neurológicamente, nos sintonizamos solamente con una parte de nuestra realidad corporal e ignoramos las grandiosas e innumerables comunicaciones que siempre vuelan, atrás y adelante, en el microscópico pero vital mundo celular.
En nuestros términos, los electrones son precognitivos, lo mismo que nuestra conciencia celular. La permanencia relativa de nuestro cuerpo en el tiempo depende del magnifico comportamiento del electrón, en la medida en que trabaja con probabilidades. La estabilidad de las células y su confianza en el entorno corporal depende de sus propiedades innatas de comunicación y decisión instantáneas, ya que cada célula esta en comunicación con todas las otras, y esta unida a todas las otras a través de campos de conciencia en los cuales cada entidad participa, cualquiera que sea su grado.
A un nivel, las células obedecen a las normas del tiempo, pero en otros niveles, lo desafían. Todas estas comunicaciones forman parte de la parcela humana de la realidad y todas ellas existen bajo lo que llamamos conciencia normal. Los eventos no se construyen inicialmente sobre partículas físicas, ya que ellos son el resultado de una actividad psicológica.
En el inicio del universo, solo estábamos enterados de esa actividad psicológica, que aun no se había engrosado a sí misma para llegar a la forma. La forma estaba allí, pero no se había manifestado. En lugar de pequeñas partículas, teníamos pequeñas unidades de conciencia, construyéndose gradualmente a sí mismas en grandes unidades de conciencia.
Sin embargo, una pequeña unidad de conciencia no es “menos” que una unidad grande, ya que cada unidad de conciencia contiene dentro de sí misma la herencia innata de Todo Lo Que Existe.
Pensamos de la mente consciente como si fuera, solamente, un tipo de conciencia con una intención deliberada, con el conocimiento de sí misma, con capacidad lógica y con una apreciación del simbolismo. Esto nos parece cierto por nuestro rango particular de actividad y porque solo podemos escoger eventos que estén dentro de un espectro psicológico particular.
A los bloques que construyen la materia los llamamos Unidades de Conciencia. Ellos forman la materia física, tal como existe en nuestra comprensión y experiencia. Las Unidades de Conciencia también forman otras clases de materia que no percibimos.
Las Unidades de conciencia también pueden operar como “partículas” o como “ondas”. Cualquiera que sea la manera como operan, son conscientes de su propia existencia. Cuando las Unidades de Conciencia operan como partículas, construyen una continuidad en el tiempo. Toman las características de la particularidad. Se identifican a sí mismas estableciendo limites específicos.
Las unidades de conciencia toman ciertas formas cuando operan como partículas y experimentan su realidad desde “el centro de” esas formas. Se concentran o se enfocan en sus especificaciones únicas. Se convierten en algo individual.
Cuando las Unidades de Conciencia operan como ondas, sin embargo, no establecen limites alrededor de su propio conocimiento. Operando como ondas, las Unidades de Conciencia pueden estar, realmente, en mas de un lugar al tiempo. Este material es un asunto mas bien difícil de comprender. En su forma más pura, una Unidad de Conciencia puede estar en todos los lugares al mismo tiempo. Así que no tiene sentido decir que cuando opera como onda una Unidad de Conciencia es precognitiva y clarividente, puesto que tiene la capacidad de estar en todos los lugares y en todos los tiempos simultáneamente.
Las Unidades de Conciencia son los pilares de la materia física de nuestro cuerpo, de los árboles y las rocas, de los océanos y los continentes, y de la manifestación misma del espacio, tal como lo entendemos.
Las Unidades de Conciencia pueden operar como entidades separadas, como identidades; o pueden fluir conjuntamente como una fuerza, en un vasta y armoniosa ola de actividad. En realidad, las Unidades de Conciencia operan de ambas maneras todo el tiempo. Ninguna identidad, una vez “formada”, es jamás aniquilada, ya que su existencia forma parte indeleble de la “ola total de conciencia a la cual pertenece”.
Cada unidad “particularizada”va sobre el empuje continuo establecido por los campos de conciencia, a los que pertenecen tanto las ondas como las partículas. Cada una de estas unidades de conciencia contiene dentro de sí el conocimiento inherente a todas las otras partículas, ya que, en otros niveles, las Unidades de Conciencia están operando como ondas.
Básicamente, las Unidades de Conciencia se mueven más rápido que la luz, reduciendo su velocidad para formar la materia. Estas unidades pueden considerarse como entidades o como fuerzas y pueden operar como ambas. Metafísicamente, se pueden considerar como el punto en el que Todo Lo Que Existe actúa para formar nuestro mundo, el contacto inmediato de una infinita inspiración creativa, llegando al enfoque mental, a la metamorfosis de origen divino, que lleva el mundo físico a la existencia, partiendo de la realidad mayor del hecho divino.
Científicamente, también pueden considerarse las Unidades de Conciencia como los pilares de la materia. Éticamente, las Unidades de Conciencia representan espectaculares fundamentos del mundo para el desarrollo y logro de valores, ya que cada Unidad de Conciencia se relaciona con cada una de las otras, es una parte de las otras, y cada una participa en el “gestalt” de la experiencia mortal.
Neurológicamente, nos sintonizamos solamente con una parte de nuestra realidad corporal e ignoramos las grandiosas e innumerables comunicaciones que siempre vuelan, atrás y adelante, en el microscópico pero vital mundo celular.
En nuestros términos, los electrones son precognitivos, lo mismo que nuestra conciencia celular. La permanencia relativa de nuestro cuerpo en el tiempo depende del magnifico comportamiento del electrón, en la medida en que trabaja con probabilidades. La estabilidad de las células y su confianza en el entorno corporal depende de sus propiedades innatas de comunicación y decisión instantáneas, ya que cada célula esta en comunicación con todas las otras, y esta unida a todas las otras a través de campos de conciencia en los cuales cada entidad participa, cualquiera que sea su grado.
A un nivel, las células obedecen a las normas del tiempo, pero en otros niveles, lo desafían. Todas estas comunicaciones forman parte de la parcela humana de la realidad y todas ellas existen bajo lo que llamamos conciencia normal. Los eventos no se construyen inicialmente sobre partículas físicas, ya que ellos son el resultado de una actividad psicológica.
En el inicio del universo, solo estábamos enterados de esa actividad psicológica, que aun no se había engrosado a sí misma para llegar a la forma. La forma estaba allí, pero no se había manifestado. En lugar de pequeñas partículas, teníamos pequeñas unidades de conciencia, construyéndose gradualmente a sí mismas en grandes unidades de conciencia.
Sin embargo, una pequeña unidad de conciencia no es “menos” que una unidad grande, ya que cada unidad de conciencia contiene dentro de sí misma la herencia innata de Todo Lo Que Existe.
Pensamos de la mente consciente como si fuera, solamente, un tipo de conciencia con una intención deliberada, con el conocimiento de sí misma, con capacidad lógica y con una apreciación del simbolismo. Esto nos parece cierto por nuestro rango particular de actividad y porque solo podemos escoger eventos que estén dentro de un espectro psicológico particular.
A los bloques que construyen la materia los llamamos Unidades de Conciencia. Ellos forman la materia física, tal como existe en nuestra comprensión y experiencia. Las Unidades de Conciencia también forman otras clases de materia que no percibimos.
Las Unidades de conciencia también pueden operar como “partículas” o como “ondas”. Cualquiera que sea la manera como operan, son conscientes de su propia existencia. Cuando las Unidades de Conciencia operan como partículas, construyen una continuidad en el tiempo. Toman las características de la particularidad. Se identifican a sí mismas estableciendo limites específicos.
Las unidades de conciencia toman ciertas formas cuando operan como partículas y experimentan su realidad desde “el centro de” esas formas. Se concentran o se enfocan en sus especificaciones únicas. Se convierten en algo individual.
Cuando las Unidades de Conciencia operan como ondas, sin embargo, no establecen limites alrededor de su propio conocimiento. Operando como ondas, las Unidades de Conciencia pueden estar, realmente, en mas de un lugar al tiempo. Este material es un asunto mas bien difícil de comprender. En su forma más pura, una Unidad de Conciencia puede estar en todos los lugares al mismo tiempo. Así que no tiene sentido decir que cuando opera como onda una Unidad de Conciencia es precognitiva y clarividente, puesto que tiene la capacidad de estar en todos los lugares y en todos los tiempos simultáneamente.
Las Unidades de Conciencia son los pilares de la materia física de nuestro cuerpo, de los árboles y las rocas, de los océanos y los continentes, y de la manifestación misma del espacio, tal como lo entendemos.
Las Unidades de Conciencia pueden operar como entidades separadas, como identidades; o pueden fluir conjuntamente como una fuerza, en un vasta y armoniosa ola de actividad. En realidad, las Unidades de Conciencia operan de ambas maneras todo el tiempo. Ninguna identidad, una vez “formada”, es jamás aniquilada, ya que su existencia forma parte indeleble de la “ola total de conciencia a la cual pertenece”.
Cada unidad “particularizada”va sobre el empuje continuo establecido por los campos de conciencia, a los que pertenecen tanto las ondas como las partículas. Cada una de estas unidades de conciencia contiene dentro de sí el conocimiento inherente a todas las otras partículas, ya que, en otros niveles, las Unidades de Conciencia están operando como ondas.
Básicamente, las Unidades de Conciencia se mueven más rápido que la luz, reduciendo su velocidad para formar la materia. Estas unidades pueden considerarse como entidades o como fuerzas y pueden operar como ambas. Metafísicamente, se pueden considerar como el punto en el que Todo Lo Que Existe actúa para formar nuestro mundo, el contacto inmediato de una infinita inspiración creativa, llegando al enfoque mental, a la metamorfosis de origen divino, que lleva el mundo físico a la existencia, partiendo de la realidad mayor del hecho divino.
Científicamente, también pueden considerarse las Unidades de Conciencia como los pilares de la materia. Éticamente, las Unidades de Conciencia representan espectaculares fundamentos del mundo para el desarrollo y logro de valores, ya que cada Unidad de Conciencia se relaciona con cada una de las otras, es una parte de las otras, y cada una participa en el “gestalt” de la experiencia mortal.