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viernes, 29 de febrero de 2008

El Despertar

Mientras los hombres solamente tenían los cuerpos del sueño, gozaban de una libertad notable, ya que esos cuerpos no tenían que ser alimentados o vestidos. No tenían que operar bajo la ley de la gravedad. Los hombres podían vagar según querían al rededor del paisaje. Todavía no se identificaban en mayor grado como seres separados de su entorno y de otras criaturas. Sabían que eran ellos mismos, pero sus identidades no estaban tan estrechamente aliadas con sus formas, como ocurre ahora.
El mundo del sueño estaba destinado a despertar, ya que ese era el curso que se había impuesto. Este despertar sucedió espontáneamente, pero con su propio ordenamiento. Las otras criaturas de la tierra despertaron antes que el hombre y, en términos relativos, sus cuerpos del sueño se convirtieron en cuerpos físicos antes que el hombre. Los animales se tornaron físicamente activos, mientras, hasta cierto grado, el hombre permanecía en la realidad del sueño.
Las plantas despertaron antes que los animales. Hay razones para los diferentes grados del “despertar”, que básicamente no tienen nada que ver con la diferenciación de las especies definida por la ciencia desde el exterior, sino que tienen que ver con las afiliaciones internas de la conciencia y con las especies y familias de la conciencia. Esas afiliaciones se realizaron en la medida en que todas las conciencias que se habían embarcado en la realidad física se dividieron. Se trató de un casi inimaginable logro creativo, que sería responsable por el mundo físicamente efectivo.
El entorno, tal como lo concebimos, está compuesto por conciencias vivientes. Las religiones antiguas hablan de los espíritus de la naturaleza, términos que representan recuerdos de la prehistoria. Parte de la conciencia se transformó en lo que concebimos como la naturaleza, la inmensa extensión de los continentes, los océanos y los ríos, las montañas y los valles, el cuerpo de la tierra. El empuje creativo del mundo físico debía surgir de esa estructura viviente..
En cierta forma, las aves y los insectos son en realidad porciones vivientes del vuelo terrenal, así como los osos, los coyotes, las vacas y los gatos, representan la tierra convertida en criaturas que viven sobre su propia superficie. Y en cierta forma, también el hombre se convierte en el pensamiento terrenal. Pensando sus propios pensamientos, el hombre, a su manera, se especializa en la labor consciente del mundo, labor de la que depende la indispensable labor “inconsciente” del resto de la naturaleza, la misma naturaleza que lo sostiene. Cuando el hombre piensa, piensa por los microbios, por los átomos y moléculas, por las más pequeñas partículas dentro de su ser, por los insectos y por las rocas, por las criaturas del cielo, del aire y de los océanos.
El hombre piensa de una manera tan natural como vuelan los pájaros. Observa la realidad física, por el resto de la realidad física. El hombre es la tierra que llega a la vida para verse a sí misma a través de ojos conscientes.

martes, 26 de febrero de 2008

Los Estados del Sueño y de Vigilia

El estado de vigilia, tal como lo concebimos, es una extensión especializada del estado del sueño y de él surge a la superficie de nuestra conciencia, de la misma manera como nuestros lugares físicos son extensiones de lugares que primero existen dentro del reino de la mente.
El estado de vigilia tiene entonces su fuente en el estado del sueño y todos los objetos, el entorno y la experiencia que nos son familiares en el estado de vigilia también se originan en esa dimensión interior.
Cuando examinamos el estado del sueño, lo hacemos normalmente desde la estructura del estado de vigilia. Tratamos de medir la dimensión de la experiencia del sueño aplicando las normas de la realidad que son nuestro criterio usual para juzgar los eventos. Por consiguiente, no estamos en capacidad de percibir las verdaderas características del estado del sueño, a excepción de aquellas pocas ocasiones cuando “nos despertamos” en medio del sueño. En cierta forma, es verdad decir que el universo fue creado de la misma manera como suceden nuestros sueños y pensamientos: espontáneamente, pero con un asombroso orden incorporado y con una organización interna. Pensamos nuestros pensamientos y soñamos nuestros sueños sin un conocimiento claro de los procesos increíbles que están involucrados. Esos procesos son los mismos que soportan la existencia del universo mismo.
De igual manera, podemos decir que nosotros mismos somos los antiguos soñadores que soñamos el mundo para convertirlo en realidad. Esto no quiere decir que somos pasivos, soñadores fugaces, perdidos en alguna mente divina, sino que somos las manifestaciones creativas de una inteligencia divina, cuya creatividad es la responsable por todas las realidades, las que a su vez están dotadas con habilidades creativas propias, con el potencial y el deseo para la realización. En realidad somos herederos de los mismos procesos divinos.
Todas las partes del mundo se juntan espontáneamente, con un ordenamiento que básicamente desafía las más pequeñas leyes de causa y efecto, o de antes y después. El estado del sueño nos presenta muchos indicios acerca de la fuente de nuestras propias vidas y la de nuestro mundo.
Los computadores, aunque grandiosos y complicados, no pueden soñar y, a pesar de sus increíbles bancos de información, carecen del tipo de conocimiento inexpresado que posee la más pequeña planta o semilla. Tampoco ninguna información masiva, contenida o procesada por cualquier computador, puede compararse con el conocimiento inexpresado que tienen los átomos y moléculas que componen esos instrumentos. El computador no esta equipado para percibir ese tipo de conocimiento. No esta equipado para tal procedimiento porque no puede soñar. En los sueños, el conocimiento innato de átomos y moléculas, combinado y traducido, sirve como base a la información perceptual y al conocimiento desde el cual el estado del sueño surge en su forma física.
Estamos subjetivamente “vivos” desde antes de nuestro nacimiento y estaremos subjetivamente vivos después de la muerte. Nuestra vida subjetiva es interpretada a través del estado de conciencia especializado que llamamos vigilia, en el cual solo reconocemos como reales las experiencias que están limitadas por ciertas coordenadas de espacio y tiempo. Nuestra realidad mayor existe por fuera de esas coordenadas, lo mismo que la realidad del universo. Creamos vidas para nosotros, cambiándolas en el proceso, de la misma manera como un escritor puede cambiar un libro, alterar las circunstancias, o modificar el argumento. El escritor sabe que puede crear sin comprender el orden espontáneo con el que sucede la creatividad. Los procesos ocurren a otro nivel de la conciencia.
De la manera más básica, el mundo es formado de adentro hacia afuera, y desde la realidad del sueño hacia la realidad física y esos procesos suceden a otro nivel de la conciencia.

sábado, 23 de febrero de 2008

La Creación

Nuestro mundo no fue creado por un Dios exteriorizado y objetivizado que lo creó desde el exterior y lo puso en movimiento. Muchas teorías religiosas creen que este Dios creó el mundo de tal manera y que el proceso de decaimiento empezó casi desde el mismo momento hipotético en que la creación terminó.
Esta idea es bastante parecida a las ideas científicas que ven el universo extinguiéndose, su energía disipándose y su orden gradualmente desintegrándose en el caos. Ambas versiones conciben una creación que ya terminó, aunque la una corresponde a una producción divina y la otra es el resultado de la casualidad.
Vamos a hablar de una creación constante, que debe ser explicada en términos seriales. Estamos discutiendo sobre un modelo de universo en el que la creación es continua, que está ocurriendo espontánea y simultáneamente por todas partes, en una especie de presente espacioso del cual emergen todas las experiencias con el tiempo. En este modelo siempre hay nueva energía y todos los sistemas están abiertos, aunque parecen operar separadamente. Estamos considerando un modelo de universo que está basado en la cooperación activa de cada una de sus partes, cada una de las cuales, de una u otra manera, también participa en la experiencia del todo.
En este modelo, los cambios de forma son el resultado de una síntesis creativa. Este modelo se ve como teniendo su origen dentro de una inmensa, infinita y divina subjetividad, la que está dentro de cada unidad de conciencia, cualquiera que sea su grado. Una subjetividad divina que está dentro de la creación misma, una creación multidimensional de tales proporciones que ella es la creadora y sus creaciones al mismo tiempo.
Este proceso psicológico divino, mejor aun, este estado de relación divino, forma desde su propio ser mundos dentro de mundos. Nuestro universo no es el único. Nada existe aislado en la naturaleza y la misma existencia de nuestro universo presupone la existencia de otros. Estos universos fueron, son y serán creados de la misma manera, y todos los sistemas son abiertos, aunque operacionalmente pueda parecer que no lo son.
Existe un numero infinito de secuencias activadas impecablemente que hacen posible la existencia de nuestro propio mundo. A veces parece inconcebible que un ser humano pueda imaginar que su mundo no tiene sentido, ya que la misma existencia del cuerpo humano indica una cooperación molecular y celular casi increíble, que muy difícilmente podría ser el resultado de las más auspiciosas obras del azar.
Nuestro universo y todos los demás universos surgen de una dimensión que es la fuente creativa de todas las realidades, un universo del sueño básico, una base psicológica divina, en donde el ser subjetivo es iluminado, estimulado y penetrado por su propio deseo infinito de creatividad. La fuerza de su poder es tan grande que sus imaginaciones se convierten en mundos y está dotado con una creatividad de tal esplendor que busca su mejor realización, ya que el más pequeño de sus pensamientos y todos sus potenciales están orientados por una buena intención que está literalmente mas allá de toda imaginación.
Esa buena intención es aparente dentro de nuestro mundo. Es obvia en las empresas cooperativas que unen los minerales, las plantas y el reino animal. Es obvia en la relación de la abeja y la flor. Nuestras creencias nos cerraron la mente a la naturaleza cooperativa propia del hombre, a su deseo innato de compañerismo, a su inclinación natural a preocuparse por los demás y a su comportamiento altruista.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Las Razones del Sufrimiento

A veces nos preguntamos si las condiciones de la vida tienen alguna justificación, cuando en realidad no la necesitan. Nuestras creencias nos impiden adquirir el conocimiento relacionado con la psicología del hombre. Este conocimiento serviría para responder muchas preguntas que usualmente se hacen sobre las razones del sufrimiento. Algunas de esas preguntas son más difíciles de responder. Hombres y mujeres nacen con curiosidad acerca de todas las sensaciones y todas las posibles experiencias de la vida. Están sedientos de experiencias de todo tipo y su curiosidad no esta limitada a lo bonito y mundano.
Hombres y mujeres han nacido con el deseo de ir mas allá de los límites, de explorar en donde ningún hombre ha ido jamás. Hombres y mujeres han nacido con un sentido del drama y con la necesidad de estimulación. La vida misma es estimulante.
Nos olvidamos de nuestras inclinaciones naturales y de nuestros sentimientos y fantasías íntimas cuando nos convertimos en adultos, porque no encajan en el esquema de la clase de persona, o de experiencia, o de especie, que se nos ha enseñado a creer que somos. Como consecuencia, muchos de los eventos de nuestras vidas, que son las extensiones naturales de esos sentimientos, nos parecen extraños, contrarios a nuestros más profundos deseos, como si nos hubieran sido impuestos por agencias externas o por un subconsciente malicioso.
Los pensamientos de los niños nos dan indicios excelentes de la naturaleza de la humanidad, pero muchos adultos no tienen ningún recuerdo de la niñez, a excepción de aquellos que se ajustan, o parecen ajustarse, a sus creencias sobre la niñez.
A los niños les gusta jugar a estar muertos. Tratan de imaginar como es la muerte. Imaginan como sería caer desde un muro alto, o golpeándose seriamente. Los niños imaginan papeles trágicos con la misma creatividad descomplicada con la que imaginarían papeles que los adultos podrían aprobar. Con frecuencia se dan cuenta del deseo de enfermarse para evitar situaciones difíciles y del subsiguiente deseo de recuperarse de nuevo.
Los niños aprenden a olvidar rápidamente su participación en esos episodios, de tal manera que más tarde, cuando como adultos se encuentran enfermos, no solamente olvidan que ellos mismos causaban sus enfermedades, sino que también olvidan, desafortunadamente, como recuperar su salud.
Existen muchas gamas de sufrimiento. En tiempos pasados, aunque la costumbre no ha desaparecido, los hombres purgaban penas, se vestían con ceniza y se golpeaban con cadenas, aguantaban hambre, o incurrían en privaciones por su propia cuenta. En otras palabras, sufrían por el bien de la religión. No se trataba solamente de que creyeran que el sufrimiento era bueno para el alma, lo que puede ser cierto o no, sino que también comprendieron algo más: que el cuerpo resistirá mucho más sufrimiento cuando libera la conciencia. De esa manera esperaban alcanzar el éxtasis religioso.
El éxtasis religioso no necesita el sufrimiento físico como estimulo y tal medio irá en contravía del entendimiento religioso. Estos episodios representan una de las formas en que el hombre puede buscar el sufrimiento como medio para otro fin..
La disciplina es una forma de sufrimiento aplicado, tal como se usa generalmente. A la gente no se le enseña a comprender las grandes dimensiones de su propia capacidad para la experiencia. Es natural que el niño sea curioso acerca del sufrimiento, que desee saber que es, que quiera verlo, y de esta manera aprende a evitar el sufrimiento que no desea, a ayudarle a otros a evitarlo y, principalmente, a comprender los grados de emoción y sensación que son su herencia. Cuando se convierta en adulto, no le infligirá dolor a otros si entiende esto, ya que se permitirá sentir la validez de sus propias emociones.
Si nos negamos la experiencia directa de nuestras propias emociones y en cambio las amortiguamos con una disciplina demasiado estricta, podemos lastimar a otros mucho más fácilmente, puesto que proyectamos nuestro adormecido estado emocional sobre ellos. En los campos de concentración nazis los hombres seguían ordenes, torturaban gente, y eso lo hacían adormeciendo su propia sensibilidad al dolor y reprimiendo sus emociones. La vulnerabilidad del hombre al dolor le ayuda a simpatizar con otros y le ayuda a aliviar más activamente las causas innecesarias de dolor que existen en la sociedad.
Las experiencias de naturaleza dolorosa de cada persona quedan registradas en lo que llamaremos la “mente del mundo”. Cada fracaso, cada desilusión, cada problema no resuelto que conduce al sufrimiento, se convierte en parte de la experiencia del mundo. De esta manera, aun las debilidades o fracasos relacionados con el sufrimiento se pueden resolver, o redimir, en la medida en que se hacen ajustes a la luz de esa información.
En este sentido, cada persona vive su propia vida privadamente, pero también la vive por toda la humanidad. Cada persona ensaya nuevos retos, nuevas circunstancias y nuevos logros, desde un punto de vista único para sí misma y también para toda la humanidad.

lunes, 18 de febrero de 2008

La Enfermedad y el Sufrimiento

Afectamos la estructura de nuestro cuerpo con nuestros pensamientos. Si creemos en factores hereditarios, ellos mismos se convierten en un fuerte factor sugestivo en nuestra vida que puede contribuir a que se presente el malestar preciso del cuerpo, que creíamos ha estado allí todo el tiempo, hasta cuando finalmente los instrumentos científicos descubren “el mecanismo defectuoso” y aparece la evidencia que todo el mundo ve.
Obviamente, hay algunas condiciones que son heredadas, las que se presentan casi instantáneamente después del nacimiento, pero ellas corresponden a un numero limitado, en relación con aquellas enfermedades que creemos son hereditarias: Muchos cánceres, problemas cardiacos, desarreglos artríticos o reumatoides. En muchos casos de dificultades hereditarias, se pueden implementar cambios para mejorar la situación utilizando algunos métodos mentales que se podrán utilizar en el futuro.
Hay muchas clases de sufrimiento, de la misma manera como hay distintos tipos de alegrías, pero no hay una simple respuesta que pueda darse. Como criaturas humanas, aceptamos las condiciones de la vida. Creamos, con base en esas condiciones, las experiencias de nuestros días. Hemos nacido en medio de sistemas de creencias, de la misma manera como hemos nacido en el tiempo y sus siglos físicos. Buena parte de este esquema total es la libertad para interpretar las experiencias de la vida de muchísimas maneras. El significado, la naturaleza, la dignidad o la vergüenza del sufrimiento serán interpretados de acuerdo con nuestro sistema de creencias. Esperamos ofrecer en su oportunidad un esquema de la realidad que coloque el sufrimiento en su propia perspectiva, pero teniendo presente que es un asunto difícil de tratar porque toca fibras muy intimas sobre nuestras esperanzas y temores y las esperanzas y temores de la humanidad.
Nos hemos enseñado a estar conscientes y a seguir solo determinadas partes de nuestra propia conciencia, razón por la cual consideramos “taboo” ciertos asuntos. Entre ellos, podemos citar la muerte y el sufrimiento. En casos como estos, no es fácil dejar de lado la ironía, pero para una especie equipada especialmente para la supervivencia del mas fuerte y para la competencia con las otras especies, cualquier toque de sufrimiento o dolor, o pensamientos de muerte, se consideran deshonrosos, biológicamente vergonzosos, cobardes o insanos. Se supone que la vida se debe preservar a toda costa, no porque sea significativa en forma innata, sino porque es el único juego andando y, en el mejor de los casos, es un juego de azar. Una sola vida es lo único que tenemos y esa vida esta acosada por la amenaza de las enfermedades, el desastre y la guerra. Aun si se nos permite preservar la vida, es porque elementos sin vida brevemente toman conciencia y vitalidad, pero están condenados a desaparecer.
Dentro de esa estructura, aun emociones como el amor y la exaltación son vistos apenas como la actividad errática de neuronas, o como químicos reaccionando a químicos. Esas creencias, por si mismas, traen el sufrimiento. En nuestro tiempo, la ciencia ha sido establecida para promover creencias que están en directa contradicción con el conocimiento del corazón del hombre. La ciencia ha negado la verdad emocional. No se trata, simplemente, de que la ciencia niegue la validez de la experiencia emocional, sino que la ciencia ha creído firmemente que el conocimiento solo se puede adquirir desde el exterior, observando el exterior de la naturaleza.
Estamos hablando de la calidad de la vida y, ciertamente, se puede decir que en muchos siglos pasados hombres y mujeres tuvieron vidas mas cortas, pero fueron vidas más plenas, con una calidad de vida más satisfactoria.
Debemos decir también que en algunos aspectos la religión ha glorificado el sufrimiento, elevándolo a una de las principales virtudes, y también lo ha degradado en otras ocasiones al ver los enfermos como poseídos por demonios, o al ver los dementes como algo menos que humanos.
La Ciencia, al considerar el cuerpo como un mecanismo, ha promovido la idea de que la conciencia esta atrapada dentro de un modelo mecánico y que el sufrimiento humano es causado mecánicamente en ese sentido. Se trata, simplemente, de darle a la maquina unos mejores repuestos y todo estará bien. La ciencia también opera como la magia y en algunas ocasiones la creencia en la ciencia misma aparentemente producirá milagros: El nuevo corazón le dará al hombre un corazón nuevo.
La enfermedad es considerada como parte de las motivaciones del hombre. Esto quiere decir que no hay motivación humana que no pueda alguna vez involucrar la enfermedad, ya que con frecuencia es un medio para conseguir un fin y es un método para lograr algo que la persona no va a conseguir de otra manera.
Alguien puede utilizar la enfermedad para lograr el éxito. Otra persona puede utilizarla para lograr el fracaso. Una persona puede utilizarla como medio para mostrar el orgullo o la humildad, para obtener atención o para evadirla. La enfermedad es con frecuencia un modo de expresión distinto. Sin embargo, la ciencia jamás dice que la enfermedad puede tener un propósito, o un grupo de propósitos, lo que no quiere decir que los propósitos mismos sean necesariamente inconvenientes. Las enfermedades son a veces intentos mal dirigidos para lograr algo que la persona cree es importante. La enfermedad puede ser un distintivo de honor o deshonor. Lo cierto es que cuando observamos el cuadro humano, hasta cierto punto, pero un punto muy importante, el sufrimiento no solo tiene sus usos y propósitos, sino que es buscado activamente por una u otra razón.
La mayoría de las personas no buscan experiencias extremas de sufrimiento, pero dentro de esos extremos hay muchísimos grados de estímulos que pueden considerarse dolorosos, que son buscados activamente.
La participación del hombre en los deportes es un buen ejemplo, en donde los premios de la sociedad y la promesa de logros espectaculares del cuerpo induce a los atletas a tener actividades que pueden considerarse muy dolorosas para el individuo ordinario.

sábado, 16 de febrero de 2008

La Enfermedad como Castigo

Por muchos siglos la estructura de la Iglesia Católica Romana mantuvo unida la civilización occidental y le dio sus significados y preceptos. Esos significados y preceptos fluían a través de la sociedad entera y servían como base para todos los modos de conocimiento establecidos, para el comercio, la medicina, la ciencia, etc.
La visión de la realidad que tenia la iglesia era la aceptada. Es necesario destacar el hecho de que las creencias de aquellos tiempos estructuraban el modo de vida individual de cada ser humano, de tal manera que los eventos más privados de las vidas personales eran interpretados de esa forma, como también los eventos de las naciones, las plantas, los animales, etc. La visión del mundo era una visión religiosa, especificada por la iglesia, y su palabra era verdad y realidad al mismo tiempo.
Las enfermedades se sufrían, eran enviadas por Dios para purgar el alma, para limpiar el cuerpo, para castigar al pecador o, simplemente, para enseñarle al hombre su lugar, manteniéndolo alejado de los pecados del orgullo. El sufrimiento enviado por Dios era considerado un hecho de la vida y una verdad religiosa.
Algunas civilizaciones han creído que las enfermedades eran enviadas por demonios o espíritus malignos y que el mundo estaba lleno de buenos y malos espíritus invisibles, mezclados con los elementos de la naturaleza, y que el hombre tenia que seguir una línea cuidadosa para no molestar a las más peligrosas o maliciosas de esas entidades. En la historia del hombre han habido toda clase de encantaciones con el propósito de apaciguar los espíritus malignos que el hombre creía eran reales y que correspondían a una verdad religiosa.
Es bastante fácil no darle importancia a esas creencias y admirarse por la visión distorsionada de la realidad que tiene el hombre. Sin embargo, la visión científica de la enfermedad está igualmente distorsionada. Es tan real como el hecho de que Dios envía la enfermedad como castigo, o que la enfermedad es el regalo no deseado de un demonio.
Los clérigos de la Edad Media podían dibujar diagramas de las diferentes partes del cuerpo humano que habían sido afectadas por haberse incurrido en determinados pecados. Las mentes lógicas alguna vez encontraron que esos diagramas eran muy convincentes y los pacientes con ciertas aflicciones en determinadas áreas confesaban haber cometido los pecados involucrados. La totalidad de la estructura de creencias tenia sentido en sí misma. Un hombre podía haber nacido deforme o enfermo por los pecados de su padre.
La estructura científica, básicamente, tampoco tiene sentido, aunque dentro de ella los hechos a menudo parecen probarse a sí mismos. El caso de los virus es un ejemplo. Nuestras creencias se convierten en realidades evidentes por sí mismas. Seria imposible discutir el sufrimiento humano sin tener esto en consideración. Las ideas se transmiten de generación en generación y esas ideas son las portadoras de todo lo de nuestra realidad, sus alegrías y agonías. Sin embargo, la ciencia es en definitiva un pobre sanador. Los conceptos de la iglesia al menos le dan al sufrimiento cierto tipo de dignidad: provienen de Dios, lo que quizá puede ser un regalo no deseado, pero era un castigo infligido por un padre exigente para el bien de su propio hijo.
La ciencia desconectaba los hechos de las verdades religiosas. En un universo formado por azar, que tenia como principal norma de buen comportamiento la supervivencia del más fuerte, la enfermedad se convirtió en un tipo de crimen contra la especie misma. Significaba que no éramos aptos, lo que provocó todo tipo de preguntas que antes no se habían formulado seriamente.
Por ejemplo, aquellos que eran “genéticamente inferiores”, tenían el derecho a reproducirse? Se pensaba que las enfermedades llegaban como una tormenta, como el resultado de fuerzas físicas contra las cuales el individuo tenia pocos recursos. Las “nuevas” ideas de Freud sobre el inconsciente presentaron un nuevo dilema, ya que entonces, como ahora, se creía ampliamente que como resultado de experiencias de la infancia el subconsciente, o el inconsciente, podían muy bien sabotear los mejores intereses de la personalidad consciente y de manera truculenta llevarla a la enfermedad y el desastre.
En cierta forma, ese concepto puso un diablo psicológico en lugar de uno metafísico. Si la vida misma es vista científicamente como no teniendo un significado real, entonces el sufrimiento debe verse también como no significativo. El individuo se convierte en una victima del azar, en lo que concierne a su nacimiento, los eventos de su vida y su propia muerte. La enfermedad se convierte en su encuentro más directo con una existencia personal sin sentido.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Las "Divisiones" del Ser

Somos un solo ser, pero por razones operativas diremos que esta dividido en tres partes: el ser interior o ego interior, la conciencia del cuerpo y la conciencia que conocemos. Sin embargo, estas partes están íntimamente conectadas. Son como tres sistemas diferentes de conciencia operando conjuntamente para formar un todo. Las divisiones, las aparentes divisiones, no son permanentes sino que cambian constantemente.
Estos tres sistemas de conciencia operan, de una u otra manera, en todas las especies y en todas las partículas en el universo físico. Esto quiere decir que las proporciones de los tres sistemas pueden variar, pero están siempre en operación, así estemos hablando de un hombre o una mujer, una roca o una mosca, una estrella o un átomo. El ser interior representa nuestra identidad primordial, el ser que realmente somos.
Hay una antigua cita que dice: “La tierra es un lugar agradable, pero no me gustaría vivir allí”. El hecho es que somos criaturas físicas porque en verdad nos gusta vivir en la tierra. Nos gustan las condiciones y, en líneas generales, gozamos con este particular tipo de reto y con el tipo particular de percepción, conocimiento y comprensión que brinda el entorno terrenal.
Ese entorno, ciertamente, incluye el sufrimiento. Si la alegría ha sido siempre una característica de la experiencia terrenal, también lo ha sido el sufrimiento. En esta oportunidad solo vamos a mencionar una faceta del asunto y es la importancia de la sensación física de cualquier tipo, ya que la vida del cuerpo nos proporciona una vida de sensación, de sentimiento, y un espectro que debe incluir la experiencia de todas las sensaciones posibles, dentro de un rango general.
Como veremos, todas las criaturas, independientemente de su grado, pueden escoger y escogen, dentro de su esfera de realidad, aquellas sensaciones que experimentaran, aunque, de una u otra manera, todas las sensaciones son sentidas. Quienes han sido atraídos hacia la vida física son primordialmente “catadores” de sensaciones. Hay toda clase de distinciones mentales que se hacen entre los estímulos. El cuerpo esta hecho para reaccionar. Esta hecho para sentir la vida y la vitalidad, reaccionando a un entorno que es distinto de sí mismo y enfrentando lo que llamaremos estrés natural. El cuerpo mantiene su equilibrio reaccionando contra la gravedad, estando en contacto con otros cuerpos, cambiando sus propias sensaciones, glorificándose en el balance entre el equilibrio y desequilibrio.
A la conciencia del cuerpo se le ha dado un excelente sentido de su propia realidad, una seguridad en su identidad, un sentimiento innato de seguridad y protección que le permite no solo funcionar, sino crecer en el mundo físico. Está dotado con sentimientos de osadía, audacia y poder. Está perfectamente formado para acomodarse a su entorno y este esta formado perfectamente para tener tales criaturas.
Las entidades, o unidades de conciencia – aquellos antiguos fragmentos que irrumpieron en la objetividad, provenientes del reino inmenso e infinito de Todo Lo Que Existe - tuvieron la osadía de abandonarse a sí mismas gustosamente en el espacio y el tiempo. Crearon nuevas entidades psicológicas, abrieron una área de creatividad divina, que hasta entonces había estado cerrada y, en ese grado, extendieron la experiencia y la existencia inmensa de Todo Lo Que Existe.
Al abandonarse a sí mismas, no estaban en realidad abandonadas, ya que contenían dentro de sí la relación inherente con Todo Lo Que Existe. En esos términos, Todo Lo Que Existe también fue físico, exaltado en su divina profundidad por el empuje de cada hoja de hierba al surgir del suelo hacia el aire, exaltado por cada nacimiento y por cada momento de la existencia de cada criatura. Todo Lo Que Existe esta inmerso en nuestro mundo, esta presente en cada punto hipotético y forma la estructura misma de la que cada parte de la materia es creada.

sábado, 9 de febrero de 2008

El Ser Interior y la Conciencia del Cuerpo

Básicamente, no existen divisiones reales en el ser. Sin embargo, con el fin de hacer más comprensible el asunto, debemos hablar de ellas en esos términos. Primero que todo, tenemos el ser interior, el ser creativo del sueño, compuesto por las unidades de conciencia, energía concientizada que forma nuestra identidad y la que formó las identidades de los primeros habitantes de la tierra. Estos seres interiores formaron sus propios cuerpos del sueño al rededor de ellos, como lo habíamos explicado previamente, pero los cuerpos del sueño no tenían que tener reacciones físicas, pues estaban libres de la gravedad, del espacio y del tiempo.
En la medida en que el cuerpo del sueño se convirtió en cuerpo físico, el ser interior formó la conciencia del cuerpo, de tal manera que el cuerpo físico llegó a estar más consciente de sí mismo, del entorno y de su relación con ese entorno. Antes de que esto pudiera ocurrir, a la conciencia del cuerpo se le enseño a estar más consciente de su propio entorno interior. El cuerpo fue formado de las Unidades EE, a través de todos los estados de los átomos, las células, los órganos, etc. El patrón del cuerpo provino del ser interior, cuando todas las unidades de conciencia involucradas en esta aventura formaron conjuntamente este tejido del entorno y las criaturas, que se adaptaron mutuamente.
Hasta ahora en nuestra presentación, tenemos un ser interior que habita primordialmente en una dimensión mental y psíquica, soñándose a sí mismo en la forma física y formando finalmente una conciencia del cuerpo. A esa conciencia del cuerpo el ser interior le da “su propio cuerpo de conocimiento físico” y la inmensa reserva de logros físicos que ha producido triunfantemente. La conciencia del cuerpo no es “inconsciente”, sino que el cuerpo posee su propio sistema de conciencia que, hasta cierto grado, está separado de lo que consideramos como nuestra propia conciencia normal. La conciencia del cuerpo difícilmente la podemos considerar inferior a la nuestra, o inferior a la del ser interior, puesto que ella representa el conocimiento proveniente del ser interior y es una parte de la propia conciencia del ser interior, la parte que ha sido delegada al cuerpo.
Recordemos que cada célula opera muy bien en el tiempo porque es precognitiva. Está enterada de la posición, salud, vitalidad, de todas las otras células sobre la faz del planeta. Esta enterada de la posición de cada grano de arena sobre la playa de cada océano. En esos términos, la célula forma parte de la conciencia de la tierra.
A ese nivel, el entorno, las criaturas y los elementos del mundo natural están todos unidos. Nuestro intelecto, tal como lo concebimos, opera tan clara y precisamente, tan lógicamente, a veces tan arrogantemente, porque el intelecto va por encima del gran empuje del poder codificado, “antiguo” e “inconsciente”, el poder del conocimiento instantáneo, que es una característica de la conciencia del cuerpo.
Hasta ahora, nuevamente, en nuestra presentación aun tenemos solamente un ser interior y una conciencia del cuerpo. En la medida en que la conciencia del cuerpo se desarrolla a sí misma y perfecciona su organización, el ser interior y la conciencia del cuerpo, conjuntamente, llevan a cabo una especie de mutuo entendimiento psicológico.
El ser interior estaba muy consciente de su propia multidimensionalidad y de que se dio nacimiento psicológico a sí mismo, a través del cuerpo en el espacio y el tiempo. Se conoció a sí mismo como criatura física. Esa parte del ser es la parte que reconocemos como el ser consciente normal, vivo dentro del esquema de las estaciones, consciente dentro de los designios del tiempo, atrapado por el temor en momentos de brillante entendimiento, con civilizaciones que parecen llegar y pasar. Ese es el ser que está alerta en la querida precisión de los momentos, el ser cuyos sentidos físicos están limitados por la luz y la oscuridad, el sonido y el tacto. Ese es el ser que vive la vida del cuerpo. Es el ser que mira hacia afuera. Es el ser al que llamamos consciente egoisticamente. Es el ser que mira hacia la realidad interior, hacia las dimensiones psíquicas del entendimiento, de las que emergieron nuestra propia conciencia y la conciencia del cuerpo.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Los Antiguos Soñadores II

El cuerpo aprendió a mantener su estabilidad, su fortaleza y agilidad, a alcanzar un estado de balance, como respuesta complementaria al clima y los elementos, aprendió a soñar cálculos que la mente consciente no podía hacer. El cuerpo aprendió a curarse a sí mismo, en el estado del sueño, con sus sueños. A ciertos niveles, en el estado del sueño, aun ahora, cada porción de la conciencia contribuye a la salud y la estabilidad de todas las otras porciones. Lejos del universo violento, tenemos uno en el que sus fundamentos mismos están basados en la cooperación amorosa de todas sus partes. El regalo de la vida trae consigo la realización de esa cooperación, ya que las partes del cuerpo existen como una unidad, como resultado de la relación interna de naturaleza cooperativa. Todo esto existe desde nuestro nacimiento, cuando somos inocentes de cualquier creencia cultural que puede ser contraria.
Si no fuera por esta cooperación básica y amorosa, que es un don de la vida misma, la vida no habría continuado. Cada individuo, de cada especie, toma el entusiasmo y la alegría iniciales de la vida como su propia medida. Cada individuo, de cualquier especie, y cada conciencia, cualquiera que sea su grado, busca automáticamente mejorar la calidad de la vida misma, no solo para sí mismo, sino para toda la realidad.
Esta es una característica dada de la vida, sin importar las creencias que nos puedan conducir a mal interpretar las acciones de la naturaleza, presentando algunas de sus criaturas de un amanera reprensible.
En cierta forma, los soñadores primitivos, con su inmensa creatividad, soñaron todas las criaturas de la vida, con todos sus pasados, presentes y futuros. Esto es, sus sueños abrieron las puertas del espacio y el tiempo a las entidades que de otra manera no habrían sido liberadas hacia la realización, de la misma manera como las unidades de conciencia fueron alguna vez liberadas de la mente de Todo Lo Que Existe.
Todas las posibles entidades que puedan ser realizadas, existen siempre. Siempre han existido y siempre existirán. Todo Lo Que Existe, por sus características, debe ser todo lo que puede llegar a ser, no puede haber un fin para la existencia y, en los mismos términos, tampoco un comienzo. Pero en los términos de nuestro mundo, las unidades de conciencia, actuando a la vez como fuerzas y como entidades psicológicas de poder masivo, plantaron las semillas de nuestro mundo en una dimensión de poder imaginativo que dio nacimiento a la forma física. En términos nuestros, esas entidades son nuestros ancestros, pero no son solo nuestros ancestros, sino los ancestros de todas las conciencias que forman nuestro mundo.
Durante este periodo que hemos señalado como perteneciente a los soñadores, ciertas acciones subjetivas tuvieron lugar cuando la estructura de la conciencia sintonizada con la tierra formó el fenómeno de “el ser”.
Lo que se necesitaba era un ser físico, muy enfocado y sintonizado precisamente, que pudiera operar eficientemente en el esquema del espacio y el tiempo que se estaba formando junto con las criaturas físicas. Un ser que, de una u otra manera, debía ser apoyado por reinos de información y conocimiento de un tipo que era, básicamente, independiente del espacio y el tiempo. Un conocimiento indispensable, sin embargo, un conocimiento al que no se le permitiría distraer el enfoque físico.
De una u otra manera, esa información interior tenia que conectarse con cada conciencia obre la faz del planeta. Las criaturas terrenales debían estar en capacidad de reaccionar en un momento y, sin embargo, los mecanismos internos que hacían posible tales reacciones estaban basados en cálculos que no podían tenerse en cuenta conscientemente. En nuestro esquema del tiempo, por ejemplo, nunca podríamos movernos tan rápidamente como lo hacemos si tuviéramos que mover conscientemente todos los músculos involucrados en el movimiento, o en los involucrados para hablar, o en cualquiera otra actividad corporal. Ciertamente, no podríamos comunicarnos en este nivel físico si primero tuviéramos que estar conscientes de todos los mecanismos empleados para hablar, utilizándolos conscientemente antes de que una palabra sea pronunciada. No obstante, tenemos que tener ese tipo de conocimiento y tenemos que tenerlo de un amanera que no interfiera con nuestros pensamientos conscientes.

Los Antiguos Soñadores

De acuerdo con nuestra escala del tiempo, en lo que nos parece tiempo antiquísimo, los hombres estuvieron en el estado del sueño mucho mas tiempo de lo que estuvieron en el estado de vigilia o despiertos. Ellos dormían largas horas, como lo hacían los animales, despertándose para ejercitar sus cuerpos, obtener el sustento y, mas adelante, aparearse. Era en realidad un mundo del sueño, pero un mundo encantador y vital, en el que las imaginaciones del sueño jugaban graciosamente con todas las probabilidades vinculadas a esta nueva aventura: imaginar las distintas formas posibles del lenguaje y la comunicación, hilar los más grandes relatos del sueño de civilizaciones futuras, plenas de sus propias historias, edificios mentales que automáticamente creaban pasados y futuros.
Los sueños antiguos eran compartidos, hasta cierto punto, por cada conciencia embarcada en la aventura terrenal, de tal manera que las criaturas y su entorno formaban conjuntamente realidades ambientales mayores. Los valles y las montanas, y sus habitantes, conjuntamente, se soñaron ellos mismos en la existencia y en la coexistencia.
Nuestra especie vivía a un paso mucho mas lento. La sangre, por ejemplo, no necesitaba correr tan rápido por las venas y arterias y el corazón no necesitaba latir tan rápido. La coordinación de la criatura en su entorno no necesitaba ser tan precisa, puesto que era un toma y dame elástico de la conciencia y su entorno.
De manera casi imposible de describir, las reglas del juego no se habían establecido firmemente todavía. La gravedad misma no tenia su omnipresente influencia y el aire era más boyante. El hombre estaba enterado de su soporte de manera intima. Estaba consciente de sí mismo de una manera diferente. Su identificación con el ser no se detenía en el limite de su piel. Podía seguirla hacia afuera, dentro del espacio alrededor de su forma, y sentía como ella se mezclaba con la atmósfera en una sentida experiencia primitiva que ya hemos olvidado.
Durante este periodo, la actividad mental, de la más alta y más original variedad, fue la más poderosa característica del sueño y el conocimiento que el hombre logro fue impreso en su cerebro físico. Esto es lo que ahora corresponde a una actividad completamente inconsciente, la que involucra las funciones del cuerpo, su relación con el entorno, su balance y temperatura, sus constantes alteraciones internas. Todas estas actividades tan complicadas fueron aprendidas y practicadas en el estado del sueño, en la medida en que las unidades de conciencia traducían su conocimiento interno, por medio del estado del sueño, a la forma física.
El hombre y las otras especies empezaron a despertar mas plenamente hacia el mundo físico, a desarrollar sus sentidos externos y a interactuar delicada y precisamente con el espacio y el tiempo. Todavía el hombre duerme y sueña, y el estado del sueno todavía es una conexión firme con sus propios orígenes y con los orígenes del universo, tal como el hombre lo ha conocido.
El hombre soñaba sus lenguajes. Soñaba como usar su lengua para formar las palabras. En sus sueños practicaba la forma de encadenar las palabras para darles significado, de tal manera que al final podía, conscientemente, empezar una frase sin saber realmente como la inicio, pero sabiendo con certeza que podría completarla.
Todos los lenguajes tienen como base el lenguaje que se hablaba en los sueños. La necesidad del lenguaje surgió en la medida en que el hombre era cada vez menos un soñador y se sumergía en los detalles del espacio y el tiempo, ya que en el estado del sueño la comunicación con sus congeneres y con las otras especies era instantánea. El lenguaje surgió para tomar el lugar de esa comunicación interna. Hay una gran unidad subyacente en todas las llamadas culturas primitivas del hombre, en las figuras de las cavernas y en las religiones, ya que todas ellas eran alimentadas por una fuente común, en la medida en que el hombre trató de transferir su conocimiento interior a la realidad física.

sábado, 2 de febrero de 2008

El Despertar de la Conciencia

Cada uno de nosotros estaba presente en el inicio del mundo, aunque podemos estar presentes en el mundo ahora de una manera algo diferente. Es necesario recordar que cada unidad de conciencia es un fragmento de Todo Lo Que Existe, una porción divina. Es por esta razón por la que lo que vamos a explicar tendrá un mayor sentido.
Por algún tiempo, los sonámbulos permanecieron a ese nivel de actividad y por muchos siglos utilizaron la superficie de la tierra como una especie de antecedente para otro tipo de actividad. La vida real era lo que ahora podríamos llamar la vida del sueño. Ellos trabajaban mentalmente mientras dormían, construyendo en sus mentes individuales, y en sus esfuerzos mentales conjuntos, todas las imágenes deslumbrantes que más adelante se convertirían en la reserva mental de la cual los hombres podrían extraer lo necesario. En esta formación multidimensional, mentalmente la conciencia aprendió a formarse ella misma en las Unidades EE, en los átomos y moléculas, en los electrones y los cromosomas. Mentalmente formó los patrones a través de los cuales toda la vida física pudiera fluir. Entonces el mundo comenzó su existencia física. Las Unidades de conciencia son indestructibles y vitalizadas, sin importar las formas que tomen. Mientras las formas de los hombres eran imágenes del sueño, la conciencia convertía las formas en material físico.
La conciencia posee la más inimaginable agilidad sin perder jamás la potencia. Las unidades de conciencia se pueden mezclar y combinar con otras para formar millones de diferentes secuencias de memorias y deseos, de logros neurales y reconocimiento, de estructura y diseño.
Leemos nuestra propia conciencia ahora en cierta forma vertical, identificándonos solamente con ciertas porciones de ella, y nos parece que cualquiera otra organización perceptiva, cualquier otro reconocimiento de identidad, necesariamente negaría la nuestra o la haría inoperable.
En el inicio del mundo había numerosos grupos y afiliaciones de conciencia, muchas otras organizaciones de identidad que eran reconocidas, así como el tipo de orientación psicológica que tenemos ahora. Pero nuestro tipo de orientación no era el primordial.
En líneas generales, mientras las especies de la tierra existían desde el principio en las formas que ahora las conocemos, la conciencia de la especie era totalmente diferente y todas las especies estaban mucho más relacionadas íntimamente por medio de varios tipos de identificación que desde entonces han derivado hacia el conocimiento secreto.
Inicialmente, el mundo era un sueño y lo que consideramos la conciencia despierta o de vigilia era la conciencia del sueño. En esa forma, todo el entorno de la tierra estaba construido mentalmente, el átomo por el átomo consciente, cada uno siendo formado inicialmente por las unidades de conciencia. Decíamos que estas unidades de conciencia operan como entidades y como fuerzas, de tal manera que no estamos hablando de una mecánica mental, sino de entidades en el verdadero sentido de la palabra: entidades con propiedades psíquicas y creatividad inimaginable, fragmentos plenos de propósito, propulsados por la mente infinita, en la medida en que esa mente estaba llena de la inspiración que le daba luz al mundo. Esas entidades, tan antiguas en nuestros términos, dejaron fragmentos de sí mismas “en trance” que formaron las rocas, las montañas, el aire y el agua, y todos los elementos que existen sobre la faz de la tierra.
Esas entidades están en trance, pero su potencia no se ha disminuido y siempre existe una comunicación constante entre ellas.
También existe comunicación constante entre ellas y nosotros, en otros niveles distintos a los que reconocemos, de tal manera que existe una interacción entre cada una de las especies y su entorno.
No existe un lugar en donde la conciencia termina y empieza el entorno, o donde este termina y la conciencia empieza. Cada forma de vida es creada conjuntamente con cada otra forma. El entorno y el organismo se están creando el uno con el otro. Después de que las formas ya eran completamente físicas, todas las especies operaron como sonámbulos por muchos siglos, aunque en la escala que existía entonces el paso del tiempo no se consideraba de la misma manera. Durante ese período se logró la labor de unir la conciencia no física a la materia. Los efectos de la gravedad se estabilizaron. Las estaciones tomaron el ritmo que mejor se acomodaba a las criaturas en las distintas localidades. El entorno y sus criaturas se acomodaron mutuamente.
Hasta entonces, las principales comunicaciones habían seguido los patrones característicos de las unidades de conciencia, cada una de ellas conociendo su relación con todas las otras del planeta. Las criaturas confiaban en sus sentidos internos mientras aprendían a operar los nuevos sentidos físicos, altamente específicos, que señalaban con precisión el tiempo y el lugar. La precisión en la percepción era de vital importancia, ya que con el despertar total de la conciencia dentro de la carne, las intersecciones con el espacio y el tiempo tenían que ser impecables.
Los cuerpos del sueño se convirtieron en cuerpos físicos y con la utilización de los sentidos se sintonizaron con las frecuencias físicas. Estas frecuencias tenían tanto poder y encanto que llegarían a todas las criaturas, desde el microbio hasta el elefante, manteniéndolas juntas en una red cohesiva de alineación con el espacio y el tiempo.
En el inicio del mundo, los sueños del hombre estaban relacionados con la supervivencia física inmediata. Los sueños le daban al hombre información que los nuevos sentidos físicos no podían contener. Los sentidos físicos solo podían percibir el entorno inmediato, pero los sueños del hombre compensaban esa carencia y completaban su conciencia dándole el beneficio de la información mayor a la que alguna vez había tenido acceso. Cuando el hombre estaba dormido podía tomar ventaja de los bancos de información contenidos en las unidades de conciencia que constituían su propia carne.
Cuando el hombre dormía, en realidad regresaba al estado anterior al de vigilia, del cual su vida física misma había surgido. Solamente ahora el hombre era una nueva criatura, una nueva clase de conciencia, al igual que todas las otras especies. En los sueños, todas las especies se familiarizaban con sus antiguas afiliaciones y leían sus propias identidades de manera diferente. Recordaban como era la situación. Recordaban que ellos se habían formado unos a otros.
Este cuento es mucho más difícil de entender que el relato simple de la creación del mundo por Dios, o su producción de un universo sin sentido por medio de las manos resbaladizas del azar. Aun así, nuestro relato es mejor porque los elementos de su verdad encontrarán resonancia en las mentes y los corazones de aquellas personas lo suficientemente abiertas para escuchar. Las mentes de los hombres están vivas con el deseo de leer apropiadamente y están conscientes de su propia herencia inmensa. No se trata de decir simplemente que el hombre tiene un alma que de alguna manera es bendita, mientras todo lo demás no lo es, sino que todo lo que el hombre conoce, sin importar el grado o el tamaño, esta hecho de “material del alma”.
Hemos contado esta historia en términos seriales, pero el mundo y todas sus criaturas en realidad se juntaron como una composición espontánea, como una composición musical en ejecución permanente, en la que las notas mismas están vivas y suenan, en la que los músicos y las notas son una sola cosa, en la que el propósito y la ejecución son uno, en la que cada nota ejecutada continúa ejecutando todas sus probables versiones, formando todas sus probables composiciones, mientras, al mismo tiempo, está formando parte de todos los temas, melodías y notas de las otras composiciones, de tal manera que cada nota se define a sí misma y aun existe también por virtud de su posición en la composición como un todo.
La mente consciente no puede manejar este tipo de creatividad multidimensional. Sin embargo, puede expandirse hacia un tipo de nuevo reconocimiento, cuando es conducida, aun siendo ella misma, por su propio tema.
En cierta forma, nuestro mundo sigue su propio tema en la composición creativa. Queremos saber en donde llegamos a la producción musical, por así decirlo. Hemos utilizado una analogía musical para señalar que estamos tratando también con frecuencias de percepción. Estamos sintonizados con la orquestación de la tierra y nuestra percepción del tiempo es el resultado de hábitos, hábitos de percepción que tuvimos que aprender en el inicio del mundo. Aprendimos esos hábitos en la medida en que nuestros sentidos físicos gradualmente llegaron a ser más alertas y específicos.
Mayores percepciones siempre aparecieron en el fondo de nuestra conciencia y en el estado del sueño. Es la gran actividad del estado del sueño la que nos permite, como criaturas físicas y psicológicas, reconocer y habitar en el mundo que conocemos.