El Significado de la Religión
El tercer personaje histórico ya nacido, en tus términos, una parte de la personalidad total de Cristo, tomó sobre sí mismo el papel de un zelote.
Esta persona tenia energía y poder superiores y grandes habilidades organizativas, pero fueron sus errores, que hizo inadvertidamente, los que perpetuaron algunas distorsiones peligrosas. Los registros de ese periodo histórico son dispersos y contradictorios.
El hombre, históricamente, fue Paulo o Saulo. Le fue dado que estableciera una estructura, pero debía ser una estructura de ideas, no de regulaciones; de hombres, no de grupos. Aquí él falló y retornará en tu futuro como la tercera personalidad mencionada antes.
Saulo fue muy lejos para establecerse como una identidad separada. Por ejemplo, sus características eran aparentemente muy diferentes de las del Cristo histórico. El se “convirtió” en una muy intensa experiencia personal, hecho que estaba dirigido a imprimir sobre él los aspectos personales y no los organizacionales. Sin embargo, algunas hazañas suyas en su vida temprana han sido atribuidas a Cristo, no como un joven, sino antes.
Todas las personalidades tienen libre albedrío y resuelven sus propios desafíos. Lo mismo aplica a Saulo. Las “distorsiones” organizacionales, sin embargo, también eran necesarias dentro de la estructura de la historia, tal como los eventos son entendidos. Las tendencias de Saulo eran conocidas por lo tanto a otro nivel. Ellas servían un propósito. Es por esta razón, sin embargo, que él surgirá una vez más, esta vez para destruir esas distorsiones.
El no las creó por su propia cuenta y las lanzo sobre la realidad histórica. Las creó en la medida en que se vio forzado a admitir ciertos hechos: En ese mundo, en ese tiempo, era necesario el poder terrenal para sostener las ideas Cristianas separadas de otras innumerables teorías y religiones y para mantenerlas en medio de facciones guerreras. Su trabajo fue formar una estructura física; y aun entonces temía que la estructura estrangulara las ideas, pero no vio otro camino.
Paulo trató de negar que sabia quien era, hasta su experiencia con la conversión. Alegóricamente, él representaba la facción guerrera del ser que lucha contra su propio conocimiento y que esta orientada de una manera muy física. Parecía que iba de un extremo al otro, estando contra Cristo y enseguida a favor de él. Pero la vehemencia interior estaba siempre presente, el fuego interior, y el reconocimiento que trató de esconder por tanto tiempo.
La suya era la parte que iba a entenderse con la realidad y la manipulación física y así estas cualidades eran fuertes en él. Hasta cierto punto lo invalidaron. Cuando el Cristo histórico “murió”, Paulo estaba para implementar las ideas espirituales en términos físicos y para continuarlas. Al hacerlo, sin embargo, sembró las semillas de una organización que asfixiaría las ideas. Subsistió después de Cristo, así como el Bautista vino antes. Como ves, los tres juntos abarcaron un periodo de tiempo.
Juan y el Cristo histórico ejecutaron sus papeles y estuvieron satisfechos de haberlo hecho. Solo Paulo al final quedo insatisfecho, y es así como alrededor de su personalidad se formará el futuro Cristo.
La entidad de la cual estas personalidades forman parte, la entidad que puedes llamar la entidad de Cristo, estaba enterada de estos asuntos. Las personalidades terrenales no estaban enteradas de ellos, aunque en periodos de trance y exaltación mucho se hizo conocido para ellos.
Paulo también representa la naturaleza militante del hombre, que tenia que ser tomada en consideración de acuerdo con el desarrollo del hombre en ese tiempo. Esa cualidad militante en el hombre cambiará completamente su naturaleza y se prescindirá de ella, tal como la conoces, cuando la próxima personalidad de Cristo surja. Es apropiado por lo tanto que Paulo este presente.
En el siglo XXI, con estos desarrollos, la naturaleza interior del hombre se liberará a sí misma de muchas restricciones que la han limitado. En realidad empezará una nueva era, no la de un cielo en la tierra, sino la de un mundo más sano y más justo, en el cual el hombre está mucho más consciente de su relación con su planeta y de su libertad dentro del tiempo.
El tercer personaje histórico ya nacido, en tus términos, una parte de la personalidad total de Cristo, tomó sobre sí mismo el papel de un zelote.
Esta persona tenia energía y poder superiores y grandes habilidades organizativas, pero fueron sus errores, que hizo inadvertidamente, los que perpetuaron algunas distorsiones peligrosas. Los registros de ese periodo histórico son dispersos y contradictorios.
El hombre, históricamente, fue Paulo o Saulo. Le fue dado que estableciera una estructura, pero debía ser una estructura de ideas, no de regulaciones; de hombres, no de grupos. Aquí él falló y retornará en tu futuro como la tercera personalidad mencionada antes.
Saulo fue muy lejos para establecerse como una identidad separada. Por ejemplo, sus características eran aparentemente muy diferentes de las del Cristo histórico. El se “convirtió” en una muy intensa experiencia personal, hecho que estaba dirigido a imprimir sobre él los aspectos personales y no los organizacionales. Sin embargo, algunas hazañas suyas en su vida temprana han sido atribuidas a Cristo, no como un joven, sino antes.
Todas las personalidades tienen libre albedrío y resuelven sus propios desafíos. Lo mismo aplica a Saulo. Las “distorsiones” organizacionales, sin embargo, también eran necesarias dentro de la estructura de la historia, tal como los eventos son entendidos. Las tendencias de Saulo eran conocidas por lo tanto a otro nivel. Ellas servían un propósito. Es por esta razón, sin embargo, que él surgirá una vez más, esta vez para destruir esas distorsiones.
El no las creó por su propia cuenta y las lanzo sobre la realidad histórica. Las creó en la medida en que se vio forzado a admitir ciertos hechos: En ese mundo, en ese tiempo, era necesario el poder terrenal para sostener las ideas Cristianas separadas de otras innumerables teorías y religiones y para mantenerlas en medio de facciones guerreras. Su trabajo fue formar una estructura física; y aun entonces temía que la estructura estrangulara las ideas, pero no vio otro camino.
Paulo trató de negar que sabia quien era, hasta su experiencia con la conversión. Alegóricamente, él representaba la facción guerrera del ser que lucha contra su propio conocimiento y que esta orientada de una manera muy física. Parecía que iba de un extremo al otro, estando contra Cristo y enseguida a favor de él. Pero la vehemencia interior estaba siempre presente, el fuego interior, y el reconocimiento que trató de esconder por tanto tiempo.
La suya era la parte que iba a entenderse con la realidad y la manipulación física y así estas cualidades eran fuertes en él. Hasta cierto punto lo invalidaron. Cuando el Cristo histórico “murió”, Paulo estaba para implementar las ideas espirituales en términos físicos y para continuarlas. Al hacerlo, sin embargo, sembró las semillas de una organización que asfixiaría las ideas. Subsistió después de Cristo, así como el Bautista vino antes. Como ves, los tres juntos abarcaron un periodo de tiempo.
Juan y el Cristo histórico ejecutaron sus papeles y estuvieron satisfechos de haberlo hecho. Solo Paulo al final quedo insatisfecho, y es así como alrededor de su personalidad se formará el futuro Cristo.
La entidad de la cual estas personalidades forman parte, la entidad que puedes llamar la entidad de Cristo, estaba enterada de estos asuntos. Las personalidades terrenales no estaban enteradas de ellos, aunque en periodos de trance y exaltación mucho se hizo conocido para ellos.
Paulo también representa la naturaleza militante del hombre, que tenia que ser tomada en consideración de acuerdo con el desarrollo del hombre en ese tiempo. Esa cualidad militante en el hombre cambiará completamente su naturaleza y se prescindirá de ella, tal como la conoces, cuando la próxima personalidad de Cristo surja. Es apropiado por lo tanto que Paulo este presente.
En el siglo XXI, con estos desarrollos, la naturaleza interior del hombre se liberará a sí misma de muchas restricciones que la han limitado. En realidad empezará una nueva era, no la de un cielo en la tierra, sino la de un mundo más sano y más justo, en el cual el hombre está mucho más consciente de su relación con su planeta y de su libertad dentro del tiempo.
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