El cuerpo aprendió a mantener su estabilidad, su fortaleza y agilidad, a alcanzar un estado de balance, como respuesta complementaria al clima y los elementos, aprendió a soñar cálculos que la mente consciente no podía hacer. El cuerpo aprendió a curarse a sí mismo, en el estado del sueño, con sus sueños. A ciertos niveles, en el estado del sueño, aun ahora, cada porción de la conciencia contribuye a la salud y la estabilidad de todas las otras porciones. Lejos del universo violento, tenemos uno en el que sus fundamentos mismos están basados en la cooperación amorosa de todas sus partes. El regalo de la vida trae consigo la realización de esa cooperación, ya que las partes del cuerpo existen como una unidad, como resultado de la relación interna de naturaleza cooperativa. Todo esto existe desde nuestro nacimiento, cuando somos inocentes de cualquier creencia cultural que puede ser contraria.
Si no fuera por esta cooperación básica y amorosa, que es un don de la vida misma, la vida no habría continuado. Cada individuo, de cada especie, toma el entusiasmo y la alegría iniciales de la vida como su propia medida. Cada individuo, de cualquier especie, y cada conciencia, cualquiera que sea su grado, busca automáticamente mejorar la calidad de la vida misma, no solo para sí mismo, sino para toda la realidad.
Esta es una característica dada de la vida, sin importar las creencias que nos puedan conducir a mal interpretar las acciones de la naturaleza, presentando algunas de sus criaturas de un amanera reprensible.
En cierta forma, los soñadores primitivos, con su inmensa creatividad, soñaron todas las criaturas de la vida, con todos sus pasados, presentes y futuros. Esto es, sus sueños abrieron las puertas del espacio y el tiempo a las entidades que de otra manera no habrían sido liberadas hacia la realización, de la misma manera como las unidades de conciencia fueron alguna vez liberadas de la mente de Todo Lo Que Existe.
Todas las posibles entidades que puedan ser realizadas, existen siempre. Siempre han existido y siempre existirán. Todo Lo Que Existe, por sus características, debe ser todo lo que puede llegar a ser, no puede haber un fin para la existencia y, en los mismos términos, tampoco un comienzo. Pero en los términos de nuestro mundo, las unidades de conciencia, actuando a la vez como fuerzas y como entidades psicológicas de poder masivo, plantaron las semillas de nuestro mundo en una dimensión de poder imaginativo que dio nacimiento a la forma física. En términos nuestros, esas entidades son nuestros ancestros, pero no son solo nuestros ancestros, sino los ancestros de todas las conciencias que forman nuestro mundo.
Durante este periodo que hemos señalado como perteneciente a los soñadores, ciertas acciones subjetivas tuvieron lugar cuando la estructura de la conciencia sintonizada con la tierra formó el fenómeno de “el ser”.
Lo que se necesitaba era un ser físico, muy enfocado y sintonizado precisamente, que pudiera operar eficientemente en el esquema del espacio y el tiempo que se estaba formando junto con las criaturas físicas. Un ser que, de una u otra manera, debía ser apoyado por reinos de información y conocimiento de un tipo que era, básicamente, independiente del espacio y el tiempo. Un conocimiento indispensable, sin embargo, un conocimiento al que no se le permitiría distraer el enfoque físico.
De una u otra manera, esa información interior tenia que conectarse con cada conciencia obre la faz del planeta. Las criaturas terrenales debían estar en capacidad de reaccionar en un momento y, sin embargo, los mecanismos internos que hacían posible tales reacciones estaban basados en cálculos que no podían tenerse en cuenta conscientemente. En nuestro esquema del tiempo, por ejemplo, nunca podríamos movernos tan rápidamente como lo hacemos si tuviéramos que mover conscientemente todos los músculos involucrados en el movimiento, o en los involucrados para hablar, o en cualquiera otra actividad corporal. Ciertamente, no podríamos comunicarnos en este nivel físico si primero tuviéramos que estar conscientes de todos los mecanismos empleados para hablar, utilizándolos conscientemente antes de que una palabra sea pronunciada. No obstante, tenemos que tener ese tipo de conocimiento y tenemos que tenerlo de un amanera que no interfiera con nuestros pensamientos conscientes.
Si no fuera por esta cooperación básica y amorosa, que es un don de la vida misma, la vida no habría continuado. Cada individuo, de cada especie, toma el entusiasmo y la alegría iniciales de la vida como su propia medida. Cada individuo, de cualquier especie, y cada conciencia, cualquiera que sea su grado, busca automáticamente mejorar la calidad de la vida misma, no solo para sí mismo, sino para toda la realidad.
Esta es una característica dada de la vida, sin importar las creencias que nos puedan conducir a mal interpretar las acciones de la naturaleza, presentando algunas de sus criaturas de un amanera reprensible.
En cierta forma, los soñadores primitivos, con su inmensa creatividad, soñaron todas las criaturas de la vida, con todos sus pasados, presentes y futuros. Esto es, sus sueños abrieron las puertas del espacio y el tiempo a las entidades que de otra manera no habrían sido liberadas hacia la realización, de la misma manera como las unidades de conciencia fueron alguna vez liberadas de la mente de Todo Lo Que Existe.
Todas las posibles entidades que puedan ser realizadas, existen siempre. Siempre han existido y siempre existirán. Todo Lo Que Existe, por sus características, debe ser todo lo que puede llegar a ser, no puede haber un fin para la existencia y, en los mismos términos, tampoco un comienzo. Pero en los términos de nuestro mundo, las unidades de conciencia, actuando a la vez como fuerzas y como entidades psicológicas de poder masivo, plantaron las semillas de nuestro mundo en una dimensión de poder imaginativo que dio nacimiento a la forma física. En términos nuestros, esas entidades son nuestros ancestros, pero no son solo nuestros ancestros, sino los ancestros de todas las conciencias que forman nuestro mundo.
Durante este periodo que hemos señalado como perteneciente a los soñadores, ciertas acciones subjetivas tuvieron lugar cuando la estructura de la conciencia sintonizada con la tierra formó el fenómeno de “el ser”.
Lo que se necesitaba era un ser físico, muy enfocado y sintonizado precisamente, que pudiera operar eficientemente en el esquema del espacio y el tiempo que se estaba formando junto con las criaturas físicas. Un ser que, de una u otra manera, debía ser apoyado por reinos de información y conocimiento de un tipo que era, básicamente, independiente del espacio y el tiempo. Un conocimiento indispensable, sin embargo, un conocimiento al que no se le permitiría distraer el enfoque físico.
De una u otra manera, esa información interior tenia que conectarse con cada conciencia obre la faz del planeta. Las criaturas terrenales debían estar en capacidad de reaccionar en un momento y, sin embargo, los mecanismos internos que hacían posible tales reacciones estaban basados en cálculos que no podían tenerse en cuenta conscientemente. En nuestro esquema del tiempo, por ejemplo, nunca podríamos movernos tan rápidamente como lo hacemos si tuviéramos que mover conscientemente todos los músculos involucrados en el movimiento, o en los involucrados para hablar, o en cualquiera otra actividad corporal. Ciertamente, no podríamos comunicarnos en este nivel físico si primero tuviéramos que estar conscientes de todos los mecanismos empleados para hablar, utilizándolos conscientemente antes de que una palabra sea pronunciada. No obstante, tenemos que tener ese tipo de conocimiento y tenemos que tenerlo de un amanera que no interfiera con nuestros pensamientos conscientes.
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