En cierta forma, los sueños permiten una mezcla curiosa de procesos de aprendizaje y al mismo tiempo sirven para introducir desarrollos sorprendentes. Esto es, los sueños promueven la conservación del conocimiento y son una ayuda en el desarrollo de destrezas. Mantienen información disponible tejiéndola a través de las otras estructuras de nuestra experiencia.
Al mismo tiempo, los sueños tienen sus cualidades asombrosas, promoviendo la inserción de desarrollos inesperados, caso en el cual parecen tener que ver con la ruptura de los principios de conservación. En esta forma, ellos también reflejan nuestro comportamiento más externo, conservando lo que ya conocemos e introduciendo nuevos patrones, nuevas ordenes espontáneas, que a veces parecen ir en contra de los eventos de conservación. Ellos refuerzan el pasado, por ejemplo, cuando soñamos situaciones pasadas. También parecen socavar la integridad del pasado, cuando nos lo muestran en una luz que no es familiar, mezclándolo con matices del pasado y del futuro.
Muchas personas quisieran que hubiera muchos más métodos que nos ayudaran a estudiar los sueños y su naturaleza. De esta manera, los sueños también sugieren un orden espontáneo de la naturaleza a través de los siglos, que nos permite observar la especie en una luz más real. Para el caso, nuestras vidas dependen de las curiosas relaciones involucradas. No nos las arreglaríamos por un solo día si los principios de conservación y lo inesperado no existieran exactamente como lo hacen. Hay tanto que debemos aprender y recordar en la vida y tanto que debemos olvidar espontáneamente, que de otra manera la acción misma seria relativamente insignificante.
Ejecutamos muchas más acciones en el día de las que recordamos. No sabemos cuantas veces levantamos los brazos, pronunciamos una frase, pensamos un pensamiento. Con el tipo de conciencia que poseemos, un exceso de confianza en los principios de conservación podría concluir en una reducción de los procesos de la vida.
En la vida privada y en los llamados términos evolutivos, sin embargo, la vida necesita la intromisión de eventos sorpresivos, acciones imprevistas, saltos de comprensión o comportamiento, que no podrían provenir solamente de la acumulación de conocimiento, o de la simple conservación de energía, sino que parecen sugerir nuevos desarrollos totalmente diferentes.
Los sueños sirven a menudo como estructuras en las cuales aparecen súbitamente notables comprensiones íntimas, que posteriormente le permiten al hombre visualizar el mundo de una manera que antes no era predecible. Las actividades del mundo siempre incluyen la introducción de eventos sorpresivos. Esto es cierto en todos los niveles de la naturaleza, desde lo microscópico hasta lo microscópico. Como lo hemos expresado anteriormente, todos los sistemas son abiertos. Las teorías, tanto de los evolucionistas como de los creacionistas, sugieren y refuerzan poderosamente las creencias en la naturaleza consecutiva del tiempo y en un universo que se inicio de tal y tal manera, continuando con tal y tal final. Sin embargo, hay eventos horizontales que aparecen en la verdadera actividad de la naturaleza y hay puntos de entrada y puntos de salida horizontales en toda experiencia. Estos permiten la introducción de nueva energía no oficial y nuevos eventos sorpresivos.
Es sumamente difícil comprender estas actividades. Ellas pueden afectar, y en realidad afectan, el surgimiento y la caída de civilizaciones. Estamos acostumbrados a leer la naturaleza de una manera particular y a experimentar los eventos a niveles superficiales. Estamos equipados naturalmente para apreciar una combinación mucho más rica y, como lo hemos expresado, nosotros mismos estamos poseídos por la necesidad de explorar las ramificaciones subjetivas de nuestra existencia.
A medida que “los tiempos cambian”, nos cansamos de las viejas maneras. Aun nuestros sueños empiezan a alcanzar nuevas avenidas. Las relaciones entre el comportamiento natural conservador de la naturaleza y la necesidad de ella por la innovación son extendidas. Eventos notables empiezan a ocurrir cada vez más, tanto en la experiencia privada como en la colectiva, en el comportamiento físico y mental, en los eventos, en las estrellas y en el hombre.
Las personas quieren abandonar las viejas estructuras de creencias. Anhelan, a menudo sin reconocerlo, volver a tener el rememorado conocimiento de la niñez temprana, cuando parecía que por un tiempo experimentaban una dimensión de experiencia en la que lo inesperado se daba por sentado y cuando los “eventos mágicos” ocurrían bastante naturalmente. Empiezan a mirar la estructura de sus vidas de una manera diferente, que intenta evocar de la naturaleza y, de sus propias naturalezas, cierto gracioso abandono y cierta libertad ya casi olvidados. Empiezan a girar hacia una aproximación más natural y mágica de sus propias vidas. En esos tiempos, los elementos conservadores en la naturaleza y en la sociedad misma no parecían tan fuertes como antes. Los eventos sorpresivos que anteriormente estaban encubiertos o ignorados, parecían presentarse con mayor frecuencia y por todas partes un nuevo sentimiento de rapidez y aceleración alteraba gradualmente las expectativas de la gente en relación con los eventos de sus propias vidas y con el comportamiento que esperaban de otras personas. Estamos en tales tiempos ahora.
Las viejas y honorables explicaciones de pronto aparecen marchitas. Eventos notables e impredecibles parecen más posibles. El tipo de trabajo hecho en los sueños es cambiado en cierto grado. Los sueños se convierten en algo más activo, más intrusivo. El comportamiento predecible, aun de los elementos naturales, es más difícil de dar por sentado. El hombre empieza a sentir más y más en tales tiempos las inmensas dimensiones de comportamiento en las que reside esa apariencia de conservación.
Hay cambios considerables que ocurren bajo tales condiciones en la experiencia subjetiva del hombre. Los sentimientos del hombre sobre si mismo también cambian y poco a poco crece su confianza en lo impredecible. Esta más dispuesto a comprometerse con ello. La especie inicia su propia clase de migración psíquica. Empieza a sentir dentro de sí misma nuevas fronteras y posibilidades para la acción. Empieza a anhelar la exploración de tierras mentales y envía al exterior porciones de sí misma como mensajeros. Los mediums y psíquicos son esa clase de mensajeros.
Al mismo tiempo, los sueños tienen sus cualidades asombrosas, promoviendo la inserción de desarrollos inesperados, caso en el cual parecen tener que ver con la ruptura de los principios de conservación. En esta forma, ellos también reflejan nuestro comportamiento más externo, conservando lo que ya conocemos e introduciendo nuevos patrones, nuevas ordenes espontáneas, que a veces parecen ir en contra de los eventos de conservación. Ellos refuerzan el pasado, por ejemplo, cuando soñamos situaciones pasadas. También parecen socavar la integridad del pasado, cuando nos lo muestran en una luz que no es familiar, mezclándolo con matices del pasado y del futuro.
Muchas personas quisieran que hubiera muchos más métodos que nos ayudaran a estudiar los sueños y su naturaleza. De esta manera, los sueños también sugieren un orden espontáneo de la naturaleza a través de los siglos, que nos permite observar la especie en una luz más real. Para el caso, nuestras vidas dependen de las curiosas relaciones involucradas. No nos las arreglaríamos por un solo día si los principios de conservación y lo inesperado no existieran exactamente como lo hacen. Hay tanto que debemos aprender y recordar en la vida y tanto que debemos olvidar espontáneamente, que de otra manera la acción misma seria relativamente insignificante.
Ejecutamos muchas más acciones en el día de las que recordamos. No sabemos cuantas veces levantamos los brazos, pronunciamos una frase, pensamos un pensamiento. Con el tipo de conciencia que poseemos, un exceso de confianza en los principios de conservación podría concluir en una reducción de los procesos de la vida.
En la vida privada y en los llamados términos evolutivos, sin embargo, la vida necesita la intromisión de eventos sorpresivos, acciones imprevistas, saltos de comprensión o comportamiento, que no podrían provenir solamente de la acumulación de conocimiento, o de la simple conservación de energía, sino que parecen sugerir nuevos desarrollos totalmente diferentes.
Los sueños sirven a menudo como estructuras en las cuales aparecen súbitamente notables comprensiones íntimas, que posteriormente le permiten al hombre visualizar el mundo de una manera que antes no era predecible. Las actividades del mundo siempre incluyen la introducción de eventos sorpresivos. Esto es cierto en todos los niveles de la naturaleza, desde lo microscópico hasta lo microscópico. Como lo hemos expresado anteriormente, todos los sistemas son abiertos. Las teorías, tanto de los evolucionistas como de los creacionistas, sugieren y refuerzan poderosamente las creencias en la naturaleza consecutiva del tiempo y en un universo que se inicio de tal y tal manera, continuando con tal y tal final. Sin embargo, hay eventos horizontales que aparecen en la verdadera actividad de la naturaleza y hay puntos de entrada y puntos de salida horizontales en toda experiencia. Estos permiten la introducción de nueva energía no oficial y nuevos eventos sorpresivos.
Es sumamente difícil comprender estas actividades. Ellas pueden afectar, y en realidad afectan, el surgimiento y la caída de civilizaciones. Estamos acostumbrados a leer la naturaleza de una manera particular y a experimentar los eventos a niveles superficiales. Estamos equipados naturalmente para apreciar una combinación mucho más rica y, como lo hemos expresado, nosotros mismos estamos poseídos por la necesidad de explorar las ramificaciones subjetivas de nuestra existencia.
A medida que “los tiempos cambian”, nos cansamos de las viejas maneras. Aun nuestros sueños empiezan a alcanzar nuevas avenidas. Las relaciones entre el comportamiento natural conservador de la naturaleza y la necesidad de ella por la innovación son extendidas. Eventos notables empiezan a ocurrir cada vez más, tanto en la experiencia privada como en la colectiva, en el comportamiento físico y mental, en los eventos, en las estrellas y en el hombre.
Las personas quieren abandonar las viejas estructuras de creencias. Anhelan, a menudo sin reconocerlo, volver a tener el rememorado conocimiento de la niñez temprana, cuando parecía que por un tiempo experimentaban una dimensión de experiencia en la que lo inesperado se daba por sentado y cuando los “eventos mágicos” ocurrían bastante naturalmente. Empiezan a mirar la estructura de sus vidas de una manera diferente, que intenta evocar de la naturaleza y, de sus propias naturalezas, cierto gracioso abandono y cierta libertad ya casi olvidados. Empiezan a girar hacia una aproximación más natural y mágica de sus propias vidas. En esos tiempos, los elementos conservadores en la naturaleza y en la sociedad misma no parecían tan fuertes como antes. Los eventos sorpresivos que anteriormente estaban encubiertos o ignorados, parecían presentarse con mayor frecuencia y por todas partes un nuevo sentimiento de rapidez y aceleración alteraba gradualmente las expectativas de la gente en relación con los eventos de sus propias vidas y con el comportamiento que esperaban de otras personas. Estamos en tales tiempos ahora.
Las viejas y honorables explicaciones de pronto aparecen marchitas. Eventos notables e impredecibles parecen más posibles. El tipo de trabajo hecho en los sueños es cambiado en cierto grado. Los sueños se convierten en algo más activo, más intrusivo. El comportamiento predecible, aun de los elementos naturales, es más difícil de dar por sentado. El hombre empieza a sentir más y más en tales tiempos las inmensas dimensiones de comportamiento en las que reside esa apariencia de conservación.
Hay cambios considerables que ocurren bajo tales condiciones en la experiencia subjetiva del hombre. Los sentimientos del hombre sobre si mismo también cambian y poco a poco crece su confianza en lo impredecible. Esta más dispuesto a comprometerse con ello. La especie inicia su propia clase de migración psíquica. Empieza a sentir dentro de sí misma nuevas fronteras y posibilidades para la acción. Empieza a anhelar la exploración de tierras mentales y envía al exterior porciones de sí misma como mensajeros. Los mediums y psíquicos son esa clase de mensajeros.
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