Los eventos maestros involucran “trabajo” o acción cuya fuerza principal existe fuera del tiempo, pero cuyos efectos se sienten dentro del tiempo. Estos efectos pueden aparecer súbitamente dentro del contexto del tiempo, en lugar de surgir lentamente dentro de esa estructura. Se trata de la clase de actividad fuera del tiempo que explica el origen de nuestro universo. Existen dimensiones de actividad que no aparecen dentro de la estructura del tiempo, y desarrollos que suceden bastante naturalmente, siguiendo diferentes leyes de desarrollo, distintas a aquellas que reconocemos. No se trata solamente de que versiones del tiempo altamente aceleradas puedan ocurrir a otros niveles de realidad, sino que existen dimensiones en las cuales esas versiones no son impedimentos al “flujo” natural de los eventos hacia la expresión.
Nuestra más cercana aproximación será la experiencia nuestra con el tiempo en el estado del sueño, o las ocasiones en las que problemas complicados son resueltos súbitamente en el sueño, o en otros estados de conciencia, de tal manera que las respuestas aparecen de bulto ante nosotros.
Existen “duraciones” que no tienen nada que ver con el tiempo, tal como lo entendemos: Movimientos psicológicos que manipulan el tiempo, pero están separados de el. Cualquier súbito surgimiento de un universo completo implicaría el desarrollo de una organización inimaginable y espectacular, que no solo apareció desde alguna parte, sino como la “versión física completa” de un esfuerzo interior altamente concentrado, como la manifestación física de una inspiración que entonces surge súbitamente a la realidad física. Esa clase de actividad, esa clase de “trabajo”, existe detrás de todas las estructuras, organizaciones y experiencias con las que estamos familiarizados.
El mundo de las ideas penetra por todas partes la realidad física, pero las ideas, aun cuando ellas estén inexpresadas, poseen sus propias organizaciones y correspondencias y sus propias esferas de movimiento y desarrollo. Los eventos maestros surgen de esa realidad de la idea, desde la cual se originan todas las ideas, uniéndolas por medio de la utilización de correspondencias naturales. Cada manifestación física que conocemos tiene su contraparte no física, en la cual siempre se acuna, de la cual procede y a la cual regresará.
El tiempo histórico no es más que una “especie del tiempo” que habita sobre la tierra. Hay muchas otras. El tiempo mismo surge de una idea que es eterna, de tal manera que, en esos términos, no hubo un punto en donde el tiempo empezó, aunque esa referencia se hace necesaria desde nuestro propio punto de vista.
Probablemente sea casi imposible para el hombre ver que él mismo forma la idea del contexto histórico por medio de sus propias asociaciones y enfoques. El uso especializado del llamado pensamiento racional lo ha inducido a reducir su reconocimiento neurológico de otro tipo de experiencias que ampliarían su visión. En los sueños hay una mayor libertad de acción, en este sentido. La conciencia llega a ser más familiar con su propio movimiento interior y aun con su propia clase de trabajo y acciones que lleva a cabo por fuera de sus prejuicios usuales en el estado de vigilia.
La historia de la creación, tal como ha sido manifestada en la Biblia, es la representación simbólica de un evento maestro, una leyenda que se convirtió en su propio evento, formando a su alrededor las artes, las culturas, las religiones y todas las disciplinas. Lo mismo puede aplicarse al Cristianismo, ya que no todos los aparentes eventos históricos conectados con el Cristo oficial ocurrieron en la realidad física. Ellos ocurrieron a otro nivel de realidad y fueron insertados en nuestra estructura del tiempo, tocando un actor aquí, un evento histórico allá, combinando y mezclando otros eventos del tiempo, hasta que las dos líneas de actividad estaban tan entrelazadas que no podríamos desenlazar una sin desenlazar la otra.
La historia sucedió en ciertas formas definidas a causa de la creencia en eventos que no ocurrieron en nuestro mundo real. La fuerza de esos eventos internos se esparció sobre el paisaje humano propulsando gentes y civilizaciones..
La historia de Cristo en un comienzo no fue tan singular y nítida como parece serlo ahora, ya que la figura oficial de Cristo finalmente establecida se asentó sobre infinitas versiones de un hombre-dios, con las que la psique del hombre ha estado hace mucho tiempo involucrada. El Cristo oficial fue la mezcla psíquica que llevaba dentro de su personaje psicológico los ecos de viejos y nuevos dioses, una figura apenas iniciada para ser completada en el tiempo, aunque originada por fuera del tiempo. Estos eventos maestros causan los eventos físicos, pero no surgen de ellos originalmente.
Pablo de Tarso tuvo su visión. Esa visión tuvo lugar en el mundo real. El hecho ocurrió, pero Pablo no vio, ni se comunico con una persona de herencia divina, enviada por su padre a la tierra, que vivió la vida del Cristo oficial y que fue crucificado. Pablo tuvo una visión en respuesta a las necesidades, deseos y dictados de su propia psique, tal como estaba conectada con el mundo de su tiempo, siguiendo los patrones de las historias acerca de Cristo que él había escuchado y que habían empezado a liberar dentro de él un gran anhelo que fue expresado en esa visión.
El Cristianismo por mucho siglos sirvió como una estructura organizacional creativa y maravillosa, que expresaba la inmensa complejidad de la realidad del alma. A su manera, el Cristianismo se las arreglo para encausar algunos de los atributos menos generosos del hombre hacia fines que eran menos reprensibles que en el pasado. Los eventos maestros, de esta naturaleza en particular, proporcionaron una interpretación completamente nueva de los eventos históricos. Su intensidad, poder y aparente naturaleza impulsora, existen precisamente porque sus orígenes no son físicos, sino que son sacados de las fuentes mas profundas de la psique.
Nuestra más cercana aproximación será la experiencia nuestra con el tiempo en el estado del sueño, o las ocasiones en las que problemas complicados son resueltos súbitamente en el sueño, o en otros estados de conciencia, de tal manera que las respuestas aparecen de bulto ante nosotros.
Existen “duraciones” que no tienen nada que ver con el tiempo, tal como lo entendemos: Movimientos psicológicos que manipulan el tiempo, pero están separados de el. Cualquier súbito surgimiento de un universo completo implicaría el desarrollo de una organización inimaginable y espectacular, que no solo apareció desde alguna parte, sino como la “versión física completa” de un esfuerzo interior altamente concentrado, como la manifestación física de una inspiración que entonces surge súbitamente a la realidad física. Esa clase de actividad, esa clase de “trabajo”, existe detrás de todas las estructuras, organizaciones y experiencias con las que estamos familiarizados.
El mundo de las ideas penetra por todas partes la realidad física, pero las ideas, aun cuando ellas estén inexpresadas, poseen sus propias organizaciones y correspondencias y sus propias esferas de movimiento y desarrollo. Los eventos maestros surgen de esa realidad de la idea, desde la cual se originan todas las ideas, uniéndolas por medio de la utilización de correspondencias naturales. Cada manifestación física que conocemos tiene su contraparte no física, en la cual siempre se acuna, de la cual procede y a la cual regresará.
El tiempo histórico no es más que una “especie del tiempo” que habita sobre la tierra. Hay muchas otras. El tiempo mismo surge de una idea que es eterna, de tal manera que, en esos términos, no hubo un punto en donde el tiempo empezó, aunque esa referencia se hace necesaria desde nuestro propio punto de vista.
Probablemente sea casi imposible para el hombre ver que él mismo forma la idea del contexto histórico por medio de sus propias asociaciones y enfoques. El uso especializado del llamado pensamiento racional lo ha inducido a reducir su reconocimiento neurológico de otro tipo de experiencias que ampliarían su visión. En los sueños hay una mayor libertad de acción, en este sentido. La conciencia llega a ser más familiar con su propio movimiento interior y aun con su propia clase de trabajo y acciones que lleva a cabo por fuera de sus prejuicios usuales en el estado de vigilia.
La historia de la creación, tal como ha sido manifestada en la Biblia, es la representación simbólica de un evento maestro, una leyenda que se convirtió en su propio evento, formando a su alrededor las artes, las culturas, las religiones y todas las disciplinas. Lo mismo puede aplicarse al Cristianismo, ya que no todos los aparentes eventos históricos conectados con el Cristo oficial ocurrieron en la realidad física. Ellos ocurrieron a otro nivel de realidad y fueron insertados en nuestra estructura del tiempo, tocando un actor aquí, un evento histórico allá, combinando y mezclando otros eventos del tiempo, hasta que las dos líneas de actividad estaban tan entrelazadas que no podríamos desenlazar una sin desenlazar la otra.
La historia sucedió en ciertas formas definidas a causa de la creencia en eventos que no ocurrieron en nuestro mundo real. La fuerza de esos eventos internos se esparció sobre el paisaje humano propulsando gentes y civilizaciones..
La historia de Cristo en un comienzo no fue tan singular y nítida como parece serlo ahora, ya que la figura oficial de Cristo finalmente establecida se asentó sobre infinitas versiones de un hombre-dios, con las que la psique del hombre ha estado hace mucho tiempo involucrada. El Cristo oficial fue la mezcla psíquica que llevaba dentro de su personaje psicológico los ecos de viejos y nuevos dioses, una figura apenas iniciada para ser completada en el tiempo, aunque originada por fuera del tiempo. Estos eventos maestros causan los eventos físicos, pero no surgen de ellos originalmente.
Pablo de Tarso tuvo su visión. Esa visión tuvo lugar en el mundo real. El hecho ocurrió, pero Pablo no vio, ni se comunico con una persona de herencia divina, enviada por su padre a la tierra, que vivió la vida del Cristo oficial y que fue crucificado. Pablo tuvo una visión en respuesta a las necesidades, deseos y dictados de su propia psique, tal como estaba conectada con el mundo de su tiempo, siguiendo los patrones de las historias acerca de Cristo que él había escuchado y que habían empezado a liberar dentro de él un gran anhelo que fue expresado en esa visión.
El Cristianismo por mucho siglos sirvió como una estructura organizacional creativa y maravillosa, que expresaba la inmensa complejidad de la realidad del alma. A su manera, el Cristianismo se las arreglo para encausar algunos de los atributos menos generosos del hombre hacia fines que eran menos reprensibles que en el pasado. Los eventos maestros, de esta naturaleza en particular, proporcionaron una interpretación completamente nueva de los eventos históricos. Su intensidad, poder y aparente naturaleza impulsora, existen precisamente porque sus orígenes no son físicos, sino que son sacados de las fuentes mas profundas de la psique.
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