En la existencia física estás utilizando tu cuerpo como un medio para el aprendizaje y la expresión. Tú eres único. Muchas personas, por sus propias razones, persiguen cursos que no involucran incluso un desarrollo de habilidades, un cuadro general equilibrado, por ejemplo, sino que eligen expresar y experimentar con ciertas cualidades, con la exclusión de otras. Tal curso, en la realidad física, no te presentaría nada parecido a un cuadro de perfección equilibrado.
Más adelante discutiremos otros tipos de existencia en los que también estás involucrado; y estos, hacia cierto grado, colorean tus intenciones y propósitos en la vida física, tal como la comprendes.
Si todas tus creencias, no solo las “afortunadas”, no fueran materializadas, nunca comprenderías completamente, en un nivel físico, que tus ideas crean la realidad. Si solamente tus creencias “positivas” fueran materializadas, nunca comprenderías claramente el poder de tu pensamiento, ya que no experimentarías completamente sus resultados físicos.
La mente consciente existe antes de la vida material y después de ella. En la existencia corporal ella está entrelazada con el cerebro, y durante la vida física tus percepciones terrenales – tu enfoque preciso y constante dentro de tu sistema de espacio y tiempo en particular – dependen de esa alianza sutil.
Antes de tu nacimiento físico, formas un concepto mental del cuerpo que tendrás. Esta imagen es impresa en la materia de esta manera: Tu mismo te sintonizas dentro de una dimensión de realidad altamente especifica. Formas una estructura física que tendrá existencia dentro de esa área intensamente concentrada, que tendrá validez y actualidad – que llegará a la vida dentro de esas “frecuencias”.
Es aquí en donde ocurre la aparente división en el ser, ya que en la vida física la mente consciente debe estar conectada con el cerebro y, en términos de tiempo, ese órgano mismo debe crecer y desarrollarse. De esta manera, toda tu conciencia no puede estar físicamente consciente. La parte que debe “esperar” por el desarrollo del cerebro, es la parte que en la vida llamas “la mente consciente”.
Las otras partes pueden llamarse el ser interior. Ahora bien, todo este ser interior puede no llegar a expresarse incluso con su conexión al cerebro, puesto que el cerebro debe filtrar la percepción a través del aparato físico.
El cerebro, y sus conexiones corporales, debe entenderse con los lapsos de tiempo que implica siempre la percepción sensorial. El funcionamiento interior del cuerpo, para ser consciente, tendría que entenderse con las secuencias de tiempo que presentaría la conciencia sintonizada físicamente, con deducciones y cálculos “matemáticos” demasiado numerosos para ella manejarlos. Por ejemplo, tendría que guardar vestigios conscientes de todos los músculos, nervios, órganos, células, moléculas y átomos, mientras manipula el cuerpo en el espacio y el tiempo.
Por consiguiente, ocurre una aparente división, en la que la parte invisible de la mente consciente está conectada con el cerebro físico, y una parte de ella está libre de esa conexión. Esa última parte forma lo que concibes como el sistema involuntario del cuerpo.
De nuevo, es importante que te des cuenta que la reacción no física inicial a los estímulos es la que desencadena todas las reacciones físicas. Hay una comunicación e interrelación constante entre las áreas de la conciencia que están conectadas con el cerebro y aquellas otras que no lo están. Los propósitos “más profundos” de la conciencia involucrada “circulan”, algunas veces surgiendo en el conocimiento que está unido al cerebro. La información proveniente de esas fuentes profundas del ser, al alcanzar las áreas conectadas con el cerebro, se interpretarán de acuerdo con las creencias de ese segmento del ser más físicamente enfocado.
Hasta cierto grado, esa información interior estará coloreada por las creencias corrientes de aquella parte del ser que confronta el mundo físico más directamente. Esas creencias, sin embargo, son examinadas constantemente por el ser interior.
Más adelante discutiremos otros tipos de existencia en los que también estás involucrado; y estos, hacia cierto grado, colorean tus intenciones y propósitos en la vida física, tal como la comprendes.
Si todas tus creencias, no solo las “afortunadas”, no fueran materializadas, nunca comprenderías completamente, en un nivel físico, que tus ideas crean la realidad. Si solamente tus creencias “positivas” fueran materializadas, nunca comprenderías claramente el poder de tu pensamiento, ya que no experimentarías completamente sus resultados físicos.
La mente consciente existe antes de la vida material y después de ella. En la existencia corporal ella está entrelazada con el cerebro, y durante la vida física tus percepciones terrenales – tu enfoque preciso y constante dentro de tu sistema de espacio y tiempo en particular – dependen de esa alianza sutil.
Antes de tu nacimiento físico, formas un concepto mental del cuerpo que tendrás. Esta imagen es impresa en la materia de esta manera: Tu mismo te sintonizas dentro de una dimensión de realidad altamente especifica. Formas una estructura física que tendrá existencia dentro de esa área intensamente concentrada, que tendrá validez y actualidad – que llegará a la vida dentro de esas “frecuencias”.
Es aquí en donde ocurre la aparente división en el ser, ya que en la vida física la mente consciente debe estar conectada con el cerebro y, en términos de tiempo, ese órgano mismo debe crecer y desarrollarse. De esta manera, toda tu conciencia no puede estar físicamente consciente. La parte que debe “esperar” por el desarrollo del cerebro, es la parte que en la vida llamas “la mente consciente”.
Las otras partes pueden llamarse el ser interior. Ahora bien, todo este ser interior puede no llegar a expresarse incluso con su conexión al cerebro, puesto que el cerebro debe filtrar la percepción a través del aparato físico.
El cerebro, y sus conexiones corporales, debe entenderse con los lapsos de tiempo que implica siempre la percepción sensorial. El funcionamiento interior del cuerpo, para ser consciente, tendría que entenderse con las secuencias de tiempo que presentaría la conciencia sintonizada físicamente, con deducciones y cálculos “matemáticos” demasiado numerosos para ella manejarlos. Por ejemplo, tendría que guardar vestigios conscientes de todos los músculos, nervios, órganos, células, moléculas y átomos, mientras manipula el cuerpo en el espacio y el tiempo.
Por consiguiente, ocurre una aparente división, en la que la parte invisible de la mente consciente está conectada con el cerebro físico, y una parte de ella está libre de esa conexión. Esa última parte forma lo que concibes como el sistema involuntario del cuerpo.
De nuevo, es importante que te des cuenta que la reacción no física inicial a los estímulos es la que desencadena todas las reacciones físicas. Hay una comunicación e interrelación constante entre las áreas de la conciencia que están conectadas con el cerebro y aquellas otras que no lo están. Los propósitos “más profundos” de la conciencia involucrada “circulan”, algunas veces surgiendo en el conocimiento que está unido al cerebro. La información proveniente de esas fuentes profundas del ser, al alcanzar las áreas conectadas con el cerebro, se interpretarán de acuerdo con las creencias de ese segmento del ser más físicamente enfocado.
Hasta cierto grado, esa información interior estará coloreada por las creencias corrientes de aquella parte del ser que confronta el mundo físico más directamente. Esas creencias, sin embargo, son examinadas constantemente por el ser interior.
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