La Realidad desconocida: ella no puede expresarse en los términos cómodos de un conocimiento conocido, así que debes estirar tu propia imaginación, despertar tú mismo del letargo mental, y ser lo suficientemente audaz para descartar las confortables cobijas dogmáticas. Imagina que eres una pequeña isla arenosa, con playas suaves, algunas palmeras, y un refugio para las aves viajeras. Pretende además que estás bastante contento, aunque algunas veces estés solitario. Una fina niebla te rodea, aunque ella no impide que el brillo del sol caiga directamente. Te sientes muy independiente, y piensas de la niebla como un tipo de capullo que te protege suavemente de la envergadura de un mar infinito. Entonces empiezas a preguntarte acerca de las otras islas que sabes existen más allá de tu visión. ¿Son ellas como tú? Tu deseo de saber abre una pequeña ventana en la niebla, y miras a través de ella. Asombrado, descubres que un pequeño camino de coral te une con la isla próxima, que se visualiza ahora reluciente a través de la cada vez más creciente ventana en la niebla. ¿Quien está para decir en donde terminas tú y donde empieza la otra isla? A medida que te preguntas, más asombrado todavía, descubres otros caminos de coral extendiéndose desde ti en todas las direcciones. Estos conducen a más islas. “Todas son yo,” piensas, aunque cada una es muy diferente. Una puede no tener árboles en absoluto, y otra puede ser el hogar de un volcán. Algunas pueden estar llenas de suaves hierbas, inocentes de arena. Ahora bien, esta primera isla es muy inteligente en realidad, así que envía su espíritu a deambular por la contraparte más cercana, y dice: “Tú eres yo misma, pero sin arena, ni palmeras. Su vecina responde: “Lo sé. Tú eres yo sin mi imponente volcán, ignorante de la tremenda magia de la lava fluyendo, calmada y más bien estúpida, si se sabe la verdad.” Los espíritus de las dos islas se juntan para un viaje a la tercera, y allí descubren una tierra llena hasta el borde de aves, insectos y animales extraños, tampoco conocidos en casa. La primera isla le dice a la tercera: “Tú eres yo misma, solo que insoportablemente social. ¿Como puedes aguantar para alimentar tantos tipos de vida diferentes”? El espíritu de la segunda isla dice, también a la tercera: “Tú eres yo misma, solo que mi entusiasmo, mi alegría y mi belleza, están concentrados en la magia de mi volcán, y tú en cambio toleras el inquietante entusiasmo de las diversas especies – aves, animales e insectos – que fluyen en una mucho menos grandiosa forma a través de las pendientes de tu inquieta tierra.” La tercera isla sorprendida replica: “Yo soy yo misma, y tú debes ser una versión imperfecta de mi realidad. Yo no seria una isla aburrida, de solo arena y palmeras, o un paisaje neurótico de lava hirviente, nada más de lo que seria un caracol. Mi vida es mucho mejor, y ustedes dos son solo sombrías contrapartes mías.” La primera isla responde, en nuestro hipotético diálogo: “Sospecho que cada una de nosotras está acertada. Y más aun, me pregunto si realmente somos del todo islas.” La segunda isla dice: Supongamos que mi espíritu visita tu isla por un tiempo para descubrir lo que es poseer palmeras, unas pocas aves, y una playa tranquila. Renunciaré a mi volcán por un tiempo, y trataré de hacer una evaluación honesta, si a cambio tú quieres venir a mi tierra y prometes verla sin prejuicio. Quizá entonces comprenderás la gran majestad y el poder explosivo de mi exótico mundo.” La tercera isla dice: “Soy yo misma, demasiado ocupada con tal disparate. Las muchas especies que recorren mi dominio demandan mi atención, y si ustedes dos quieren intercambiar sus realidades, eso está bien – pero déjenme a mi fuera de ello, por favor.” El espíritu de la primera isla visita la segunda, y ella misma se encuentra asombrada. Siente un siempre impelente poder, subiendo desde abajo, que erupciona en formas siempre cambiantes. Sin embargo, es siempre ella misma, comparando su experiencia con lo que ha conocido. Cuando el volcán mismo, erupcionando incesantemente, desea paz, el espíritu de la primera isla piensa en sus propias tranquilas playas hogareñas. El volcán aprende una nueva lección: puede dirigir su poder en cualquier manera que escoja, disparando hacia arriba, o permaneciendo en calma. Puede de hecho estar inactivo y dormir por siglos. Puede, si lo escoge, permitir a las suaves arenas permanecer graciosamente sobre su refrescante extensión. Entretanto, el espíritu de esa isla volcánica está visitando la primera isla, y ella misma se encuentra encantada por las aguas tranquilas que se doblan contra la playa, las dóciles aves, y las pocas palmeras. Sin embargo, parece que las palmeras, y las aves y la arena, han dormido por siglos. Un día un ave vuela más allá de la primera isla que antes, a otra isla, y regresa con una extraña semilla que cae de su pico. La semilla crece. De ella surge una especie de planta completamente nueva y desconocida, en lo que respecta a la isla; y la planta a su turno produce flores con polen, frutos, y olores que tienen un tipo diferente de creatividad que todavía es desconocido. El espíritu de la segunda isla produce elementos en la primera isla que antes no estaban activos, pero se vuelve nostálgica, así que finalmente regresa a su propia tierra.
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