Formas el tejido de tu experiencia por medio de tus propias creencias y expectativas. Estas ideas personales acerca de ti y de la naturaleza de la realidad afectarán tus pensamientos y emociones. Tomas como verdad tus creencias acerca de la realidad, y con frecuencia no las cuestionas. Ellas parecen explicarse por sí mismas. Aparecen en tu mente como afirmaciones de un hecho, demasiado obvias para examinarlas.
Por lo tanto, muy frecuentemente son aceptadas sin cuestionarlas. No se reconocen como creencias acerca de la realidad, sino que en cambio son consideradas como características de la realidad misma. Frecuentemente tales ideas aparecen como indisputables, como una parte tan tuya que no se te ocurre especular acerca de su validez. Ellas se convierten en asunciones invisibles, pero no obstante colorean y forman tu experiencia personal.
Algunas personas, por ejemplo, no cuestionan sus creencias religiosas, sino que las aceptan como un hecho. Otras encuentran comparativamente fácil reconocer tales asunciones internas cuando aparecen en un contexto religioso, pero son bastante ciegas hacia ellas en otras áreas.
Es mucho más simple reconocer tus propias creencias en relación con la religión, la política, o asuntos similares, de lo que es señalar tus más profundas creencias acerca de ti mismo, quien y que eres, particularmente en relación con tu propia vida.
Muchos individuos están completamente ciegos para sus propias creencias acerca de sí mismos y la naturaleza de la realidad. Tus propios pensamientos conscientes te darán excelentes indicios. Con frecuencia te encuentras rehusándote a aceptar ciertos pensamientos que llegan a tu mente, porque ellos están en conflicto con otras ideas usualmente aceptadas.
Tu mente consciente está siempre tratando de darte un cuadro claro, pero con frecuencia permites que ideas preconcebidas bloqueen esta inteligencia. Se acostumbra culpar al subconsciente por los problemas y dificultades de la personalidad, teniéndose la idea de que eventos anteriores, cargados y misteriosos, se alojan allí. Varias generaciones crecieron creyendo que las partes subconscientes de la personalidad no eran confiables, que estaban llenas de energía negativa y que contenían solo episodios desagradables encerrados, que era mejor olvidar.
Crecieron creyendo que la mente consciente era relativamente impotente y que la experiencia adulta era establecida en los días de la infancia. Estos conceptos mismos establecieron divisiones artificiales. La gente aprendió que no debería estar enterada del material “subconsciente”.
Las puertas del ser interior debían cerrarse apretadamente. Solamente un prolongado psicoanálisis podía o debía abrirlas. El individuo normal sintió que era mejor dejar solas esas áreas, de tal manera que cortando esas partes del ser, también se estaban estableciendo barreras contra la felicidad del ser espontáneo interior. La gente se sintió separada del núcleo de su propia realidad.
El concepto del pecado original fue uno muy pobre, limitado y distorsionado, pero por lo menos al tiempo con él iban procedimientos más bien sencillos. Por medio del bautismo podías ser salvado, o por medio de ciertas palabras, o sacramentos, o rituales, se podía encontrar la redención.
La idea de un subconsciente manchado no le dejo al hombre una salida relativamente fácil. Los pocos rituales posibles requerían años de análisis, que solo los muy ricos tenían el privilegio de experimentar.
Más o menos al mismo tiempo, la idea de un subconsciente desagradable surgió tan fuertemente, que la idea del alma salió por la ventana. Por consiguiente, millones de personas creyeron en una realidad en la que eran privados de la idea del alma y agobiados con el concepto de un subconsciente no confiable, o definitivamente malo. Se vieron a sí mismos como vulnerables puntos solitarios de egos, montados peligrosamente y desprotegidos sobre olas tumultuosas de procesos involuntarios.
Casi al mismo tiempo, muchas personas inteligentes estaban dándose cuenta que las ideas sobre Dios de las religiones organizadas, y las del cielo y el infierno, eran distorsionadas e injustas y tenían el sabor de los cuentos de niños. Para estos individuos, no había lugar para buscar ayuda.
Bajo las circunstancias, mirar al interior podría parecer tontería, puesto que se les había enseñado que este “interior” contenía la fuente de sus problemas. Quienes no podían costearse la terapia, trataban más fuertemente de inhibir todos los mensajes del ser interior, ya que temían ser devorados por las salvajes emociones infantiles.
En primer lugar, no hay limitaciones o divisiones para el ser, aunque para la discusión una palabra como “ego” puede utilizarse aquí ya que comprendes lo que piensas que significa. Puedes en realidad depender de partes aparentemente inconscientes de ti mismo. Como verás más tarde, puedes llegar a estar más y más conscientemente enterado, trayendo a tu conciencia porciones cada vez más grandes de ti mismo.
Respiras, creces y llevas a cabo constantemente actividades multitudinarias, delicadas y precisas, sin estar conscientemente enterado como llevas a cabo tales manipulaciones. Vives, sin saber conscientemente como mantienes este milagro de comprensión física en el mundo de la carne y del tiempo.
Las partes aparentemente inconscientes de ti mismo extraen átomos y moléculas del aire para formar tu imagen. Tus labios se mueven y tu lengua expresa tu nombre. Pertenece el nombre a los átomos y moléculas dentro de tus labios y lengua? Los átomos y moléculas se mueven constantemente formándose en células, tejidos y órganos. ¿Cómo puede el nombre que la lengua expresa pertenecer a ellos?
Ellos no leen o escriben, y sin embargo expresan sílabas complicadas que comunican a otros seres como tú cualquier cosa, desde un simple sentimiento, hasta la más complicada información. ¿Cómo hacen esto?
Los átomos y moléculas de la lengua no conocen la sintaxis del lenguaje que hablan. Cuando empiezas una frase, no tienes la más mínima idea consciente de cómo la terminarás, y sin embargo das por sentado que las palabras tendrán sentido y lo que quieres decir fluirá sin esfuerzo.
Todo esto sucede porque las partes internas de tu ser operan espontáneamente, graciosamente y libremente. Todo esto ocurre porque tu ser interior cree en ti, aun cuando a menudo tú no crees en él. Estas partes inconscientes de tu ser operan asombrosamente bien, a pesar de las más grandes incomprensiones de tu parte de su naturaleza y función, y frente a las más poderosas interferencias por parte tuya, por causa de tus creencias.
Cada persona experimenta una realidad única, diferente a la de cualquier otro individuo. Esta realidad brota al exterior desde el panorama interior de pensamientos, sentimientos, expectativas y creencias. Si crees que el ser interior funciona en contra tuya, en lugar de hacerlo a favor tuyo, entonces estorbas su funcionamiento, o más bien lo obligas a comportarse de cierta manera por causa de tus creencias.
La mente consciente está para hacer juicios claros acerca de tu posición en la realidad física. Con frecuencia las falsas creencias le impiden hacerlo, ya que las ideas sostenidas por el ego nublarán su clara visión.
Por lo tanto, muy frecuentemente son aceptadas sin cuestionarlas. No se reconocen como creencias acerca de la realidad, sino que en cambio son consideradas como características de la realidad misma. Frecuentemente tales ideas aparecen como indisputables, como una parte tan tuya que no se te ocurre especular acerca de su validez. Ellas se convierten en asunciones invisibles, pero no obstante colorean y forman tu experiencia personal.
Algunas personas, por ejemplo, no cuestionan sus creencias religiosas, sino que las aceptan como un hecho. Otras encuentran comparativamente fácil reconocer tales asunciones internas cuando aparecen en un contexto religioso, pero son bastante ciegas hacia ellas en otras áreas.
Es mucho más simple reconocer tus propias creencias en relación con la religión, la política, o asuntos similares, de lo que es señalar tus más profundas creencias acerca de ti mismo, quien y que eres, particularmente en relación con tu propia vida.
Muchos individuos están completamente ciegos para sus propias creencias acerca de sí mismos y la naturaleza de la realidad. Tus propios pensamientos conscientes te darán excelentes indicios. Con frecuencia te encuentras rehusándote a aceptar ciertos pensamientos que llegan a tu mente, porque ellos están en conflicto con otras ideas usualmente aceptadas.
Tu mente consciente está siempre tratando de darte un cuadro claro, pero con frecuencia permites que ideas preconcebidas bloqueen esta inteligencia. Se acostumbra culpar al subconsciente por los problemas y dificultades de la personalidad, teniéndose la idea de que eventos anteriores, cargados y misteriosos, se alojan allí. Varias generaciones crecieron creyendo que las partes subconscientes de la personalidad no eran confiables, que estaban llenas de energía negativa y que contenían solo episodios desagradables encerrados, que era mejor olvidar.
Crecieron creyendo que la mente consciente era relativamente impotente y que la experiencia adulta era establecida en los días de la infancia. Estos conceptos mismos establecieron divisiones artificiales. La gente aprendió que no debería estar enterada del material “subconsciente”.
Las puertas del ser interior debían cerrarse apretadamente. Solamente un prolongado psicoanálisis podía o debía abrirlas. El individuo normal sintió que era mejor dejar solas esas áreas, de tal manera que cortando esas partes del ser, también se estaban estableciendo barreras contra la felicidad del ser espontáneo interior. La gente se sintió separada del núcleo de su propia realidad.
El concepto del pecado original fue uno muy pobre, limitado y distorsionado, pero por lo menos al tiempo con él iban procedimientos más bien sencillos. Por medio del bautismo podías ser salvado, o por medio de ciertas palabras, o sacramentos, o rituales, se podía encontrar la redención.
La idea de un subconsciente manchado no le dejo al hombre una salida relativamente fácil. Los pocos rituales posibles requerían años de análisis, que solo los muy ricos tenían el privilegio de experimentar.
Más o menos al mismo tiempo, la idea de un subconsciente desagradable surgió tan fuertemente, que la idea del alma salió por la ventana. Por consiguiente, millones de personas creyeron en una realidad en la que eran privados de la idea del alma y agobiados con el concepto de un subconsciente no confiable, o definitivamente malo. Se vieron a sí mismos como vulnerables puntos solitarios de egos, montados peligrosamente y desprotegidos sobre olas tumultuosas de procesos involuntarios.
Casi al mismo tiempo, muchas personas inteligentes estaban dándose cuenta que las ideas sobre Dios de las religiones organizadas, y las del cielo y el infierno, eran distorsionadas e injustas y tenían el sabor de los cuentos de niños. Para estos individuos, no había lugar para buscar ayuda.
Bajo las circunstancias, mirar al interior podría parecer tontería, puesto que se les había enseñado que este “interior” contenía la fuente de sus problemas. Quienes no podían costearse la terapia, trataban más fuertemente de inhibir todos los mensajes del ser interior, ya que temían ser devorados por las salvajes emociones infantiles.
En primer lugar, no hay limitaciones o divisiones para el ser, aunque para la discusión una palabra como “ego” puede utilizarse aquí ya que comprendes lo que piensas que significa. Puedes en realidad depender de partes aparentemente inconscientes de ti mismo. Como verás más tarde, puedes llegar a estar más y más conscientemente enterado, trayendo a tu conciencia porciones cada vez más grandes de ti mismo.
Respiras, creces y llevas a cabo constantemente actividades multitudinarias, delicadas y precisas, sin estar conscientemente enterado como llevas a cabo tales manipulaciones. Vives, sin saber conscientemente como mantienes este milagro de comprensión física en el mundo de la carne y del tiempo.
Las partes aparentemente inconscientes de ti mismo extraen átomos y moléculas del aire para formar tu imagen. Tus labios se mueven y tu lengua expresa tu nombre. Pertenece el nombre a los átomos y moléculas dentro de tus labios y lengua? Los átomos y moléculas se mueven constantemente formándose en células, tejidos y órganos. ¿Cómo puede el nombre que la lengua expresa pertenecer a ellos?
Ellos no leen o escriben, y sin embargo expresan sílabas complicadas que comunican a otros seres como tú cualquier cosa, desde un simple sentimiento, hasta la más complicada información. ¿Cómo hacen esto?
Los átomos y moléculas de la lengua no conocen la sintaxis del lenguaje que hablan. Cuando empiezas una frase, no tienes la más mínima idea consciente de cómo la terminarás, y sin embargo das por sentado que las palabras tendrán sentido y lo que quieres decir fluirá sin esfuerzo.
Todo esto sucede porque las partes internas de tu ser operan espontáneamente, graciosamente y libremente. Todo esto ocurre porque tu ser interior cree en ti, aun cuando a menudo tú no crees en él. Estas partes inconscientes de tu ser operan asombrosamente bien, a pesar de las más grandes incomprensiones de tu parte de su naturaleza y función, y frente a las más poderosas interferencias por parte tuya, por causa de tus creencias.
Cada persona experimenta una realidad única, diferente a la de cualquier otro individuo. Esta realidad brota al exterior desde el panorama interior de pensamientos, sentimientos, expectativas y creencias. Si crees que el ser interior funciona en contra tuya, en lugar de hacerlo a favor tuyo, entonces estorbas su funcionamiento, o más bien lo obligas a comportarse de cierta manera por causa de tus creencias.
La mente consciente está para hacer juicios claros acerca de tu posición en la realidad física. Con frecuencia las falsas creencias le impiden hacerlo, ya que las ideas sostenidas por el ego nublarán su clara visión.
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