Hablando en términos generales, aquellas personas que propugnan por los alimentos saludables, o los alimentos naturales, se adscriben a algunas de las mismas creencias generales sostenidas por tus médicos.
Ellas creen que las enfermedades son el resultado de condiciones externas. Muy simplemente, su política se puede leer así: “Tú eres lo que comes”. Algunas personas en ese mismo grupo también se adscriben a ideas filosóficas que moderan algo esos conceptos, reconociendo la importancia de la mente. Sin embargo, con frecuencia se dan algunas fuertes sugestiones de carácter muy negativo, de tal manera que todos los alimentos, excepto algunos que son aceptados, son vistos como malos para el cuerpo y como causa de enfermedades. Las personas se vuelven temerosas del alimento que comen y el campo de la alimentación se convierte en la arena.
Los valores morales llegan a estar atados a la comida, con algunos siendo vistos como buenos y algunos otros como malos. Los síntomas aparecen y son considerados como el resultado natural de la ingestión de alimentos de la lista prohibida. En este sistema, al menos el cuerpo no es insultado con un surtido desconcertante de drogas como terapia. El cuerpo puede estar hambriento de alimentos muy necesarios. Más allá de eso, la totalidad del problema de salud y enfermedad se aplica de manera simplista, y aquí la comida es escudriñada. Tú eres lo que piensas, no lo que comes – y en gran medida lo que piensas acerca de lo que comes es mucho más importante.
Lo que piensas acerca de tu cuerpo, la salud y la enfermedad, determinará como se utiliza tu alimento, y como tu química maneja las grasas, por ejemplo, o los carbohidratos. Tu actitud al preparar las comidas es sumamente importante.
Físicamente, nuevamente hablando en términos generales, es verdad que tu cuerpo necesita ciertos alimentos. Pero dentro de ese patrón, hay gran libertad de acción, y el organismo mismo tiene la asombrosa capacidad de hacer uso de sustitutos y suplentes. La mejor dieta del mundo, por la medida de quien sea, no te mantendrá saludable si tienes una creencia en la enfermedad.
Una creencia en la salud te puede ayudar a utilizar una dieta “pobre” en un grado asombroso. Si estás convencido de que un alimento específico te dará una enfermedad en particular, así será en realidad. Parece que ciertas vitaminas prevendrán ciertas enfermedades. La creencia misma funciona, por supuesto, mientras estés operando dentro de esa estructura. Un médico Occidental puede darle inyecciones, o píldoras vitamínicas, a un niño nativo en otra cultura. El niño no necesita saber cual vitamina en particular le está siendo suministrada, o el nombre de su enfermedad, pero si él cree en el médico y en la medicina Occidental, en realidad mejorará y necesitará las vitaminas de ahí en adelante. Así mismo la necesitarán los otros niños.
Nuevamente, no estoy diciendo, “No le des vitaminas a los niños”, ya que dentro de tu estructura esto se vuelve casi obligatorio. Encontrarás más vitaminas para tratar más enfermedades. Mientras el sistema funcione, será aceptado – pero el problema es que no está funcionando muy bien.
Si te estás sintiendo muy pobremente y sucede que lees un anuncio de vitaminas, o un libro acerca de ellas, y te impresionas, en realidad te beneficiarás – al menos por un tiempo. Tu creencia hará que ellas funcionen para ti, pero si tu insistencia sobre una salud pobre persiste, la sugestión contraria representada por las vitaminas ya no será más efectiva.
Lo mismo aplica a los “anuncios de servicio público” que tienen que ver con el tabaco y las drogas por igual. La sugestión de que fumar te producirá cáncer es mucho más peligrosa que los efectos físicos de fumar, y les puede producir cáncer a las personas que de otra manera no podrían ser así afectadas.
Los anuncios bien intencionados correspondientes a la heroína, la marihuana y el LSD, también pueden ser dañinos, en el sentido de que ellos estructuran de antemano cualquier experiencia que la gente que toma drogas pueda tener. Por una parte, tienes una cultura que señala públicamente como comunes los peligros, a menudo exagerados, que pueden ocurrir con las drogas, y por otra parte, sostienes las drogas como un método de terapia. Aquí los peligros se convierten en algo como los ritos de iniciación, en los que la pérdida de la vida debe enfrentarse antes de que la plena aceptación en la comunidad pueda ser establecida. Pero aquellos involucrados en los rituales de iniciación nativos sabían mucho más sobre lo que estaban haciendo y comprendían la estructura de creencias en la que el resultado – el éxito – estaba muy bien asegurado.
Ellas creen que las enfermedades son el resultado de condiciones externas. Muy simplemente, su política se puede leer así: “Tú eres lo que comes”. Algunas personas en ese mismo grupo también se adscriben a ideas filosóficas que moderan algo esos conceptos, reconociendo la importancia de la mente. Sin embargo, con frecuencia se dan algunas fuertes sugestiones de carácter muy negativo, de tal manera que todos los alimentos, excepto algunos que son aceptados, son vistos como malos para el cuerpo y como causa de enfermedades. Las personas se vuelven temerosas del alimento que comen y el campo de la alimentación se convierte en la arena.
Los valores morales llegan a estar atados a la comida, con algunos siendo vistos como buenos y algunos otros como malos. Los síntomas aparecen y son considerados como el resultado natural de la ingestión de alimentos de la lista prohibida. En este sistema, al menos el cuerpo no es insultado con un surtido desconcertante de drogas como terapia. El cuerpo puede estar hambriento de alimentos muy necesarios. Más allá de eso, la totalidad del problema de salud y enfermedad se aplica de manera simplista, y aquí la comida es escudriñada. Tú eres lo que piensas, no lo que comes – y en gran medida lo que piensas acerca de lo que comes es mucho más importante.
Lo que piensas acerca de tu cuerpo, la salud y la enfermedad, determinará como se utiliza tu alimento, y como tu química maneja las grasas, por ejemplo, o los carbohidratos. Tu actitud al preparar las comidas es sumamente importante.
Físicamente, nuevamente hablando en términos generales, es verdad que tu cuerpo necesita ciertos alimentos. Pero dentro de ese patrón, hay gran libertad de acción, y el organismo mismo tiene la asombrosa capacidad de hacer uso de sustitutos y suplentes. La mejor dieta del mundo, por la medida de quien sea, no te mantendrá saludable si tienes una creencia en la enfermedad.
Una creencia en la salud te puede ayudar a utilizar una dieta “pobre” en un grado asombroso. Si estás convencido de que un alimento específico te dará una enfermedad en particular, así será en realidad. Parece que ciertas vitaminas prevendrán ciertas enfermedades. La creencia misma funciona, por supuesto, mientras estés operando dentro de esa estructura. Un médico Occidental puede darle inyecciones, o píldoras vitamínicas, a un niño nativo en otra cultura. El niño no necesita saber cual vitamina en particular le está siendo suministrada, o el nombre de su enfermedad, pero si él cree en el médico y en la medicina Occidental, en realidad mejorará y necesitará las vitaminas de ahí en adelante. Así mismo la necesitarán los otros niños.
Nuevamente, no estoy diciendo, “No le des vitaminas a los niños”, ya que dentro de tu estructura esto se vuelve casi obligatorio. Encontrarás más vitaminas para tratar más enfermedades. Mientras el sistema funcione, será aceptado – pero el problema es que no está funcionando muy bien.
Si te estás sintiendo muy pobremente y sucede que lees un anuncio de vitaminas, o un libro acerca de ellas, y te impresionas, en realidad te beneficiarás – al menos por un tiempo. Tu creencia hará que ellas funcionen para ti, pero si tu insistencia sobre una salud pobre persiste, la sugestión contraria representada por las vitaminas ya no será más efectiva.
Lo mismo aplica a los “anuncios de servicio público” que tienen que ver con el tabaco y las drogas por igual. La sugestión de que fumar te producirá cáncer es mucho más peligrosa que los efectos físicos de fumar, y les puede producir cáncer a las personas que de otra manera no podrían ser así afectadas.
Los anuncios bien intencionados correspondientes a la heroína, la marihuana y el LSD, también pueden ser dañinos, en el sentido de que ellos estructuran de antemano cualquier experiencia que la gente que toma drogas pueda tener. Por una parte, tienes una cultura que señala públicamente como comunes los peligros, a menudo exagerados, que pueden ocurrir con las drogas, y por otra parte, sostienes las drogas como un método de terapia. Aquí los peligros se convierten en algo como los ritos de iniciación, en los que la pérdida de la vida debe enfrentarse antes de que la plena aceptación en la comunidad pueda ser establecida. Pero aquellos involucrados en los rituales de iniciación nativos sabían mucho más sobre lo que estaban haciendo y comprendían la estructura de creencias en la que el resultado – el éxito – estaba muy bien asegurado.
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