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miércoles, 24 de marzo de 2010

El Entorno de la Psique 1

Llegas a la condición que llamas vida, y pasas fuera de ella. En el medio, encuentras una vida. Suspendido – o así parece ciertamente – entre el nacimiento y la muerte, te preguntas acerca de la naturaleza de tu propio ser. Examinas tu experiencia y estudias las historias oficiales del pasado, esperando encontrar ahí pistas sobre la naturaleza de tu propia realidad.
Tu vida parece sinónima de tu conciencia. Por consiguiente, parece que tu conocimiento de ti mismo crece gradualmente, a medida que tu conciencia de ser se desarrolla desde tu nacimiento. Parece, más aun, que tu conciencia encontrará una muerte más allá de la cual tu conciencia de ser no sobrevivirá. Puedes pensar anhelante y con casi una nostalgia esperanzadora en la religión de tu niñez, y recordar un sistema de creencias que te aseguraba la inmortalidad. Sin embargo, la mayoría de mis lectores anhelan algunas garantías privadas e intimas, y buscan alguna certeza interior de que tu propia individualidad no es bruscamente despedida con la muerte.
Cada persona sabe intuitivamente que su propia experiencia de alguna manera importa, y que hay un significado, sin embargo oscurecido, que conecta al individuo con más grandes patrones creativos. Cada persona siente de vez en cuando un propósito personal, y sin embargo muchos están llenos de frustración porque esa meta interior no es conocida conscientemente o aprehendida claramente.
Cuando eras un niño, sabías que estabas creciendo hacia la adultez. Eras sostenido por la creencia en habilidades proyectadas – es decir, dabas por sentado que estabas en el proceso de aprender y crecer. Sin importar lo que te pasaba, vivías en un tipo de aire psíquico enrarecido, en el cual tu ser estaba cargado y resplandeciente. Sabías que estabas en un estado de llegar a ser. El mundo, en esos términos, está también en un estado de llegar a ser.
En la vida privada y en el escenario del mundo, la acción está ocurriendo todo el tiempo. Es fácil mirarte a ti mismo, o mirar al mundo, para tu mismo verte y llegar a estar tan hipnotizado por tu estado actual, que todo cambio o crecimiento parece imposible, o ver el mundo de la misma manera.
Como norma, no recuerdas tu nacimiento. Ciertamente parece que no recuerdas el nacimiento del mundo. Tienes una historia, sin embargo, antes de tu nacimiento – incluso así como te parece que el mundo tenia una historia antes de que hubieras nacido.
Las ciencias todavía guardan secretos, la una de la otra. Las ciencias físicas pretenden que los siglos existen uno después del otro, mientras los físicos se dan cuenta que el tiempo, no solo es relativo al perceptor, sino que todos los eventos son simultáneos. Los arqueólogos alegremente continúan poniéndole fechas a los restos de civilizaciones “pasadas”, nunca preguntándose ellos mismos que significa el pasado – o diciendo: “Este es el pasado relativo a mi punto de percepción.”
Los astrónomos hablan del espacio exterior y de galaxias que empequeñecerían la tuya. En el mundo que reconoces también hay guerras y rumores de guerras, profetas de destrucción. Sin embargo, a pesar de todo, el hombre privado o la mujer privada, desconocido, anónimo para el mundo en grande, tercamente siente interiormente una excitante y decidida afirmación que dice: “Soy importante. Tengo un propósito, aunque no comprenda lo que es. Mi vida, que parece tan insignificante e ineficiente, es sin embargo de primordial importancia de alguna manera que no reconozco.”
Aunque atrapado en una vida de aparente frustración, obsesionado con los problemas familiares, intranquilo con la enfermedad, derrotado aparentemente para todos los propósitos prácticos, una parte de cada individuo se levanta contra todos los desastres, todos los desalientos, y de vez en cuando al menos vislumbra una sensación de validez duradera que no puede negarse. Es a esa parte conocedora de cada individuo a la que me dirijo.
No soy, por una parte, un autor fácil de tratar, porque hablo desde un diferente nivel de conciencia a aquel con el cual estás familiarizado. Por la otra, mi voz es tan natural como las hojas del roble sopladas por el viento, ya que hablo desde un nivel de conocimiento que es nativo para tu psique, así como ahora las estaciones parecen serlo para tu alma.
Estoy escribiendo este libro a través de una personalidad conocida como Jane Roberts. Ese es el nombre que le fue dado en su nacimiento. Ella comparte contigo los triunfos y dificultades de la existencia física. Como tú, a ella se le presenta una vida que parece empezar con su nacimiento, y que está suspendida desde el punto de aparición hasta el momento de la partida con la muerte. Ella se ha hecho las mismas preguntas que tú te haces en tus momentos tranquilos.
Sus preguntas se hicieron con tal vehemencia, sin embargo, que atravesó las barreras que la mayoría erige, y de esa manera inició una jornada emprendida por ella misma y también por ti – ya que cada una de tus experiencias, no obstante minúsculas, o aparentemente insignificantes, se convierten en parte del conocimiento de tu especie. ¿De donde vienes y adonde vas? ¿Cuál es la naturaleza de la psique?
Yo solo puedo escribir una parte de este libro. Tú lo debes completar. Ya que “La Psique” no tiene sentido, excepto cuando se relaciona con la psique individual. Te hablo desde niveles de ti mismo que has olvidado, pero no olvidado. Te hablo a través de la página impresa, pero mis palabras redespiertan dentro de ti las voces que te hablaban en tu niñez, y antes de tu nacimiento.
Este no será un tratado seco, informándote estudiadamente acerca de una estructura hipotética llamada la psique, sino que evocará en cambio, desde las profundidades de tu ser, las experiencias que has olvidado, y reunirá desde los inmensos alcances del tiempo y el espacio la identidad milagrosa que tú mismo eres.

Ahora bien: La Tierra tiene una estructura. En esos términos, también la tiene la psique. Vives en una área determinada en la faz de tu planeta, y solamente puedes ver un tanto de él en un determinado tiempo – y sin embargo, das por sentado que existe el océano, aun cuando no puedes sentir su espuma, o ver sus mareas.
Incluso si vives en un desierto, das fe de que en realidad hay grandes campos cultivados y torrentes de lluvia. Es cierto que algo de tu fe esta basada en el conocimiento. Otros han viajado a donde tú no lo has hecho, y la televisión te proporciona imágenes. A pesar de esto, sin embargo, tus sentidos te presentan solo un cuadro de tu entorno inmediato, a menos que ellos estén cultivados en ciertas formas determinadas que son relativamente inusuales.
Das por sentado que la tierra tiene una historia. En esos términos, tu propia psique tiene también una historia. Te has enseñado a ti mismo a mirar al exterior, hacia la realidad física, pero la validez interior de tu ser no puede encontrarse allí – solo sus efectos. Puedes encender la televisión y ver un drama, pero la movilidad y experiencia interiores de tu psique está envuelta misteriosamente dentro de todos aquellos gestos exteriores que te permiten prender el botón de la televisión para empezar, y para que las imágenes presentadas tengan sentido. De esta manera, el movimiento de tu propia psique usualmente se te escapa.
¿En donde está el drama de televisión antes de que aparezca en tu canal – y a donde va después? ¿Cómo puede existir en un momento y estar terminado en el próximo, e incluso ser repetido cuando las condiciones son correctas? Si comprendieras la mecánica, sabrías que obviamente el programa no va a ninguna parte. El simplemente es, mientras las condiciones apropiadas lo activan para tu atención. De la misma manera, tú estás vivo, bien sea que estés actuando o no en un “programa” terrenal. Tú eres, bien sea que estés dentro del tiempo o fuera de él.
Esperanzadamente, en este libro te pondremos en contacto con tu propio ser, tal como existe fuera del contexto en el que estás acostumbrado a verlo.
Así como vives en una determinada ciudad, o población, o aldea, actualmente “vives” en una pequeña área del planeta interior de la psique. Identificas esa área como tu hogar, como tu “Yo”. La humanidad ha aprendido a explorar el entorno físico, pero escasamente ha iniciado las grandes jornadas internas en las que se embarcará, a medida que las tierras interiores de la psique sean exploradas alegre y valientemente. En esos términos, hay una tierra de la psique. Sin embargo, este territorio virgen es la herencia de cada individuo, y ningún dominio es igual a cualquier otro. No obstante, hay en realidad un comercio interior que ocurre, y así como los continentes exteriores surgen de la estructura interior de la tierra, así mismo las tierras de la psique surgen de una fuente invisible aun mayor.

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