El “tú” que consideras tú mismo nunca es aniquilado. Tu conciencia no es apagada, ni es engullida, dichosamente inconsciente de sí misma, en algún nirvana. Eres tan parte de un nirvana ahora como nunca lo serás.
Hasta cierto punto, hemos discutido sobre tu cuerpo y su composición de células. Todas las células que construyen tu forma física obviamente existen a la vez. Imagina que tienes muchas vidas perdurando del mismo modo. En lugar de células, tienes seres. Te he dicho que cada célula tiene su propia memoria. La memoria del ser es por supuesto de una dimensión mucho más grande.
Piensa en el “tú” más grande – llámalo la entidad si quieres – como formando una estructura psíquica tan real como la estructura física, pero compuesta de muchos seres. Así como cada célula de tu cuerpo tiene su posición dentro del espacio y tiene limites corporales, así mismo cada ser dentro de la entidad está enterado de su propio tiempo y dimensión de actividad. El cuerpo es una estructura temporal. Las células, sin embargo, mientras son una parte de este cuerpo, no están enteradas de la dimensión total en la que tu conciencia reside. Ellas no perciben todos los elementos que están disponibles incluso en la experiencia tridimensional, y sin embargo tu conciencia actual – aparentemente mucho más sofisticada – físicamente se apoya en el conocimiento celular.
De esta manera la entidad, o estructura psíquica “mayor”, de la cual tú eres una parte, está más enterada que tú de una dimensión de actividad mucho más grande, y sin embargo, de la misma manera, su conciencia más sofisticada se apoya sobre la tuya, y la una es necesaria para la otra.
En la vida física hay un lapso mientras los mensajes saltan de las terminales nerviosas. En otros términos y en otros niveles, esto fue representado en aquel “momento de reflexión” que tuvo lugar a medida que la conciencia del hombre surgió de la de los animales. No estoy diciendo que el hombre surgió de los animales.
Todavía en otros términos y a niveles diferentes este lapso ocurre – este momento de reflexión se extiende él mismo – a medida que el ser salta entero de forma física, incluso como alguna vez la célula abandonó el cuerpo.
En este respecto, y para nuestra analogía solamente, piensa de la vida del ser como un mensaje saltando a través de las células nerviosas de una estructura tridimensional, tan real como tu cuerpo, y considéralo también como un “momento de reflexión” más grande por parte de tal personalidad de muchos lados.
Hago estas analogías porque son pertinentes, y sin embargo me doy cuenta que ellas pueden hacerte sentir pequeño, o temeroso por tu identidad. Tú eres más que un mensaje pasando a través de los enormes alcances de un superser. No estás perdido en el universo. Debemos utilizar palabras, pero estas analogías pueden, si se lo permites, evocar dentro de tu imaginación algunos sentimientos de tu más intima relación con toda otra realidad. Hasta cierto punto, el sentimiento de gracia es tu reconocimiento emocional de la necesidad, propósito y libertad, de la apreciación innata, de tu rectitud y tu lugar en la existencia.
Recuerda también, en tus términos, la gran diferencia que te separa como un ser de las células que te componen físicamente. Tu actual identidad contiene el conocimiento y la “memoria” de todas aquellas existencias simultaneas, así como las células a su manera retienen la memoria de todas aquellas estructuras físicas que han formado. Conscientemente, por tus conceptos del tiempo, interpretarás esas vidas simultaneas en términos reencarnacionales, una vida aparentemente antes de la otra.
Tus ideas conscientes, tus expectativas y creencias dirigen la salud y la actividad de las células. Las células no tienen libre albedrío, en tus términos. Tienen la capacidad innata de formar otras organizaciones, pero no cuando están afiliadas contigo. Para dejarte, ellas deben cambiar su forma. Hasta cierto grado, tú determinas su “buena salud” dentro de la estructura de su naturaleza. Ellas también ayudan a mantener tu salud. En términos de conciencia, la entidad, o tu yo más grande, sabe mucho más de lo que tú sabes, así como tú sabes más de lo que saben tus células.
Tú tienes libre albedrío, sin embargo, ya que mientras la estructura psíquica de la entidad puede compararse con el cuerpo, ella es parte de, y habita en, dimensiones mucho más grandes. Todo esto puede parecer que tiene poco que ver con tu realidad personal. Sin embargo, tu experiencia diaria está tan conectada con tu ser o entidad, como lo está con las células de tu forma física.
Hay una obvia relación íntima entre cada célula y otra célula. Hay constante intercambio y agrupación de conocimientos dentro de la propia milagrosa estructura del cuerpo. Tu idea de la realidad y su experiencia es muy diferente a aquella de cualquier célula, y sin embargo cada una está interconectada.
Hasta cierto punto, hemos discutido sobre tu cuerpo y su composición de células. Todas las células que construyen tu forma física obviamente existen a la vez. Imagina que tienes muchas vidas perdurando del mismo modo. En lugar de células, tienes seres. Te he dicho que cada célula tiene su propia memoria. La memoria del ser es por supuesto de una dimensión mucho más grande.
Piensa en el “tú” más grande – llámalo la entidad si quieres – como formando una estructura psíquica tan real como la estructura física, pero compuesta de muchos seres. Así como cada célula de tu cuerpo tiene su posición dentro del espacio y tiene limites corporales, así mismo cada ser dentro de la entidad está enterado de su propio tiempo y dimensión de actividad. El cuerpo es una estructura temporal. Las células, sin embargo, mientras son una parte de este cuerpo, no están enteradas de la dimensión total en la que tu conciencia reside. Ellas no perciben todos los elementos que están disponibles incluso en la experiencia tridimensional, y sin embargo tu conciencia actual – aparentemente mucho más sofisticada – físicamente se apoya en el conocimiento celular.
De esta manera la entidad, o estructura psíquica “mayor”, de la cual tú eres una parte, está más enterada que tú de una dimensión de actividad mucho más grande, y sin embargo, de la misma manera, su conciencia más sofisticada se apoya sobre la tuya, y la una es necesaria para la otra.
En la vida física hay un lapso mientras los mensajes saltan de las terminales nerviosas. En otros términos y en otros niveles, esto fue representado en aquel “momento de reflexión” que tuvo lugar a medida que la conciencia del hombre surgió de la de los animales. No estoy diciendo que el hombre surgió de los animales.
Todavía en otros términos y a niveles diferentes este lapso ocurre – este momento de reflexión se extiende él mismo – a medida que el ser salta entero de forma física, incluso como alguna vez la célula abandonó el cuerpo.
En este respecto, y para nuestra analogía solamente, piensa de la vida del ser como un mensaje saltando a través de las células nerviosas de una estructura tridimensional, tan real como tu cuerpo, y considéralo también como un “momento de reflexión” más grande por parte de tal personalidad de muchos lados.
Hago estas analogías porque son pertinentes, y sin embargo me doy cuenta que ellas pueden hacerte sentir pequeño, o temeroso por tu identidad. Tú eres más que un mensaje pasando a través de los enormes alcances de un superser. No estás perdido en el universo. Debemos utilizar palabras, pero estas analogías pueden, si se lo permites, evocar dentro de tu imaginación algunos sentimientos de tu más intima relación con toda otra realidad. Hasta cierto punto, el sentimiento de gracia es tu reconocimiento emocional de la necesidad, propósito y libertad, de la apreciación innata, de tu rectitud y tu lugar en la existencia.
Recuerda también, en tus términos, la gran diferencia que te separa como un ser de las células que te componen físicamente. Tu actual identidad contiene el conocimiento y la “memoria” de todas aquellas existencias simultaneas, así como las células a su manera retienen la memoria de todas aquellas estructuras físicas que han formado. Conscientemente, por tus conceptos del tiempo, interpretarás esas vidas simultaneas en términos reencarnacionales, una vida aparentemente antes de la otra.
Tus ideas conscientes, tus expectativas y creencias dirigen la salud y la actividad de las células. Las células no tienen libre albedrío, en tus términos. Tienen la capacidad innata de formar otras organizaciones, pero no cuando están afiliadas contigo. Para dejarte, ellas deben cambiar su forma. Hasta cierto grado, tú determinas su “buena salud” dentro de la estructura de su naturaleza. Ellas también ayudan a mantener tu salud. En términos de conciencia, la entidad, o tu yo más grande, sabe mucho más de lo que tú sabes, así como tú sabes más de lo que saben tus células.
Tú tienes libre albedrío, sin embargo, ya que mientras la estructura psíquica de la entidad puede compararse con el cuerpo, ella es parte de, y habita en, dimensiones mucho más grandes. Todo esto puede parecer que tiene poco que ver con tu realidad personal. Sin embargo, tu experiencia diaria está tan conectada con tu ser o entidad, como lo está con las células de tu forma física.
Hay una obvia relación íntima entre cada célula y otra célula. Hay constante intercambio y agrupación de conocimientos dentro de la propia milagrosa estructura del cuerpo. Tu idea de la realidad y su experiencia es muy diferente a aquella de cualquier célula, y sin embargo cada una está interconectada.
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