Tú mismo te lees de arriba a abajo de la página, o desde lo que concibes como el principio hasta el final. Tu más grande realidad, sin embargo, se lee en términos de intensidades, así que la psique te junta de una manera diferente. La psique no marca el tiempo. Para ella, las experiencias intensas de tu vida existen simultáneamente. En tus términos, ellas serían el presente de tu psique. La psique se entiende con eventos probables, sin embargo, así que algunos eventos – quizás algunos que sueñas pero no materializas - son bastante reales para la psique. Ellos son mucho más reales para ella que la mayoría de los eventos inocuos, pero definitivamente físicos, como por ejemplo el desayuno de ayer en la mañana.
Los eventos internos de la psique componen la experiencia mayor de la cual llegan los eventos físicos. Ellos emiten un aura que mágicamente hace propia tu vida. Aun si dos personas encontraran precisamente los mismos eventos en sus vidas, precisamente al mismo tiempo, sus experiencias de la realidad todavía estarían conectadas aproximadamente.
De nuevo, lees tus propias identidades en una manera especializada particular.
Dentro de tu experiencia biológica, sin embargo, la planta, el mineral, el animal, y la conciencia humana, se intersectan. Coinciden. En el lenguaje del ser que hablas, estos encuentros son como pausas implícitas en tu lenguaje verbal. Estos otros tipos de conciencia forman entonces ritmos internos sobre los cuales sobrepones los tuyos.
Estos encuentros de la conciencia siguen constantemente. Ellos forman su propio tipo de identidades adyacentes. Las llamarías subespecies de conciencia, quizá, pero ellas son realmente identidades que operan en forma de trans-especies.
Si te “leyeras a ti mismo” lateralmente de tal manera, descubrirías partes de tu propia conciencia extendiéndose a través de la totalidad del tejido de la tierra, tal como la comprendes – convirtiéndose en parte del material de la tierra, incluso como aquellos materiales se vuelven parte del ser que reconoces. Tu conciencia estaría mucho menos encerrada. El tiempo se expandiría adyacentemente. Ustedes mismos se conciben físicamente como “mandamases,” sin embargo, separados de otras especies y tipos de vida, así que en efecto limitan la propia experiencia de su psique.
Si pensaras o sintieras de tal manera, apreciarías el hecho de que biológicamente tu cuerpo es tuyo en virtud de la vida mineral, vegetal y animal de la cual obtienes tu sustento. No te sentirías aprisionado como a menudo te sientes dentro de una forma corporal, ya que comprenderías que el cuerpo mismo mantiene su relativa estabilidad por su constante toma y daca con los materiales de la tierra, que son ellos mismos poseedores de conciencia.
Podrías hasta cierto punto sentir tu cuerpo juntarse y dispersarse constantemente, y comprender como revoloteabas dentro de él sin temer tu propia aniquilación por su desmantelamiento.
Cuando preguntas: “Quien soy?”, estás tratando de leerte a ti mismo como si fueras una simple frase ya escrita. En cambio, tú mismo te escribes a medida que avanzas. La frase que reconoces es solamente una de muchas variaciones probables. Tú y no otro escoge cuales experiencias deseas realizar. Haces esto tan espontáneamente como expresas las palabras. Das por sentado que una frase iniciada será finalizada. Estás en medio de hablarte a ti mismo. El hablar, que es tu vida, parece suceder por si mismo, ya que tú mismo no estás consciente de mantenerte vivo. Tu corazón late, bien sea que entiendas o no de anatomía.
Te lees a ti mismo en términos demasiado estrechos. Mucho del dolor conectado con las enfermedades graves y con la muerte resultan porque no tienes fe en tu propia realidad continuada. Luchas contra el dolor porque no has aprendido a trascenderlo, o más bien a utilizarlo. No confías en la conciencia natural del cuerpo, así que cuando su final se acerca – y tal final es inevitable - no confías en los signos que el cuerpo da, que tienen el objetivo de liberarte.
Cierto tipo de dolor eyecta automáticamente la conciencia fuera del cuerpo. Tal dolor no puede ser verbalizado, ya que es una mezcla de dolor y placer, un libre desgarrar, y produce automáticamente una casi estimulante liberación de la conciencia. Tal dolor es también muy breve. Bajo tu actual sistema, sin embargo, usualmente se administran drogas, caso en el cual el dolor es algo minimizado, pero es prolongado – sin activar los mecanismos naturales de liberación.
Si ustedes mismos se leyeran adyacentemente, desarrollarían confianza en el cuerpo, y en aquellas conciencias cooperativas que lo forman. Tendrían también una íntima comprensión especializada de los procesos curativos del cuerpo. No temerían la muerte como aniquilación, y sentirían su propia conciencia desprenderse de aquellas otras que graciosamente la acogen.
Los eventos internos de la psique componen la experiencia mayor de la cual llegan los eventos físicos. Ellos emiten un aura que mágicamente hace propia tu vida. Aun si dos personas encontraran precisamente los mismos eventos en sus vidas, precisamente al mismo tiempo, sus experiencias de la realidad todavía estarían conectadas aproximadamente.
De nuevo, lees tus propias identidades en una manera especializada particular.
Dentro de tu experiencia biológica, sin embargo, la planta, el mineral, el animal, y la conciencia humana, se intersectan. Coinciden. En el lenguaje del ser que hablas, estos encuentros son como pausas implícitas en tu lenguaje verbal. Estos otros tipos de conciencia forman entonces ritmos internos sobre los cuales sobrepones los tuyos.
Estos encuentros de la conciencia siguen constantemente. Ellos forman su propio tipo de identidades adyacentes. Las llamarías subespecies de conciencia, quizá, pero ellas son realmente identidades que operan en forma de trans-especies.
Si te “leyeras a ti mismo” lateralmente de tal manera, descubrirías partes de tu propia conciencia extendiéndose a través de la totalidad del tejido de la tierra, tal como la comprendes – convirtiéndose en parte del material de la tierra, incluso como aquellos materiales se vuelven parte del ser que reconoces. Tu conciencia estaría mucho menos encerrada. El tiempo se expandiría adyacentemente. Ustedes mismos se conciben físicamente como “mandamases,” sin embargo, separados de otras especies y tipos de vida, así que en efecto limitan la propia experiencia de su psique.
Si pensaras o sintieras de tal manera, apreciarías el hecho de que biológicamente tu cuerpo es tuyo en virtud de la vida mineral, vegetal y animal de la cual obtienes tu sustento. No te sentirías aprisionado como a menudo te sientes dentro de una forma corporal, ya que comprenderías que el cuerpo mismo mantiene su relativa estabilidad por su constante toma y daca con los materiales de la tierra, que son ellos mismos poseedores de conciencia.
Podrías hasta cierto punto sentir tu cuerpo juntarse y dispersarse constantemente, y comprender como revoloteabas dentro de él sin temer tu propia aniquilación por su desmantelamiento.
Cuando preguntas: “Quien soy?”, estás tratando de leerte a ti mismo como si fueras una simple frase ya escrita. En cambio, tú mismo te escribes a medida que avanzas. La frase que reconoces es solamente una de muchas variaciones probables. Tú y no otro escoge cuales experiencias deseas realizar. Haces esto tan espontáneamente como expresas las palabras. Das por sentado que una frase iniciada será finalizada. Estás en medio de hablarte a ti mismo. El hablar, que es tu vida, parece suceder por si mismo, ya que tú mismo no estás consciente de mantenerte vivo. Tu corazón late, bien sea que entiendas o no de anatomía.
Te lees a ti mismo en términos demasiado estrechos. Mucho del dolor conectado con las enfermedades graves y con la muerte resultan porque no tienes fe en tu propia realidad continuada. Luchas contra el dolor porque no has aprendido a trascenderlo, o más bien a utilizarlo. No confías en la conciencia natural del cuerpo, así que cuando su final se acerca – y tal final es inevitable - no confías en los signos que el cuerpo da, que tienen el objetivo de liberarte.
Cierto tipo de dolor eyecta automáticamente la conciencia fuera del cuerpo. Tal dolor no puede ser verbalizado, ya que es una mezcla de dolor y placer, un libre desgarrar, y produce automáticamente una casi estimulante liberación de la conciencia. Tal dolor es también muy breve. Bajo tu actual sistema, sin embargo, usualmente se administran drogas, caso en el cual el dolor es algo minimizado, pero es prolongado – sin activar los mecanismos naturales de liberación.
Si ustedes mismos se leyeran adyacentemente, desarrollarían confianza en el cuerpo, y en aquellas conciencias cooperativas que lo forman. Tendrían también una íntima comprensión especializada de los procesos curativos del cuerpo. No temerían la muerte como aniquilación, y sentirían su propia conciencia desprenderse de aquellas otras que graciosamente la acogen.
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