A ciertos niveles, tanto el gato como el ratón comprenden la naturaleza de la energía vital que comparten y en esos términos no están celosos de su propia individualidad. Esto no quiere decir que no lucharán por vivir, sino que ellos tienen incorporada una sensación inconsciente de unidad con la naturaleza, en la que ellos saben que no estarán perdidos o inmersos.
El hombre, siguiendo su propio camino, escogió salirse de esa estructura a un nivel consciente. El nacimiento de la compasión tomó entonces el lugar del conocimiento innato de los animales; la compasión biológica se convirtió en realización emocional.
El cazador, más o menos liberado de la cortesía animal, estaría forzado a identificarse emocionalmente con su presa. Matar es morir. El balance de la vida los sostiene a todos. El cazador debe aprender a un nivel consciente lo que siempre supo todo el tiempo. Este es el significado intrínsico y único real de la culpa y es su estructura natural. Estás para preservar la vida conscientemente, así como los animales la preservan inconscientemente.
Ahora bien, las interpretaciones y los usos que se le han dado a esta culpa tan natural son horribles.
La culpa es el otro lado de la compasión. Su propósito original fue capacitarte para tener empatía en un nivel consciente contigo mismo y con otras criaturas, de tal manera que pudieras controlar conscientemente lo que previamente era manejado en un nivel biológico únicamente. La culpa en ese aspecto tiene por consiguiente una fuerte base natural, y cuando ella se pervierte, se utiliza mal, o es incomprendida, tiene la gran energía aterradora de cualquier fenómeno básico desbocado.
Si piensas que eres culpable porque lees uno u otro tipo de libro, o si tienes ciertos pensamientos, entonces corres algunos riesgos. Si crees que algo es erróneo, entonces en tu experiencia lo será y lo consideraras negativo. De esta manera recogerás una culpa “no natural”, una culpa que no mereces, pero que aceptas, y así creas.
Usualmente no formarás una creación de lo que no estás orgulloso. Si crees firmemente en la mala salud, puedes utilizar esta energía reprimida para atacar un órgano físico – la vesícula biliar puede llegar a estar “mal”. De acuerdo con tu propio sistema de creencias, puedes confiar en la integridad de tu cuerpo y en cambio proyectar esta culpa sobre otras personas, sobre un enemigo personal, o una raza en particular, un credo, o un color.
Si tienes inclinaciones religiosas y fundamentalistas en tus creencias, puedes culpar al diablo de hacer que te comportes de tal o cual manera. Así como el cuerpo crea anticuerpos para regularse a sí mismo, de la misma manera establecerás “anticuerpos” mentales y emocionales y ciertos pensamientos que son “buenos” para protegerte de las fantasías o las ideas que consideras malas.
Si los instintos incorporados se dejan solos, el cuerpo es auto regulador, básicamente. El cuerpo no mata todas las células rojas de la sangre, si hay demasiadas en un determinado momento. Tiene un mejor sentido. Pero si le temes a los pensamientos negativos, con frecuencia intentas negar toda agresividad normal y al primer asomo de ella traes tus anticuerpos mentales preparados para la acción. Al hacerlo así, tratas de repudiar la validez de tu propia experiencia. Si no sientes tu realidad individual, nunca podrás darte cuenta que tú la formas, y así puedes cambiarla. Es esta negación de la experiencia, y los bloqueos de energía involucrados, los que construyen la acumulación de innecesaria culpa “no natural”. El cuerpo mismo no puede comprender estos mensajes bloqueados, y clama por expresar su propio conocimiento corporal del momento, tal como lo experimenta. Mentalmente gritas en tales situaciones que no sientes lo que sientes.
Por un periodo de tiempo la mente consciente, por su posición, puede invalidar los mensajes del cuerpo. Sin embargo, la acumulación sostenida de energía buscará salida. El más pequeño, el más inocente símbolo del material reprimido puede entonces producir un comportamiento de tu parte que parece fuera de toda proporción al estimulo.
En diez ocasiones justificadas puedes haber sentido querer decirle a alguien que no te moleste, pero te abstuviste, no queriendo herir sus sentimientos; temeroso de que serias rudo, aunque la ocasión era una en la que tu observación podía ser bien comprendida y tomada calmadamente. Por lo que no aceptas tus sentimientos, y mucho menos expresarlos, en la próxima ocasión podrías explotar aparentemente sin razón, e iniciar una discusión espectacular completamente injustificada.
En este caso la otra persona no tiene ni idea de por que reaccionaste de tal manera y está profundamente herida. Y tu culpa crece. El problema es que las ideas de correcto e incorrecto están íntimamente involucradas con tu química, y no puedes separar de tu cuerpo los valores morales.
Cuando crees que eres bueno, tu cuerpo funciona bien. Estoy seguro de que muchas personas dirán, “ Trato de ser bueno constantemente, y sin embargo estoy en medio de una salud miserable, ¿cómo puede ser?”. Si examinas tus propias creencias, la respuesta será evidente: Tratas de ser tan bueno precisamente porque crees que eres malo y sin merito.
Los demonios de todo tipo son el resultado de tus creencias. Ellos nacen de la creencia en la culpa “innatural”. Puedes personificarlos. Puedes inclusive encontrarlos en tu experiencia, pero si es así, ellos todavía son el producto de tu creatividad inconmensurable, aunque formados por tu culpa y tu creencia en ella.
Si te despojas de los conceptos distorsionados de la culpa innatural y aceptas en cambio la acertada sabiduría antigua de la culpa natural, no habría guerras. No se matarían unos a otros insensatamente. Comprenderías la integridad viviente de cada órgano de tu cuerpo y no tendrías la necesidad de atacar alguno de ellos.
Obviamente esto no significa que no llegaría el tiempo de la muerte del cuerpo. Significa que las estaciones del cuerpo serian comprendidas como siguiendo aquellas de la mente, siempre cambiantes y fluyendo, con condiciones llegando y saliendo, pero manteniendo siempre la espléndida unidad dentro de la forma del cuerpo. No tendrías enfermedades crónicas. Hablando en líneas generales, idealmente, el cuerpo se iría debilitando gradualmente, mostrando una mucho mayor resistencia de la que muestra ahora.
Hay otras muchas condiciones que tienen que ver con tus creencias conscientes. Puedes pensar que es mejor morir rápidamente de un ataque al corazón, por ejemplo. Los propósitos individuales no son los mismos, de tal manera que manejarás tus experiencias corporales en una gran variedad de formas.
Hablando generalmente, estás aquí para expandir tu conciencia, para aprender las maneras de la creatividad, tal como es dirigida por medio del pensamiento consciente. La mente consciente puede cambiar sus creencias y de esta manera, en gran medida, puede alterar la experiencia corporal. Puedes cambiar tu experiencia.
El hombre, siguiendo su propio camino, escogió salirse de esa estructura a un nivel consciente. El nacimiento de la compasión tomó entonces el lugar del conocimiento innato de los animales; la compasión biológica se convirtió en realización emocional.
El cazador, más o menos liberado de la cortesía animal, estaría forzado a identificarse emocionalmente con su presa. Matar es morir. El balance de la vida los sostiene a todos. El cazador debe aprender a un nivel consciente lo que siempre supo todo el tiempo. Este es el significado intrínsico y único real de la culpa y es su estructura natural. Estás para preservar la vida conscientemente, así como los animales la preservan inconscientemente.
Ahora bien, las interpretaciones y los usos que se le han dado a esta culpa tan natural son horribles.
La culpa es el otro lado de la compasión. Su propósito original fue capacitarte para tener empatía en un nivel consciente contigo mismo y con otras criaturas, de tal manera que pudieras controlar conscientemente lo que previamente era manejado en un nivel biológico únicamente. La culpa en ese aspecto tiene por consiguiente una fuerte base natural, y cuando ella se pervierte, se utiliza mal, o es incomprendida, tiene la gran energía aterradora de cualquier fenómeno básico desbocado.
Si piensas que eres culpable porque lees uno u otro tipo de libro, o si tienes ciertos pensamientos, entonces corres algunos riesgos. Si crees que algo es erróneo, entonces en tu experiencia lo será y lo consideraras negativo. De esta manera recogerás una culpa “no natural”, una culpa que no mereces, pero que aceptas, y así creas.
Usualmente no formarás una creación de lo que no estás orgulloso. Si crees firmemente en la mala salud, puedes utilizar esta energía reprimida para atacar un órgano físico – la vesícula biliar puede llegar a estar “mal”. De acuerdo con tu propio sistema de creencias, puedes confiar en la integridad de tu cuerpo y en cambio proyectar esta culpa sobre otras personas, sobre un enemigo personal, o una raza en particular, un credo, o un color.
Si tienes inclinaciones religiosas y fundamentalistas en tus creencias, puedes culpar al diablo de hacer que te comportes de tal o cual manera. Así como el cuerpo crea anticuerpos para regularse a sí mismo, de la misma manera establecerás “anticuerpos” mentales y emocionales y ciertos pensamientos que son “buenos” para protegerte de las fantasías o las ideas que consideras malas.
Si los instintos incorporados se dejan solos, el cuerpo es auto regulador, básicamente. El cuerpo no mata todas las células rojas de la sangre, si hay demasiadas en un determinado momento. Tiene un mejor sentido. Pero si le temes a los pensamientos negativos, con frecuencia intentas negar toda agresividad normal y al primer asomo de ella traes tus anticuerpos mentales preparados para la acción. Al hacerlo así, tratas de repudiar la validez de tu propia experiencia. Si no sientes tu realidad individual, nunca podrás darte cuenta que tú la formas, y así puedes cambiarla. Es esta negación de la experiencia, y los bloqueos de energía involucrados, los que construyen la acumulación de innecesaria culpa “no natural”. El cuerpo mismo no puede comprender estos mensajes bloqueados, y clama por expresar su propio conocimiento corporal del momento, tal como lo experimenta. Mentalmente gritas en tales situaciones que no sientes lo que sientes.
Por un periodo de tiempo la mente consciente, por su posición, puede invalidar los mensajes del cuerpo. Sin embargo, la acumulación sostenida de energía buscará salida. El más pequeño, el más inocente símbolo del material reprimido puede entonces producir un comportamiento de tu parte que parece fuera de toda proporción al estimulo.
En diez ocasiones justificadas puedes haber sentido querer decirle a alguien que no te moleste, pero te abstuviste, no queriendo herir sus sentimientos; temeroso de que serias rudo, aunque la ocasión era una en la que tu observación podía ser bien comprendida y tomada calmadamente. Por lo que no aceptas tus sentimientos, y mucho menos expresarlos, en la próxima ocasión podrías explotar aparentemente sin razón, e iniciar una discusión espectacular completamente injustificada.
En este caso la otra persona no tiene ni idea de por que reaccionaste de tal manera y está profundamente herida. Y tu culpa crece. El problema es que las ideas de correcto e incorrecto están íntimamente involucradas con tu química, y no puedes separar de tu cuerpo los valores morales.
Cuando crees que eres bueno, tu cuerpo funciona bien. Estoy seguro de que muchas personas dirán, “ Trato de ser bueno constantemente, y sin embargo estoy en medio de una salud miserable, ¿cómo puede ser?”. Si examinas tus propias creencias, la respuesta será evidente: Tratas de ser tan bueno precisamente porque crees que eres malo y sin merito.
Los demonios de todo tipo son el resultado de tus creencias. Ellos nacen de la creencia en la culpa “innatural”. Puedes personificarlos. Puedes inclusive encontrarlos en tu experiencia, pero si es así, ellos todavía son el producto de tu creatividad inconmensurable, aunque formados por tu culpa y tu creencia en ella.
Si te despojas de los conceptos distorsionados de la culpa innatural y aceptas en cambio la acertada sabiduría antigua de la culpa natural, no habría guerras. No se matarían unos a otros insensatamente. Comprenderías la integridad viviente de cada órgano de tu cuerpo y no tendrías la necesidad de atacar alguno de ellos.
Obviamente esto no significa que no llegaría el tiempo de la muerte del cuerpo. Significa que las estaciones del cuerpo serian comprendidas como siguiendo aquellas de la mente, siempre cambiantes y fluyendo, con condiciones llegando y saliendo, pero manteniendo siempre la espléndida unidad dentro de la forma del cuerpo. No tendrías enfermedades crónicas. Hablando en líneas generales, idealmente, el cuerpo se iría debilitando gradualmente, mostrando una mucho mayor resistencia de la que muestra ahora.
Hay otras muchas condiciones que tienen que ver con tus creencias conscientes. Puedes pensar que es mejor morir rápidamente de un ataque al corazón, por ejemplo. Los propósitos individuales no son los mismos, de tal manera que manejarás tus experiencias corporales en una gran variedad de formas.
Hablando generalmente, estás aquí para expandir tu conciencia, para aprender las maneras de la creatividad, tal como es dirigida por medio del pensamiento consciente. La mente consciente puede cambiar sus creencias y de esta manera, en gran medida, puede alterar la experiencia corporal. Puedes cambiar tu experiencia.
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