Los sueños ocurren en tantos niveles de realidad que es casi imposible describir su verdadero alcance. En primer lugar, ese alcance incluye niveles que desconocemos conscientemente. Los sueños sirven como sistemas de apoyo en las comunicaciones importantes entre distintos pueblos y naciones. Cuando la comunicación física entre estos grupos se interrumpe, los sueños proporcionan la continuidad en el flujo de información de una parte de la especie a la otra.
Existen sueños de variada importancia, algunos de ellos activados genéticamente, que sirven como chispas para iniciar patrones de comportamiento especiales, sueños que, literalmente, abarcan siglos en ese sentido, enrollados en forma latente en los mismos cromosomas. Ningún nivel de conciencia deja de tener algún tipo de participación en los estados del sueño. En este aspecto, aun los electrones sueñan. El estado del sueño tiene que ver con todos los eventos y realidades, tanto microscópicas como microscópicas, y no es simplemente una característica humana que aparece dentro de nuestro propio rango, o dentro de nuestra propia especie, si no que es una área de experiencia subjetiva que prevalece por todas partes dentro del universo.
Como lo hemos mencionado anteriormente, los animales sueñan, lo mismo que las plantas, los insectos y todas las formas de vida. Todas las construcciones moleculares exhiben cierto tipo de actividad introspectiva, como si el funcionamiento interno de algún computador gigante estuviera íntimamente en contacto, no solo con su propia programación y las probabilidades conectadas con él, sino con una profunda comprensión psicológica de las actividades del electrón y de las diversas partículas visibles e invisibles que forman su propia construcción física.
Estamos sujetos a tener muchas formaciones mayores de sueños que solo pueden llamarse sueños de grupo, eventos subjetivos en los cuales ocurren nuestros propios sueños y en los cuales nuestros sueños participan. Esperamos que todos los elementos del mundo físico, por más diversos que sean, se ajusten conjuntamente para formar cierta clase de permanencia y orden. No seria sorpresa que esta misma clase de “ajuste conjunto” incluya también la vida subjetiva, o que nuestros sueños personales sean también fragmentos en la inmensa realidad del sueño. Ellos son tan importantes en el funcionamiento de esa realidad, como lo son los electrones en nuestra realidad física, proporcionando sendas internas para la acumulación de sabiduría y placer.
Existen ciertos tipos de sueños en los que las diversas especies se comunican y en los que las energías del entorno y sus habitantes se mezclan. Estos sueños incluyen un tipo de extensión horizontal psicológica, la transformación de un tipo de sueño en otro, la transferencia de información de un sistema a otro, en los que los símbolos mismos llegan a tener vida.
Podemos tener la esperanza de evocar algunos sentimientos dentro de nosotros que sean recordatorios de nuestro comportamiento real en esos niveles ocultos de actividad del sueño, que han permanecido siempre pertinentes en el desarrollo de todas las especies con sus entornos, manteniendo las intenciones y los propósitos de unos, vivos dentro de los otros.
Ningún conocimiento genético se va de la tierra, o desaparece. Es retenido en forma latente dentro de una especie de sistema de copia de seguridad, de tal manera que, en términos de probabilidades, cada especie lleva dentro de sus propios patrones genéticos los planos y las especializaciones de cada una de las otras secuencias genéticas.
Esas secuencias siguen la búsqueda del desarrollo y logro de valores tan suavemente que pueden ser reactivadas cuando las condiciones sean afortunadas, ya que aun los animales no están preocupados solo por la supervivencia simple, como tampoco las plantas, sino con lo que podemos llamar “cualidades emocionales”, cualidades que buscan una total apreciación y una extensión creativa de aquellas condiciones de la conciencia que marcan cada una de las especies como tal y, sin embargo, las une con todas las otras.
En cierta forma, nuestros sueños operan o aparecen como electrones en otras realidades. Es decir, cambian su forma, su fuerza o dirección subjetiva y se convierten en parte del funcionamiento mecánico del universo. Lo mismo aplica a nuestros pensamientos. Ellos no se desperdician después de que los hemos pensado, ni son descartados. Tampoco se extinguen, sino que continúan para atender otras funciones en el universo, distintas de las que reconocemos actualmente.
Existen sueños de variada importancia, algunos de ellos activados genéticamente, que sirven como chispas para iniciar patrones de comportamiento especiales, sueños que, literalmente, abarcan siglos en ese sentido, enrollados en forma latente en los mismos cromosomas. Ningún nivel de conciencia deja de tener algún tipo de participación en los estados del sueño. En este aspecto, aun los electrones sueñan. El estado del sueño tiene que ver con todos los eventos y realidades, tanto microscópicas como microscópicas, y no es simplemente una característica humana que aparece dentro de nuestro propio rango, o dentro de nuestra propia especie, si no que es una área de experiencia subjetiva que prevalece por todas partes dentro del universo.
Como lo hemos mencionado anteriormente, los animales sueñan, lo mismo que las plantas, los insectos y todas las formas de vida. Todas las construcciones moleculares exhiben cierto tipo de actividad introspectiva, como si el funcionamiento interno de algún computador gigante estuviera íntimamente en contacto, no solo con su propia programación y las probabilidades conectadas con él, sino con una profunda comprensión psicológica de las actividades del electrón y de las diversas partículas visibles e invisibles que forman su propia construcción física.
Estamos sujetos a tener muchas formaciones mayores de sueños que solo pueden llamarse sueños de grupo, eventos subjetivos en los cuales ocurren nuestros propios sueños y en los cuales nuestros sueños participan. Esperamos que todos los elementos del mundo físico, por más diversos que sean, se ajusten conjuntamente para formar cierta clase de permanencia y orden. No seria sorpresa que esta misma clase de “ajuste conjunto” incluya también la vida subjetiva, o que nuestros sueños personales sean también fragmentos en la inmensa realidad del sueño. Ellos son tan importantes en el funcionamiento de esa realidad, como lo son los electrones en nuestra realidad física, proporcionando sendas internas para la acumulación de sabiduría y placer.
Existen ciertos tipos de sueños en los que las diversas especies se comunican y en los que las energías del entorno y sus habitantes se mezclan. Estos sueños incluyen un tipo de extensión horizontal psicológica, la transformación de un tipo de sueño en otro, la transferencia de información de un sistema a otro, en los que los símbolos mismos llegan a tener vida.
Podemos tener la esperanza de evocar algunos sentimientos dentro de nosotros que sean recordatorios de nuestro comportamiento real en esos niveles ocultos de actividad del sueño, que han permanecido siempre pertinentes en el desarrollo de todas las especies con sus entornos, manteniendo las intenciones y los propósitos de unos, vivos dentro de los otros.
Ningún conocimiento genético se va de la tierra, o desaparece. Es retenido en forma latente dentro de una especie de sistema de copia de seguridad, de tal manera que, en términos de probabilidades, cada especie lleva dentro de sus propios patrones genéticos los planos y las especializaciones de cada una de las otras secuencias genéticas.
Esas secuencias siguen la búsqueda del desarrollo y logro de valores tan suavemente que pueden ser reactivadas cuando las condiciones sean afortunadas, ya que aun los animales no están preocupados solo por la supervivencia simple, como tampoco las plantas, sino con lo que podemos llamar “cualidades emocionales”, cualidades que buscan una total apreciación y una extensión creativa de aquellas condiciones de la conciencia que marcan cada una de las especies como tal y, sin embargo, las une con todas las otras.
En cierta forma, nuestros sueños operan o aparecen como electrones en otras realidades. Es decir, cambian su forma, su fuerza o dirección subjetiva y se convierten en parte del funcionamiento mecánico del universo. Lo mismo aplica a nuestros pensamientos. Ellos no se desperdician después de que los hemos pensado, ni son descartados. Tampoco se extinguen, sino que continúan para atender otras funciones en el universo, distintas de las que reconocemos actualmente.
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