Cada uno de nosotros estaba presente en el inicio del mundo, aunque podemos estar presentes en el mundo ahora de una manera algo diferente. Es necesario recordar que cada unidad de conciencia es un fragmento de Todo Lo Que Existe, una porción divina. Es por esta razón por la que lo que vamos a explicar tendrá un mayor sentido.
Por algún tiempo, los sonámbulos permanecieron a ese nivel de actividad y por muchos siglos utilizaron la superficie de la tierra como una especie de antecedente para otro tipo de actividad. La vida real era lo que ahora podríamos llamar la vida del sueño. Ellos trabajaban mentalmente mientras dormían, construyendo en sus mentes individuales, y en sus esfuerzos mentales conjuntos, todas las imágenes deslumbrantes que más adelante se convertirían en la reserva mental de la cual los hombres podrían extraer lo necesario. En esta formación multidimensional, mentalmente la conciencia aprendió a formarse ella misma en las Unidades EE, en los átomos y moléculas, en los electrones y los cromosomas. Mentalmente formó los patrones a través de los cuales toda la vida física pudiera fluir. Entonces el mundo comenzó su existencia física. Las Unidades de conciencia son indestructibles y vitalizadas, sin importar las formas que tomen. Mientras las formas de los hombres eran imágenes del sueño, la conciencia convertía las formas en material físico.
La conciencia posee la más inimaginable agilidad sin perder jamás la potencia. Las unidades de conciencia se pueden mezclar y combinar con otras para formar millones de diferentes secuencias de memorias y deseos, de logros neurales y reconocimiento, de estructura y diseño.
Leemos nuestra propia conciencia ahora en cierta forma vertical, identificándonos solamente con ciertas porciones de ella, y nos parece que cualquiera otra organización perceptiva, cualquier otro reconocimiento de identidad, necesariamente negaría la nuestra o la haría inoperable.
En el inicio del mundo había numerosos grupos y afiliaciones de conciencia, muchas otras organizaciones de identidad que eran reconocidas, así como el tipo de orientación psicológica que tenemos ahora. Pero nuestro tipo de orientación no era el primordial.
En líneas generales, mientras las especies de la tierra existían desde el principio en las formas que ahora las conocemos, la conciencia de la especie era totalmente diferente y todas las especies estaban mucho más relacionadas íntimamente por medio de varios tipos de identificación que desde entonces han derivado hacia el conocimiento secreto.
Inicialmente, el mundo era un sueño y lo que consideramos la conciencia despierta o de vigilia era la conciencia del sueño. En esa forma, todo el entorno de la tierra estaba construido mentalmente, el átomo por el átomo consciente, cada uno siendo formado inicialmente por las unidades de conciencia. Decíamos que estas unidades de conciencia operan como entidades y como fuerzas, de tal manera que no estamos hablando de una mecánica mental, sino de entidades en el verdadero sentido de la palabra: entidades con propiedades psíquicas y creatividad inimaginable, fragmentos plenos de propósito, propulsados por la mente infinita, en la medida en que esa mente estaba llena de la inspiración que le daba luz al mundo. Esas entidades, tan antiguas en nuestros términos, dejaron fragmentos de sí mismas “en trance” que formaron las rocas, las montañas, el aire y el agua, y todos los elementos que existen sobre la faz de la tierra.
Esas entidades están en trance, pero su potencia no se ha disminuido y siempre existe una comunicación constante entre ellas.
También existe comunicación constante entre ellas y nosotros, en otros niveles distintos a los que reconocemos, de tal manera que existe una interacción entre cada una de las especies y su entorno.
No existe un lugar en donde la conciencia termina y empieza el entorno, o donde este termina y la conciencia empieza. Cada forma de vida es creada conjuntamente con cada otra forma. El entorno y el organismo se están creando el uno con el otro. Después de que las formas ya eran completamente físicas, todas las especies operaron como sonámbulos por muchos siglos, aunque en la escala que existía entonces el paso del tiempo no se consideraba de la misma manera. Durante ese período se logró la labor de unir la conciencia no física a la materia. Los efectos de la gravedad se estabilizaron. Las estaciones tomaron el ritmo que mejor se acomodaba a las criaturas en las distintas localidades. El entorno y sus criaturas se acomodaron mutuamente.
Hasta entonces, las principales comunicaciones habían seguido los patrones característicos de las unidades de conciencia, cada una de ellas conociendo su relación con todas las otras del planeta. Las criaturas confiaban en sus sentidos internos mientras aprendían a operar los nuevos sentidos físicos, altamente específicos, que señalaban con precisión el tiempo y el lugar. La precisión en la percepción era de vital importancia, ya que con el despertar total de la conciencia dentro de la carne, las intersecciones con el espacio y el tiempo tenían que ser impecables.
Los cuerpos del sueño se convirtieron en cuerpos físicos y con la utilización de los sentidos se sintonizaron con las frecuencias físicas. Estas frecuencias tenían tanto poder y encanto que llegarían a todas las criaturas, desde el microbio hasta el elefante, manteniéndolas juntas en una red cohesiva de alineación con el espacio y el tiempo.
En el inicio del mundo, los sueños del hombre estaban relacionados con la supervivencia física inmediata. Los sueños le daban al hombre información que los nuevos sentidos físicos no podían contener. Los sentidos físicos solo podían percibir el entorno inmediato, pero los sueños del hombre compensaban esa carencia y completaban su conciencia dándole el beneficio de la información mayor a la que alguna vez había tenido acceso. Cuando el hombre estaba dormido podía tomar ventaja de los bancos de información contenidos en las unidades de conciencia que constituían su propia carne.
Cuando el hombre dormía, en realidad regresaba al estado anterior al de vigilia, del cual su vida física misma había surgido. Solamente ahora el hombre era una nueva criatura, una nueva clase de conciencia, al igual que todas las otras especies. En los sueños, todas las especies se familiarizaban con sus antiguas afiliaciones y leían sus propias identidades de manera diferente. Recordaban como era la situación. Recordaban que ellos se habían formado unos a otros.
Este cuento es mucho más difícil de entender que el relato simple de la creación del mundo por Dios, o su producción de un universo sin sentido por medio de las manos resbaladizas del azar. Aun así, nuestro relato es mejor porque los elementos de su verdad encontrarán resonancia en las mentes y los corazones de aquellas personas lo suficientemente abiertas para escuchar. Las mentes de los hombres están vivas con el deseo de leer apropiadamente y están conscientes de su propia herencia inmensa. No se trata de decir simplemente que el hombre tiene un alma que de alguna manera es bendita, mientras todo lo demás no lo es, sino que todo lo que el hombre conoce, sin importar el grado o el tamaño, esta hecho de “material del alma”.
Hemos contado esta historia en términos seriales, pero el mundo y todas sus criaturas en realidad se juntaron como una composición espontánea, como una composición musical en ejecución permanente, en la que las notas mismas están vivas y suenan, en la que los músicos y las notas son una sola cosa, en la que el propósito y la ejecución son uno, en la que cada nota ejecutada continúa ejecutando todas sus probables versiones, formando todas sus probables composiciones, mientras, al mismo tiempo, está formando parte de todos los temas, melodías y notas de las otras composiciones, de tal manera que cada nota se define a sí misma y aun existe también por virtud de su posición en la composición como un todo.
La mente consciente no puede manejar este tipo de creatividad multidimensional. Sin embargo, puede expandirse hacia un tipo de nuevo reconocimiento, cuando es conducida, aun siendo ella misma, por su propio tema.
En cierta forma, nuestro mundo sigue su propio tema en la composición creativa. Queremos saber en donde llegamos a la producción musical, por así decirlo. Hemos utilizado una analogía musical para señalar que estamos tratando también con frecuencias de percepción. Estamos sintonizados con la orquestación de la tierra y nuestra percepción del tiempo es el resultado de hábitos, hábitos de percepción que tuvimos que aprender en el inicio del mundo. Aprendimos esos hábitos en la medida en que nuestros sentidos físicos gradualmente llegaron a ser más alertas y específicos.
Mayores percepciones siempre aparecieron en el fondo de nuestra conciencia y en el estado del sueño. Es la gran actividad del estado del sueño la que nos permite, como criaturas físicas y psicológicas, reconocer y habitar en el mundo que conocemos.
Por algún tiempo, los sonámbulos permanecieron a ese nivel de actividad y por muchos siglos utilizaron la superficie de la tierra como una especie de antecedente para otro tipo de actividad. La vida real era lo que ahora podríamos llamar la vida del sueño. Ellos trabajaban mentalmente mientras dormían, construyendo en sus mentes individuales, y en sus esfuerzos mentales conjuntos, todas las imágenes deslumbrantes que más adelante se convertirían en la reserva mental de la cual los hombres podrían extraer lo necesario. En esta formación multidimensional, mentalmente la conciencia aprendió a formarse ella misma en las Unidades EE, en los átomos y moléculas, en los electrones y los cromosomas. Mentalmente formó los patrones a través de los cuales toda la vida física pudiera fluir. Entonces el mundo comenzó su existencia física. Las Unidades de conciencia son indestructibles y vitalizadas, sin importar las formas que tomen. Mientras las formas de los hombres eran imágenes del sueño, la conciencia convertía las formas en material físico.
La conciencia posee la más inimaginable agilidad sin perder jamás la potencia. Las unidades de conciencia se pueden mezclar y combinar con otras para formar millones de diferentes secuencias de memorias y deseos, de logros neurales y reconocimiento, de estructura y diseño.
Leemos nuestra propia conciencia ahora en cierta forma vertical, identificándonos solamente con ciertas porciones de ella, y nos parece que cualquiera otra organización perceptiva, cualquier otro reconocimiento de identidad, necesariamente negaría la nuestra o la haría inoperable.
En el inicio del mundo había numerosos grupos y afiliaciones de conciencia, muchas otras organizaciones de identidad que eran reconocidas, así como el tipo de orientación psicológica que tenemos ahora. Pero nuestro tipo de orientación no era el primordial.
En líneas generales, mientras las especies de la tierra existían desde el principio en las formas que ahora las conocemos, la conciencia de la especie era totalmente diferente y todas las especies estaban mucho más relacionadas íntimamente por medio de varios tipos de identificación que desde entonces han derivado hacia el conocimiento secreto.
Inicialmente, el mundo era un sueño y lo que consideramos la conciencia despierta o de vigilia era la conciencia del sueño. En esa forma, todo el entorno de la tierra estaba construido mentalmente, el átomo por el átomo consciente, cada uno siendo formado inicialmente por las unidades de conciencia. Decíamos que estas unidades de conciencia operan como entidades y como fuerzas, de tal manera que no estamos hablando de una mecánica mental, sino de entidades en el verdadero sentido de la palabra: entidades con propiedades psíquicas y creatividad inimaginable, fragmentos plenos de propósito, propulsados por la mente infinita, en la medida en que esa mente estaba llena de la inspiración que le daba luz al mundo. Esas entidades, tan antiguas en nuestros términos, dejaron fragmentos de sí mismas “en trance” que formaron las rocas, las montañas, el aire y el agua, y todos los elementos que existen sobre la faz de la tierra.
Esas entidades están en trance, pero su potencia no se ha disminuido y siempre existe una comunicación constante entre ellas.
También existe comunicación constante entre ellas y nosotros, en otros niveles distintos a los que reconocemos, de tal manera que existe una interacción entre cada una de las especies y su entorno.
No existe un lugar en donde la conciencia termina y empieza el entorno, o donde este termina y la conciencia empieza. Cada forma de vida es creada conjuntamente con cada otra forma. El entorno y el organismo se están creando el uno con el otro. Después de que las formas ya eran completamente físicas, todas las especies operaron como sonámbulos por muchos siglos, aunque en la escala que existía entonces el paso del tiempo no se consideraba de la misma manera. Durante ese período se logró la labor de unir la conciencia no física a la materia. Los efectos de la gravedad se estabilizaron. Las estaciones tomaron el ritmo que mejor se acomodaba a las criaturas en las distintas localidades. El entorno y sus criaturas se acomodaron mutuamente.
Hasta entonces, las principales comunicaciones habían seguido los patrones característicos de las unidades de conciencia, cada una de ellas conociendo su relación con todas las otras del planeta. Las criaturas confiaban en sus sentidos internos mientras aprendían a operar los nuevos sentidos físicos, altamente específicos, que señalaban con precisión el tiempo y el lugar. La precisión en la percepción era de vital importancia, ya que con el despertar total de la conciencia dentro de la carne, las intersecciones con el espacio y el tiempo tenían que ser impecables.
Los cuerpos del sueño se convirtieron en cuerpos físicos y con la utilización de los sentidos se sintonizaron con las frecuencias físicas. Estas frecuencias tenían tanto poder y encanto que llegarían a todas las criaturas, desde el microbio hasta el elefante, manteniéndolas juntas en una red cohesiva de alineación con el espacio y el tiempo.
En el inicio del mundo, los sueños del hombre estaban relacionados con la supervivencia física inmediata. Los sueños le daban al hombre información que los nuevos sentidos físicos no podían contener. Los sentidos físicos solo podían percibir el entorno inmediato, pero los sueños del hombre compensaban esa carencia y completaban su conciencia dándole el beneficio de la información mayor a la que alguna vez había tenido acceso. Cuando el hombre estaba dormido podía tomar ventaja de los bancos de información contenidos en las unidades de conciencia que constituían su propia carne.
Cuando el hombre dormía, en realidad regresaba al estado anterior al de vigilia, del cual su vida física misma había surgido. Solamente ahora el hombre era una nueva criatura, una nueva clase de conciencia, al igual que todas las otras especies. En los sueños, todas las especies se familiarizaban con sus antiguas afiliaciones y leían sus propias identidades de manera diferente. Recordaban como era la situación. Recordaban que ellos se habían formado unos a otros.
Este cuento es mucho más difícil de entender que el relato simple de la creación del mundo por Dios, o su producción de un universo sin sentido por medio de las manos resbaladizas del azar. Aun así, nuestro relato es mejor porque los elementos de su verdad encontrarán resonancia en las mentes y los corazones de aquellas personas lo suficientemente abiertas para escuchar. Las mentes de los hombres están vivas con el deseo de leer apropiadamente y están conscientes de su propia herencia inmensa. No se trata de decir simplemente que el hombre tiene un alma que de alguna manera es bendita, mientras todo lo demás no lo es, sino que todo lo que el hombre conoce, sin importar el grado o el tamaño, esta hecho de “material del alma”.
Hemos contado esta historia en términos seriales, pero el mundo y todas sus criaturas en realidad se juntaron como una composición espontánea, como una composición musical en ejecución permanente, en la que las notas mismas están vivas y suenan, en la que los músicos y las notas son una sola cosa, en la que el propósito y la ejecución son uno, en la que cada nota ejecutada continúa ejecutando todas sus probables versiones, formando todas sus probables composiciones, mientras, al mismo tiempo, está formando parte de todos los temas, melodías y notas de las otras composiciones, de tal manera que cada nota se define a sí misma y aun existe también por virtud de su posición en la composición como un todo.
La mente consciente no puede manejar este tipo de creatividad multidimensional. Sin embargo, puede expandirse hacia un tipo de nuevo reconocimiento, cuando es conducida, aun siendo ella misma, por su propio tema.
En cierta forma, nuestro mundo sigue su propio tema en la composición creativa. Queremos saber en donde llegamos a la producción musical, por así decirlo. Hemos utilizado una analogía musical para señalar que estamos tratando también con frecuencias de percepción. Estamos sintonizados con la orquestación de la tierra y nuestra percepción del tiempo es el resultado de hábitos, hábitos de percepción que tuvimos que aprender en el inicio del mundo. Aprendimos esos hábitos en la medida en que nuestros sentidos físicos gradualmente llegaron a ser más alertas y específicos.
Mayores percepciones siempre aparecieron en el fondo de nuestra conciencia y en el estado del sueño. Es la gran actividad del estado del sueño la que nos permite, como criaturas físicas y psicológicas, reconocer y habitar en el mundo que conocemos.
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