Las capas del tiempo son versiones de eventos maestros, en la medida en que ellos ocurren de tal manera que una “cara” del evento total puede aparecer en un tiempo, otra en otro tiempo, y así sucesivamente. Las capas del tiempo son entonces versiones de determinados eventos. Estas capas del tiempo existen siempre. Ellas pueden activarse por ciertas asociaciones hechas en nuestro presente y por esto atraen hacia nuestro tiempo presente algunos vistazos, tanto del futuro como del pasado. El llamado tiempo presente es engrosado por una realización psicológica, a niveles profundos de la psique, de que todos los eventos están interrelacionados y que las experiencias reencarnacionales de un determinado individuo proporcionan una rica fuente de experiencias de la que cada persona se nutre, al menos inconscientemente.
Tal conocimiento, generalmente inconsciente, es de gran beneficio para la especie misma, así que, a ciertos niveles, el conocimiento de la especie no está aprisionado de una vez dentro de una generación dada, sino que fluye o circula dentro del más amplio esquema reencarnacional total. Las probabilidades tienen mucho que ver aquí, por supuesto, y es más fácil para los eventos particulares encajar dentro de una secuencia del tiempo en lugar de otra.
No se trata de sentir que estamos destinados a experimentar ciertos eventos, ya que ese no es el caso. Habrá “ramas” de eventos de nuestras vidas que pueden aparecer como “capas” en otras existencias reencarnacionales nuestras. Hay ciertos puntos en donde tales eventos están más cercanos a nosotros que otros, en los que asociaciones mentales, en un determinado tiempo, nos pueden poner en correspondencia con otros eventos de similar naturaleza en una encarnación futura o pasada. Es más realista decir que esos eventos similares son mas bien versiones del tiempo de un evento mayor. Como regla general, experimentamos solamente una versión del tiempo en una determinada acción. Es más fácil darnos cuenta de que un cumpleaños, o un aniversario, un símbolo o un objeto en particular, puede servir como una conexión asociativa, despertando dentro de nosotros recuerdos, o asuntos, o acciones, que pudieron haber ocurrido en otros tiempos bajo circunstancias similares.
En realidad, este tipo de comportamiento psicológico representa la columna vertebral de la organización social, en lo que se refiere a la especie, y son los recuerdos de relaciones reencarnacionales futuras y pasadas, ocultos pero ciertos, los que aglutinan la organización social, desde las pequeñas tribus, hasta los grandes gobiernos.
Hasta cierto punto, cada uno de nosotros ha estado o estará relacionado, el uno con el otro. En ese sentido, todos los eventos del tiempo van codo a codo. En cada momento de nuestras vidas estaremos codeándonos con un evento futuro o pasado.
En la cultura que conocemos, esta información permanece oculta para nosotros. Nuestros principales sistemas de creencias nos llevan a sentir que nuestra vida presente es singular, que no tiene el soporte del conocimiento de una experiencia anterior con la existencia y que está destinada a ser cortada, o terminada, sin futuro. En lugar de esto, llevamos siempre el conocimiento interior de innumerables futuros disponibles. Nuestra vida emocional, a ciertos niveles, es enriquecida por la realización inconsciente de que quienes nos aman, desde el pasado o desde el futuro, están conectados con nosotros por lazos especiales que contribuyen a nuestra herencia emocional y nos dan apoyo.
Como lo han supuesto muchas personas, especialmente en la ficción, las relaciones amorosas en realidad sobreviven el tiempo y nos colocan en una correspondencia especial. Aun si tuviéramos conocimiento de las existencias reencarnacionales, nuestro actual comportamiento psicológico no estaría amenazado, sino que mantendría su prominencia, ya que solo dentro de ciertas intersecciones del espacio y el tiempo pueden ocurrir las acciones físicas. La mayor o menor aceptación general de la teoría de la reencarnación alteraría automáticamente la aceptación de nuestro sistema social, contribuiría a enriquecer la experiencia y aportaría un sentimiento refrescante del futuro, ya que sentiríamos que nuestras vidas no son un callejón sin salida.
Las capas del tiempo nos presentan un esquema en el que tenemos libre albedrío y, sin embargo, cada evento que escogemos tendrá su propia versión del tiempo. Esas versiones del tiempo pueden ser totalmente diferentes la una de las otras, y mientras ciertamente iniciamos nuestra propia versión del tiempo, en términos de comprensión usual, no existe un lugar o un tiempo verdadero en el que se pueda decir que esa versión realmente se originó.
Estas versiones del tiempo sugieren una ocurrencia en el tiempo, por supuesto, y aun el evento puede dejar solo una huella fantasmal, por así decirlo, siendo difícilmente manifiesta, mientras en otra vida la versión del tiempo puede ser de una prominencia considerable y cuando en nuestra propia experiencia representa apenas un incidente trivial de una tarde ordinaria.
El núcleo interior de los eventos se mantiene unido precisamente por este tipo de actividad. Se nos ha dado una fuente infinita de eventos probables provenientes del pasado y del futuro, con los cuales formamos los eventos de nuestras vidas y de la sociedad. Es preciso recordar aquí que todo el tiempo existe simultáneamente.
Tal conocimiento, generalmente inconsciente, es de gran beneficio para la especie misma, así que, a ciertos niveles, el conocimiento de la especie no está aprisionado de una vez dentro de una generación dada, sino que fluye o circula dentro del más amplio esquema reencarnacional total. Las probabilidades tienen mucho que ver aquí, por supuesto, y es más fácil para los eventos particulares encajar dentro de una secuencia del tiempo en lugar de otra.
No se trata de sentir que estamos destinados a experimentar ciertos eventos, ya que ese no es el caso. Habrá “ramas” de eventos de nuestras vidas que pueden aparecer como “capas” en otras existencias reencarnacionales nuestras. Hay ciertos puntos en donde tales eventos están más cercanos a nosotros que otros, en los que asociaciones mentales, en un determinado tiempo, nos pueden poner en correspondencia con otros eventos de similar naturaleza en una encarnación futura o pasada. Es más realista decir que esos eventos similares son mas bien versiones del tiempo de un evento mayor. Como regla general, experimentamos solamente una versión del tiempo en una determinada acción. Es más fácil darnos cuenta de que un cumpleaños, o un aniversario, un símbolo o un objeto en particular, puede servir como una conexión asociativa, despertando dentro de nosotros recuerdos, o asuntos, o acciones, que pudieron haber ocurrido en otros tiempos bajo circunstancias similares.
En realidad, este tipo de comportamiento psicológico representa la columna vertebral de la organización social, en lo que se refiere a la especie, y son los recuerdos de relaciones reencarnacionales futuras y pasadas, ocultos pero ciertos, los que aglutinan la organización social, desde las pequeñas tribus, hasta los grandes gobiernos.
Hasta cierto punto, cada uno de nosotros ha estado o estará relacionado, el uno con el otro. En ese sentido, todos los eventos del tiempo van codo a codo. En cada momento de nuestras vidas estaremos codeándonos con un evento futuro o pasado.
En la cultura que conocemos, esta información permanece oculta para nosotros. Nuestros principales sistemas de creencias nos llevan a sentir que nuestra vida presente es singular, que no tiene el soporte del conocimiento de una experiencia anterior con la existencia y que está destinada a ser cortada, o terminada, sin futuro. En lugar de esto, llevamos siempre el conocimiento interior de innumerables futuros disponibles. Nuestra vida emocional, a ciertos niveles, es enriquecida por la realización inconsciente de que quienes nos aman, desde el pasado o desde el futuro, están conectados con nosotros por lazos especiales que contribuyen a nuestra herencia emocional y nos dan apoyo.
Como lo han supuesto muchas personas, especialmente en la ficción, las relaciones amorosas en realidad sobreviven el tiempo y nos colocan en una correspondencia especial. Aun si tuviéramos conocimiento de las existencias reencarnacionales, nuestro actual comportamiento psicológico no estaría amenazado, sino que mantendría su prominencia, ya que solo dentro de ciertas intersecciones del espacio y el tiempo pueden ocurrir las acciones físicas. La mayor o menor aceptación general de la teoría de la reencarnación alteraría automáticamente la aceptación de nuestro sistema social, contribuiría a enriquecer la experiencia y aportaría un sentimiento refrescante del futuro, ya que sentiríamos que nuestras vidas no son un callejón sin salida.
Las capas del tiempo nos presentan un esquema en el que tenemos libre albedrío y, sin embargo, cada evento que escogemos tendrá su propia versión del tiempo. Esas versiones del tiempo pueden ser totalmente diferentes la una de las otras, y mientras ciertamente iniciamos nuestra propia versión del tiempo, en términos de comprensión usual, no existe un lugar o un tiempo verdadero en el que se pueda decir que esa versión realmente se originó.
Estas versiones del tiempo sugieren una ocurrencia en el tiempo, por supuesto, y aun el evento puede dejar solo una huella fantasmal, por así decirlo, siendo difícilmente manifiesta, mientras en otra vida la versión del tiempo puede ser de una prominencia considerable y cuando en nuestra propia experiencia representa apenas un incidente trivial de una tarde ordinaria.
El núcleo interior de los eventos se mantiene unido precisamente por este tipo de actividad. Se nos ha dado una fuente infinita de eventos probables provenientes del pasado y del futuro, con los cuales formamos los eventos de nuestras vidas y de la sociedad. Es preciso recordar aquí que todo el tiempo existe simultáneamente.
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