Cuando estás en un avión mirando abajo al planeta, entonces ves las cordilleras y los valles, los ríos, las planicies, las ciudades, los campos y las aldeas. Hasta cierto punto, te das cuenta que el mundo tiene contenidos físicos, existiendo a la vez, y sin embargo variando en sus características. En esos términos, el mundo está compuesto de sus ingredientes físicos. El “paquete” es la única parte del cuadro que ves, sin embargo.
Psíquicamente, tu mundo está compuesto de los contenidos de su conciencia. Tienes mapas de continentes y océanos, y en la visión total cada porción es como una pieza del rompecabezas, todo ajustándose perfectamente, fluyendo suavemente dentro de la estructura natural del mundo. Así que en un tiempo determinado hay una conciencia del mundo, un rompecabezas perfecto de conocimiento en el que cada identidad, no obstante grande o pequeña, tiene su parte.
Hay terremotos que erupcionan físicamente, y se hacen trazados de ellos. Hay también terremotos de conciencias de los cuales los terremotos físicos emergen – tormentas de la mente o del ser, erupciones en las que un segmento de la conciencia del mundo, represada en un área, explota en otra.
Si pudieras orbitar tu planeta en un diferente tipo de nave, podrías visualizar los contenidos psíquicos del mundo, viendo la conciencia del mundo brillar mucho más brillantemente que cualquier ciudad iluminada. Podrías notar el punto de intensa actividad, ver el nacimiento de nuevos mitos y la muerte de los viejos, tan ciertamente como podrías estar en capacidad de ver el deslizadero de la montaña o las ondas de la marea. Las partes físicas de la tierra están todas relacionadas. Así forma la conciencia su propio tipo de estructuras internas de las que, de nuevo, surgen las físicas. Ustedes son en realidad contrapartes el uno del otro. Sin embargo, así como hay una gran variedad de formas físicas, así mismo las contrapartes siguen una aun más expansiva libertad interior, que encuentra una aun más grande diversidad de características.
Como ciertamente lo he indicado, el cuerpo es un organismo milagroso, y difícilmente has comprendido la más simple de sus estructuras. No comprendes las propiedades del alma o del cuerpo, y sin embargo el cuerpo te fue dado de tal manera que pudieras aprender de él. Las propiedades de la tierra están destinadas a conducirte hacia la naturaleza del alma. Tú creas la realidad física, y sin embargo sin saber como lo haces, así que la estructura maravillosa de la tierra misma está destinada a conducirte a cuestionar tu propia fuente. La naturaleza, tal como la comprendes, está destinada a ser tu maestra. Tú no eres su maestro.
El creador no es el maestro de sus creaciones. Él es simplemente su creador, y crea porque no trata de controlar.
Cuando tratas de controlar el poder o la gente, siempre copias. Hasta cierto punto, el mundo se copia a si mismo, en el sentido de que hay patrones. Pero esos patrones son siempre cambiados de una u otra manera, así que ningún objeto es jamás una copia de otro – aunque puede parecer ser el mismo.
En tus términos, el mundo es intensamente diferente de un momento al otro, con cada una de las porciones de conciencia más pequeñas escogiendo su realidad desde un campo de infinitas probabilidades. Cálculos inmensos, mucho más allá de tus decisiones conscientes, tal como las concibes, son posibles solamente por la indecible libertad que reside dentro de los mundos minúsculos de tu cráneo – patrones de interrelaciones, contrapartes tan hábilmente tejidas que cada una es única, es una rueda libre, y está involucrada en una infinita aventura cooperativa tan poderosa que los átomos permanecen en ciertas formas, y las mismas estrellas brillan en el cielo.
Lo familiar y lo extraño están íntimamente conectados en tu más obvia, tu más simple declaración. Estás rodeado de milagros. ¿Por qué entonces el mundo algunas veces parece tan adusto y cruel? ¿Por que tus semejantes algunas veces parecen monstruos insensibles – Frankensteins, no de cuerpo sino de mente, idiotas espirituales, ignorantes de toda herencia de amor o verdad, o incluso de la gracia de la bestia? ¿Por qué les parece a la mayoría de ustedes que la raza, la especie, está condenada? ¿Por qué algunos de ustedes sienten, en los momentos de quietud, que tal frase es justa?
Ustedes hacen su propia realidad.
Hablando generalmente, la mayoría de ustedes viven en su propio mundo, con otros de su clase. Aquellos de ustedes que no creen en la guerra, no la han experimentado. Aquellos de ustedes que no creen en la codicia, no han sufrido sus “consecuencias.” Si todavía la ves, es porque es parte de tu realidad. Si honestamente no eres codicioso, y sin embargo ves la codicia, quizá entonces estás sirviendo como ejemplo para otros – sin embargo, tú formas tu propia realidad.
Psíquicamente, tu mundo está compuesto de los contenidos de su conciencia. Tienes mapas de continentes y océanos, y en la visión total cada porción es como una pieza del rompecabezas, todo ajustándose perfectamente, fluyendo suavemente dentro de la estructura natural del mundo. Así que en un tiempo determinado hay una conciencia del mundo, un rompecabezas perfecto de conocimiento en el que cada identidad, no obstante grande o pequeña, tiene su parte.
Hay terremotos que erupcionan físicamente, y se hacen trazados de ellos. Hay también terremotos de conciencias de los cuales los terremotos físicos emergen – tormentas de la mente o del ser, erupciones en las que un segmento de la conciencia del mundo, represada en un área, explota en otra.
Si pudieras orbitar tu planeta en un diferente tipo de nave, podrías visualizar los contenidos psíquicos del mundo, viendo la conciencia del mundo brillar mucho más brillantemente que cualquier ciudad iluminada. Podrías notar el punto de intensa actividad, ver el nacimiento de nuevos mitos y la muerte de los viejos, tan ciertamente como podrías estar en capacidad de ver el deslizadero de la montaña o las ondas de la marea. Las partes físicas de la tierra están todas relacionadas. Así forma la conciencia su propio tipo de estructuras internas de las que, de nuevo, surgen las físicas. Ustedes son en realidad contrapartes el uno del otro. Sin embargo, así como hay una gran variedad de formas físicas, así mismo las contrapartes siguen una aun más expansiva libertad interior, que encuentra una aun más grande diversidad de características.
Como ciertamente lo he indicado, el cuerpo es un organismo milagroso, y difícilmente has comprendido la más simple de sus estructuras. No comprendes las propiedades del alma o del cuerpo, y sin embargo el cuerpo te fue dado de tal manera que pudieras aprender de él. Las propiedades de la tierra están destinadas a conducirte hacia la naturaleza del alma. Tú creas la realidad física, y sin embargo sin saber como lo haces, así que la estructura maravillosa de la tierra misma está destinada a conducirte a cuestionar tu propia fuente. La naturaleza, tal como la comprendes, está destinada a ser tu maestra. Tú no eres su maestro.
El creador no es el maestro de sus creaciones. Él es simplemente su creador, y crea porque no trata de controlar.
Cuando tratas de controlar el poder o la gente, siempre copias. Hasta cierto punto, el mundo se copia a si mismo, en el sentido de que hay patrones. Pero esos patrones son siempre cambiados de una u otra manera, así que ningún objeto es jamás una copia de otro – aunque puede parecer ser el mismo.
En tus términos, el mundo es intensamente diferente de un momento al otro, con cada una de las porciones de conciencia más pequeñas escogiendo su realidad desde un campo de infinitas probabilidades. Cálculos inmensos, mucho más allá de tus decisiones conscientes, tal como las concibes, son posibles solamente por la indecible libertad que reside dentro de los mundos minúsculos de tu cráneo – patrones de interrelaciones, contrapartes tan hábilmente tejidas que cada una es única, es una rueda libre, y está involucrada en una infinita aventura cooperativa tan poderosa que los átomos permanecen en ciertas formas, y las mismas estrellas brillan en el cielo.
Lo familiar y lo extraño están íntimamente conectados en tu más obvia, tu más simple declaración. Estás rodeado de milagros. ¿Por qué entonces el mundo algunas veces parece tan adusto y cruel? ¿Por que tus semejantes algunas veces parecen monstruos insensibles – Frankensteins, no de cuerpo sino de mente, idiotas espirituales, ignorantes de toda herencia de amor o verdad, o incluso de la gracia de la bestia? ¿Por qué les parece a la mayoría de ustedes que la raza, la especie, está condenada? ¿Por qué algunos de ustedes sienten, en los momentos de quietud, que tal frase es justa?
Ustedes hacen su propia realidad.
Hablando generalmente, la mayoría de ustedes viven en su propio mundo, con otros de su clase. Aquellos de ustedes que no creen en la guerra, no la han experimentado. Aquellos de ustedes que no creen en la codicia, no han sufrido sus “consecuencias.” Si todavía la ves, es porque es parte de tu realidad. Si honestamente no eres codicioso, y sin embargo ves la codicia, quizá entonces estás sirviendo como ejemplo para otros – sin embargo, tú formas tu propia realidad.
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