Opciones después de la Muerte y Mecánica de la Transición
El tiempo de escoger depende de la condición y las circunstancias del individuo que sigue la transición desde la vida física. A algunos les toma más tiempo que a otros entender la verdadera situación. Otros deben ser despojados de muchas ideas y símbolos que son impedimentos, como se explicó antes. El tiempo de escoger puede ocurrir casi inmediatamente, en tus términos, o puede ser diferido para un periodo mucho más largo, mientras se lleva a cabo el entrenamiento. Los principales impedimentos que se presentan en el tiempo de escoger son las ideas imperfectas albergadas por un determinado individuo.
La creencia en un cielo o en un infierno, bajo ciertas condiciones, puede ser igualmente desventajosa. Algunos se rehusarán a aceptar la idea de nuevos trabajos, desarrollos y desafíos, creyendo que la única posibilidad son las situaciones celestiales convencionales. Por algún tiempo ellos pueden habitar tal entorno, hasta cuando aprenden por experiencia propia que la existencia demanda desarrollo y que tal cielo seria estéril, aburrido, y ciertamente “mortal”. Entonces están listos para el tiempo de escoger. Otros pueden insistir en que serán arrojados al infierno por sus transgresiones y, por la fuerza de esa creencia, pueden encontrar esas condiciones por algún tiempo. En cualquiera de los casos, siempre hay maestros disponibles. Ellos intentaran acabar con estas falsas creencias.
En las condiciones infernales, los individuos entran en razón algo más rápidamente. Sus propios temores disparan dentro de ellos mismos la respuesta liberadora. En otras palabras, su necesidad abre más rápidamente las puertas interiores del conocimiento. Usualmente su estado no dura tanto como el estado celestial.
Sin embargo, cualquiera de los dos estados difiere el tiempo de escoger y la próxima existencia. Hay un punto que me gustaría mencionar aquí: En todos los casos, el individuo crea su experiencia. Digo esto de nuevo, a riesgo de repetirme, ya que éste es un hecho básico para toda conciencia y para toda existencia.
No hay “lugares”, o situaciones, o condiciones especiales establecidas después de la muerte, en las que una determinada personalidad deba tener experiencia.
Los suicidas, por ejemplo, no tienen ningún “castigo” para ellos en particular, ni su condición es peor a priori. Son tratados como individuos. Sin embargo, los problemas que no enfrentaron en esta vida, serán enfrentados en otra. Esto aplica no solamente para los suicidas.
Un suicida puede causar su propia muerte porque rechaza la existencia en términos que no sean los muy específicos escogidos por él mismo. Si este es el caso, por supuesto que tendrá que aprender de manera diferente. Muchos otros escogen negar la experiencia mientras están en el sistema físico, cometiendo un suicidio igual de efectivo, cuando aun siguen físicamente vivos.
Las condiciones conectadas con un acto de suicidio son importantes y también la realidad y la realización internas del individuo. Menciono esto aquí porque muchas filosofías enseñan que los suicidas encuentran un tipo de destino especial, casi un destino vengativo, y éste no es el caso. Sin embargo, si una persona se quita la vida pensando que este acto aniquilará su conciencia para siempre, esta falsa idea puede impedir seriamente su progreso, ya que será adicionalmente intensificada por el sentimiento de culpa.
Así mismo, hay maestros disponibles para explicar la verdadera situación. Se utilizan diferentes terapias. Por ejemplo, la personalidad puede ser regresada a los eventos previos a la decisión. Se induce un efecto de amnesia, de tal manera que el suicidio mismo sea olvidado. Solo más tarde se le informa al individuo del acto, cuando está más capacitado para enfrentarlo y entenderlo.
Obviamente, estas condiciones son también impedimentos en el tiempo de escoger. No sobra decir que la obsesión con los asuntos terrenales también actúa de la misma manera. En tales casos, a menudo la personalidad insistirá en enfocar sus habilidades y energías perceptivas hacia la existencia física. Este es un rechazo psíquico a aceptar el hecho de la muerte. El individuo sabe bastante bien que está muerto, en tus términos, pero se rehúsa a completar la separación psíquica.
Hay casos por supuesto en los que los individuos involucrados no se dan cuenta del hecho de la muerte. No se trata de rehusarse a aceptarla, sino de una carencia de percepción. En este estado tal individuo también estará obsesionado con los asuntos terrenales y deambulará quizá desconcertado en su propio hogar o sus alrededores. El tiempo de escoger será postergado necesariamente.
El tiempo de escoger depende de la condición y las circunstancias del individuo que sigue la transición desde la vida física. A algunos les toma más tiempo que a otros entender la verdadera situación. Otros deben ser despojados de muchas ideas y símbolos que son impedimentos, como se explicó antes. El tiempo de escoger puede ocurrir casi inmediatamente, en tus términos, o puede ser diferido para un periodo mucho más largo, mientras se lleva a cabo el entrenamiento. Los principales impedimentos que se presentan en el tiempo de escoger son las ideas imperfectas albergadas por un determinado individuo.
La creencia en un cielo o en un infierno, bajo ciertas condiciones, puede ser igualmente desventajosa. Algunos se rehusarán a aceptar la idea de nuevos trabajos, desarrollos y desafíos, creyendo que la única posibilidad son las situaciones celestiales convencionales. Por algún tiempo ellos pueden habitar tal entorno, hasta cuando aprenden por experiencia propia que la existencia demanda desarrollo y que tal cielo seria estéril, aburrido, y ciertamente “mortal”. Entonces están listos para el tiempo de escoger. Otros pueden insistir en que serán arrojados al infierno por sus transgresiones y, por la fuerza de esa creencia, pueden encontrar esas condiciones por algún tiempo. En cualquiera de los casos, siempre hay maestros disponibles. Ellos intentaran acabar con estas falsas creencias.
En las condiciones infernales, los individuos entran en razón algo más rápidamente. Sus propios temores disparan dentro de ellos mismos la respuesta liberadora. En otras palabras, su necesidad abre más rápidamente las puertas interiores del conocimiento. Usualmente su estado no dura tanto como el estado celestial.
Sin embargo, cualquiera de los dos estados difiere el tiempo de escoger y la próxima existencia. Hay un punto que me gustaría mencionar aquí: En todos los casos, el individuo crea su experiencia. Digo esto de nuevo, a riesgo de repetirme, ya que éste es un hecho básico para toda conciencia y para toda existencia.
No hay “lugares”, o situaciones, o condiciones especiales establecidas después de la muerte, en las que una determinada personalidad deba tener experiencia.
Los suicidas, por ejemplo, no tienen ningún “castigo” para ellos en particular, ni su condición es peor a priori. Son tratados como individuos. Sin embargo, los problemas que no enfrentaron en esta vida, serán enfrentados en otra. Esto aplica no solamente para los suicidas.
Un suicida puede causar su propia muerte porque rechaza la existencia en términos que no sean los muy específicos escogidos por él mismo. Si este es el caso, por supuesto que tendrá que aprender de manera diferente. Muchos otros escogen negar la experiencia mientras están en el sistema físico, cometiendo un suicidio igual de efectivo, cuando aun siguen físicamente vivos.
Las condiciones conectadas con un acto de suicidio son importantes y también la realidad y la realización internas del individuo. Menciono esto aquí porque muchas filosofías enseñan que los suicidas encuentran un tipo de destino especial, casi un destino vengativo, y éste no es el caso. Sin embargo, si una persona se quita la vida pensando que este acto aniquilará su conciencia para siempre, esta falsa idea puede impedir seriamente su progreso, ya que será adicionalmente intensificada por el sentimiento de culpa.
Así mismo, hay maestros disponibles para explicar la verdadera situación. Se utilizan diferentes terapias. Por ejemplo, la personalidad puede ser regresada a los eventos previos a la decisión. Se induce un efecto de amnesia, de tal manera que el suicidio mismo sea olvidado. Solo más tarde se le informa al individuo del acto, cuando está más capacitado para enfrentarlo y entenderlo.
Obviamente, estas condiciones son también impedimentos en el tiempo de escoger. No sobra decir que la obsesión con los asuntos terrenales también actúa de la misma manera. En tales casos, a menudo la personalidad insistirá en enfocar sus habilidades y energías perceptivas hacia la existencia física. Este es un rechazo psíquico a aceptar el hecho de la muerte. El individuo sabe bastante bien que está muerto, en tus términos, pero se rehúsa a completar la separación psíquica.
Hay casos por supuesto en los que los individuos involucrados no se dan cuenta del hecho de la muerte. No se trata de rehusarse a aceptarla, sino de una carencia de percepción. En este estado tal individuo también estará obsesionado con los asuntos terrenales y deambulará quizá desconcertado en su propio hogar o sus alrededores. El tiempo de escoger será postergado necesariamente.
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