Con los animales, hay diversos grados de división entre el ser que actúa y la acción involucrada. Con el nacimiento de la mente consciente en el hombre, sin embargo, el ser que actúa necesitaba una manera de juzgar sus acciones. Llegamos nuevamente a la importancia de ese periodo de reflexión en el cual el ser, con la utilización de la memoria, vislumbra en el presente su propia experiencia pasada y proyecta sus resultados en el futuro.
El estado de gracia es una condición en la cual el crecimiento es fácil, es una aquiescencia trasparente y alegre, que es el campo requerido por toda existencia. Tu propio cuerpo crece naturalmente y fácilmente desde el momento del nacimiento, no experimentando resistencia, sino dando por sentado su despliegue milagroso; utilizando todo de sí mismo, con una gran despreocupación, amable y creativamente agresiva.
Tú naciste en un estado de gracia, por consiguiente. Es imposible para ti dejarlo. Morirás en un estado de gracia, bien sea que se digan o no palabras en tu favor, o si se derrama o no sobre tu cabeza agua o aceite. Compartes esta bendición con los animales y con todas las otras cosas vivientes. No te puedes “caer” de la gracia, ni se te puede quitar.
Puedes ignorarla. Puedes sostener creencias que te ciegan a su existencia. Todavía estarás en estado de gracia, pero incapaz de percibir tu propia calidad de único y tu integridad; y también estarás ciego a otros atributos con los que estás automáticamente dotado.
El amor percibe la gracia en otro. Como la culpa natural, el estado de gracia es inconsciente en los animales. Está protegido. Ellos lo dan por sentado, no sabiendo lo que es, o lo que ellos hacen, y sin embargo habla a través de todos sus movimientos y está en la antigua sabiduría de sus maneras. Ellos no tienen memoria consciente, pero la memoria instintiva de las células y los órganos los sostienen. Todo esto aplica en grados, de acuerdo con la especie, y cuando hablo de memoria consciente, estoy utilizando palabras que te son familiares. Quiero decir una memoria que puede mirar atrás a través de sí misma en cualquier momento.
En algunos animales, por ejemplo, el surgimiento de tal memoria consciente es evidente, y sin embargo es altamente limitada y especializada. Un perro puede recordar cuando vio a su amo por ultima vez, pero sin estar en capacidad de convocar la memoria y operar sin el tipo de asociaciones mentales que tú utilizas. Sus conexiones serán de una naturaleza más biológica y no le proporcionarán la libertad que tus propias condiciones mentales te permiten.
El perro no recuerda el alegre reconocimiento de su propio estado de gracia que viene del pasado, ni prevé una repetición en el futuro. Con la gran libertad proporcionada por la mente consciente, sin embargo, el hombre pudo desviarse de la gran alegría interior del ser, olvidarla, no creer en ella, o utilizar su libre albedrío para negar su existencia.
La espléndida aceptación biológica de la vida pudo no ser impulsada o forzada sobre su conciencia emergente, así que para ser efectivo, eficiente y para emerger en el nuevo enfoque de conocimiento, la gracia tenia que expandirse desde la vida del tejido hacia aquella de los sentimientos, pensamientos y procesos mentales. La gracia se convirtió entonces en la criada de la culpa natural.
El hombre llegó a enterarse de su estado de gracia cuando vivió dentro de las dimensiones de su conciencia, a medida que se volvió hacia su nuevo mundo de libertad. Cuando el hombre no violó, se enteró de su propia gracia. Cuando violó, cayo de nuevo en el conocimiento celular, como en los animales, pero se sintió conscientemente cortado y negado a ella.
La simplicidad de la culpa natural no conduce a lo que tu concibes como conciencia, y sin embargo la conciencia también depende de aquel momento de reflexión que en gran medida te coloca aparte de los animales. La conciencia, tal como la concibes, es causada por un dilema y una incomprensión de las condiciones establecidas sobre tu existencia física. La conciencia surgió con el surgimiento de la culpa artificial.
La culpa artificial es todavía altamente creativa a su manera, es una ramificación hecha a imagen del hombre, a medida que su mente consciente comenzó a considerar y a basarse en la inocente culpa natural, que originalmente no implicaba castigo.
El estado de gracia es una condición en la cual el crecimiento es fácil, es una aquiescencia trasparente y alegre, que es el campo requerido por toda existencia. Tu propio cuerpo crece naturalmente y fácilmente desde el momento del nacimiento, no experimentando resistencia, sino dando por sentado su despliegue milagroso; utilizando todo de sí mismo, con una gran despreocupación, amable y creativamente agresiva.
Tú naciste en un estado de gracia, por consiguiente. Es imposible para ti dejarlo. Morirás en un estado de gracia, bien sea que se digan o no palabras en tu favor, o si se derrama o no sobre tu cabeza agua o aceite. Compartes esta bendición con los animales y con todas las otras cosas vivientes. No te puedes “caer” de la gracia, ni se te puede quitar.
Puedes ignorarla. Puedes sostener creencias que te ciegan a su existencia. Todavía estarás en estado de gracia, pero incapaz de percibir tu propia calidad de único y tu integridad; y también estarás ciego a otros atributos con los que estás automáticamente dotado.
El amor percibe la gracia en otro. Como la culpa natural, el estado de gracia es inconsciente en los animales. Está protegido. Ellos lo dan por sentado, no sabiendo lo que es, o lo que ellos hacen, y sin embargo habla a través de todos sus movimientos y está en la antigua sabiduría de sus maneras. Ellos no tienen memoria consciente, pero la memoria instintiva de las células y los órganos los sostienen. Todo esto aplica en grados, de acuerdo con la especie, y cuando hablo de memoria consciente, estoy utilizando palabras que te son familiares. Quiero decir una memoria que puede mirar atrás a través de sí misma en cualquier momento.
En algunos animales, por ejemplo, el surgimiento de tal memoria consciente es evidente, y sin embargo es altamente limitada y especializada. Un perro puede recordar cuando vio a su amo por ultima vez, pero sin estar en capacidad de convocar la memoria y operar sin el tipo de asociaciones mentales que tú utilizas. Sus conexiones serán de una naturaleza más biológica y no le proporcionarán la libertad que tus propias condiciones mentales te permiten.
El perro no recuerda el alegre reconocimiento de su propio estado de gracia que viene del pasado, ni prevé una repetición en el futuro. Con la gran libertad proporcionada por la mente consciente, sin embargo, el hombre pudo desviarse de la gran alegría interior del ser, olvidarla, no creer en ella, o utilizar su libre albedrío para negar su existencia.
La espléndida aceptación biológica de la vida pudo no ser impulsada o forzada sobre su conciencia emergente, así que para ser efectivo, eficiente y para emerger en el nuevo enfoque de conocimiento, la gracia tenia que expandirse desde la vida del tejido hacia aquella de los sentimientos, pensamientos y procesos mentales. La gracia se convirtió entonces en la criada de la culpa natural.
El hombre llegó a enterarse de su estado de gracia cuando vivió dentro de las dimensiones de su conciencia, a medida que se volvió hacia su nuevo mundo de libertad. Cuando el hombre no violó, se enteró de su propia gracia. Cuando violó, cayo de nuevo en el conocimiento celular, como en los animales, pero se sintió conscientemente cortado y negado a ella.
La simplicidad de la culpa natural no conduce a lo que tu concibes como conciencia, y sin embargo la conciencia también depende de aquel momento de reflexión que en gran medida te coloca aparte de los animales. La conciencia, tal como la concibes, es causada por un dilema y una incomprensión de las condiciones establecidas sobre tu existencia física. La conciencia surgió con el surgimiento de la culpa artificial.
La culpa artificial es todavía altamente creativa a su manera, es una ramificación hecha a imagen del hombre, a medida que su mente consciente comenzó a considerar y a basarse en la inocente culpa natural, que originalmente no implicaba castigo.
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