Hasta cierto punto, el cerebro mantiene la mente en un enfoque tridimensional. Te orienta hacia el entorno en el que debes operar, y es por la lealtad de la mente con el cerebro temporal que percibes el tiempo como una serie de momentos.
El cerebro canaliza la información que la mente recibe para tu estructura física, de tal manera que tu experiencia es filtrada físicamente y automáticamente traducida a términos que el organismo pueda entender. Por esto, hablando físicamente y en la vida tal como la concibes, la mente depende en gran medida del crecimiento y actividad del cerebro. Hay alguna información necesaria para la supervivencia física que debe ser enseñada y trasmitida de padres a hijos. Hay asunciones básicas de naturaleza general con las que naces, pero por lo que las condiciones especificas de tu entorno son tan variadas, éstas deben implementarse. De esta manera es necesario que el niño acepte las creencias de sus padres.
Estas reforzarán el grupo familiar cuando el niño más necesita protección. Esta aquiescencia a las creencias es entonces importante en las etapas tempranas, a medida que el infante se desarrolla en el niño. Este compartir de ideas mutuas no solamente protege al nuevo retoño de obvios peligros para los padres; también sirve como una estructura dentro de la cual el niño puede crecer.
Esto proporciona libertad de acción hasta cuando la mente consciente esté en capacidad de razonar por si misma y proporcionar su propio juicio de valores. Más tarde discutiré los aspectos más grandes del origen de las ideas, pero por ahora simplemente hablaré en términos de esta vida, la vida que conoces.
Las creencias que recibes, por lo tanto, son las concepciones de la naturaleza de la realidad de tus padres. Ellas te son dadas por medio del ejemplo, la comunicación verbal y el refuerzo telepático constante. Recibes las ideas acerca del mundo en general y de tu relación con él; y de tus padres también recibes conceptos de lo que eres. Recoges sus ideas de tu propia realidad.
Bajo todo esto, llevas indeleblemente dentro de ti tu propio conocimiento de tu identidad, significado y propósito, pero en las etapas tempranas de desarrollo se tiene gran cuidado en ver que te relaciones en términos físicos. Estas son creencias direccionales que recibes de tus padres, orientándote en maneras que ellos sienten que son seguras. Acolchonado con estas creencias, el niño puede estar seguro y puede satisfacer su propia curiosidad, desarrollar sus habilidades e impulsar su energía plena en áreas de actividad claramente establecidas.
De esta manera, es muy necesario que exista una aquiescencia para la creencia, particularmente en la vida temprana. No hay razón para que un individuo esté limitado por las creencias o la experiencia de la niñez. La naturaleza de algunas de tales creencias es que mientras las aparentemente más obvias son reconocidas como dañinas o insensatas, otras conectadas con ellas pueden no ser comprendidas tan fácilmente.
Por ejemplo: te puede parecer ridículo que siempre creíste en el pecado original. Puede no ser tan obvio que muchas de tus acciones actuales son causadas por una creencia en la culpa. Tendremos mucho que decir acerca de las maneras en las que tus creencias se pueden conectar, simplemente porque no estás acostumbrado a examinarlas.
Puedes decir, “Estoy en sobrepeso porque me siento culpable acerca de algo en mi pasado.” Entonces puedes tratar de descubrir cual fue el evento cargado, pero en tal caso el problema es una creencia en la culpa misma.
No tienes porque cargar con tal creencia. Estoy muy consciente de que fuertes elementos de tu civilización se han construido sobre ideas de castigo. Muchas personas temen que sin un sentimiento de culpa no habría disciplina interior y el mundo se volvería salvaje. Se esta volviendo salvaje ahora, no a pesar de tus ideas de culpa y castigo, sino por causa de ellas en gran medida.
Las ideas tempranas que te dieron tus padres estructuran entonces tus mismas experiencias de aprendizaje. Ellas establecen los límites seguros dentro de los cuales puedes operan en los primeros años. Casi sin tu conocimiento consciente, tu imaginación se establece de acuerdo con ciertas rutas, porque tu mente, conectada con el cerebro, no está desarrollada.
En gran parte, pero no completamente, tu imaginación sigue a tus creencias, como también lo hacen tus emociones. Hasta cierto punto, hay ciertos patrones generales. Un niño llorará cuando se lesiona. Y deja de llorar cuando el dolor termina. Pero si el niño descubre que un llanto prolongado después del evento consigue atención y consideración extras, empezará a extender la emoción.
Desde las etapas más tempranas el niño automáticamente compara su interpretación de la realidad con la de sus padres. Puesto que los padres son más grandes y más fuertes y de esta manera satisfacen muchas de sus necesidades, intentará alinear su experiencia con las expectativas y creencias de sus padres. Mientras generalmente es muy natural que el niño llore o se sienta mal cuando se lastima, esta inclinación se puede llevar a través de las creencias hasta tal punto que se adopten sentimientos prolongados de desolación como patrones definidos de comportamiento.
Detrás de esto estaría la creencia de que cualquier lesión era inherentemente un desastre. Tal creencia pudo originarse en una madre excesivamente ansiosa, por ejemplo. Si la imaginación de la madre siguió su creencia, como por supuesto lo hizo, ella inmediatamente percibiría un gran peligro potencial para su niño en la amenaza más pequeña. Por las acciones de la madre, y telepáticamente, el niño recibiría tal mensaje y reaccionaria de acuerdo con esas creencias comprendidas.
Muchas de tales creencias yacen muy dentro de la mente consciente. El adulto, no acostumbrado a examinar sus propias creencias, puede no estar enterado de albergar tal idea. La idea misma no está enterrada o inconsciente. Simplemente está sin examinar.
Una de las creencias más embarazosas es la idea de que las indicaciones de un comportamiento corriente están enterradas, y usualmente inaccesibles. Esta creencia misma te cierra al contenido de tu propia mente consciente y te impide buscar allí las respuestas que están disponibles.
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