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sábado, 6 de junio de 2009

Tu imaginación, tus Creencias y su Origen 3

No estoy minimizando la importancia del ser interior. Todos sus infinitos recursos son colocados a disposición de tu mente consciente, para tus propósitos conscientes.

Por una parte, ha habido una dependencia demasiado grande de la mente consciente, mientras sus características y mecanismos eran mal entendidos. Así que los proponentes de las teorías de la “mente consciente racional” defienden la utilización de los poderes del intelecto y la razón, mientras no reconocen su fuente en el ser interior.

Se esperaba que la mente consciente funcionara sola, por así decirlo, ignorando la información interior altamente intuitiva que también está disponible para ella. No se suponía que estuviera enterada de tal información. Sin embargo, cualquier individuo sabe bastante bien que corazonadas intuitivas, inspiración, información precognitiva, o material clarividente, ha surgido con frecuencia al conocimiento consciente. Usualmente es empujado lejos y descartado porque se te ha enseñado que la mente consciente no debe sostener tal “tontería”. Así se te ha dicho que confíes en la mente consciente, mientras al mismo tiempo eras llevado a creer que ella solamente podía estar enterada de los estímulos que le llegaban del mundo físico exterior.

Por otra parte, están aquellos que reafirman el gran valor del ser interior, del ser emocional, a expensas de la mente consciente. Estas teorías sostienen que el intelecto y la conciencia usual son muy inferiores a las partes “inconscientes” internas del ser, y que todas las respuestas están ocultas. Los seguidores de esta creencia consideran la mente consciente en términos tan despectivos que casi parecen ser un cáncer arrogante que brotó sobre la psique del hombre, impidiendo, en lugar de ayudar, a su progreso y comprensión.

Ambos grupos ignoran la unidad milagrosa de la psique, el fino intercambio de funciones que existe entre la llamada mente consciente y el llamado inconsciente: la interacción increíblemente rica en la que cada uno da y toma.

El “inconsciente” simplemente contiene grandes partes de tu propia experiencia, en las que se te ha enseñado a no creer. Tu mente consciente está para mirar dentro del mundo exterior y dentro del mundo interior. La mente consciente es un vehículo para la expresión del alma en términos corporales.

Es tu método de evaluar la experiencia temporal de acuerdo con las creencias que tiene acerca de la naturaleza de la realidad. Automáticamente hace que el cuerpo reaccione en ciertas maneras. No puedo decir esto con la suficiente frecuencia: Tus creencias forman tu realidad, tu cuerpo y sus condiciones, tus relaciones personales, tu entorno, y colectivamente tu civilización y tu mundo.

Tus creencias atraen automáticamente las emociones apropiadas. Ellas se refuerzan a sí mismas por medio de la imaginación; y a riesgo de repetirme, porque esto es tan importante: La imaginación y el sentimiento siguen tus creencias, no lo contrario.

Veamos un ejemplo lo suficientemente inocuo. Si te encuentras con frecuencia a un individuo y piensas, “Él me produce un dolor en el cuello”, seguramente no es coincidencia que te encuentres con un cuello adolorido en futuros encuentros con esta persona. La sugestión es una bastante consciente, sin embargo, que te das a ti mismo y que llevas, no simbólicamente, sino muy prácticamente y muy literalmente. En otras palabras, la mente consciente da sus ordenes y el ser interior las lleva a cabo.

En esta existencia tú estas orientado físicamente. Entonces con seguridad la mente consciente orientada físicamente es la que está indicada para hacer deducciones acerca de la naturaleza de la realidad física. De otra manera, no tendrías libre albedrío.

En la Cultura Occidental, desde la Revolución Industrial, creció la idea de que había poca relación entre los objetos del mundo y el individuo. Como no es una cuestión de historia, no profundizaré en las razones detrás de esta idea, sino que simplemente mencionaré que fue una reacción excesiva, al menos en tus términos, a previos conceptos religiosos.

Antes de ese tiempo el hombre creía que podía afectar la materia y el entorno por medio de sus pensamientos. Con la Revolución Industrial, sin embargo, aun los elementos de la naturaleza perdieron su calidad viviente a los ojos del hombre. Se convirtieron en objetos para ser categorizados, nombrados, desgarrados y examinados.

Tú no haces la disección de un gato o un perro domésticos. Así que cuando el hombre empezó a hacer la disección del universo en esos términos, ya había perdido su sentimiento de amor por él. Se convirtio en algo sin alma para él. Solo entonces pudo examinarlo sin escrúpulo y sin enterarse de la voz viviente que protestaba. Así, en su gran fascinación por lo que había hecho que esto funcionara, en su gran curiosidad por comprender la herencia de una flor, olvidó lo que pudo aprender también oliendo una flor, mirándola y observándola siendo ella misma.

De esta manera examinó la “naturaleza muerta”. Con frecuencia tuvo que matar la vida con el fin, según pensó, de descubrir su realidad.

No puedes comprender lo que hace que las cosas vivan, cuando primero debes robar su vida. Así que cuando el hombre aprendió a categorizar, numerar y diseccionar la naturaleza, perdió su calidad viviente y nunca más se sintió parte de ella. Hasta cierto punto importante, el hombre negó su herencia, ya que el espíritu nace en la naturaleza y en el alma, y por algún tiempo reside en la carne.

Los pensamientos del hombre ya no parecieron tener por más tiempo algún efecto sobre la naturaleza, porque en su mente se vio a sí misma separada de ella. De manera ambigua, mientras se concentraba en los aspectos exteriores de la naturaleza de una forma muy consciente, terminó por negar los poderes conscientes de su propia mente. Se volvió ciego a la conexión entre sus pensamientos y su entorno y experiencia físicos.

La naturaleza se convirtio entonces en un adversario que debía controlar. No obstante, en el fondo sintió que estaba a merced de la naturaleza, porque al separarse de ella también se había apartado de la utilización de muchas de sus propias habilidades.

Fue en este punto en el que la naturaleza de la mente consciente misma llegó a ser tan incomprendida, y aquellos poderes no reconocidos o negados fueron asignados a otras partes inconscientes del ser por las subsiguientes escuelas de psicología. Por consiguiente, funciones muy naturales de la mente consciente fueron asignadas al “subterráneo” y apartadas del uso normal.

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