Estás obsesionado con el comportamiento sexual cuando lo proclamas malo, desagradable o degradante, cuando lo escondes, y cuando pretendes que es primordialmente “animal”. También estás obsesionado con el comportamiento sexual cuando proclamas sus méritos en forma exagerada desde el mercado. Estás obsesionado con el comportamiento sexual cuando pones estrictas, irreales prohibiciones sobre su expresión, y también cuando estableces estándares igual de irreales de rendimiento activo, los que la persona normal se espera que cumpla.
La libertad sexual entonces no involucra una promiscuidad forzada en la que a la gente joven, por ejemplo, se le hace sentir innatural si sus encuentros con el otro sexo no conducen a la cama.
Empiezas a programar la actividad sexual cuando la divorcias del amor y la devoción. Entonces es muy fácil para la iglesia o el estado reclamar y atraer tu lealtad y amor descentrado, dejándote con la expresión de una sexualidad despojada de sus significados más profundos.
No estoy diciendo aquí que cualquier desempeño sexual determinado es “equivocado,” o sin sentido, o degradante, si no está acompañado por los sentimientos de amor y devoción. Por un periodo de tiempo, sin embargo, la expresión del sexo seguirá las inclinaciones del corazón. Estas inclinaciones colorearan tu expresión sexual. Hasta cierto grado, es “innatural” tener deseo sexual por alguien que no te gusta, o alguien que desprecias. Las ideas sexuales de dominación y sumisión no son parte de la vida natural de tu especie, o la de los animales. Nuevamente, interpretas el comportamiento animal de acuerdo con tus propias creencias.
La dominación y la sumisión han sido utilizadas con frecuencia en la literatura religiosa, en periodos cuando el amor y la devoción estaban apartados de la sexualidad. Ellas se unificaron solamente a través de visiones o experiencias religiosas, ya que solo el amor de Dios era visto como lo “suficientemente bueno” para justificar una sexualidad que de otra manera se sentía ser animalista. En cambio, las palabras “dominación” y “sumisión” tienen que ver con áreas de la conciencia y su desarrollo. Por las interpretaciones mencionadas antes en este libro, adoptaste una línea prominente de conciencia que hasta cierto punto estaba inclinada hacia una naturaleza dominante. Esto lo considerabas en esencia masculino. El principio femenino se conectó con la tierra y con todos aquellos elementos de su vida sobre los cuales la especie esperaba adquirir poder.
Dios, por consiguiente, se volvió masculino. El amor y la devoción, que podrían de otra manera estar conectados con las facetas de la naturaleza y el principio femenino, tuvieron que ser “arrebatados” a cualquier atracción natural a la sexualidad. En esa forma, la religión, haciendo eco de tu estado de conciencia, estuvo en capacidad de aprovechar los poderes del amor y utilizarlos con propósitos de dominación. Ellos se orientaron al estado. El amor y la devoción de un hombre era una ganancia política. El fervor era tan importante como un tesoro del gobierno, ya que el estado podía contar con la devoción de sus tenientes, de la misma manera que muchos fanáticos trabajarán sin el dinero como causa.
Algunas personas son solitarias naturalmente. Quieren vivir vidas solitarias, y están contentas. La mayoría, sin embargo, tienen la necesidad de relaciones cercanas y duraderas. Éstas proporcionan estructuras psíquicas y sociales para el crecimiento personal, la comprensión y el desarrollo. Es un asunto bastante fácil gritar al cielo: “Amo mis compañeros”, cuando, por otra parte, no formas relaciones fuertes y duraderas con otros. Es fácil reclamar un amor igual para todos los miembros de la especie, pero el amor mismo requiere una comprensión que a tu nivel de actividad está basado en una experiencia íntima. No puedes amar a alguien que no conoces – a menos que diluyas tanto la definición de amor que se vuelva sin sentido.
Para amar a alguien, debes apreciar como esa persona difiere de ti mismo y de otros. Debes mantener esa persona en la mente, así que, hasta cierto punto, el amor es un tipo de meditación – un enfoque amoroso sobre otro individuo. Una vez que experimentas ese tipo de amor, puedes traducirlo a otros términos. El amor mismo se esparce, se expande, así que entonces puedes ver a otros a la luz del amor.
El amor es naturalmente creativo y exploratorio – esto es, quieres explorar creativamente los aspectos de la persona amada. Aun las características que de otra manera parecerían como fallas, logran cierta significación amorosa. Ellas son aceptadas – son vistas, y sin embargo no hacen ninguna diferencia. Por lo que éstas todavía son atributos de la persona amada, incluso las fallas aparentes son redimidas. La persona amada adquiere prominencia sobre todas las otras.
El lapso del amor de dios quizás pueda mantenerse igual dentro de su visión de las existencias de todos los individuos en un momento, en una infinita mirada amorosa que observa cada persona, viendo a cada una con todas sus características y tendencias peculiares. Esa mirada de dios se deleitaría en la diferencia de cada persona con cada una de las otras. Este no sería un amor general, un potaje espeso de una mirada en la que la individualidad se derrite, sino un amor basado en la comprensión total de cada individuo. La emoción del amor te trae más cerca a una comprensión de la naturaleza de Todo Lo Que Existe. El amor incita dedicación, compromiso. El amor especifica. No puedes, por consiguiente, insistir honestamente en que amas a la humanidad y a la gente por igual, si no amas a otra persona. Si no te amas a ti mismo, es bastante difícil amar a otra persona.
Nuevamente, todo amor no esta orientado sexualmente. Sin embargo, el amor busca naturalmente la expresión, y una de esas expresiones es a través de las actividades sexuales.
Cuando el amor y la sexualidad son divididos artificialmente, sin embargo, o son considerados como antagonistas de cada uno, surge todo tipo de problemas. Las relaciones permanentes se vuelven las más difíciles de lograr bajo tales condiciones, y a menudo el amor encuentra poca expresión, mientras uno de sus canales más naturales está cerrado. Muchos niños les dan su más grande expresión de amor a sus juguetes, a sus muñecas, o a sus compañeros de juego imaginarios, porque muchos patrones estereotipados ya han limitado otras expresiones. Sus sentimientos hacia los padres se vuelven ambiguos como resultado de los procedimientos de identificación impuestos sobre ellos. El amor, la sexualidad, y el juego, la curiosidad y las características exploratorias, se unen en el niño de una manera natural. Sin embargo, pronto aprende que esas áreas de exploración son limitadas, aun en lo que concierne a su propio cuerpo. El niño no está en libertad de contemplar sus partes propias. El cuerpo está prohibido tempranamente.
Las ideas del amor se vuelven sumamente distorsionadas, y también su expresión. No peleas guerras por el bien de la hermandad del hombre, por ejemplo. Las personas que están familiarizadas con versiones no distorsionadas del amor en sus relaciones encontrarían imposible ese concepto. Los hombres educados para avergonzarse de los aspectos “femeninos” de sus naturalezas no puede esperarse que amen a las mujeres. Ellos en cambio verán en las mujeres los aspectos despreciados, temidos, y aun cargados de su propia realidad, y procederán en consecuencia en sus relaciones.
Las mujeres educadas para temer los aspectos “masculinos” de su naturaleza, no puede esperarse que amen a los hombres tampoco, y da como resultado el mismo tipo de comportamiento.
La así llamada guerra de los sexos se origina en las divisiones artificiales que has puesto acerca de la naturaleza del ser. La realidad de la psique está más allá de esos malentendidos. Su lenguaje nativo usualmente se te escapa. Está conectado cercanamente con lo que puede llamarse libremente el lenguaje del amor.
La libertad sexual entonces no involucra una promiscuidad forzada en la que a la gente joven, por ejemplo, se le hace sentir innatural si sus encuentros con el otro sexo no conducen a la cama.
Empiezas a programar la actividad sexual cuando la divorcias del amor y la devoción. Entonces es muy fácil para la iglesia o el estado reclamar y atraer tu lealtad y amor descentrado, dejándote con la expresión de una sexualidad despojada de sus significados más profundos.
No estoy diciendo aquí que cualquier desempeño sexual determinado es “equivocado,” o sin sentido, o degradante, si no está acompañado por los sentimientos de amor y devoción. Por un periodo de tiempo, sin embargo, la expresión del sexo seguirá las inclinaciones del corazón. Estas inclinaciones colorearan tu expresión sexual. Hasta cierto grado, es “innatural” tener deseo sexual por alguien que no te gusta, o alguien que desprecias. Las ideas sexuales de dominación y sumisión no son parte de la vida natural de tu especie, o la de los animales. Nuevamente, interpretas el comportamiento animal de acuerdo con tus propias creencias.
La dominación y la sumisión han sido utilizadas con frecuencia en la literatura religiosa, en periodos cuando el amor y la devoción estaban apartados de la sexualidad. Ellas se unificaron solamente a través de visiones o experiencias religiosas, ya que solo el amor de Dios era visto como lo “suficientemente bueno” para justificar una sexualidad que de otra manera se sentía ser animalista. En cambio, las palabras “dominación” y “sumisión” tienen que ver con áreas de la conciencia y su desarrollo. Por las interpretaciones mencionadas antes en este libro, adoptaste una línea prominente de conciencia que hasta cierto punto estaba inclinada hacia una naturaleza dominante. Esto lo considerabas en esencia masculino. El principio femenino se conectó con la tierra y con todos aquellos elementos de su vida sobre los cuales la especie esperaba adquirir poder.
Dios, por consiguiente, se volvió masculino. El amor y la devoción, que podrían de otra manera estar conectados con las facetas de la naturaleza y el principio femenino, tuvieron que ser “arrebatados” a cualquier atracción natural a la sexualidad. En esa forma, la religión, haciendo eco de tu estado de conciencia, estuvo en capacidad de aprovechar los poderes del amor y utilizarlos con propósitos de dominación. Ellos se orientaron al estado. El amor y la devoción de un hombre era una ganancia política. El fervor era tan importante como un tesoro del gobierno, ya que el estado podía contar con la devoción de sus tenientes, de la misma manera que muchos fanáticos trabajarán sin el dinero como causa.
Algunas personas son solitarias naturalmente. Quieren vivir vidas solitarias, y están contentas. La mayoría, sin embargo, tienen la necesidad de relaciones cercanas y duraderas. Éstas proporcionan estructuras psíquicas y sociales para el crecimiento personal, la comprensión y el desarrollo. Es un asunto bastante fácil gritar al cielo: “Amo mis compañeros”, cuando, por otra parte, no formas relaciones fuertes y duraderas con otros. Es fácil reclamar un amor igual para todos los miembros de la especie, pero el amor mismo requiere una comprensión que a tu nivel de actividad está basado en una experiencia íntima. No puedes amar a alguien que no conoces – a menos que diluyas tanto la definición de amor que se vuelva sin sentido.
Para amar a alguien, debes apreciar como esa persona difiere de ti mismo y de otros. Debes mantener esa persona en la mente, así que, hasta cierto punto, el amor es un tipo de meditación – un enfoque amoroso sobre otro individuo. Una vez que experimentas ese tipo de amor, puedes traducirlo a otros términos. El amor mismo se esparce, se expande, así que entonces puedes ver a otros a la luz del amor.
El amor es naturalmente creativo y exploratorio – esto es, quieres explorar creativamente los aspectos de la persona amada. Aun las características que de otra manera parecerían como fallas, logran cierta significación amorosa. Ellas son aceptadas – son vistas, y sin embargo no hacen ninguna diferencia. Por lo que éstas todavía son atributos de la persona amada, incluso las fallas aparentes son redimidas. La persona amada adquiere prominencia sobre todas las otras.
El lapso del amor de dios quizás pueda mantenerse igual dentro de su visión de las existencias de todos los individuos en un momento, en una infinita mirada amorosa que observa cada persona, viendo a cada una con todas sus características y tendencias peculiares. Esa mirada de dios se deleitaría en la diferencia de cada persona con cada una de las otras. Este no sería un amor general, un potaje espeso de una mirada en la que la individualidad se derrite, sino un amor basado en la comprensión total de cada individuo. La emoción del amor te trae más cerca a una comprensión de la naturaleza de Todo Lo Que Existe. El amor incita dedicación, compromiso. El amor especifica. No puedes, por consiguiente, insistir honestamente en que amas a la humanidad y a la gente por igual, si no amas a otra persona. Si no te amas a ti mismo, es bastante difícil amar a otra persona.
Nuevamente, todo amor no esta orientado sexualmente. Sin embargo, el amor busca naturalmente la expresión, y una de esas expresiones es a través de las actividades sexuales.
Cuando el amor y la sexualidad son divididos artificialmente, sin embargo, o son considerados como antagonistas de cada uno, surge todo tipo de problemas. Las relaciones permanentes se vuelven las más difíciles de lograr bajo tales condiciones, y a menudo el amor encuentra poca expresión, mientras uno de sus canales más naturales está cerrado. Muchos niños les dan su más grande expresión de amor a sus juguetes, a sus muñecas, o a sus compañeros de juego imaginarios, porque muchos patrones estereotipados ya han limitado otras expresiones. Sus sentimientos hacia los padres se vuelven ambiguos como resultado de los procedimientos de identificación impuestos sobre ellos. El amor, la sexualidad, y el juego, la curiosidad y las características exploratorias, se unen en el niño de una manera natural. Sin embargo, pronto aprende que esas áreas de exploración son limitadas, aun en lo que concierne a su propio cuerpo. El niño no está en libertad de contemplar sus partes propias. El cuerpo está prohibido tempranamente.
Las ideas del amor se vuelven sumamente distorsionadas, y también su expresión. No peleas guerras por el bien de la hermandad del hombre, por ejemplo. Las personas que están familiarizadas con versiones no distorsionadas del amor en sus relaciones encontrarían imposible ese concepto. Los hombres educados para avergonzarse de los aspectos “femeninos” de sus naturalezas no puede esperarse que amen a las mujeres. Ellos en cambio verán en las mujeres los aspectos despreciados, temidos, y aun cargados de su propia realidad, y procederán en consecuencia en sus relaciones.
Las mujeres educadas para temer los aspectos “masculinos” de su naturaleza, no puede esperarse que amen a los hombres tampoco, y da como resultado el mismo tipo de comportamiento.
La así llamada guerra de los sexos se origina en las divisiones artificiales que has puesto acerca de la naturaleza del ser. La realidad de la psique está más allá de esos malentendidos. Su lenguaje nativo usualmente se te escapa. Está conectado cercanamente con lo que puede llamarse libremente el lenguaje del amor.
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