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domingo, 21 de junio de 2009

La Creación Constante del Cuerpo Físico 3

Para ser saludable debes creer en la salud. Un buen médico es un cambiador de creencias. Él cambiará una idea de enfermedad por una de salud. Cualquiera que sean los métodos o drogas que utilice, no serán efectivos a menos que tenga lugar este cambio de creencias.
Desafortunadamente, cuando un hombre se convierte en un rotulador, también elabora mapas, por así decirlo, de gran complejidad, categorizando varias enfermedades con una efectividad mayor que antes. Estudia el tejido muerto para descubrir la naturaleza de la enfermedad que lo mató. Los médicos empiezan a concebir a los hombres como portadores de enfermedad y enfermedades – las cuales, en ciertos términos, ellos mismos crean por medio de nuevos procedimientos médicos.
Los médicos antiguos con frecuencia se entendían mucho más directamente con el paciente mismo, comprendían la naturaleza de las creencias y la importancia primordial de la sugestión. Muchas de sus técnicas se adoptaban por su valor de choque psicológico, en el cual al paciente se le “lavaba el cerebro” de la enfermedad que creía tener.
La profesión médica actual está tristemente obstaculizada por sus propias creencias. Con frecuencia ella opera como una estructura en la cual la mala salud y la enfermedad no solo son aceptadas como normales, sino que los conceptos detrás de ellas son fortalecidos. Tienes aquí nuevamente, como en el psicoanálisis, un arreglo de “esconder y buscar” en el que toman parte el médico y el paciente.
Ambos creen que necesitan del otro, por supuesto. Detrás de esto está el patrón psíquico de creencias en las que el paciente le asigna al médico poderes de conocimiento y sabiduría que sus creencias le han enseñado no tener. Sabiendo que es de otro modo, el paciente aun desea considerar omnipotente al médico.
Sobre el paciente, el médico a menudo le asigna y proyecta sus propios sentimientos de desamparo contra los cuales combate. Las interacciones continúan con el paciente tratando de complacer al médico, y en el mejor de los casos cambiando simplemente de un grupo de síntomas a otro. Demasiado a menudo el médico comparte la inquebrantable creencia del paciente en la mala salud y la enfermedad.
No solo eso, sino que la profesión médica con frecuencia proporciona modelos de enfermedades, y el paciente muy a menudo las ajusta a su medida. Esto no quiere decir que la profesión médica no sea benéfica y de gran ayuda, sino que dentro del sistema de valores en el cual opera, mucha de su influencia positiva le es negada.
Por lo que son tenidos en tan alta estima, a las sugestiones dadas por los médicos se les presta una especial atención. La condición emocional del paciente es tal, que acepta las afirmaciones hechas bajo tales circunstancias menos críticamente de lo usual.
Poner nombres y etiquetas a las “enfermedades” es una práctica dañina que en gran medida niega la movilidad innata y la cualidad siempre cambiante de la psique expresada en la carne. Se te dice que tienes “algo”. De la nada, te ha atacado, y ha atacado quizá tus órganos más íntimos. Usualmente se te ha dicho que tus emociones, o creencias, o sistema de valores, no tienen nada que ver con las circunstancias desafortunadas que te acosan.
Por consiguiente, el paciente a menudo se siente relativamente impotente y a merced de cualquier virus perdido que podría llegar. El hecho es que aun tú escoges el tipo de enfermedad que tienes, de acuerdo con la naturaleza de tus creencias. Eres inmune a la enfermedad mientras creas que lo eres.
Estas son afirmaciones bastante prácticas. Tu cuerpo tiene una conciencia corporal total llena de energía y vitalidad. Ella automáticamente corrige cualquier desequilibrio, pero tus creencias conscientes también afectan esta conciencia del cuerpo. Tus músculos creen lo que les dices acerca de ellos mismos. Así lo hace cada una de las otras partes de tu cuerpo físico.
Mientras creas que solamente los médicos te pueden curar, mejor vas a ellos, porque en la estructura de tus creencias ellos son las únicas personas que te pueden ayudar. Sin embargo, la estructura misma es limitante; y de nuevo, mientras puedes curarte de una dificultad, solo la reemplazarás por otra, en la medida en que tus creencias sean las causantes de tus problemas físicos.
Lo mismo aplica a lo que frecuentemente se llama curación espiritual. Si por medio de la utilización concentrada de energía psíquica tu cuerpo es curado por una curador, también simplemente cambiarás esos síntomas por otros, a menos que cambies tus creencias iniciales. Algunas veces el curador o el médico, con su efectividad en la curación de una condición, te demostrará por inferencia que la energía curativa estaba siempre dentro de ti mismo, y esta realización debería ser suficiente para permitirte cambiar totalmente tus creencias acerca de la salud.
En tal caso, te darás cuenta que tu mala salud anterior fue causada por tu creencia. Si tienes algún problema físico, concéntrate más bien sobre las partes saludables de tu cuerpo y en las funciones sin impedimentos que tienes. En las áreas saludables, tus creencias están funcionando a favor tuyo.
Como lo mencionamos antes, los sonidos internos son extremadamente importantes. Cada uno de los átomos y moléculas que componen tu cuerpo tiene su propia realidad en valores de sonido que no escuchas físicamente. Cada órgano de tu cuerpo tiene entonces su propio valor de sonido único también. Cuando algo anda mal, los sonidos internos son discordantes.
Los sonidos sin armonía se han convertido en una parte de esa porción del cuerpo, como resultado de los sonidos internos de tus propios pensamientos y creencias. Es por eso vital que no refuerces estos sonidos internos repitiéndote las mismas sugestiones negativas. Las sugestiones verbales son traducidas a sonido interior. Este pasa a través de tu cuerpo más o menos de la misma manera como lo hacen ciertos tipos de luz.

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