Cada especie está dotada con sentimientos emocionales y está inmersa en un sistema interior que propende por la realización de sus propios valores. Cada especie, no solo está comprometida con la supervivencia física y la multiplicación de sus miembros, sino con la intensificación y la realización de aquellas cualidades particulares que la caracterizan.
Existen ideales biológicos impresos dentro de los cromosomas y también ideales internos mucho más difíciles de definir, que existen como esquemas mentales para el desarrollo de otro tipo de habilidades. Utilizamos la palabra mental queriendo decir que cada especie posee su propia clase de vida mental interior, en contraposición a las características físicas de las plantas y de los animales con las que estamos familiarizados. Nuestra visión oficial nos aparta de la verdadera evidencia que deberíamos percibir de cooperación entre las especies. No nos referimos a una cooperación forzada, como resultado del “instinto”, que de alguna manera organiza los hábitos sociales de los animales, ya que sus hábitos son en realidad sociales y cooperativos.
La ciencia ortodoxa aún no le concede al hombre su libre voluntad y, de acuerdo con sus dogmas, cualquier sentimiento de elección consciente lo atribuye a una reflexión de la actitud cerebral en determinado momento. El hombre tiene libre albedrío, dentro de la estructura de su existencia, y todas las demás especies también lo tienen, dentro de la estructura de sus existencias.
Una gallina no puede leer un libro. No tiene la opción de leer. Una planta no tiene la opción de caminar en la calle. La gallina y la planta tienen la opción de vivir o morir, un asunto de mucha importancia en la existencia de cada entidad. Pueden tener la opción de que les guste o no les guste su entorno, y de cambiarlo, de acuerdo con sus circunstancias individuales.
Se acostumbra decir que algunas leyes científicas se pueden probar a niveles microscópicos, en donde pequeñas partículas pueden ser aceleradas, mucho más allá de sus estados naturales. Sin embargo, ignoramos que el sentimiento existe a niveles microscópicos y que pueden existir partículas psicológicas. Jamás llegaríamos a la conclusión de que todas las partículas son psicológicas y que tienen su propio empuje hacia el desarrollo y la realización de sus valores. Esa es la razón por la cual los átomos se juntan para formar la materia. Los átomos buscan su propia realización por medido de la forma. De manera cooperativa, los átomos escogen las formas que van a tomar.
Si la más simple de las partículas está dotada con el empuje y los ideales para buscar y lograr su propia realización, qué podríamos pensar en relación con el ser humano?
Tenemos la propensión a buscar sentido, amor, aventuras cooperativas. Tenemos la propensión a formar creaciones mentales y psicológicas, tales como las artes, las ciencias, las religiones, las civilizaciones. Los errores que hemos cometido y las distorsiones en que hemos incurrido, se han presentado por la necesidad de encontrarle un sentido a nuestra existencia personal y a la vida misma.
El científico que cree que la vida no tiene sentido, simplemente se ha dotado a sí mismo con lo que él piensa que es un soporte infalible contra las vicisitudes de la vida. Cuando dice que la vida no tiene sentido, no puede sentirse decepcionado, ya que se ha mimetizado en su propio capullo, que él mismo ha creado y que sí tiene sentido, puesto que le sirve de amortiguador a sus más profundos temores.
Cuando la Psicología se reafirma en “la norma”, hace que la gente se asuste de sus características y habilidades individuales, ya que la norma de la psicología no se ajusta al perfil de ningún ser humano. La psicología no alcanza las alturas y las profundidades de la experiencia humana. La gente se vuelve temerosa de su propia individualidad.
Los niños dotados no se ajustan al esquema de la psicología. Los niños dotados no corresponden a la imagen de los niños que se les vende a los padres. El hecho es que los niños dotados, simplemente, demuestran la vivacidad latente, la agilidad mental, la curiosidad y la capacidad para aprender que es inherente a la especie. Ellos no son una versión excéntrica de la humanidad, sino que sirven como una indicación de las verdaderas capacidades de la humanidad.
Nuestros cerebros no están vacíos al nacer, sino que son máquinas muy bien aceitadas, listas para entrar en actividad. El cerebro está provisto de la propensión para aprender y ya existen dentro de el los rudimentos del conocimiento, tal como lo entendemos. En esos términos, el cerebro ya piensa antes del nacimiento y no se limita a reaccionar. Cada individuo tiene sus propias habilidades, únicas en su género. Para algunas de esas habilidades, que involucran la relación con otras personas, ni siquiera tenemos las palabras para describirlas. Los padres a veces no están muy satisfechos cuando sus hijos tienen dotes poco comunes. Temen que sus hijos no se lleven bien con los otros niños. Se preocupan porque sus hijos no se ajustan a la norma, pero ningún niño se ajusta a “la norma”.
Muchos adultos, cuando sienten que tienen habilidades especiales, en uno u otro campo, deliberadamente las minimizan, porque temen quedar por fuera de “la norma”, o fuera de “la masa”, o porque temen ser atacados por sus pares. La Religión y la Ciencia les han enseñado que cualquier clase de grandeza es sospechosa. Sin embargo, cada persona viva contiene un elemento de grandeza y el deseo de desarrollar sus habilidades.
Cuando hablamos de grandeza, no nos referimos a la fama, o a las habilidades artísticas o intelectuales solamente, sino a las personas cuyas vidas tienen la capacidad para una gran satisfacción emocional. Estamos hablando de otras habilidades naturales, como la comunicación en los sueños, la utilización consciente de los sueños y la creatividad en la vida diaria. Existen dimensiones de sentimiento humano y experiencia psicológica que van a permanecer latentes, simplemente porque enfocamos nuestra atención en forma tan cerrada dentro de la idea de “la norma”. Cualquier experiencia que no tenga la aprobación oficial, debe permanecer como una experiencia extraña, excéntrica, por fuera de nuestras inquietudes, e ignorada por la ciencia.
Muchos niños que son considerados como retardados por sus maestros, son en realidad niños altamente dotados. Lo mismo puede decirse de los niños destructivos, a quienes se considera hiperactivos y se les suministran drogas. Su rebelión es bastante natural. Los niños Autistas, en muchos casos, son los que han tenido la idea de que el mundo es tan inseguro que es mejor no comunicarse con él, en absoluto, mientras sus demandas y necesidades sean atendidas. Cuando el niño autista es alimentado, vestido y cuidado, él continúa con su comportamiento y el comportamiento mismo sirve sus necesidades.
El niño autista siente que no es seguro interactuar con el mundo. Nadie va a privar a un niño de su comida, y es precisamente la comida la que puede utilizarse para manejarlo, quizá en los términos de un trato. El niño autista teme elegir, tener opciones. Algo de esto es tomado de sus padres, de manera tal que el niño expresa los temores que ellos no han reconocido. El niño autista puede ser muy inteligente.
En cierta forma, el niño autista es un ejemplo de lo que sucede cuando un individuo cree que no tiene ningún mérito, que no puede confiar en sus impulsos, que escoger entre distintas opciones tiene más problemas que ventajas y que es más seguro esconder las habilidades que utilizarlas. La vida es expresión.
Existen ideales biológicos impresos dentro de los cromosomas y también ideales internos mucho más difíciles de definir, que existen como esquemas mentales para el desarrollo de otro tipo de habilidades. Utilizamos la palabra mental queriendo decir que cada especie posee su propia clase de vida mental interior, en contraposición a las características físicas de las plantas y de los animales con las que estamos familiarizados. Nuestra visión oficial nos aparta de la verdadera evidencia que deberíamos percibir de cooperación entre las especies. No nos referimos a una cooperación forzada, como resultado del “instinto”, que de alguna manera organiza los hábitos sociales de los animales, ya que sus hábitos son en realidad sociales y cooperativos.
La ciencia ortodoxa aún no le concede al hombre su libre voluntad y, de acuerdo con sus dogmas, cualquier sentimiento de elección consciente lo atribuye a una reflexión de la actitud cerebral en determinado momento. El hombre tiene libre albedrío, dentro de la estructura de su existencia, y todas las demás especies también lo tienen, dentro de la estructura de sus existencias.
Una gallina no puede leer un libro. No tiene la opción de leer. Una planta no tiene la opción de caminar en la calle. La gallina y la planta tienen la opción de vivir o morir, un asunto de mucha importancia en la existencia de cada entidad. Pueden tener la opción de que les guste o no les guste su entorno, y de cambiarlo, de acuerdo con sus circunstancias individuales.
Se acostumbra decir que algunas leyes científicas se pueden probar a niveles microscópicos, en donde pequeñas partículas pueden ser aceleradas, mucho más allá de sus estados naturales. Sin embargo, ignoramos que el sentimiento existe a niveles microscópicos y que pueden existir partículas psicológicas. Jamás llegaríamos a la conclusión de que todas las partículas son psicológicas y que tienen su propio empuje hacia el desarrollo y la realización de sus valores. Esa es la razón por la cual los átomos se juntan para formar la materia. Los átomos buscan su propia realización por medido de la forma. De manera cooperativa, los átomos escogen las formas que van a tomar.
Si la más simple de las partículas está dotada con el empuje y los ideales para buscar y lograr su propia realización, qué podríamos pensar en relación con el ser humano?
Tenemos la propensión a buscar sentido, amor, aventuras cooperativas. Tenemos la propensión a formar creaciones mentales y psicológicas, tales como las artes, las ciencias, las religiones, las civilizaciones. Los errores que hemos cometido y las distorsiones en que hemos incurrido, se han presentado por la necesidad de encontrarle un sentido a nuestra existencia personal y a la vida misma.
El científico que cree que la vida no tiene sentido, simplemente se ha dotado a sí mismo con lo que él piensa que es un soporte infalible contra las vicisitudes de la vida. Cuando dice que la vida no tiene sentido, no puede sentirse decepcionado, ya que se ha mimetizado en su propio capullo, que él mismo ha creado y que sí tiene sentido, puesto que le sirve de amortiguador a sus más profundos temores.
Cuando la Psicología se reafirma en “la norma”, hace que la gente se asuste de sus características y habilidades individuales, ya que la norma de la psicología no se ajusta al perfil de ningún ser humano. La psicología no alcanza las alturas y las profundidades de la experiencia humana. La gente se vuelve temerosa de su propia individualidad.
Los niños dotados no se ajustan al esquema de la psicología. Los niños dotados no corresponden a la imagen de los niños que se les vende a los padres. El hecho es que los niños dotados, simplemente, demuestran la vivacidad latente, la agilidad mental, la curiosidad y la capacidad para aprender que es inherente a la especie. Ellos no son una versión excéntrica de la humanidad, sino que sirven como una indicación de las verdaderas capacidades de la humanidad.
Nuestros cerebros no están vacíos al nacer, sino que son máquinas muy bien aceitadas, listas para entrar en actividad. El cerebro está provisto de la propensión para aprender y ya existen dentro de el los rudimentos del conocimiento, tal como lo entendemos. En esos términos, el cerebro ya piensa antes del nacimiento y no se limita a reaccionar. Cada individuo tiene sus propias habilidades, únicas en su género. Para algunas de esas habilidades, que involucran la relación con otras personas, ni siquiera tenemos las palabras para describirlas. Los padres a veces no están muy satisfechos cuando sus hijos tienen dotes poco comunes. Temen que sus hijos no se lleven bien con los otros niños. Se preocupan porque sus hijos no se ajustan a la norma, pero ningún niño se ajusta a “la norma”.
Muchos adultos, cuando sienten que tienen habilidades especiales, en uno u otro campo, deliberadamente las minimizan, porque temen quedar por fuera de “la norma”, o fuera de “la masa”, o porque temen ser atacados por sus pares. La Religión y la Ciencia les han enseñado que cualquier clase de grandeza es sospechosa. Sin embargo, cada persona viva contiene un elemento de grandeza y el deseo de desarrollar sus habilidades.
Cuando hablamos de grandeza, no nos referimos a la fama, o a las habilidades artísticas o intelectuales solamente, sino a las personas cuyas vidas tienen la capacidad para una gran satisfacción emocional. Estamos hablando de otras habilidades naturales, como la comunicación en los sueños, la utilización consciente de los sueños y la creatividad en la vida diaria. Existen dimensiones de sentimiento humano y experiencia psicológica que van a permanecer latentes, simplemente porque enfocamos nuestra atención en forma tan cerrada dentro de la idea de “la norma”. Cualquier experiencia que no tenga la aprobación oficial, debe permanecer como una experiencia extraña, excéntrica, por fuera de nuestras inquietudes, e ignorada por la ciencia.
Muchos niños que son considerados como retardados por sus maestros, son en realidad niños altamente dotados. Lo mismo puede decirse de los niños destructivos, a quienes se considera hiperactivos y se les suministran drogas. Su rebelión es bastante natural. Los niños Autistas, en muchos casos, son los que han tenido la idea de que el mundo es tan inseguro que es mejor no comunicarse con él, en absoluto, mientras sus demandas y necesidades sean atendidas. Cuando el niño autista es alimentado, vestido y cuidado, él continúa con su comportamiento y el comportamiento mismo sirve sus necesidades.
El niño autista siente que no es seguro interactuar con el mundo. Nadie va a privar a un niño de su comida, y es precisamente la comida la que puede utilizarse para manejarlo, quizá en los términos de un trato. El niño autista teme elegir, tener opciones. Algo de esto es tomado de sus padres, de manera tal que el niño expresa los temores que ellos no han reconocido. El niño autista puede ser muy inteligente.
En cierta forma, el niño autista es un ejemplo de lo que sucede cuando un individuo cree que no tiene ningún mérito, que no puede confiar en sus impulsos, que escoger entre distintas opciones tiene más problemas que ventajas y que es más seguro esconder las habilidades que utilizarlas. La vida es expresión.
1 comentario:
creo k lo ke escribes es algo cierto y apoyo su teoria pues concuerda ala perfeccion con algunas de las teorias en las k e pernsado desde hace tiempo, la unica pregunta k podria hacerle seria:
¿porke ekoje esas fechas para publicar sus datos?
Publicar un comentario