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martes, 30 de marzo de 2010

El Entorno de la Psique 3

Cuando utilizo el término “psique”, muchos se preguntarán acerca de mi definición.
Cualquier palabra, simplemente por ser pensada, escrita o pronunciada, inmediatamente implica una especificación. En tu realidad diaria es muy práctico distinguir una cosa de la otra dándole a cada una un nombre. Cuando estás tratando con experiencia subjetiva, sin embargo, las definiciones con frecuencia pueden servir para limitar en lugar de expresar una determinada experiencia. Obviamente la psique no es una cosa. Ella no tiene un principio o un final. No puede verse o tocarse en términos normales. Es inútil, por lo tanto, intentar una descripción de ella por medio del vocabulario usual, ya que tu lenguaje primordialmente te permite identificar la experiencia física más que la experiencia no física.
No estoy diciendo que las palabras no puedan ser utilizadas para describir la psique, sino que ellas no la pueden definir. Es inútil preguntar: ¿Cuál es la diferencia entre mi psique y mi alma, mi entidad y mi ser más grande?, ya que todos estos son términos utilizados en un esfuerzo por expresar las partes más grandes de tu propia experiencia que sientes dentro de ti mismo. Tu utilización del lenguaje te hace impaciente por las definiciones, sin embargo. Esperanzadamente, este libro te permitirá una comprensión íntima, una experiencia definida, que te familiarizará con la naturaleza de tu propia psique, y verás entonces que su realidad escapa a todas las definiciones, desafía toda categorización, y hace a un lado con creatividad exuberante todos los intentos de envolverla en un paquete ordenado.
Cuando inicias un viaje físico, te sientes a ti mismo distinto de la tierra a través de la cual viajas. No importa que tan lejos sea tu viaje – en motocicleta, en auto o en avión, o a pie – en bicicleta o camello, o camión o barco, todavía tú eres el vagabundo, y la tierra o el océano o el desierto es el entorno a través del cual vagas. Cuando inicias tus viajes dentro de tu propia psique, sin embargo, todo cambia. Todavía eres el vagabundo, el caminante o la caminante – pero también eres el vehículo y el entorno. Tú formas los caminos, tus métodos de viaje, las colinas o las montañas o los océanos, así como las colinas, las granjas y las aldeas del ser, o de la psique, a medida que avanzas.
Cuando en los tiempos coloniales hombres y mujeres viajaban hacia el oeste a través del continente de Norteamérica, muchos de ellos tenían la fe de que la tierra en realidad continuaba más allá – por ejemplo – de las altas montañas. Cuando viajas como pionero a través de tu propia realidad, tú creas cada hoja de hierba, cada pulgada de tierra, cada puesta y cada salida del sol, cada oasis, cada cabaña amistosa o encuentro enemigo a medida que avanzas.
Ahora bien, si estás buscando definiciones sencillas para explicar la psique, no seré ayuda. Si quieres experimentar la creatividad espléndida de tu propio ser, sin embargo, utilizaré entonces métodos que despertarán tu más grande inclinación aventurera, la más audaz fe en ti mismo, y pintaré los cuadros de tu psique que te llevarán a experimentar aun los más amplios alcances, si así lo deseas. La psique, no es entonces una tierra conocida. No es sencillamente una tierra extraña, hacia la cual o a través de la cual puedas viajar. No es un completo o casi completo universo subjetivo que ya esta ahí para que lo explores. Es, en cambio, un estado de ser, siempre en formación, en el que reside tu sensación presente de existencia. Tú lo creas y el te crea.
El crea en términos físicos que tú reconoces. Por otra parte, tú creas el tiempo físico para tu psique, ya que sin ti no habría la experiencia de las estaciones, su llegada y su pasada.
No habría experiencia de lo que Ruburt (El nombre de la Entidad de Jane, según Seth) llama “la privacidad clara del momento,” así que si una parte de tu ser quiere elevarse por encima de la marcha solitaria de los momentos, otras partes de tu psique se precipitan, encantadas, dentro de ese enfoque-tiempo particular que es tuyo. Así como ahora deseas comprender las eternas, infinitas dimensiones de tu propia más grande existencia, así mismo, “aun ahora” elementos multitudinarios de esa identidad no terrenal impacientemente exploran las dimensiones de esa identidad no terrenal y del reino de las criaturas.
Anteriormente mencioné algunos efectos extraños que podrían ocurrir si tratas de llevar tu reloj, u otra pieza para medir el tiempo, a otros niveles de realidad. Ahora bien, cuando tratas de interpretar tu individualidad en otros tipos de existencia, las mismas sorpresas o distorsiones o alteraciones puede parecer que ocurren. Cuando intentas comprender tu psique, y definirla en términos de tiempo, parece entonces que la idea de la reencarnación tiene sentido. Piensas: “Por supuesto. Mi psique vive muchas vidas físicamente, una después de la otra. Si mi experiencia presente es dictada por eso en mi niñez, entonces seguramente mi vida actual es el resultado de las anteriores.” Y de esa manera tratas de definir la psique en términos de tiempo, y al hacerlo limitas tu comprensión, e incluso tu experiencia de ella.
Intentemos otra analogía: Tú eres un artista en las angustias de la inspiración. Ante ti hay un lienzo, y estás trabajando en todas sus áreas al tiempo. En tus términos, cada parte del lienzo podría ser un período de tiempo – digamos, un siglo determinado. Estás tratando de mantener algún tipo de equilibrio y propósito general en mente, así que cuando das una pincelada en una determinada parte de este lienzo, todas las relaciones dentro de la totalidad del área pueden cambiar. Ninguna pincelada es jamás eliminada realmente, sin embargo, en este lienzo misterioso de nuestra analogía, sino que permanece alterando subsiguientemente todas las relaciones en ese nivel en particular.
Estas pinceladas mágicas, sin embargo, no son la simple representación en una superficie plana, sino que están vivas, llevando dentro de ellas mismas todas las intenciones del artista, pero enfocadas a través de las características de cada pincelada individual.
Si el artista pinta una puerta, todas las perspectivas percibidas dentro de ella se abren, y agregan dimensiones de realidad adicionales. Puesto que ésta es nuestra analogía, podemos estirarla tanto como queramos - mucho más allá de lo que cualquier artista podría estirar su lienzo. Por lo tanto, no hay necesidad de limitarnos. El lienzo mismo puede cambiar su tamaño y forma a medida que el artista trabaja. Las personas, en la pintura del artista, tampoco son una simple representación - para mirarlo por siempre con ojos vidriosos, o con sonrisas ostentosas, vestidas con su mejor ropa del domingo. En cambio, ellas pueden confrontar al artista y hablarle. Pueden volverse hacia los lados en la pintura y mirar a sus compañeros, observar su entorno, e incluso mirar hacia otras dimensiones de la pintura misma y cuestionar al artista.
Ahora bien, la psique en nuestra analogía es tanto la pintura como el artista, ya que el artista encuentra que todos los elementos dentro de la pintura son partes de sí mismo. Más aun, a medida que mira alrededor, nuestro artista descubre que está literalmente rodeado por otras pinturas que el también está produciendo. A medida que mira más de cerca, descubre que hay una aun más grande obra maestra en la cual él aparece como un artista creando las mismas pinturas que empezó a reconocer.

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