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martes, 8 de junio de 2010

La Psique, El Amor, La Expresión Sexual, y La Creatividad 3

En una manera de expresarlo, la humanidad trata con diferentes temas predominantes en diferentes tiempos. Puede haber unos entrelazamientos menores, pero la naturaleza de la personalidad, la religión, la política, la familia, y las artes - todas estas, son consideradas a la luz del tema predominante.
En los términos históricos usuales, la humanidad ha estado experimentando con su propio tipo de conciencia única y, como lo he mencionado varias veces, esto necesitaba de una división arbitraria entre el sujeto y el perceptor – la naturaleza y el hombre – generando una situación en la que la especie llegó a considerarse a sí misma separada del resto de la existencia.
Lo que concibes como características orientadas al ego masculino son simplemente aquellos atributos humanos que la especie estimuló, trajo al primer plano, y enfatizó. Usándolas realmente como directrices, hasta ahora así has visualizado tu mundo y formado tus culturas. Hay algunas excepciones de notar, pero aquí estoy hablando históricamente del mundo Occidental con su herencia Romana y Griega.
Tus dioses se volvieron entonces masculinos; competitivos. Viste la especie enfrentada con la naturaleza, y al hombre enfrentado con el hombre. Consideras grandes las tragedias Griegas porque ellas hacen eco tan firmemente a tus propias creencias. El hombre es visto en oposición, de la manera más inmediata, con su propio padre. Las relaciones familiares se convierten en un espejo de esas creencias, las que enseguida se toman por supuesto como afirmaciones de un hecho relacionado con la condición humana. Tienes así un concepto masculino-femenino muy polarizado.
Aquellas características que consideras femeninas son entonces las que no predominaron, porque representaban la fuente de la naturaleza de la cual la especie buscó liberarse. Hasta cierto punto, este fue un verdadero y creativo drama sexual – de nuevo, de alta pretensión, ya que, a su propia manera, la conciencia de la especie estaba jugando una apuesta fuerte, y el drama tenia que ser creíble.
Estaba buscando una multiplicación de la conciencia, formando nuevos retoños de su propia fuente. Tenia que pretender aversión y repudiar esa fuente, de la misma manera como un adolescente puede momentáneamente apartarse de sus padres con el fin de estimular la independencia. Antes del así llamado florecimiento de las culturas Griega y Romana, la conciencia todavía no había hecho esa especialización. Había dioses y diosas en abundancia, y deidades en cuyas naturalezas surgieron las características masculinas y femeninas. Había deidades parte humanas y parte animal. La especie entonces todavía no había tomado el tema que ha sido predominante en la cultura Occidental.
Estos cambios ocurrieron primero en las historias del hombre sobre las deidades. A medida que la especie misma se divorció de la naturaleza, los dioses animales empezaron a desaparecer. El hombre primero cambió sus mitos, y enseguida alteró la realidad que los reflejaba.
Antes de eso hubo varios tipos de divisiones del trabajo, pero hubo gran libertad de acción en la expresión sexual. Los niños eran una parte necesaria de la familia, ya que la familia era una banda de personas que permanecían juntas, cooperando en la búsqueda de comida y abrigo.
Las relaciones homosexuales o lesbianas, tal como las denominas, existían bastante libremente, y simultáneamente. Éstas eran consideradas pertinentes, con o sin la expresión sexual, y servían como fuertes lazos de hermandad.
Cuando visualizas el mundo animal, también lo haces a través de tus creencias sexuales especializadas, que estudian el comportamiento del macho y la hembra, buscando patrones de agresividad, celos territoriales, pasividad, instintos maternales, o lo que sea. Estas especialidades de interés te ciegan a muchas dimensiones mayores del comportamiento animal. Hasta cierto grado, los así llamados instintos maternales pertenecen al macho y a la hembra por igual, en cualquier especie que pueda ser así designada. Los animales tienen relaciones cercanas, con o sin la expresión sexual, con miembros del mismo sexo. El amor y la devoción no son prerrogativas de un sexo o de una especie.
Como resultado, ves en la naturaleza solamente lo que quieres ver, y tú mismo te proporcionas un patrón o un modelo de naturaleza que esté de acuerdo con tus creencias.
El amor y la devoción son en gran medida vistos como características femeninas. Las sociedades y las organizaciones de la iglesia y del estado son vistas como masculinas. No es tanto que el hombre y la mujer sean considerados iguales como lo es el que los elementos masculinos y femeninos en cada persona deberían ser liberados y expresados. Inmediatamente, muchos pueden molestarse o alarmarse pensando por supuesto que quiero decir expresión sexual. Esa es una parte de tal expresión. Sin embargo, estoy hablando de liberar dentro de cada individuo las grandes características y habilidades humanas, a las que con frecuencia le son negadas la expresión porque le son asignadas al sexo opuesto.
En tu estructura actual, por la especialización masculina y femenina – por la orientación masculina, la implicación de que el ego es masculino mientras la psique es femenina – imponen sobre ustedes mismos grandes divisiones en las que operacionalmente el intelecto parece separado de las intuiciones, y establecen una situación en la que los opuestos parecen aplicar en donde no hay ninguno. Cuando piensa en un científico, la mayoría pensará en un hombre, un intelectual, un pensador “objetivo”, que se esfuerza mucho por no ser emocional, o en no identificarse con el sujeto que está siendo examinado o estudiado.
Parece ser una división entre la ciencia y la religión, ya que aun la religión organizada tiene una base intuitiva. El científico hombre con frecuencia se avergüenza de utilizar sus intuiciones, ya que no solamente parecen ser anticientíficas, sino también femeninas. Es lo que otros pensarán acerca de su masculinidad con lo que tal hombre está preocupado. Ser “ilógico” es un “crimen” científico - no tanto porque sea un atributo anticientífico, sino porque es considerado uno femenino. La ciencia ha seguido la orientación masculina y se ha convertido en su epítome. Hasta el presente, la ciencia ha tratado consistentemente de hacerlo sin las así llamadas cualidades femeninas. Ha divorciado el conocimiento de la emoción, la comprensión de la identificación, y ha enfatizado la sexualidad sobre la personalidad.
Hasta cierto punto, algunas personas en la ciencia se las han arreglado para mezclar las así llamadas características masculinas y femeninas. Cuando así lo hacen, desaparecen las aparentes oposiciones y contradicciones. Hasta cualquier grado, más que sus contemporáneos, ellas no permiten que los roles sexuales las cieguen psicológicamente. Por consiguiente, son más aptas para combinar la razón y la emoción, las intuiciones y el intelecto, y al hacerlo inventan teorías que reconcilian contradicciones previas. Ellas unifican, expanden y crean, más que diversificar.

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