Tus creencias siempre cambian hasta cierto punto. Como adulto llevas a cabo muchas actividades que creías no podías hacer como niño. Por ejemplo, a la edad de tres años habías creído que era peligroso cruzar una calle. A los treinta años, ya has desechado tal creencia, aunque se ajustaba muy bien y era necesaria para ti en tu niñez. Si tu madre reforzaba esta creencia telepáticamente y verbalmente, por medio de imágenes horribles de peligro potencial involucradas en la cruzada de la calle, entonces llevarías también dentro de ti ese temor emocional, y quizá tendrías consideraciones imaginarias de un posible accidente.
Tus emociones y tu imaginación siguen tu creencia. Cuando la creencia desaparece, entonces no se tiene más el mismo contexto emocional y tu imaginación cambia en otras direcciones. Las creencias automáticamente movilizan tus poderes emocionales e imaginativos.
Pocas creencias son únicamente intelectuales. Cuando estas examinando el contenido de tu mente consciente, debes aprender, o reconocer, las connotaciones emocionales e imaginativas conectadas con una determinada idea. Hay varias maneras de alterar la creencia sustituyéndola por su opuesta. Un método en particular es de tres puntas. Tú generas la emoción opuesta a la que surge de la creencia que deseas cambiar, y vuelves tu imaginación en la dirección opuesta a aquella dictada por la creencia. Al mismo tiempo, te aseguras concientemente de que la creencia insatisfactoria es una idea acerca de la realidad y no un aspecto de la realidad misma.
Te das cuenta que las ideas no son estacionarias. Las emociones y la imaginación las mueven en una u otra dirección, reforzándolas o negándolas.
Muy deliberadamente, usas tu mente consciente juguetonamente, creando un juego, tal como lo hacen lo niños, en el que por un tiempo ignoras completamente lo que parece estar en términos físicos y “pretendes” que lo que realmente deseas es real.
Si eres pobre, pretende a propósito que tienes todo lo que necesitas financieramente. Imagina como gastas tu dinero. Si estás enfermo, imagina juguetonamente que estás curado. Obsérvate a ti mismo haciendo lo que harías. Si no puedes comunicarte con otros, imagínate haciéndolo fácilmente. Si sientes tus días oscuros e inútiles, imagínalos plenos y alegres.
Esto puede sonar impráctico, pero en tu vida diaria con frecuencia utilizas tu imaginación y tus emociones al servicio de creencias mucho menos meritorias, y los resultados son muy claros; y permíteme agregar, desafortunadamente prácticos
Así como tomó un tiempo para que las creencias insatisfactorias se materializaran, también puede haber un tiempo antes de que veas resultados físicos. Sin embargo, las nuevas ideas crecerán y cambiarán tu experiencia tan ciertamente como lo hicieron las viejas. El proceso de imaginar también te pondrá cara a cara con otras ideas subsidiarias que momentáneamente pueden quedarse cortas. Puedes ver en donde sostienes dos ideas muy conflictivas simultáneamente, y con el mismo vigor. En tal caso, tú mismo te estancaste.
Puedes creer que tienes derecho a la salud, y sin embargo con igual intensidad creer que la condición humana está manchada por naturaleza. De esta manera tratas de estar saludable y no saludable al mismo tiempo, o exitoso y fracasado, de acuerdo con tu sistema individual de creencias. Más adelante veremos como tus creencias se agrupan en un sistema de ideas relacionadas.
Tus ideas generan emoción. Se acostumbra colocar los sentimientos por encima de los pensamientos conscientes, teniéndose la idea de que las emociones son más básicas y naturales que el razonamiento consciente. Realmente los dos van juntos, pero tu pensamiento consciente en gran medida determina tus emociones, y no lo contrario. Tus creencias generan la emoción apropiada que está implicada. Un largo periodo de depresión interior no solo vendrá sobre ti. Tus emociones no te traicionan. En cambio, en un periodo de tiempo conscientemente has estado teniendo creencias negativas, que generaron los fuertes sentimientos de desánimo.
Si se pudiera confiar en la emoción, por encima del razonamiento consciente, entonces tendría poco sentido el pensamiento consciente. No lo necesitarías.
No estás a merced de las emociones tampoco, ya que ellas están para seguir el flujo de tu razonamiento. Tu mente está para percibir el entorno físico claramente, y sus juicios acerca del entorno activan enseguida los mecanismos del cuerpo para producir la respuesta apropiada. Si tus creencias sobre la existencia son miedosas, entonces las reacciones emocionales serán aquellas que llevan al estrés. Tus propios juicios de valor necesitan un examen en tal caso.
Por supuesto que tu imaginación dispara tus emociones, y también sigue fielmente tus creencias. Así como piensas, así sientes, y no lo contrario.
Más tarde tendremos algunos comentarios relacionados con el hipnotismo. Permíteme aquí mencionar que, en esos términos, te hipnotizas a ti mismo constantemente con tus propios pensamientos y sugestiones conscientes. El término hipnosis aplica simplemente a un estado muy normal en el que concentras tu atención, estrechando tu enfoque a un área de pensamiento o creencia en particular.
Te concentras con gran vigor en una idea, usualmente con la exclusión de otras. Es un procedimiento muy consciente. Como tal, describe la importancia de la creencia, ya que utilizando la hipnosis te “alimentas a la fuerza” de una creencia para ti mismo, o de una que te ha dado otro, un hipnotizador. No obstante, concentras toda tu atención sobre la idea presentada.
En este caso, como en la vida normal, tus emociones y acciones siguen tus creencias. Si crees que estás enfermo, en realidad estás enfermo. Si crees que estás sano, entonces estás sano. Se ha escrito mucho acerca de la naturaleza de la curación, y habrá material en el que trataremos de ella, pero también hay curación-en-reversa, caso en el cual un individuo pierde la creencia en su salud y acepta en cambio la idea de enfermedad personal.
Aquí la creencia misma generará las emociones negativas, que en realidad producen una enfermedad física o emocional. La imaginación seguirá, pintando horribles cuadros mentales de una particular condición. Mucho antes los datos físicos confirman la creencia negativa; negativa en el sentido de que es mucho menos deseable que un concepto de salud.
Menciono esto aquí simplemente porque en el desarrollo general de un individuo una enfermedad puede también utilizarse como método para lograr otro fin constructivo. En tal caso, la creencia estaría también involucrada. Tal persona tendría que creer que una condición no saludable era la mejor manera de servir otro propósito.
Otros medios le parecerían cercanos a él, por las varias creencias personales que formarían un vacío en su experiencia, es decir, quizás no vería otro camino para lograr el mismo fin. Esto será discutido más completamente después.
Por supuesto que una creencia puede depender de muchas otras, con cada una de ellas generando su propia emoción y realidad imaginativa. La creencia en la enfermedad misma depende de una creencia en la indignidad, la culpa y la imperfección humanas, por ejemplo.
La mente no solamente sostiene creencias activas. Contiene muchas otras en un estado pasivo. Estas permanecen latentes, listas para ser enfocadas y utilizadas. Cualquiera de ellas puede ser traída al frente, cuando un pensamiento consciente actúa como estímulo.
Si estás concentrándote en ideas de pobreza, enfermedad, o carencia, por ejemplo, tu mente consciente también sostiene conceptos latentes de salud, vigor y abundancia. Si desvías tus pensamientos de las ideas negativas a ideas positivas, entonces tu concentración empezará a alterar el balance. La inmensa reserva de energía y potencial dentro de ti es llamada a la acción bajo el liderazgo de tu mente consciente.
Por lo que razonas como criatura, por lo que tienes tal variedad de experiencia disponible, la especie humana desarrolló habilidades racionales que están para evolucionar y crecer a medida que son utilizadas. Tu conciencia se expande a medida que la utilizas. Te vuelves “más” consciente a medida que ejercitas estas facultades.
Una flor no puede escribir un poema sobre ella misma. Tú puedes, y al hacerlo, tu conciencia gira alrededor de sí misma. Literalmente se convierte en más de lo que fue. Existiendo en tal diversidad, en tales posibilidades ricas del entorno, la psique humana necesitaba y desarrollaba una mente consciente que pudiera hacer juicios muy concisos y precisos y evaluaciones “minuto a minuto”. A medida que la mente consciente crece, así lo hace el rango de la imaginación. La mente consciente es un vehículo para la imaginación en muchas formas. Entre más grande su conocimiento, más amplio será el alcance de la imaginación. En compensación, la imaginación enriquece el razonamiento consciente y la experiencia emocional.
No has aprendido a utilizar tu conciencia apropiadamente o plenamente, de tal manera que parece que la imaginación, las emociones y el razonamiento son facultades separadas, o a veces establecidas la una en contra de la otra. La mente consciente madura, una vez más, acepta la información del mundo exterior y del mundo interior. Solo cuando crees que la conciencia debe estar sintonizada solamente con las condiciones exteriores, es que tú la obligas a que ella misma se aísle del conocimiento interior, de las voces intuitivas y de las profundidades de las cuales surge.
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