En el estado del sueño algunas personas pueden recibir evidencias frescas de otra vida, en las que se ven formando parte de un entorno lleno de pertenencias preciosas y seres amados, con una cercanía tan viva que se impresionan, dándose cuenta que las dimensiones de la existencia pueden continuar, tan completamente y con tal detalle y profundidad, al mismo tiempo que con sus propias vidas presentes. Parecen tener la impresión de que pueden pasar de una existencia a la otra, de la misma manera como caminarían de un cuarto al otro, sabiendo que a ciertos niveles de la psique esto es imposible y, por supuesto, que a otros niveles de la psique esas puertas psicológicas están abiertas.
Algunas personas tienen una especial dificultad con “la teoría de la reencarnación” porque, tal como se describe generalmente, parece que la gente las utiliza para culparla como la fuente de sus infortunios corrientes, o como excusa para un comportamiento personal, cuya naturaleza no pueden entender de otra manera. La realidad de la reencarnación sirve para generar actividad a través de la estructura del tiempo, tal como lo entendemos, para unificar las especies, para reforzar las estructuras del conocimiento, para transmitir información y, lo más importante quizás, para reforzar las relaciones que involucran el amor, la hermandad y la cooperación entre generaciones de hombres y mujeres, que de otra manera estarían bastante separados y apartados.
Por medio de estas relaciones, por ejemplo, se puede decir que los hombres de las cavernas y la gente del siglo XXII están unidos, cuando en términos estrictos del tiempo, la especie parecería estar bastante desconectada de sus antiguas y futuras contrapartes.
Por medio de este comportamiento, los propósitos e intenciones generales para el desarrollo y logro de valores de la especie se mantienen enfocados, para plantar en cualquiera que sea el espacio y el tiempo los requerimientos necesarios. El libre albedrío aun opera en todas estas aventuras.
Mientras parece que nuestro mundo contiene más y más información todo el tiempo, nuestra rama particular de la ciencia es relativamente estrecha, en el sentido de que acepta como validas solo ciertas áreas especificas de especulación. Las áreas que están por fuera de sus límites, se convierten en tabú, de tal manera que el reino de lo desconocido ya no es más el universo material, o los misterios del espacio, sino el universo interior y los misterios de la mente, en la medida en que se experimentan, o se sospecha que existen, por fuera de esas áreas oficiales. En ese grado, lo desconocido es más temido por la ciencia de lo que jamás lo fue por la religión.
La Religión se ha limitado con su propia interpretación del bien y el mal, pero no negó la existencia de otras versiones de conciencia, u otros tipos de actividad y vida psicológica. La reencarnación sugiere la extensión de una existencia personal más allá de un periodo del tiempo, independientemente de la forma corporal. Sugiere la traducción o trasmisión de inteligencia por medio de estructuras no físicas. La reencarnación implica un comportamiento psicológico, la memoria y el deseo como acción con propósito, sin la sustancia de algún mecanismo físico, afirmación que la ciencia en su estado actual de desarrollo no puede aceptar y para la cual no puede encontrar evidencias, ya que sus métodos, automáticamente, precluyen el tipo de experiencia que tales evidencias requieren.
La gente puede llegar a asustarse con cualquier tipo de experiencia de naturaleza personal que implique vida reencarnacional, ya que se va a encontrar con el tabú de la ciencia, o con las explicaciones distorsionadas de algunas religiones y cultos. La gente se protege de muchos impulsos bastante naturales, que por su propia cuenta podrían darle experiencias con sus propias existencias reencarnacionales. Por esta razón, se niegan el confort psicológico en épocas de estrés, que de otra manera recibirían.
Lo anterior no quiere decir que deban llegar a nuestra mente imágenes muy claras de otras existencias, sino que, de una u otra forma, recibiríamos apoyo, o un cambio en el estado de ánimo, cuando aquellos seres amados en otras vidas, de alguna manera, sienten nuestra necesidad y nos responden.
La naturaleza total de los eventos existe de una manera diferente a la que hemos supuesto. Solo unos pocos de ellos se presentan en la realidad que reconocemos, cuando en el trasfondo todos están conectados a una inmensa actividad psicológica.
Algunas personas tienen una especial dificultad con “la teoría de la reencarnación” porque, tal como se describe generalmente, parece que la gente las utiliza para culparla como la fuente de sus infortunios corrientes, o como excusa para un comportamiento personal, cuya naturaleza no pueden entender de otra manera. La realidad de la reencarnación sirve para generar actividad a través de la estructura del tiempo, tal como lo entendemos, para unificar las especies, para reforzar las estructuras del conocimiento, para transmitir información y, lo más importante quizás, para reforzar las relaciones que involucran el amor, la hermandad y la cooperación entre generaciones de hombres y mujeres, que de otra manera estarían bastante separados y apartados.
Por medio de estas relaciones, por ejemplo, se puede decir que los hombres de las cavernas y la gente del siglo XXII están unidos, cuando en términos estrictos del tiempo, la especie parecería estar bastante desconectada de sus antiguas y futuras contrapartes.
Por medio de este comportamiento, los propósitos e intenciones generales para el desarrollo y logro de valores de la especie se mantienen enfocados, para plantar en cualquiera que sea el espacio y el tiempo los requerimientos necesarios. El libre albedrío aun opera en todas estas aventuras.
Mientras parece que nuestro mundo contiene más y más información todo el tiempo, nuestra rama particular de la ciencia es relativamente estrecha, en el sentido de que acepta como validas solo ciertas áreas especificas de especulación. Las áreas que están por fuera de sus límites, se convierten en tabú, de tal manera que el reino de lo desconocido ya no es más el universo material, o los misterios del espacio, sino el universo interior y los misterios de la mente, en la medida en que se experimentan, o se sospecha que existen, por fuera de esas áreas oficiales. En ese grado, lo desconocido es más temido por la ciencia de lo que jamás lo fue por la religión.
La Religión se ha limitado con su propia interpretación del bien y el mal, pero no negó la existencia de otras versiones de conciencia, u otros tipos de actividad y vida psicológica. La reencarnación sugiere la extensión de una existencia personal más allá de un periodo del tiempo, independientemente de la forma corporal. Sugiere la traducción o trasmisión de inteligencia por medio de estructuras no físicas. La reencarnación implica un comportamiento psicológico, la memoria y el deseo como acción con propósito, sin la sustancia de algún mecanismo físico, afirmación que la ciencia en su estado actual de desarrollo no puede aceptar y para la cual no puede encontrar evidencias, ya que sus métodos, automáticamente, precluyen el tipo de experiencia que tales evidencias requieren.
La gente puede llegar a asustarse con cualquier tipo de experiencia de naturaleza personal que implique vida reencarnacional, ya que se va a encontrar con el tabú de la ciencia, o con las explicaciones distorsionadas de algunas religiones y cultos. La gente se protege de muchos impulsos bastante naturales, que por su propia cuenta podrían darle experiencias con sus propias existencias reencarnacionales. Por esta razón, se niegan el confort psicológico en épocas de estrés, que de otra manera recibirían.
Lo anterior no quiere decir que deban llegar a nuestra mente imágenes muy claras de otras existencias, sino que, de una u otra forma, recibiríamos apoyo, o un cambio en el estado de ánimo, cuando aquellos seres amados en otras vidas, de alguna manera, sienten nuestra necesidad y nos responden.
La naturaleza total de los eventos existe de una manera diferente a la que hemos supuesto. Solo unos pocos de ellos se presentan en la realidad que reconocemos, cuando en el trasfondo todos están conectados a una inmensa actividad psicológica.
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