Tú aíslas al elemento criminal en un entorno en el que las compensaciones le son negadas. La totalidad de la estructura de una prisión – con sus rejas – es una recordación constante para el convicto de su situación, y refuerza su dificultad original.
La vida hogareña normal le es negada; y junto con la total concentración sobre el problema a mano, todos los otros estímulos son a propósito mantenidos en un mínimo. A sus maneras, el director y los guardianes se adscriben al mismo grupo de creencias como las sostenidas por sus prisioneros – la idea de fuerza y poder esta acentuada en ambos lados, y cada uno cree que el otro es su enemigo.
Los guardianes están seguros de que los encarcelados son la hez de la tierra y se deben mantener sujetados a toda costa. Ambos lados aceptan el concepto de la agresión y la violencia humanas como un método de supervivencia. Las energías de los prisioneros usualmente son utilizadas en tareas aburridoras e inocuas, aunque algún intento se ha hecho para proporcionarles entrenamiento vocacional en muchas instituciones.
Ambos, prisioneros y oficiales, sin embargo, dan por descontado que la mayoría de aquellos tras las rejas regresarán una y otra vez. El confinado proyecta sus problemas personales hacia la sociedad. La sociedad les regresa el “favor”. De la misma manera, los individuos a menudo piensan de ciertas características como animales o malignas, e intentan aislar esas partes de otras áreas de su propia actividad. El poder, o la carencia de él, y las actitudes que rodean cada modalidad, con frecuencia están involucradas.
Recuerda a Augusto, en el caso mencionado anteriormente. Augusto se sentía impotente, considerando el poder en términos de agresión y violencia, así que él aisló esta parte de sí mismo de sí mismo y la proyecto hacia una “segunda personalidad”. Solo cuando esta segunda personalidad se volvió operativa pudo él desplegar algún poder. Por lo que su concepto básico mantenía que la agresividad y el poder eran uno, sin embargo, la fuerza para actuar automáticamente significaba la fuerza para ser agresivo. Y aquí la agresión se equiparaba con la violencia.
Ahora bien, a su manera, esa fue la transferencia de un problema de una manera única. La necesidad de actuar y estar en control de la acción es primordial en los seres conscientes. Augusto por lo tanto en realidad creó de sí mismo una posición de poder desde la cual podía operar, al menos por un tiempo. Tenia que pretender amnesia para esconder de sí mismo este mecanismo. Mientras el poder sea equiparado con la violencia, sentirás necesario regular la agresión normal en tu comportamiento; y considerando el poder como violento, estarás temeroso de actuar, hasta cierto grado. Considerarás entonces la bondad y la impotencia como algo sinónimo, y equipararás el poder con el mal. No queriendo enfrentar tal “mal” en ti mismo, puedes entonces dirigirlo hacia afuera y transferirlo a otra área.
Como sociedad, puedes proyectarlo sobre el criminal, y como nación sobre otro país. Como individuo, puedes poner este poder sobre un empleador, un sindicato, o algún otro segmento de la sociedad. En cualquiera que sea el área que escojas, te sentirás relativamente débil en comparación con la fuerza que has proyectado hacia afuera. Te encuentras con tu propio poder denegado, cuando quiera que te encuentres a ti mismo en una situación en donde te sientes débil, en comparación con otra persona u otra situación que te atemorice.
El poder no implica básicamente superioridad sobre algo. Existe el poder del amor, por ejemplo, y el poder para amar. Ambos implican gran acción y vitalidad, y un impulso agresivo que no tiene nada que ver con la violencia. No obstante, muchas personas tienen síntomas físicos, o sufren situaciones desagradables, porque están temerosas de utilizar su propio poder para la acción, y equiparan el poder con la agresión – en el sentido de violencia.
Tales sentimientos despiertan culpas artificiales. El individuo que se expresa más en voz alta a favor de la pena de muerte, siente que realmente él mismo debería ser condenado a muerte, para pagar por la gran agresión (violencia) dentro de él que no se atreve a expresar.
El criminal o el asesino siendo ejecutado muere por el “mal” que está dentro de cada miembro de su sociedad, teniendo lugar entonces una transferencia mágica.
El amor es propulsado por todos los elementos de la agresión natural, y es poderoso. Sin embargo, por lo que has hecho tales divisiones entre el bien y el mal, el amor parece ser débil y la violencia fuerte. Esto se refleja en muchos niveles de tus actividades. El “diablo” se convierte en una poderosa figura del mal, por ejemplo. El odio es visto como mucho más efectivo que el amor. Al varón en tu sociedad se le enseña a personificar la agresividad con todas aquellas actitudes que no puede normalmente demostrar. La mente criminal expresa estas por él, de ahí las actitudes ambiguas de parte de la sociedad, en las que los renegados son con frecuencia romantizados.
El detective y su criminal se ponen versiones de la misma máscara. Siguiendo tales ideas, terminas con las segregaciones en las que el enfermo, siendo impotente, está aislado; los criminales se mantienen juntos; y los viejos se tienen en instituciones o en guetos culturales con los de su propia clase. Transferencias de problemas personales están todas involucradas aquí, y grupos de creencias.
La vida hogareña normal le es negada; y junto con la total concentración sobre el problema a mano, todos los otros estímulos son a propósito mantenidos en un mínimo. A sus maneras, el director y los guardianes se adscriben al mismo grupo de creencias como las sostenidas por sus prisioneros – la idea de fuerza y poder esta acentuada en ambos lados, y cada uno cree que el otro es su enemigo.
Los guardianes están seguros de que los encarcelados son la hez de la tierra y se deben mantener sujetados a toda costa. Ambos lados aceptan el concepto de la agresión y la violencia humanas como un método de supervivencia. Las energías de los prisioneros usualmente son utilizadas en tareas aburridoras e inocuas, aunque algún intento se ha hecho para proporcionarles entrenamiento vocacional en muchas instituciones.
Ambos, prisioneros y oficiales, sin embargo, dan por descontado que la mayoría de aquellos tras las rejas regresarán una y otra vez. El confinado proyecta sus problemas personales hacia la sociedad. La sociedad les regresa el “favor”. De la misma manera, los individuos a menudo piensan de ciertas características como animales o malignas, e intentan aislar esas partes de otras áreas de su propia actividad. El poder, o la carencia de él, y las actitudes que rodean cada modalidad, con frecuencia están involucradas.
Recuerda a Augusto, en el caso mencionado anteriormente. Augusto se sentía impotente, considerando el poder en términos de agresión y violencia, así que él aisló esta parte de sí mismo de sí mismo y la proyecto hacia una “segunda personalidad”. Solo cuando esta segunda personalidad se volvió operativa pudo él desplegar algún poder. Por lo que su concepto básico mantenía que la agresividad y el poder eran uno, sin embargo, la fuerza para actuar automáticamente significaba la fuerza para ser agresivo. Y aquí la agresión se equiparaba con la violencia.
Ahora bien, a su manera, esa fue la transferencia de un problema de una manera única. La necesidad de actuar y estar en control de la acción es primordial en los seres conscientes. Augusto por lo tanto en realidad creó de sí mismo una posición de poder desde la cual podía operar, al menos por un tiempo. Tenia que pretender amnesia para esconder de sí mismo este mecanismo. Mientras el poder sea equiparado con la violencia, sentirás necesario regular la agresión normal en tu comportamiento; y considerando el poder como violento, estarás temeroso de actuar, hasta cierto grado. Considerarás entonces la bondad y la impotencia como algo sinónimo, y equipararás el poder con el mal. No queriendo enfrentar tal “mal” en ti mismo, puedes entonces dirigirlo hacia afuera y transferirlo a otra área.
Como sociedad, puedes proyectarlo sobre el criminal, y como nación sobre otro país. Como individuo, puedes poner este poder sobre un empleador, un sindicato, o algún otro segmento de la sociedad. En cualquiera que sea el área que escojas, te sentirás relativamente débil en comparación con la fuerza que has proyectado hacia afuera. Te encuentras con tu propio poder denegado, cuando quiera que te encuentres a ti mismo en una situación en donde te sientes débil, en comparación con otra persona u otra situación que te atemorice.
El poder no implica básicamente superioridad sobre algo. Existe el poder del amor, por ejemplo, y el poder para amar. Ambos implican gran acción y vitalidad, y un impulso agresivo que no tiene nada que ver con la violencia. No obstante, muchas personas tienen síntomas físicos, o sufren situaciones desagradables, porque están temerosas de utilizar su propio poder para la acción, y equiparan el poder con la agresión – en el sentido de violencia.
Tales sentimientos despiertan culpas artificiales. El individuo que se expresa más en voz alta a favor de la pena de muerte, siente que realmente él mismo debería ser condenado a muerte, para pagar por la gran agresión (violencia) dentro de él que no se atreve a expresar.
El criminal o el asesino siendo ejecutado muere por el “mal” que está dentro de cada miembro de su sociedad, teniendo lugar entonces una transferencia mágica.
El amor es propulsado por todos los elementos de la agresión natural, y es poderoso. Sin embargo, por lo que has hecho tales divisiones entre el bien y el mal, el amor parece ser débil y la violencia fuerte. Esto se refleja en muchos niveles de tus actividades. El “diablo” se convierte en una poderosa figura del mal, por ejemplo. El odio es visto como mucho más efectivo que el amor. Al varón en tu sociedad se le enseña a personificar la agresividad con todas aquellas actitudes que no puede normalmente demostrar. La mente criminal expresa estas por él, de ahí las actitudes ambiguas de parte de la sociedad, en las que los renegados son con frecuencia romantizados.
El detective y su criminal se ponen versiones de la misma máscara. Siguiendo tales ideas, terminas con las segregaciones en las que el enfermo, siendo impotente, está aislado; los criminales se mantienen juntos; y los viejos se tienen en instituciones o en guetos culturales con los de su propia clase. Transferencias de problemas personales están todas involucradas aquí, y grupos de creencias.
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