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viernes, 28 de septiembre de 2007

La Mecánica de la Experiencia II

La religión organizada ha cometido muchos errores importantes, pero por siglos el Cristianismo proveyó un contexto aceptado por una gran parte del mundo conocido, en el cual la experiencia podía ser juzgada en relación con “reglas” muy definidas, experiencia a la que se le permitía una rica expresión, siempre y cuando se mantuviera dentro de los límites establecidos por el dogma religioso.
Si el hombre era un pecador, aún habría una manera de redimirlo y la inmortalidad del alma continuó sin ser cuestionada. Se establecieron reglas para casi todos los tipos de encuentros sociales y experiencias religiosas. Se establecieron ceremonias, aceptadas por casi todos, para la muerte, el nacimiento y los estados intermedios importantes. La Iglesia era la autoridad y el individuo vivía su propia vida estructurando automáticamente su experiencia personal para acomodarla a las normas aceptadas.
Dentro de esos límites, cierto tipo de experiencias florecieron y otros no. En nuestra sociedad actual no existe este tipo de autoridad total. El individuo debe labrarse su propio camino a través de una estructura de sistemas de valores diferentes, tomando decisiones impensables en otras épocas, cuando el hijo continuaba, automáticamente, el oficio de su padre, o cuando los matrimonios se efectuaban principalmente por razones económicas. Nuestra experiencia actual es bastante diferente a la de nuestros ancestros que vivieron en el mundo de la edad media.
A pesar de sus muchos errores, el Cristianismo proclamaba el significado final de la vida de cada persona. No existía la más mínima duda de que la vida tenía un significado, así estuviéramos de acuerdo o no con el significado particular que se le asignaba.
En esos tiempos, los sueños de los hombres también eran diferentes, estaban mucho más llenos de imágenes metafísicas, eran más vivas, con santos y demonios. Existía una estructura de creencias con la cual se juzgaban todas las experiencias. Ahora tenemos muchas más decisiones para tomar, y en un mundo de creencias en conflicto, que nos llegan a través de la prensa y la televisión, debemos tratar de encontrar el significado de nuestra vida, o el significado de la vida.
Podemos pensar en términos de experimentos, o ensayar distintas cosas. Podemos ir de una religión a otra, o de la religión a la ciencia, o viceversa. Esto es cierto ahora, pero era imposible para la masa de gente en tiempos medievales. El mejoramiento de los métodos de comunicación significa que estamos rodeados de una variedad de teorías, culturas, cultos y escuelas. Esto significa que en algunas áreas importantes la mecánica de la experiencia se está volviendo más aparente en la actualidad, pues ya no estará oculta bajo un sistema de creencias.
Nuestras opciones subjetivas son mucho mayores, lo que indica la necesidad de colocar la experiencia subjetiva en términos significativos. Si creemos que en realidad nosotros mismos formamos nuestra propia realidad, instantáneamente nos enfrentaremos a un nuevo grupo de preguntas. Si realmente construimos nuestra propia experiencia, individual y masiva, por qué nos parece tan negativa?. Creamos nuestra propia realidad, o ella es creada para nosotros? El universo es un accidente, o no lo es?
En la edad media la religión organizada, el Cristianismo organizado, le presentaba a cada individuo una pantalla de creencias a través de la cual el ser personal era percibido. Las partes del ser que no se podían percibir a través de esa pantalla eran casi invisibles para cada persona. Los problemas eran enviados por Dios como castigo o advertencia. La mecánica de la experiencia estaba oculta detrás de esa pantalla.
Las creencias de Darwin y Freud se juntaron para darnos una pantalla diferente. La experiencia es aceptada y percibida solo cuando es cernida a través de esa pantalla. Si el Cristianismo veía al hombre como un ser manchado por el pecado original, Darwin y Freud lo vieron como parte de una especie defectuosa, en la cual cada vida individual se apoya precariamente y está a la disposición de las necesidades de la especie, con la supervivencia como meta primordial. Supervivencia sin sentido, por supuesto.
La grandeza de la psique es ignorada, el sentido de pertenencia del individuo es erosionado, ya que es a expensas de la naturaleza que debe sobrevivir, según parece. Los más grandes sueños y los peores miedos son el resultado de un balance glandular defectuoso, o de una neurosis proveniente de un trauma de la niñez.
Aún en medio de estas creencias, cada individuo busca encontrar un contexto en el cual su vida tenga sentido, tenga un propósito que lo mueva a la acción, un drama en el que las acciones privadas tendrán significación.
Existen valores intelectuales y valores emocionales y, algunas veces, hay necesidades de naturaleza emocional que deben afrontarse a pesar de juicios intelectuales. La Iglesia proveía un drama cósmico en el que la vida del pecador tenía valor, aunque fuera solamente para demostrar la compasión de Dios. En nuestra sociedad, el entorno psíquico conduce a menudo a la rebelión: La gente busca la manera de traer sentido y drama a sus vidas, aunque intelectualmente se niegan a hacer la conexión.
Cuando Dios salió por la ventana para las grandes masas de personas, el destino tomó su lugar y la voluntad se erosionó. Una persona no podía sentirse orgullosa de sus logros personales, ni ser culpada por sus fracasos, puesto que en gran medida sus características, potenciales y faltas se veían como el resultado del azar, la herencia, o de mecanismos inconscientes sobre los cuales parecía no tener control. El diablo se volvió subterráneo, en términos figurativos, ya que sus cualidades malvadas y características torcidas se le asignaron al inconsciente. El hombre creía haber sido programado por la herencia y el medio ambiente y que nunca estaría consciente de sus verdaderas motivaciones. Se vio a sí mismo como parte de un universo mecanicista, desprovisto de propósito y sin intenciones, un universo al que no le importaba el individuo sino la especie, un mundo extraño, realmente.
En muchos aspectos fue un mundo nuevo, ya que fue el primero en el que grandes partes de la humanidad creyeron haber sido aisladas de la naturaleza y de Dios y en el cual no se reconoció la grandeza como una característica del alma. Para mucha gente la idea del alma se tornó anticuada y embarazosa.
La psique – psique y alma son sinónimos – se expresa a través de la acción, pero lleva tras ella el impulso del cual surge la vida. Busca la realización del individuo y automáticamente intenta producir un clima social, una civilización que sea productiva y creativa. Proyecta sus deseos hacia el mundo físico, buscando por medio de la experiencia privada y el contacto social realizar sus potenciales de tal manera que los potenciales de otras personas también son alentados. Busca realizar sus sueños y cuando estos no encuentran respuesta en la vida social, de todas maneras convierte su expresión personal en un tipo de religión privada propia.
La Religión es una actividad por medio de la cual el hombre intenta ver el significado de su vida. Es una construcción basada en un profundo conocimiento psíquico. No importa el nombre que tenga, la religión representa la conexión del hombre con su universo.

La Mecánica de la Experiencia

Nuestro mundo y todo lo que existe en él, existe primero en la imaginación. Se nos ha enseñado a enfocar toda nuestra atención sobre los eventos físicos, de tal manera que ellos son los portadores de la autenticidad de la realidad. Los pensamientos, los sentimientos, las creencias, parecen ser secundarios, subjetivos, o de algún modo irreales, y parecen surgir en respuesta a un campo ya establecido de información física.
Generalmente pensamos que nuestros sentimientos acerca de un evento dado son, primordialmente, reacciones al evento mismo. Nunca se nos ocurre que los sentimientos mismos pueden ser primarios y que ese evento en particular fue, de alguna manera, una respuesta a nuestras emociones.
Imaginemos por un momento que el mundo subjetivo de nuestros pensamientos, sentimientos, imágenes y fantasías íntimas, representan la fuente de la cual surgen los eventos físicos. Para cambiar, miremos el mundo de adentro hacia afuera. Imaginemos que la experiencia física, de alguna manera, es la materialización de nuestra propia realidad subjetiva. Olvidemos por un momento todo lo que hemos aprendido sobre reacciones y estímulos. Ignoremos todo lo que hemos creído y veamos nuestros pensamientos como los eventos reales. Tratemos de ver las ocurrencias físicas normales como las reacciones físicas concretas, en el espacio y el tiempo, a nuestros propios pensamientos y creencias. En realidad, nuestro mundo subjetivo causa nuestra experiencia física.
Hemos utilizado en el título la palabra “mecánica” porque ella sugiere un suave funcionamiento tecnológico. Aunque el mundo no es una máquina, su funcionamiento interno es de tal naturaleza que ninguna tecnología lo podrá copiar nunca. Esto involucra una mecánica natural, en la que las dimensiones internas de la conciencia surgen para formar una existencia materializada, cohesiva y física. Nuestra interpretación de la identidad nos enseña a enfocar el entendimiento de tal manera que no podemos seguir los hilos de la conciencia que nos conectan con todas las partes de la naturaleza. En cierta forma, el mundo es como una planta exótica y multidimensional que crece en el espacio y el tiempo. Una planta de variedad increíble, siempre cambiante, en la que cada raíz, hoja, tallo, o flor, tiene su propia participación y está conectada con el todo.
Algunas personas pueden aceptar intelectualmente que nosotros mismos formamos nuestra propia realidad, pero encuentran difícil aceptarlo emocionalmente en ciertas áreas. Nos hemos hipnotizado con la creencia de que los sentimientos surgen como respuesta a los eventos. Sin embargo, son los sentimientos los que causan los eventos que percibimos y, por supuesto, reaccionamos a esos eventos.
Se nos ha enseñado que los sentimientos deben estar ligados, necesariamente, a sucesos físicos específicos. Podemos estar tristes porque un pariente ha muerto, por ejemplo, o porque hemos perdido un empleo, o porque hemos sido rechazados por nuestra pareja, o por cualquier número de razones. Se nos ha dicho que nuestros sentimientos deben ser la respuesta a los eventos que están sucediendo, o que han sucedido. Con frecuencia, nuestros sentimientos “suceden antes de tiempo”, ya que esos sentimientos son las realidades iniciales de las cuales fluyeron los eventos.
Un pariente puede estar listo para morir, aunque las señales externas no se han dado. Los sentimientos del pariente bien podrían estar mezclados, conteniendo partes de alivio y partes de tristeza, que podremos percibir, pero los eventos primarios son los subjetivos.
En nuestra época, puede parecer un truco psicológico el darnos cuenta de que en realidad nosotros mismos formamos nuestra experiencia y nuestro mundo, simplemente porque nuestros hábitos de percepción inclinan el peso de la evidencia en el otro sentido. Esta realización es como la que le llega de vez en cuando a muchas personas en el estado del sueño, cuando súbitamente se “despiertan” en medio del sueño y se dan cuenta, en primer lugar, que están durmiendo y, en segundo lugar, que ellas mismas están creando las experiencias del drama.
Comprender que creamos nuestra propia realidad, requiere el mismo tipo de “despertar” en el estado normal de vigilia, al menos para muchas personas, ya que esta destreza la tienen acentuada unas personas más que otras. El darnos cuenta de esto cambia las reglas del juego en un grado considerable, en lo que nos concierne a nosotros.
Mientras creamos que los eventos buenos y los eventos malos son ordenados por Dios como premio o castigo por nuestras acciones, o mientras creamos, por otra parte, que los eventos no tienen ningún significado, que son caóticos, o que son nudos subjetivos en la telaraña enredada del mundo accidental de Darwin, no vamos a poder comprender conscientemente nuestra propia creatividad, ni vamos a jugar el papel que nos corresponde en el universo como individuos y como especie. Viviremos en un mundo en el que los eventos nos suceden, un mundo en el que debemos sacrificarnos a los dioses, de uno u otro tipo, o nos veremos como víctimas de un mundo al que no le importamos.
Mientras preservamos la integridad de los eventos físicos, tal como los entendemos, cada uno de nosotros debe alterar el enfoque de su atención, en cierto grado, de tal manera que empecemos a percibir las conexiones que existen entre nuestra realidad subjetiva, en cierto momento, y los eventos que percibimos en ese momento. Nosotros mismos somos los iniciadores de esos eventos.
Este reconocimiento involucra una nueva actuación de nuestra propia conciencia. Es un salto mental e imaginativo que nos proporciona control y dirección sobre los logros que siempre hemos obtenido, aunque sin nuestro conocimiento consciente.
Como especie, hemos desarrollado lo que podría llamarse una naturaleza secundaria, un mundo de tecnología en el cual también tenemos nuestra existencia, del cual han surgido complicadas estructuras sociales. Para desarrollar esta clase de estructura, es necesaria una división entre los mundos subjetivos y objetivos. Es sumamente importante que nos demos cuenta de nuestra posición y que logremos la manipulación de la conciencia que nos permitirá tener una verdadera responsabilidad consciente de nuestras acciones y de nuestra experiencia.
Podemos “despertar” de nuestro estado natural de vigilia y ese será el próximo paso natural que la conciencia debe seguir, un paso para el que biológicamente ya estamos equipados. Este nuevo paso nos ofrecerá triunfos y retos. En aquellas áreas de la vida con las que estamos satisfechos, nos podemos dar el crédito, y aquellas con las que no estamos satisfechos, debemos recordar que estamos involucrados en un proceso de aprendizaje y que debemos tener la osadía suficiente para aceptar la responsabilidad por nuestras acciones.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

El Fundamentalismo Religioso

El incremento reciente del fundamentalismo religioso ha surgido como una medida para contrarrestar las teorías de la evolución. Tenemos aquí una compensación exagerada, ya que en el mundo de Darwin no había ni significado, ni leyes. No existían normas de lo correcto o incorrecto, así que grandes grupos de personas se sintieron sin raíces.
Los fundamentalistas regresaron a una religión autoritaria, en la que el acto más ligero y simple debía ser regulado. Ellos le dieron, y aún le están dando, rienda suelta a las emociones, rebelándose así contra el intelectualismo científico. Veían el mundo en términos de blanco y negro, con el bien y el mal claramente delineados, en los términos más simplistas, para escapar de un universo resbaladizo y temático, en el cual los sentimientos del hombre parecían no darle suficiente piso.
Desafortunadamente, los fundamentalistas aceptan interpretaciones literales de realidades intuitivas, de tal manera que estrechan los canales a través de los cuales pueden fluir sus habilidades psíquicas. La estructura fundamentalista, en esta época, con todo su fervor, no tiene la riqueza que tuvo el Cristianismo en el pasado con su numerosos santos. Es en cambio una vena del puritanismo fanático, restrictivo, más que expansivo, ya que los arrebatos emocionales están bastante estructurados. En otras palabras, las emociones están limitadas en la mayoría de las áreas de la vida, permitiendo solo una expresión religiosa explosiva bajo ciertas condiciones, cuando ellas no son tan espontáneamente expresadas como súbitamente liberadas del dique de la represión.
La imaginación siempre busca expresión. Siempre es creativa y, bajo la estructura de la sociedad, provee incentivos frescos y nuevas avenidas para la satisfacción, que pueden ser influenciadas por creencias fanáticas. Cuando esto sucede, las instituciones se tornan represivas, trayendo como resultado la violencia.
Si buscamos signos de la venganza de Dios, los encontraremos por todas partes. Una avalancha, una inundación, un terremoto, no será visto como una acción natural, producto de la creatividad natural de la tierra, sino como un castigo divino por el pecado.
En la evolución, la naturaleza del hombre es amoral y todo ocurre en razón de la supervivencia. No existe la posibilidad de una supervivencia espiritual, en lo que se refiere a la mayoría de los evolucionistas. Los fundamentalistas prefieren creer en la naturaleza pecadora inherente al hombre, ya que por lo menos su sistema de creencias le provee una estructura en la cual se puede salvar. El mensaje de Cristo decía que cada hombre es bueno inherentemente, y que es una porción individualizada de la divinidad. Sin embargo, nunca se intentó una civilización basada en ese precepto. Las estructuras sociales del Cristianismo se basaban en la naturaleza pecadora del hombre y no en las organizaciones y estructuras que podrían permitirle ser bueno, u obtener la bondad que Cristo percibía claramente en el hombre.
Parece casi sacrílego decir que el hombre es bueno, cuando por todas partes encontramos contradicciones, ya que con mucha frecuencia el hombre parece actuar como si sus motivaciones fueran las de un asesino nato. Se nos ha enseñado a no confiar en nuestro propio ser. No podemos esperar que nosotros mismos actuemos de una manera racional y altruista, si creemos estar automáticamente degradados, o que nuestra naturaleza esté tan defectuosa que tal actuación parece poco característica.
Somos una parte de la naturaleza que ha aprendido ha elegir, una parte que, de manera natural y automática, produce sueños y creencias con los cuales organiza su realidad. Existen muchos efectos que no nos gustan, pero poseemos un tipo de conciencia único, en la que cada individuo participa en la formación de una realidad mundial. Estamos participando en un nivel de existencia en el que aprendemos como transformar el reino imaginativo de las probabilidades en un mundo más o menos específico, un mundo experimentado físicamente.
De un número de ideas infinito, escogemos algunas para esculpir los fragmentos físicos que componen la experiencia normal. Hacemos esto de tal manera que los eventos no temporales los experimentamos en el tiempo, y ellos se mezclan y fusionan para conformar las dimensiones de nuestra realidad. En la trayectoria, se encuentran logros tan preciosos que ninguna otra criatura podría producir. También hay grandes fracasos, pero son fracasos solo cuando se comparan con el brillante conocimiento interior de la imaginación que nos muestra aquellos ideales contra los cuales juzgamos nuestros actos. Esos ideales están presentes en cada individuo. Corresponden a inclinaciones naturales hacia el crecimiento y la realización.

domingo, 23 de septiembre de 2007

La Imaginación II

Los animales tienen imaginación, a pesar de lo que pensamos corrientemente. Sin embargo, el hombre está tan especialmente dotado, que dirige su experiencia y forma su civilización, principalmente, con el uso de las habilidades de su imaginación. Es posible que no entendamos este punto con la suficiente claridad, pero las organizaciones sociales y los gobiernos se basan en los principios de la imaginación. Las bases de nuestras experiencias más íntimas, la estructura que respalda todas nuestras organizaciones, se apoyan en una realidad que no es considerada válida por las mismas instituciones que se forman con sus auspicios.
En la Pascua se conmemora anualmente lo que consideramos un hecho histórico: la resurrección y la ascensión de Cristo al cielo. Millones de personas han conmemorado ese evento por muchos siglos. Ha habido innumerables festivales, reuniones familiares íntimas y servicios religiosos, representados en los Domingos de Pascua, ahora olvidados. Ha habido guerras sangrientas y persecuciones por causa de la Pascua, y se ha dado muerte, “por el bien de su alma”, a quienes no han estado de acuerdo con uno u otro dogma religioso. Ha habido renacimientos y regeneraciones espirituales, y también matanzas, como consecuencia del significado de la Pascua.
Todas aquellas estructuras políticas y religiosas que reconocemos como válidas y que surgieron del “evento” de la ascensión de Cristo, han existido y existen por una idea. Esta idea fue el resultado de un acto espectacular de la imaginación, que enseguida saltó al panorama histórico, resaltando los eventos de la época e iluminándolos con una luz bendita y celestial.
La idea de la supervivencia del hombre a la muerte no es nueva. La idea del “descenso” de un dios a la tierra era muy antigua. Los viejos ritos religiosos se ajustaban a un tipo diferente de personas y perduraron por tantos siglos en el pasado como el Cristianismo perduraría en el futuro. La mezcla milagrosa de la imaginación con el tiempo histórico, tuvo cada vez menos sincronización, de tal manera que solo permanecieron los ritos y los viejos dioses ya no captaron más la imaginación. El tiempo estaba maduro para el Cristianismo.
Como el hombre no ha entendido las características del mundo de la imaginación, siempre ha insistido en convertir los mitos en hechos históricos, ya que el hombre considera el mundo físico como el único real. El hombre, el hombre de carne y hueso, necesitaba probar, sin lugar a dudas, que cada ser humano sobrevivía a la muerte, muriendo y luego elevándose, físicamente, hacia el cielo. Cada hombre sobrevive a la muerte, pero solo una especie con una mente tan literal insistiría en que la muerte física de un hombre-dios sería la prueba absoluta. Cristo no fue crucificado. El Cristo histórico, tal como lo hemos concebido, era un hombre iluminado por realidades psíquicas, que había sido tocado por la realización infinita de que cada persona, por virtud de su propia existencia, era un contacto entre Dios y la humanidad. Cristo vio que en cada persona se reunían la divinidad y la humanidad y que el hombre sobrevivía a la muerte en virtud de su existencia dentro de lo divino. Todos los errores del cristianismo provienen de “seguir la letra, en lugar del espíritu de la ley”, o de insistir en interpretaciones literales, mientras los conceptos espirituales se ignoran.
El hombre dirige su existencia con el uso de su imaginación, un hecho que lo distingue de los animales. Lo que conecta y separa a la gente es el poder de la idea y la fuerza de la imaginación. El patriotismo, la lealtad familiar, las afiliaciones políticas y las ideas que las sustentan, tienen sus mayores y más prácticas aplicaciones en nuestro mundo.
Nos proyectamos en el tiempo, como los niños imaginan su crecimiento. Constantemente coloreamos la experiencia física, y la naturaleza misma, con el tinte de nuestros procesos imaginativos. A menos que pensemos de manera consistente y profunda, la importancia de la imaginación casi se nos escapa, aunque ella forma, literalmente, el mundo de nuestra experiencia y el mundo masivo en el que vivimos.
La teoría de la evolución es ejemplo de una construcción imaginativa, a través de la cual muchas generaciones han visto su propio mundo. No se trata de que pensemos sobre nosotros mismos de una manera diferente, sino que realmente experimentamos un tipo diferente de ser. Nuestras instituciones cambian su aspecto consecuentemente, de tal manera que la experiencia se ajusta a las creencias que tenemos sobre ella. Actuamos de cierta manera. Vemos el universo de una manera que antes no existía, así que la imaginación y las creencias estructuran nuestra experiencia subjetiva y nuestras circunstancias objetivas.
En todas las demás construcciones imaginativas, cualesquiera que fueran sus méritos y desventajas, el hombre se sintió a sí mismo como parte de un plan. El plan podría ser de Dios o de la Naturaleza misma, o del hombre dentro de la naturaleza, o de la naturaleza dentro del hombre. Podrían existir muchos dioses o uno solo, pero había significado en el universo. Inclusive la idea del destino le daba al hombre una mira, impulsándolo a actuar.
La idea de un universo sin sentido es, en sí misma, un acto de inmensa imaginación creativa. A los animales no se les ocurriría semejante idiotez. La teoría indica el logro increíble de una mente y un intelecto ordenados que pueden imaginarse a sí mismos como el resultado del desorden o del caos. Tenemos una criatura que es capaz de diseñar su propio cerebro e imaginar que el fantástico y regulado ordenamiento del cerebro pudiera surgir de una realidad que, en sí misma, no tiene sentido. La teoría dice que ese universo, perfectamente ordenado, surgió mágicamente. Los evolucionistas deben creer en un Dios del Azar, que existe en alguna parte, o en la diosa Coincidencia, porque de otra manera sus teorías no tendrían ningún sentido. El mundo de la imaginación es en realidad el contacto con nuestra propia fuente. Sus características son las más parecidas a las de la Estructura 2.
Nuestra experiencia de la historia, de los días de nuestra vida, la forman de manera invisible aquellas ideas que existen solamente en la imaginación y que luego se proyectan sobre el mundo físico. Esto se aplica a nuestras creencias individuales acerca de nosotros mismos y la manera como nos vemos en nuestra propia imaginación.
En cada persona, el mundo de la imaginación, su fuerza y su poder, se mezcla con la realidad histórica. En cada persona, el poder de Dios se individualiza para habitar en el tiempo. La imaginación del hombre puede conducirlo a otros reinos, pero cuando el hombre pretende encasillar ciertas verdades dentro de una estructura demasiado pequeña, distorsiona realidades internas hasta convertirlas en dogmas cerrados.

jueves, 20 de septiembre de 2007

La Imaginación

En términos históricos, el hombre primitivo tenía una relación más consciente que la nuestra con la Estructura 2. Existen muchos grados de conciencia y el hombre primitivo utilizaba su conciencia de maneras diferentes a las que nos son familiares, ya que, con frecuencia, percibía lo que llamamos productos de la imaginación como información sensorial, más o menos objetiva, en el mundo físico.
La imaginación siempre se ha entendido con la creatividad y cuando el hombre empezó a acomodarse a un tipo de conciencia que involucraba causa y efecto, nunca más percibió los productos de su imaginación directamente, a la vieja manera. En aquel tiempo, ya se había dado cuenta que las enfermedades y la salud era resultado de su imaginación, porque experimentaba mucho más directamente el carácter brillante de su propia imaginación. Las líneas divisorias entre la experiencia imaginaria y la experiencia física se han tornado borrosas para nosotros y también han sido moderadas por otras creencias y por las experiencias que esas creencias engendran.
Aunque difícil de entender, el hombre primitivo sabía que ningún hombre resultaba herido o lastimado, sin que primero ese evento hubiera sido imaginado de una u otra manera. Por eso se utilizaban curaciones imaginarias, en las que las enfermedades físicas se curaban imaginativamente, y en aquellos días la curación funcionaba.
A pesar de lo que nos relata la historia, el hombre primitivo era bastante saludable. Tenía huesos y dentadura fuertes. Se enfrentaba al mundo físico utilizando a propósito su imaginación, de una manera que ahora es difícil de entender. Sabía que era mortal y debía morir, pero su mayor conocimiento de la Estructura 2 le permitía una mayor identificación. Entendía que la muerte no solo era una necesidad natural, sino también una oportunidad para otros tipos de experiencias y desarrollos.
El hombre primitivo sentía más agudamente su relación con la naturaleza, experimentándola de una manera totalmente diferente a como lo hacemos nosotros ahora. Sentía que la naturaleza era la más grande expresión de su propio estado de ánimo y temperamento. Sentía que era la materialización de eventos personales demasiado vastos para estar contenidos dentro del cuerpo de un individuo, o de un grupo de individuos.
El hombre primitivo se preguntaba hacia donde iban sus pensamientos después de haberlos tenido y se imaginaba que, de una u otra manera, esos pensamientos se convertían en los pájaros y las rocas, los animales y los árboles, que eran, ellos mismos, siempre cambiantes. Sentía que, siendo él mismo, como ser humano, era también la manifestación de una más grande expresión de la naturaleza, demasiado espléndida para estar contenida solo en esa estructura. La naturaleza lo necesitaba para tener otro tipo de expresión. Cuando el hombre primitivo hablaba, lo hacía por él mismo, pero como se sentía parte del entorno natural, también hablaba por la naturaleza y por todas sus demás criaturas.
En ese mundo, el hombre sabía que la naturaleza estaba balanceada y que tanto los hombres como los animales debían morir. Cuando un hombre era cazado y devorado por los animales, los de su grupo no reaccionaban convirtiendo al animal en presa, también para ser cazada.
En esos tiempos, el hombre se protegía de las tormentas, pero no protestaba convirtiéndose en su víctima. Simplemente cambiaba la alianza de su conciencia, de una identificación con el “ser dentro de la carne” a la del “ser dentro de la tormenta”. Las intenciones del hombre y de la naturaleza eran básicamente las mismas, y así lo entendían. El hombre no temía a los elementos de la naturaleza, como lo suponemos ahora.
Algunas de las experiencias del hombre primitivo nos parecerían muy extrañas. El hombre primitivo se percibía a sí mismo como él mismo, como un individuo. Sentía que la naturaleza expresaba por él el poder inmenso de sus emociones. El mismo se proyectaba hacia la naturaleza, hacia los cielos, e imaginó la existencia de grandes formas personificadas que más tarde se convertirían en los dioses del Olimpo. Era consciente de la fuerza vital que existía dentro de las partes más pequeñas de la naturaleza. Percibió su propia versión de aquellas conciencias individualizadas que más tarde serían los “elementales”, los “pequeños espíritus” de la naturaleza. Pero lo más importante de todo era su conocimiento de la fuente de la naturaleza.
El hombre primitivo estaba lleno de admiración por la forma como su propia conciencia, siempre renovada, se convertía en el ser. Cuando tenía un pensamiento, sentía gran curiosidad y se preguntaba de donde había llegado. Su propia conciencia siempre era fuente de deleite y sus cualidades cambiantes eran tan notorias y aparentes como el firmamento cambiante. Nosotros no podríamos vivir en el mundo actual del tiempo, si nuestra conciencia fuese tan juguetona, curiosa y creativa como la de antes, ya que el tiempo también se experimentaba de una manera totalmente diferente.
Puede ser bastante difícil de entender, pero los eventos que ahora reconocemos como reales, provienen del reino de la imaginación, de la misma manera como los eventos experimentados por el hombre primitivo y percibidos por él como reales, hoy los consideraríamos alucinaciones, o puramente imaginarios.
Tenemos la impresión de que los eventos masivos de la naturaleza están totalmente por fuera de nuestro dominio. Sentimos que no formamos parte de la naturaleza, excepto para ejercer control sobre ella, o afectarla, con la tecnología. Estamos seguros de que el clima afecta nuestro estado de ánimo, pero nos parece imposible que existan conexiones psíquicas o psicológicas profundas entre sus elementos y nosotros. Utilizamos términos como “estamos inundados de emoción”, y otras afirmaciones intuitivas, que indican el reconocimiento profundo de eventos que se nos escapan cuando los examinamos exclusivamente por medio de la razón.
El hombre realmente corteja las tormentas. Las busca, ya que, emocionalmente, entiende bastante bien la participación que ellas tienen en su vida privada y lo necesarias que son en un nivel físico. A través de las manifestaciones de la naturaleza, particularmente de su poder, el hombre siente su fuente, que es su propia fuente, y sabe que su poder puede llevarlo a la realización emocional necesaria para su propio desarrollo espiritual y psíquico.
Nuestros conceptos acerca de la naturaleza y la muerte, nos obligan a ver al hombre y la naturaleza como adversarios. Programamos nuestra experiencia de esos eventos de tal manera que parecen confirmar lo que ya creemos sobre ellos. Cada persona afectada por una epidemia, o por un desastre natural, tiene sus propias razones para haber escogido esas circunstancias. Esas condiciones a menudo involucran eventos en los cuales el individuo siente una mayor identificación, una renovada sensación de propósito, que no tiene sentido en términos ordinarios.

lunes, 17 de septiembre de 2007

La Herencia y el Medio Ambiente

La Herencia juega un papel mucho menos importante, en la llamada formación del carácter de las personas, de lo que se supone. Lo mismo podemos decir del medio ambiente, como usualmente se entiende. Nuestras creencias culturales nos predisponen para interpretar la experiencia en términos de herencia y medio ambiente, por lo que los consideramos como la causa primordial del comportamiento. No nos fijamos en las excepciones. Por ejemplo, hay niños que no encajan en los patrones de comportamiento de sus familias y su medio ambiente y, sin embargo, no intentamos observar este tipo de comportamiento distinto.
Esta es la razón por la que no notamos los más grandes patrones que existen detrás de la actividad humana. Con frecuencia nos enteramos de personas que parecen haber sido influenciadas por personajes ficticios, por personalidades del pasado, o por personas extrañas, más de lo que los han influenciado sus propios familiares. Tales situaciones se consideran rarezas.
La personalidad humana es mucho más abierta a todo tipo de estímulo de lo que suponemos. Si se piensa que la información llega solamente por medios físicos, la herencia y el medio ambiente se pueden ver como agentes de la motivación humana. Cuando nos damos cuenta de que la personalidad puede tener, y tiene acceso, a otro tipo de información distinta de la física, debemos empezar a preguntarnos qué efectos tiene esa información sobre la formación del carácter y el crecimiento individual. Los niños al nacer ya tienen un carácter y la intención probable de sus vidas ya existe, con tanta seguridad como el plan probable para el cuerpo de adulto que más adelante tendrá.
La conciencia forma los genes, y no lo contrario, y el infante que va a nacer es la entidad que agrega nuevo material a través de la estructura de los cromosomas. Desde el nacimiento, el niño está mucho más enterado de los eventos físicos de lo que se supone. Además, el niño utiliza los primeros años de su vida para explorar, especialmente en el estado del sueño, otro tipo de cosas que se ajustan a sus antojos e intenciones. Recibe permanentemente otro tipo de información, que no depende de la herencia o el medio ambiente.
En otros niveles, el niño sabe de sus contemporáneos nacidos más o menos al mismo tiempo. El plan de vida de cada persona se ajusta, de alguna manera, con el de sus contemporáneos. Esos planes son comunicados uno al otro y las probabilidades se ponen en acción instantáneamente en la Estructura 2. Por ejemplo, se hacen cálculos para que el individuo A se encuentre con el individuo B en un supermercado 30 años más tarde, si este evento encaja dentro de las intenciones de ambas partes. Habrá encuentros trascendentales en la vida de cada persona, que se establecen como fuertes probabilidades, o como planes que se deben desarrollar.
Existen “cuerpos de eventos” que en cierta forma debemos materializar, casi de la misma manera como materializamos nuestro propio cuerpo adulto, partiendo de la estructura del feto. En estos términos, el cuerpo emplea sus propiedades físicas y estas propiedades tienen su propia conciencia y realidad. El nacimiento de cada niño cambia el mundo, ya que este evento pone en funcionamiento un impulso psicológico que empieza a afectar tanto la Estructura 1 como la Estructura 2.
Un niño puede nacer con un gran talento para la música, con un don poco común. Antes de que tenga la edad necesaria para iniciar su aprendizaje, en otros niveles, el niño sabrá la dirección probable que la música tendrá en toda su vida. En el estado del sueño, se encontrará con otros pequeños colegas músicos, que también son infantes como él. Las probabilidades entran en funcionamiento, de tal manera que las intenciones del niño inician la búsqueda de su satisfacción.
Las ideas que tenemos sobre la individualidad son un estorbo, en gran medida. Cada porción de la conciencia, siendo ella misma, contiene el potencial de todas las conciencias. La información particular que tenemos sobre el mundo, no es tan particular como suponemos, ya que tras la experiencia de cada evento, cada uno de nosotros posee información perteneciente a otras dimensiones de ese mismo evento, que usualmente no percibimos.
Cuando intervenimos en cualquier tipo de evento masivo, desde un concierto hasta una avalancha, en otros niveles nos enteramos de las acciones que nos condujeron a esa participación específica. Si un edificio está construido con ladrillos visibles, los eventos masivos están formados por muchos sucesos pequeños e invisibles, cada uno acomodado de manera precisa, en una especie de mampostería psicológica en la que cada uno de nosotros tiene una participación psíquica.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

La Estructura 1 dentro de la Estructura 2

Hasta ahora hemos venido hablando de las Estructuras 1 y 2 como dos estructuras separadas, para facilitar su comprensión. En realidad, las dos están mezcladas, ya que la existencia de la Estructura 1 está inmersa en la Estructura 2. Nuestro cuerpo se regenera constantemente en la Estructura 1, como consecuencia de su realidad simultánea en la Estructura 2. La Estructura 2 siempre busca exteriorizarse, apareciendo en nuestra experiencia como la Estructura 1. Nos concentramos tan completamente en la realidad exterior, que ignoramos las fuentes más profundas de nuestra existencia física. Como resultado, solo empleamos métodos de división y categorización y nos olvidamos de las organizaciones asociativas, aunque las usamos constantemente en nuestros más íntimos procesos mentales.
Es necesario comprender que la Estructura 2 es una versión invisible del universo físico y que, sin embargo, es mucho más que eso, porque contiene dentro de ella variaciones probables de ese universo, desde variaciones a escala cósmica, hasta las versiones probables de un evento nimio, en un día determinado. Nuestro cuerpo también tiene una contraparte invisible en la Estructura 2. Durante la vida, esa contraparte está tan conectada con los tejidos físicos, que puede ser engañoso decir que los dos cuerpos, el visible y el invisible, están separados. De la misma manera como nuestros pensamientos tienen una realidad en la Estructura 2, utilizando una analogía para comprender, podríamos decir que los pensamientos son allí el equivalente de los objetos, ya que en la Estructura 2 los pensamientos y los sentimientos son mucho más importantes que los objetos en la realidad física.
En la Estructura 2 los pensamientos forman patrones instantáneamente. Ellos son elementos naturales en ese entorno psicológico, que se mezclan, fusionan y combinan para formar las células, los átomos y las moléculas psicológicas que forman los eventos. En estos términos, los eventos físicos que percibimos, o experimentamos, se pueden comparar con los “objetos psicológicos” que parecen existir con una concreción física en el espacio y el tiempo. Tales eventos parecen iniciarse en alguna parte en el espacio y el tiempo, y terminar allí, de igual manera.
Podemos mirar un objeto, una mesa por ejemplo, y ver sus definiciones en el espacio. Hasta cierto punto, estamos demasiado cerca de los eventos psicológicos para percibirlos de la misma manera, ya que la experiencia usual parece tener un punto de inicio y una conclusión. Los eventos que experimentamos involucran solamente percepciones superficiales. Vemos que la superficie de una mesa es sólida, aunque sabemos que está compuesta por átomos y moléculas en movimiento. De la misma manera, experimentamos una fiesta de cumpleaños, un accidente automovilístico, un juego de bridge, o cualquier otro evento psicológico, como psicológicamente sólido, como una experiencia sólida en el espacio y el tiempo.
Tales eventos, sin embargo, están constituidos por partículas “invisibles”, y por percepciones de velocidad mayor que la luz, que nunca se muestran. En otras palabras, estos eventos contienen componentes psíquicos que fluyen de la Estructura 2 a la Estructura 1.
El firmamento está lleno de brisas, corrientes, nubes, rayos de sol, partículas de polvo, etc. El firmamento es la cúpula de todo el planeta. La cúpula invisible de la Estructura 2 contiene incontables patrones que cambian, como las nubes, que se mezclan y fusionan para formar nuestro clima psicológico. Los pensamientos tienen propiedades electromagnéticas y se mezclan con otros en la Estructura 2 para crear patrones masivos que constituyen la base psicológica que sustenta los eventos del mundo. Recordemos que la Estructura 2 no es neutral, sino que automáticamente está inclinada hacia lo que llamaremos desarrollos constructivos. Es un medio para el crecimiento. Los sentimientos y los pensamientos “positivos” son materializados más fácilmente que los “negativos”, porque están de acuerdo con las características de la Estructura 2. Si este no fuera el caso, nuestra especie no habría existido por tanto tiempo, ni habrían sido posibles los logros de la civilización, como el arte, el comercio y la tecnología.
En el momento de nacer, cada persona dispone, automáticamente, de la capacidad natural para el crecimiento, con la cual pueda satisfacer el desarrollo de sus propias habilidades, no a expensas de otras personas, sino en un contexto en el que la realización de cada persona asegura la de todas las demás.
En esos términos, existe un patrón psicológico “ideal” al cual estamos íntimamente conectados. El ego interior constantemente nos mueve en esa dirección. Por otra parte, ese patrón no es rígido, sino lo suficientemente flexible para aprovechar las circunstancias cambiantes. Una planta siempre se orientará hacia el sol, aunque la movamos de cuarto en cuarto. El ego interior no existe en el tiempo como nosotros, así que confía en la evaluación que hacemos de las situaciones que nuestra razón está capacitada para afrontar.
Obviamente, hay objetos de todas las tallas, durabilidad y peso. También hay objetos privados y públicos, al igual que inmensos “objetos psicológicos”, formando eventos masivos que involucran países enteros. Existen también eventos naturales masivos de grados diversos, como la inundación de grandes áreas. Tales eventos involucran configuraciones psicológicas de todos los participantes, de tal manera que los patrones internos individuales de las vidas afectadas por tales eventos tienen un propósito común que, al mismo tiempo, contribuyen a la realidad global del planeta. Para poder perdurar, el planeta mismo debe involucrarse en el cambio constante y en la inestabilidad. Puede ser difícil de comprender, pero cada objeto que percibimos, una hoja, una piedra, una ola, una nube, cualquier fenómeno físico, tiene su propia conciencia invisible, su propia intención y coloración emocional. Cada objeto está dotado de patrones para el crecimiento y la realización.
A ciertos niveles, las intenciones del hombre y de la naturaleza se mezclan. Las personas afectadas por una inundación, por ejemplo, desean que su pasado se lave y desaparezca, o quieren estar inundados por arrebatos de emociones vitales, como las que traen los desastres. Ellas quieren sentir la sensación renovada del poder de la naturaleza y, aunque devastados por la tragedia, utilizan la experiencia para iniciar una nueva vida.
Otras personas, con intenciones diferentes, encontrarán excusa para abandonar anticipadamente las áreas del desastre. Puede haber, quizá, un encuentro casual que motivará un viaje inesperado. Obedeciendo a una corazonada, alguien puede salir hacia otra parte, para buscar un nuevo empleo, o para visitar un amigo, o un pariente, en otra ciudad. Aquellas personas cuya experiencia no se va a mezclar con la de la naturaleza, en este sentido, no formarán parte del evento masivo. Quiere decir que están actuando con base en información que les llega de la Estructura 2. Las personas que se quedan en el lugar, también actúan con base en la misma información, pero deciden participar.
Cuando entramos en el tiempo y en la vida física, ya estamos enterados de sus condiciones. Estamos predispuestos biológica y psicológicamente para crecer dentro de este rico entorno, para contribuir en todos los niveles de desarrollo de la especie, pero, principalmente, para agregar nuestro propio y único punto de vista y experiencia a los patrones de la conciencia superior de la cual formamos parte.
Apenas estamos empezando a comprender las conexiones íntimas que existen en nuestro entorno físico. Las conexiones psicológicas son mucho más complicadas, ya que los pensamientos y los sueños de cada persona se mezclan con los de todas las demás formando patrones de deseos e intenciones, siempre cambiantes, algunos de los cuales emergerán como eventos físicos y otros no.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Propiedades de la Estructura 2

El origen del universo no es físico y todos los eventos, grandes y pequeños, nacen en el entorno de la Estructura 2. El universo físico surgió de esa estructura interna que aun sigue siendo su fuente. El poder que anima los pensamientos tiene también la misma fuente.
El universo, tal como lo entendemos, con todos los eventos que él incluye, funciona automáticamente en sus procesos más importantes, de la misma manera que lo hace nuestro cuerpo. Nuestros deseos e intenciones individuales dirigen la actividad de los procesos espontáneos del cuerpo. Nuestro cuerpo camina sobre el piso, cuando se lo ordenamos, como resultado de nuestros deseos, aunque los procesos involucrados deben suceder por sí mismos. Nuestras intenciones tienen un gran efecto sobre la salud del cuerpo.
De la misma manera, conjuntamente, todas las personas vivas en determinado tiempo, “dirigen” los eventos del universo para que se comporte de cierta manera, aunque los procesos deben ocurrir por sí mismos, automáticamente. Otras especies participan en el proceso y, de una u otra manera, entre todas dirigen la actividad del cuerpo físico del mundo, de la misma manera como cada uno de nosotros dirige el comportamiento de su propio cuerpo.
Hemos nacido con un ímpetu hacia el crecimiento, que tiene incorporados los planos internos que conducirán al desarrollo de la forma adulta. Tanto las células, como los átomos y moléculas que componen el cuerpo, tienen una intención positiva de cooperar en la formación corporal y de alcanzar su propia realización. Tienen la predisposición hacia la supervivencia y hacia el mejor desarrollo y madurez posibles.
Todas estas características tienen su fuente en la Estructura 2, ya que su medio psicológico propicia automáticamente la creatividad. La Estructura 2 no es solo una dimensión neutral, sino que tiene dentro de si misma una predisposición automática hacia la realización de todos los patrones inherentes en ella.
El razonamiento solo puede tratar con deducciones acerca del mundo conocido. No puede aceptar conocimiento que procede “de otra parte”, ya que tal información no encaja en las categorías de la razón y confunde los patrones de causa y efecto. El poder de razonar proviene de la Estructura 2. Estamos en capacidad de razonar, como resultado de los eventos “mágicos” que hacen posible la razón. El término “mágico” ha sido utilizado para describir aquellos eventos para los cuales la razón no tiene respuesta. Eventos que existen por fuera de la estructura en la cual la razón se siente confortable.
Los científicos se consideran a sí mismos como racionales. Sin embargo, cuando intentan describir el origen del universo, podrían ser más honestos si admitieran que la razón sola no puede proporcionar una aproximación válida. Estamos tan familiarizados con el llamado “nacimiento del universo”, y estamos tan cerca, o distantes de él, como lo está la conciencia que reconocemos de nuestro nacimiento físico, ya que la iniciación del conocimiento y la sensación en el infante conlleva los mismos interrogantes del nacimiento del universo. La madre no puede controlar, conscientemente, los procesos corporales que conducen al nacimiento. En su verdadero sentido, el nacimiento ocurre tan “mágicamente”, tan milagrosamente, como la iniciación de la vida en el planeta. Los análisis que la ciencia hace sobre el cerebro, no nos dicen nada sobre el poder que mueve nuestros pensamientos, o cual es la fuente de las habilidades del cerebro. La actividad permanente entre las Estructuras 1 y 2 se ve muy claramente en la misma existencia de nuestro mundo y en las relaciones que involucran nuestra imaginación, sentimientos y creencias, y aquellos eventos privados y compartidos que componen nuestra experiencia.
No queremos hablar de la razón en términos derogatorios, ya que ella está bien adecuada para sus propósitos, que son vitales en nuestra realidad. También podemos decir, en términos más profundos, que aún no hemos desarrollado adecuadamente nuestro razonamiento, ya que la versión que tenemos de él nos puede conducir a algunas distorsiones. Tampoco queremos que se utilice la intuición y los sentimientos a expensas de la razón. El razonamiento, tal como lo utilizamos ahora, trata primordialmente con una realidad dividida en categorías, haciendo distinciones y siguiendo las leyes de causa y efecto. Su campo de acción está en el examen de los eventos que ya hemos percibido. En otras palabras, el razonamiento trata con los eventos que ya son hechos en nuestro mundo.
Por otra parte, la intuición y la imaginación tienen un tipo diferente de organización que involucra las asociaciones. Es una organización que unifica diversos elementos, y reúne elementos ya conocidos, en un tipo de unidad que no tiene las limitaciones regidas por causa y efecto. En estos términos, la Estructura 2 trata con asociaciones, de tal manera que dentro de ella los eventos reconocidos del mundo físico se pueden juntar de muchas maneras, después de lo cual aparecerán en nuestra experiencia privada de acuerdo con las direcciones que les hemos dado por medio de las asociaciones mentales.
Las coincidencias que parecen ocurrir, los encuentros fortuitos, los eventos inesperados, llegan a nuestra experiencia porque, de una u otra manera, los hemos atraído, aunque su ocurrencia parezca tener muchos impedimentos. Estos impedimentos no existen en la Estructura 2. Las intuiciones nos hacen saber que tenemos nuestro propio lugar en el universo y que éste está muy bien dispuesto hacia nosotros. Las intuiciones nos dicen que somos una parte única y vital en el universo y que éste está de nuestro lado. La razón solo nos ofrece los resultados de nuestra percepción física. En realidad, le hemos negado a la razón los resultados de información muy importante, porque se nos enseñó a desconfiar de las facultades psíquicas.

martes, 4 de septiembre de 2007

La Cenicienta

Este cuento de hadas es un mito. Nos puede parecer que este cuento de niños tiene muy poco que ver con una discusión seria de adultos, relacionada con algo tan profundo como la creación del mundo que conocemos. Ciertamente, no vamos a descubrir información científica acerca de los eventos en una fuente como esa.
En primer lugar, el cuento de la Cenicienta tiene un final feliz y, por esa razón, parece no ser muy realista, de acuerdo con muchos educadores, puesto que no prepara adecuadamente a los niños para las desilusiones de la vida. Las hadas madrinas son, definitivamente, una cosa de la imaginación de los narradores de historias. Muchos adultos serios y formales nos dirán que soñar despiertos y pensar con el deseo no conduce a ninguna parte.
Sin embargo, en el cuento de la Cenicienta, la heroína, aunque pobre y humilde, se las arregla para lograr un objetivo, aparentemente imposible de alcanzar. Su deseo de asistir a un baile espectacular, para encontrarse con el príncipe, da inicio a una serie de eventos mágicos, todos ellos fuera de los dictados de la lógica. De pronto aparece el hada madrina y utilizando objetos normales de la vida diaria los transforma súbitamente. Tenemos entonces una calabaza convertida en un carruaje y otras transformaciones de naturaleza semejante.
Este cuento siempre ha sido muy bien recibido por los niños, porque ellos reconocen la validez que se esconde detrás de él. La hada madrina es una personificación creativa de los elementos personalizados de la Estructura 2. Es una personificación del ego interior, que surge para acudir en ayuda del ser mortal, para garantizarle sus deseos, aun cuando las intenciones del ser mortal parecen no ajustarse a la estructura práctica de la vida normal. Cuando el ego interior responde de esta manera, las circunstancias comunes, ordinarias e inocuas, de pronto aparecen cargadas con nueva vitalidad y parecen actuar en beneficio de la persona involucrada.
Las personas mayores que leen este cuento, ya pueden ser muy viejas para recordar con claridad las constantes fantasías de la niñez. Los niños saben muy bien, de manera automática, que ellos tienen una mano fuerte en la creación de los eventos que parecen sucederles. Ellos lo experimentan con mucha frecuencia, secretamente, puesto que sus mayores, al mismo tiempo, están tratando de que ellos se acomoden a una determinada realidad concreta, que ha sido producida masivamente para ellos.
Los niños experimentan con la creación de eventos agradables y aterradores, tratando de cerciorarse de la naturaleza del control que tienen sobre su propia experiencia. Los niños imaginan experiencias agradables y terroríficas. Se mantienen fascinados con los efectos que tienen sus pensamientos, sentimientos y propósitos sobre los eventos diarios. Se trata de un proceso natural de aprendizaje. Ellos pueden crear duendes y fantasmas y también los hacen desaparecer. Si con sus propios pensamientos consiguen enfermarse, no hay razón para que se preocupen por la enfermedad, pues es de su propia creación. Todos estos procesos de aprendizaje se truncan muy pronto. Cuando nos convertimos en adultos, parece que tuviéramos la certeza de que somos seres subjetivos en un mundo objetivo, a merced de otros, y con un control muy superficial sobre los eventos de nuestras vidas.
El cuento de la Cenicienta se convierte en una fantasía, en una ilusión. También se puede convertir en un cuento sobre el despertar de la sexualidad, según Freud. Las desilusiones que hemos vivido, hacen que este cuento parezca una contradicción de las realidades de la vida. De alguna manera, el niño que existe en nosotros recuerda cierta sensación de poder, obtenido a medias y casi logrado, pero perdido para siempre. También recuerda, sutilmente, una dimensión de existencia en la que los sueños, literalmente, se convertían en realidad. El niño que hay en nosotros siente mucho más que eso. Siente su más grande realidad dentro de otra estructura, de la cual apenas ahora emergió y con la cual estaba íntimamente conectado. El niño se sentía rodeado por las realidades más amplias de la Estructura 2. El niño sabía que venía de otra parte, no por casualidad, sino por designio. El niño sabía que, de una u otra manera, sus más íntimos pensamientos, sueños y gestos, estaban tan conectados con el mundo natural como las hojas de hierba del prado. El niño sabía que era un ser único y original.
Los niños experimentan constantemente, en un esfuerzo por descubrir los efectos que tienen sus pensamientos, intenciones y deseos sobre otras personas y el grado en que esas otras personas influencian su comportamiento. En este sentido, los niños tratan directamente con probabilidades, de una manera distinta al comportamiento de los adultos. Ellos hacen deducciones más rápidas que los adultos, las que son mucho más ciertas, pues no están condicionados por el pasado de una memoria estructurada. Su experiencia subjetiva los pone en contacto directo con los métodos empleados en la formación de los eventos.
Los niños comprenden la importancia de los símbolos y los utilizan constantemente para protegerse, no de su propia realidad, sino del mundo de los adultos. Muy rápidamente aprenden que una pretensión persistente, en cualquier área de su vida, tendrá como resultado una versión físicamente experimentada, de una actividad imaginada. Son conscientes de que no disponen de libertad completa, ya que ciertas situaciones pretendidas aparecerán más tarde como versiones menos fieles que las imaginadas; y otras parecerán bloqueadas y nunca materializadas.
Antes de que los niños se enteraran de las ideas convencionales de culpa y castigo, se daban cuenta de que era más fácil encontrar buenos eventos por medio del deseo, que encontrar eventos no satisfactorios.
Con el paso del tiempo, el niño gradualmente se da cuenta de que es más fácil aceptar la evaluación de las situaciones que hacen sus padres y poco a poco va desapareciendo la conexión entre sus sentimientos psicológicos y su realidad corporal.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Los Mitos de la Percepción y la Conciencia

El mito principal, a través del cual interpretamos nuestras experiencias, es el que nos dice que todas las percepciones y todo el conocimiento nos deben llegar por medio de los sentidos físicos.
Este es un mito de la conciencia orientada hacia el exterior. Una conciencia que se nos dice que es abierta, en lo que se refiere a la realidad objetiva. Parece cerrada “al otro extremo”, que en estos términos, representa nuestro nacimiento.
La conciencia de ese mito puede en realidad no tener origen, ya que el mito niega todo lo que no sea una conciencia orientada físicamente. Esa conciencia no solo no podría tener existencia antes y después de la muerte, sino que, obviamente, no podría tener acceso al conocimiento que no sea adquirido físicamente. Es este mito el que más dificulta nuestra comprensión y el que nos impide conocer la naturaleza más amplia de aquellos eventos que nos conciernen íntimamente. Este mito también hace que nuestra participación en los eventos masivos parezca ser, algunas veces, incomprensible. Parece no existir razón para muchos de ellos, simplemente porque los complejos sistemas internos de comunicaciones de la conciencia no son reconocidos.
Las Estructuras 1 y 2 representan no solo diferentes tipos de realidad, sino también dos diferentes tipos de conciencia. Para hacer más comprensible el asunto, pensemos que estas dos estructuras, o estados de conciencia, se conectan por medio de “áreas indiferenciadas” en las que tienen su actividad el estado del sueño, los sueños y ciertos estados de trance. Estas áreas indiferenciadas están involucradas en la conversión permanente de un tipo de conciencia en otra, con transferencias de energía. Constantemente procesamos la información que nos llega a nuestra vida privada, y esa información incluye boletines de todo el mundo, reportados por las noticias. El ego interior tiene acceso a muchos más conocimientos. Está enterado, no solo de su propia posición particular, sino que está familiarizado con los eventos masivos de su realidad. Está íntimamente involucrado en la creación de nuestra propia experiencia privada. El ego interior razona, pero su razonamiento no está restringido por las limitaciones de causa y efecto que aplicamos al proceso de razonar. La acción del ego interior, dentro de la más amplia esfera de la Estructura 2, explica muchos eventos y aparentes coincidencias que, de otra manera, no tendrían sentido dentro de nuestro mundo. Muchas realidades dentro de la Estructura 2 no se podrían definir adecuadamente como hechos en la Estructura 1, simplemente porque ellas involucran cierta forma psicológica que no puede traducirse en hechos, tal como los interpretamos. Estas realidades aparecen en el lenguaje simbólico del arte. Muchos de nuestros sueños son traducciones en las cuales los eventos de la Estructura 2 aparecen en forma simbólica.
La conciencia que tenemos, tal como la describe la Psicología, es como la piel brillante de una fruta, que no tiene nada adentro. Es una conciencia con una superficie brillante que responde al sol, a la lluvia, a la temperatura y a lo que la rodea. Es una especie de fruta psicológica sin pulpa, ni semilla, que en lugar de corazón tiene un vacío. En estos términos, experimentamos solo la mitad de nuestra conciencia, aquella sintonizada con la realidad física. Hasta los árboles frutales tienen raíces, pero se las negamos a la conciencia.
El Inconsciente Colectivo de Jung fue un intento de darle a nuestro mundo sus raíces psicológicas, pero él no alcanzó a percibir la claridad, la organización y el contexto más profundo en el que ese Inconsciente Colectivo tenía su propia existencia. La Realidad en la Estructura 2 está organizada de una manera diferente a la del mundo de la Estructura 1 y los procesos de razonamiento son mucho más rápidos en la primera. En la Estructura 1 los procesos de razonamiento se llevan a cabo por deducción y es necesario confrontar sus propios resultados contra la aparente experiencia concreta de los eventos físicos. El razonamiento del ego interior está involucrado con la invención creativa de esas experiencias y con los eventos en un contexto diferente, ya que debe entenderse con probabilidades.
Cada uno de nosotros, con base en nuestras creencias e intenciones, le decimos al ego interior cual evento queremos realizar, del número infinito de eventos probables que encontraremos. En el estado del sueño se procesan los eventos de las dos Estructuras. El estado del sueño involucra, no solo el estado de conciencia que existe entre las dos Estructuras de realidad, sino también una realidad conectiva propia. Este es el momento para afirmar que todas las especies de plantas y todas las especies animales sueñan. Lo mismo aplica para la “actividad psicológica” de átomos, moléculas y partículas.
Hay intensidades de comportamiento en las que la actividad, la actividad interior, de cada ser o cada partícula, está orientada hacia la fuerza física involucrada en la aventura cooperativa que crea nuestra realidad. Se presentan variaciones cuando esta actividad se dirige al interior de la naturaleza de la realidad. Tenemos un sistema interior de comunicaciones en el cual las células de todas las cosas vivientes están conectadas. En estos términos, existe un “continuum” de conciencias.
Ningún encuentro casual de elementos físicos, por si solo, bajo ninguna circunstancia, puede producir la conciencia, o las condiciones que harían posible la conciencia. Si pensamos que nuestro mundo, con todo su gran esplendor natural, proviene del azar – de un accidente de proporciones cósmicas – ciertamente parecerá que ese mundo no tiene un mayor significado. Su animación se verá como si no tuviera una fuente fuera de él mismo. El mito del gran ENCUENTRO CASUAL, que se supone trajo la vida a nuestro planeta, presupone, por supuesto, una conciencia individual que está viva por casualidad solamente.
Es algo chistoso que tal conciencia vital pueda suponer que ella misma sea el producto final de elementos inertes, ellos mismos sin vida, que de alguna forma se las arreglaron para combinarse de tal manera que nuestra especie pudo lograr la fantasía, la lógica, el inmenso poder organizacional, la tecnología y la civilización. Los mitos nos dicen que la naturaleza misma no tiene un propósito distinto a la supervivencia. Que a la naturaleza le importa muy poco el individuo y solo en la medida en que éste contribuya a que la especie perdure. La forma como opera la naturaleza parece ser impersonal, no obstante que está constituida por individuos a los que no puede considerar de otra manera.
Sin las plantas, los animales, la gente, inclusive las células y los virus, la naturaleza no tendría sentido. Nuestro universo físico tuvo un origen no físico, en el cual está inmerso. De la misma manera, nuestra conciencia individual tiene un origen en el cual aún esta inmersa.
La Estructura 2 representa la esfera interior de realidad, la dimensión interna de existencia que le da a nuestro mundo sus características propias. La energía y el poder que nos mantiene vivos, que sirve de combustible a nuestros pensamientos, que da energía y luz a nuestras ciudades, tienen su origen en la Estructura 2. La energía que nos permite encender el televisor es la misma que nos permite sintonizarnos con los eventos diarios que experimentamos en nuestras vidas.