El Universo se iniciará ayer. El Universo se inició mañana. Estas dos afirmaciones no tienen ningún sentido. Los tiempos están equivocados y quizá la sensación del tiempo ha sido ultrajada. Sin embargo, la afirmación: “El Universo se inició en algún pasado distante”, en términos básicos, tampoco tiene sentido.
En realidad, las primeras dos afirmaciones, aunque no tienen un sentido lógico, son una indicación de fenómenos que muestras que el tiempo mismo no es más que una construcción creativa. El tiempo y el espacio son, en cierta forma, parte del moblaje del universo.
La experiencia misma de momentos que pasan, corresponde a nuestros aposentos psicológicos, de la misma manera como los relojes están adheridos a las paredes. Siempre que la Ciencia o la Religión indagan por el origen del universo, lo hacen buscándolo en el pasado. El universo está siendo creado ahora. La creación ocurre en cada momento, en nuestros términos. La ilusión del tiempo está siendo creada ahora. Por lo tanto, no tiene mayor importancia buscar los orígenes del universo utilizando un esquema del tiempo que es, en sí mismo, por lo menos relativo en alto grado.
Nuestro ahora, o el momento presente, es una plataforma psicológica. Parece que el universo se inició con un estallido de energía da algún tipo. Los evolucionistas no pueden dar razón de su causa. Muchas personas religiosas creen que existe un dios, en una dimensión más grande de realidad, que creó el universo mientras permanecía por fuera de él, y enseguida lo puso en movimiento. Otras personas creen que, a pesar de su fuente, el universo debe quedarse sin energía. La Ciencia establecida cree que la energía no puede ser creada o destruida, sino solamente transformada. La ciencia considera que la energía y la materia son, básicamente, la misma cosa, pareciendo ser diferentes bajo diversas circunstancias.
En ciertos términos, la Ciencia y la Religión sostienen la idea de un universo creado objetivamente, “hecho” por Dios, o por la materia física, que de alguna manera no explicada, se formó después de una explosión inicial de energía, y la conciencia emergió de esa materia muerta inicial, de una manera que aun está por explicarse.
En lugar de esto, digamos que la conciencia formó la materia. Como lo hemos afirmado anteriormente, cada átomo y cada molécula tienen su propia conciencia. La conciencia, la materia y la energía son una sola cosa, pero es la conciencia la que inicia la transformación de la energía en materia. En esos términos, el “inicio” del universo fue un triunfo de la expansión de la conciencia, en la medida en que aprendió a convertirse en la forma física. El universo emergió a la realidad de la misma manera, pero en diferente grado, como una idea emerge, de lo que pensamos como la subjetividad, hacia la expresión física.
La conciencia de cada uno de nosotros existía antes de que el universo se formara, pero esa conciencia no se había manifestado. Lo más cercano y parecido al estado del ser que existía antes de que el universo se formara, es el estado del sueño. En ese estado del ser, antes del inicio del universo, la conciencia existía libre del espacio y del tiempo y consciente de inmensas probabilidades. Nuestra conciencia es parte de un proceso infinitamente original y creativo.
Nos hemos abstenido de utilizar la palabra “Dios” en este proceso creativo, por las connotaciones que ha puesto sobre ella la religión convencional. Intentaremos explicar las características de este proceso divino, al que llamaremos “Todo Lo Que Existe”.
Todo Lo Que Existe está tan integrado a sus creaciones que es casi imposible separar el “creador de las creaciones”, ya que la creación también lleva indeleble dentro de ella las características de su fuente.
Si hemos pensado que el universo sigue un modelo mecanicista, es necesario decir que cada porción de esta “maquina cósmica” se creo a sí misma, conociendo su posición en la “construcción futura” total. Es necesario decir, además, que cada porción emergió gustosa de su propia fuente en forma individual, finamente ajustada a su posición, mientras que, al mismo tiempo, esa fuente individual también era la fuente de cada una de las otras porciones individuales.
No estamos diciendo que el universo es el resultado de alguna máquina psicológica, sino que cada porción de la conciencia es una parte de Todo Lo Que Existe y que el universo se acomoda en un orden espontáneo y divino en el que cada porción de la conciencia lleva indeleble dentro de ella el conocimiento del todo.
El nacimiento del mundo representó un divino despertar psicológico. Cada conciencia que forma parte del universo físico soñó con una existencia física antes de que la tierra se formara. En términos más amplios que los nuestros, se puede decir que el universo no se ha formado aun, o que el universo ha desaparecido. Y en términos aun más amplios, el hecho es que el universo, en uno u otro estado, siempre ha existido.
Nuestra aproximación más cercana al propósito del universo se puede encontrar en aquellas emociones amorosas que tenemos hacia el desarrollo de nuestros hijos y en nuestra intención de hacer que ellos desarrollen sus capacidades a plenitud.
Nuestras aspiraciones más admirables pueden darnos un indicio sutil del gran impulso creativo que existe detrás de nuestra más pequeña actuación, ya que esa pequeña actuación es posible solamente porque nuestro cuerpo ya ha sido dotado para el mundo físico. La vida nos es dada y en cada momento se renueva. Cabalgamos sobre el empuje de la energía de la vida tan suavemente y sin esfuerzo, que algunas veces difícilmente nos enteramos. No hemos sido dotados con una cierta cantidad de energía que se va a agotar y morir, sino que somos creados nuevamente en cada momento.
En realidad, las primeras dos afirmaciones, aunque no tienen un sentido lógico, son una indicación de fenómenos que muestras que el tiempo mismo no es más que una construcción creativa. El tiempo y el espacio son, en cierta forma, parte del moblaje del universo.
La experiencia misma de momentos que pasan, corresponde a nuestros aposentos psicológicos, de la misma manera como los relojes están adheridos a las paredes. Siempre que la Ciencia o la Religión indagan por el origen del universo, lo hacen buscándolo en el pasado. El universo está siendo creado ahora. La creación ocurre en cada momento, en nuestros términos. La ilusión del tiempo está siendo creada ahora. Por lo tanto, no tiene mayor importancia buscar los orígenes del universo utilizando un esquema del tiempo que es, en sí mismo, por lo menos relativo en alto grado.
Nuestro ahora, o el momento presente, es una plataforma psicológica. Parece que el universo se inició con un estallido de energía da algún tipo. Los evolucionistas no pueden dar razón de su causa. Muchas personas religiosas creen que existe un dios, en una dimensión más grande de realidad, que creó el universo mientras permanecía por fuera de él, y enseguida lo puso en movimiento. Otras personas creen que, a pesar de su fuente, el universo debe quedarse sin energía. La Ciencia establecida cree que la energía no puede ser creada o destruida, sino solamente transformada. La ciencia considera que la energía y la materia son, básicamente, la misma cosa, pareciendo ser diferentes bajo diversas circunstancias.
En ciertos términos, la Ciencia y la Religión sostienen la idea de un universo creado objetivamente, “hecho” por Dios, o por la materia física, que de alguna manera no explicada, se formó después de una explosión inicial de energía, y la conciencia emergió de esa materia muerta inicial, de una manera que aun está por explicarse.
En lugar de esto, digamos que la conciencia formó la materia. Como lo hemos afirmado anteriormente, cada átomo y cada molécula tienen su propia conciencia. La conciencia, la materia y la energía son una sola cosa, pero es la conciencia la que inicia la transformación de la energía en materia. En esos términos, el “inicio” del universo fue un triunfo de la expansión de la conciencia, en la medida en que aprendió a convertirse en la forma física. El universo emergió a la realidad de la misma manera, pero en diferente grado, como una idea emerge, de lo que pensamos como la subjetividad, hacia la expresión física.
La conciencia de cada uno de nosotros existía antes de que el universo se formara, pero esa conciencia no se había manifestado. Lo más cercano y parecido al estado del ser que existía antes de que el universo se formara, es el estado del sueño. En ese estado del ser, antes del inicio del universo, la conciencia existía libre del espacio y del tiempo y consciente de inmensas probabilidades. Nuestra conciencia es parte de un proceso infinitamente original y creativo.
Nos hemos abstenido de utilizar la palabra “Dios” en este proceso creativo, por las connotaciones que ha puesto sobre ella la religión convencional. Intentaremos explicar las características de este proceso divino, al que llamaremos “Todo Lo Que Existe”.
Todo Lo Que Existe está tan integrado a sus creaciones que es casi imposible separar el “creador de las creaciones”, ya que la creación también lleva indeleble dentro de ella las características de su fuente.
Si hemos pensado que el universo sigue un modelo mecanicista, es necesario decir que cada porción de esta “maquina cósmica” se creo a sí misma, conociendo su posición en la “construcción futura” total. Es necesario decir, además, que cada porción emergió gustosa de su propia fuente en forma individual, finamente ajustada a su posición, mientras que, al mismo tiempo, esa fuente individual también era la fuente de cada una de las otras porciones individuales.
No estamos diciendo que el universo es el resultado de alguna máquina psicológica, sino que cada porción de la conciencia es una parte de Todo Lo Que Existe y que el universo se acomoda en un orden espontáneo y divino en el que cada porción de la conciencia lleva indeleble dentro de ella el conocimiento del todo.
El nacimiento del mundo representó un divino despertar psicológico. Cada conciencia que forma parte del universo físico soñó con una existencia física antes de que la tierra se formara. En términos más amplios que los nuestros, se puede decir que el universo no se ha formado aun, o que el universo ha desaparecido. Y en términos aun más amplios, el hecho es que el universo, en uno u otro estado, siempre ha existido.
Nuestra aproximación más cercana al propósito del universo se puede encontrar en aquellas emociones amorosas que tenemos hacia el desarrollo de nuestros hijos y en nuestra intención de hacer que ellos desarrollen sus capacidades a plenitud.
Nuestras aspiraciones más admirables pueden darnos un indicio sutil del gran impulso creativo que existe detrás de nuestra más pequeña actuación, ya que esa pequeña actuación es posible solamente porque nuestro cuerpo ya ha sido dotado para el mundo físico. La vida nos es dada y en cada momento se renueva. Cabalgamos sobre el empuje de la energía de la vida tan suavemente y sin esfuerzo, que algunas veces difícilmente nos enteramos. No hemos sido dotados con una cierta cantidad de energía que se va a agotar y morir, sino que somos creados nuevamente en cada momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario