La estructura científica ha llegado a equipararse con el término “pensamiento racional”, hasta tal punto que cualquiera otra inclinación de pensamiento automáticamente parece ser irracional. El pensamiento se ha convertido, en ese sentido, en algo demasiado especializado, prejuiciado e inflexible.
Hay estilos de pensamiento. Cada individuo tiene su propio estilo de pensar, su peculiar, rica, e individual mezcla de especulaciones, fantasías y maneras ideocéntricas de utilizar información objetiva y subjetiva. La ciencia ha dominado tanto el mundo del pensamiento, que muchos matices y áreas, considerados alguna vez bastante racionales, se han convertido en algo totalmente irrespetable. La ciencia trata de apegarse a lo que puede probar.
Desafortunadamente, la ciencia tiende a establecer una visión del mundo que está basada en cierto material solamente. Desembocamos en disciplinas separadas: la biología, la psicología, la física, las matemáticas, etc., cada una con su propio grupo de hechos, guardados celosamente, cada una proporcionando su propia visión del mundo: el mundo tal como es, visto por medio de la biología, o la realidad vista por medio de los ojos de la física.
No existe un campo separado que combine toda la información, o que aplique los hechos de una disciplina a los hechos de otra. Así que, en general, la ciencia, con su rama de pensamiento racional, no puede ofrecer ideas imparciales, sugestivas, hipotéticas y comprensivas de lo que es la realidad. Parece que, en efecto, cada individuo está aislado en ciertos aspectos vitales, por ejemplo, en los casos de una herencia genética y una cierta cantidad de energía no especifica, con la cual poner a andar la maquinaria del cuerpo. La intención, el propósito, o el deseo, no aplican en ese esquema.
El individuo es un extraño, casi un extranjero, en su propio entorno, en el cual debe luchar para sobrevivir, no solo contra las fuerzas del entorno inmediato, sino contra el determinismo genético. Debe luchar contra su propio cuerpo, enfatizar su susceptibilidad a los defectos, las enfermedades, y contra una bomba de tiempo, por así decirlo, cuando, sin advertencia alguna, llegará la extinción. La ciencia no reafirma las fuerzas cooperativas de la naturaleza. Se vanagloria de las distinciones, las especificaciones y las categorías, y es bastante ciega a las fuerzas unificadoras de la naturaleza que son tan reales.
Cuando decimos que la persona natural es también la persona mágica, es fácil aun transponer la idea a términos más aislados de los que intentamos. No se trata solamente de que cada persona tenga su fuente en una dimensión “mágica”, de la cual surge la totalidad de su vida, sino que la fuente particular misma es parte de la energía que sostiene el planeta entero y sus habitantes y es parte de la construcción total que entendemos como el universo.
Campos, o planos de interrelación, conectan todos los tipos de vida, sosteniéndola, no por medio de un sistema, biológico o espiritual, sino en cada punto concebible de su existencia. No se nos da una cierta cantidad de energía, sino que “nueva” energía está siempre disponible por todas partes. No existen sistemas cerrados. El entorno está consciente y está vivo. Existe una comunicación constante entre todas las partes de nuestro cuerpo y todas las partes del entorno.
En nuestros términos, esto significa que no tenemos que contar solamente con lo que concebimos como nuestras fuentes privadas. Básicamente, el desarrollo y logro de valores es una de las características más importantes de la existencia, de tal manera que todas las cosas actúan individual y conjuntamente en las formas que aseguren el mejor desempeño de toda la construcción.
Nacimos porque deseábamos nacer. Una planta llega a la vida por la misma razón. Vivimos en un marco de referencia diferente que el de una planta y, sin embargo, tenemos más opciones disponibles. Interactuamos con la naturaleza de una manera diferente. Nuestro intelecto está destinado a ayudarnos a tomar decisiones. Nos ayuda a percibir ciertas probabilidades dentro de un contexto del tiempo físico. Utilizamos el intelecto apropiadamente cuando se le permite percibir las condiciones físicas tan claramente como sea posible. Es entonces cuando el intelecto puede tomar las decisiones más benéficas, en lo que respecta a las metas que deseamos lograr.
Esas metas generalmente son deseos conceptualizados que una vez formados actúan, en cierta forma, como imanes, sacando de esos campos inmensos de interrelación los tipos de condiciones que mejor se ajusten a su desempeño. El intelecto solo no puede conseguir el logro de esas metas. El intelecto solo no puede conseguir un movimiento del cuerpo. Debe contar con esas otras propiedades que el intelecto pone en movimiento: el conjunto espontáneo de complejidad interior y el ordenamiento mágico.
Cuando el intelecto se utiliza apropiadamente, piensa en una meta y automáticamente pone el cuerpo en movimiento hacia ella, y automáticamente despierta los otros niveles de comunicación desconocidos para él, de tal manera que todas las fuerzas operen conjuntamente hacia su consecución. Consideremos una meta hipotética como un objetivo. Cuando se utiliza apropiadamente, el intelecto imagina el objetivo e imaginativamente lo alcanza. Si fuera un objetivo físico, la persona se pararía con arco y flecha en las manos, pensando solamente en dar en el blanco, concentrándose mentalmente en él, quizá ejecutando algunos gestos previamente aprendidos; y las propiedades mágicas del cuerpo harían el resto.
Cuando el intelecto es utilizado inapropiadamente, es como si el intelecto sintiera que se le pide conocer de alguna manera, o dirigir personalmente, todos esos procesos internos. Cuando se aplican los sistemas de creencias erróneos y la negatividad, es como si nuestra persona ve el objetivo y en lugar de dirigir su atención a él, se concentra en todas las diferentes formas en que su flecha puede ir en la dirección equivocada: Puede caer a la izquierda o a la derecha, ir demasiado lejos, o no lo suficientemente lejos, romperse en el aire, caerse de sus manos, o en muchísimas otras formas que traicionan su intención.
La persona ha cambiado su atención lejos del objetivo completamente. Ha proyectado sobre el evento presente el esquema de sus temores, en lugar del esquema de su intención original. Su cuerpo, respondiendo a sus imágenes mentales y sus pensamientos, atrae acciones que reflejan su confusión.
En otras palabras, la aproximación mágica y la llamada aproximación racional deben combinarse de cierta manera para los mejores resultados.
Las personas a veces expresan la intención de hacer dinero, o más bien de tener dinero; se concentran en el dinero y lo esperan con la fe de que será atraído hacia ellas como resultado de su creencia y concentración. Pueden también dejar su trabajo, ignorar los impulsos para encontrar uno nuevo, o seguir alguna de las aproximaciones racionales, y confiar en la sola aproximación mágica. Por supuesto que esto tampoco funciona.
Cuando utilizamos la aproximación mágica, veremos que ella armoniza perfectamente con el resto de la existencia, inspira el intelecto e inspira el movimiento físico, ya que activa las propiedades físicas.
El punto principal que queremos expresar es el hecho de que nuestra fuente privada de poder es una porción de un campo mayor de interrelación en el que nuestro ser se ha asentado con seguridad. No es algo por lo que nos debamos esforzar después. Fue nuestro sin ningún esfuerzo al nacer, y antes de nacer, y lleva consigo sus propias comprensiones emocionales e intuitivas, comprensiones que nos pueden sostener a través de toda nuestra existencia física. Si comprendemos eso, muchos de nuestros temores, en gran medida, van a desaparecer.
Hay estilos de pensamiento. Cada individuo tiene su propio estilo de pensar, su peculiar, rica, e individual mezcla de especulaciones, fantasías y maneras ideocéntricas de utilizar información objetiva y subjetiva. La ciencia ha dominado tanto el mundo del pensamiento, que muchos matices y áreas, considerados alguna vez bastante racionales, se han convertido en algo totalmente irrespetable. La ciencia trata de apegarse a lo que puede probar.
Desafortunadamente, la ciencia tiende a establecer una visión del mundo que está basada en cierto material solamente. Desembocamos en disciplinas separadas: la biología, la psicología, la física, las matemáticas, etc., cada una con su propio grupo de hechos, guardados celosamente, cada una proporcionando su propia visión del mundo: el mundo tal como es, visto por medio de la biología, o la realidad vista por medio de los ojos de la física.
No existe un campo separado que combine toda la información, o que aplique los hechos de una disciplina a los hechos de otra. Así que, en general, la ciencia, con su rama de pensamiento racional, no puede ofrecer ideas imparciales, sugestivas, hipotéticas y comprensivas de lo que es la realidad. Parece que, en efecto, cada individuo está aislado en ciertos aspectos vitales, por ejemplo, en los casos de una herencia genética y una cierta cantidad de energía no especifica, con la cual poner a andar la maquinaria del cuerpo. La intención, el propósito, o el deseo, no aplican en ese esquema.
El individuo es un extraño, casi un extranjero, en su propio entorno, en el cual debe luchar para sobrevivir, no solo contra las fuerzas del entorno inmediato, sino contra el determinismo genético. Debe luchar contra su propio cuerpo, enfatizar su susceptibilidad a los defectos, las enfermedades, y contra una bomba de tiempo, por así decirlo, cuando, sin advertencia alguna, llegará la extinción. La ciencia no reafirma las fuerzas cooperativas de la naturaleza. Se vanagloria de las distinciones, las especificaciones y las categorías, y es bastante ciega a las fuerzas unificadoras de la naturaleza que son tan reales.
Cuando decimos que la persona natural es también la persona mágica, es fácil aun transponer la idea a términos más aislados de los que intentamos. No se trata solamente de que cada persona tenga su fuente en una dimensión “mágica”, de la cual surge la totalidad de su vida, sino que la fuente particular misma es parte de la energía que sostiene el planeta entero y sus habitantes y es parte de la construcción total que entendemos como el universo.
Campos, o planos de interrelación, conectan todos los tipos de vida, sosteniéndola, no por medio de un sistema, biológico o espiritual, sino en cada punto concebible de su existencia. No se nos da una cierta cantidad de energía, sino que “nueva” energía está siempre disponible por todas partes. No existen sistemas cerrados. El entorno está consciente y está vivo. Existe una comunicación constante entre todas las partes de nuestro cuerpo y todas las partes del entorno.
En nuestros términos, esto significa que no tenemos que contar solamente con lo que concebimos como nuestras fuentes privadas. Básicamente, el desarrollo y logro de valores es una de las características más importantes de la existencia, de tal manera que todas las cosas actúan individual y conjuntamente en las formas que aseguren el mejor desempeño de toda la construcción.
Nacimos porque deseábamos nacer. Una planta llega a la vida por la misma razón. Vivimos en un marco de referencia diferente que el de una planta y, sin embargo, tenemos más opciones disponibles. Interactuamos con la naturaleza de una manera diferente. Nuestro intelecto está destinado a ayudarnos a tomar decisiones. Nos ayuda a percibir ciertas probabilidades dentro de un contexto del tiempo físico. Utilizamos el intelecto apropiadamente cuando se le permite percibir las condiciones físicas tan claramente como sea posible. Es entonces cuando el intelecto puede tomar las decisiones más benéficas, en lo que respecta a las metas que deseamos lograr.
Esas metas generalmente son deseos conceptualizados que una vez formados actúan, en cierta forma, como imanes, sacando de esos campos inmensos de interrelación los tipos de condiciones que mejor se ajusten a su desempeño. El intelecto solo no puede conseguir el logro de esas metas. El intelecto solo no puede conseguir un movimiento del cuerpo. Debe contar con esas otras propiedades que el intelecto pone en movimiento: el conjunto espontáneo de complejidad interior y el ordenamiento mágico.
Cuando el intelecto se utiliza apropiadamente, piensa en una meta y automáticamente pone el cuerpo en movimiento hacia ella, y automáticamente despierta los otros niveles de comunicación desconocidos para él, de tal manera que todas las fuerzas operen conjuntamente hacia su consecución. Consideremos una meta hipotética como un objetivo. Cuando se utiliza apropiadamente, el intelecto imagina el objetivo e imaginativamente lo alcanza. Si fuera un objetivo físico, la persona se pararía con arco y flecha en las manos, pensando solamente en dar en el blanco, concentrándose mentalmente en él, quizá ejecutando algunos gestos previamente aprendidos; y las propiedades mágicas del cuerpo harían el resto.
Cuando el intelecto es utilizado inapropiadamente, es como si el intelecto sintiera que se le pide conocer de alguna manera, o dirigir personalmente, todos esos procesos internos. Cuando se aplican los sistemas de creencias erróneos y la negatividad, es como si nuestra persona ve el objetivo y en lugar de dirigir su atención a él, se concentra en todas las diferentes formas en que su flecha puede ir en la dirección equivocada: Puede caer a la izquierda o a la derecha, ir demasiado lejos, o no lo suficientemente lejos, romperse en el aire, caerse de sus manos, o en muchísimas otras formas que traicionan su intención.
La persona ha cambiado su atención lejos del objetivo completamente. Ha proyectado sobre el evento presente el esquema de sus temores, en lugar del esquema de su intención original. Su cuerpo, respondiendo a sus imágenes mentales y sus pensamientos, atrae acciones que reflejan su confusión.
En otras palabras, la aproximación mágica y la llamada aproximación racional deben combinarse de cierta manera para los mejores resultados.
Las personas a veces expresan la intención de hacer dinero, o más bien de tener dinero; se concentran en el dinero y lo esperan con la fe de que será atraído hacia ellas como resultado de su creencia y concentración. Pueden también dejar su trabajo, ignorar los impulsos para encontrar uno nuevo, o seguir alguna de las aproximaciones racionales, y confiar en la sola aproximación mágica. Por supuesto que esto tampoco funciona.
Cuando utilizamos la aproximación mágica, veremos que ella armoniza perfectamente con el resto de la existencia, inspira el intelecto e inspira el movimiento físico, ya que activa las propiedades físicas.
El punto principal que queremos expresar es el hecho de que nuestra fuente privada de poder es una porción de un campo mayor de interrelación en el que nuestro ser se ha asentado con seguridad. No es algo por lo que nos debamos esforzar después. Fue nuestro sin ningún esfuerzo al nacer, y antes de nacer, y lleva consigo sus propias comprensiones emocionales e intuitivas, comprensiones que nos pueden sostener a través de toda nuestra existencia física. Si comprendemos eso, muchos de nuestros temores, en gran medida, van a desaparecer.
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