El alma no solamente está vestida con vestidos químicos, sino que lleva ropa tejida de todos los otros elementos de la tierra. Como criatura física, serás cambiado por cualquier químico o elemento, comida o droga que llega a ser parte de tu sistema de vivir, pero esos efectos seguirán la naturaleza de tus creencias.
Tus sueños y los eventos físicos de tu vida alteran constantemente los balances químicos dentro de tu cuerpo. Un sueño puede ser experimentado a propósito para proporcionar una salida del tipo que está haciendo falta en tu vida diaria. Él movilizará tus recursos y llenará tu cuerpo con un torrente de hormonas necesarias, creando un estado de estrés en el sueño que traerá las habilidades curativas del organismo al combate, dando como resultado el fin de los síntomas físicos particulares.
Otro sueño puede proporcionar un interludio pacífico del sueño en el cual el estrés es minimizado, con la producción superactiva de ciertas hormonas y sustancias químicas aquietadas como resultado.
Tales sueños serán grandemente efectivos, pero solo por un corto periodo de tiempo, a menos que la mente consciente encare las creencias que han estado causando el desequilibrio. Las dosis pesadas de químicos introducidos desde afuera, sin embargo, te dan un tipo de situación totalmente diferente y adicionan nuevo estrés. Estos dilemas condicionan la conciencia a creer que su posición es aun más precaria de lo que era antes y su sensación de poder y efectividad es grandemente reducido.
Las experiencias de la conciencia que siguen tal terapia pueden ser de jubilo, pero siente que cualquiera de sus aventuras se apoya en asuntos que no puede comprender, y su capacidad para entenderse con la realidad física es menos segura que antes. Este no es el caso con los tratamientos naturales internos que son llevados a cabo en un comportamiento individual. Estos son los que deberían ser comprendidos y alentados por los psicólogos.
Ahora bien, tu cuerpo es tu propia escultura viviente – no solo la figura, la estructura y la naturaleza de la forma, sino la sensación-conocimiento de su ser y el efecto único que tiene sobre otros. La escultura misma está también dotada con el poder de la creatividad que tu mismo le has dado.
Aquellas habilidades corporales innatas también ayudan a sostenerte, a medida que creas tu imagen continuamente. La fuente de toda esta creatividad surge desde tu propia identidad interior, la que nunca es materializada completamente en la carne, y así siempre tienes partes de la creatividad sin usar a tu disposición. Reaccionas al cuerpo aunque tú lo formas. En esos términos, hay una interacción constante entre la creación y el creador, y en la realidad tridimensional el creador es tan parte de su obra que es difícil diferenciar el uno de la otra.
El pintor pone parte de sí mismo en la pintura. Tú pones todo lo tuyo, de lo que estás consciente, en tu cuerpo, de tal manera que él llega a ser tú en la carne. Un artista ama su pintura. En términos físicos, ella está completa cuando suelta su brocha – al menos para él, aunque sus efectos continúan. Sin embargo, tú estás creando tu imagen material mientras vives, y estás manifestándote tú mismo en ella.
Un pintor no se asoma con los ojos de su creación al cuarto sobre cuyo muro cuelga la pintura. Sin embargo, tú miras al universo a través de tus propios ojos. Tú creas no solamente el cuerpo, sino la totalidad de su experiencia y el contexto en el cual tiene lugar. Tú mismo te dotas con una existencia tridimensional. Ella es la estructura en la cual tienes tu experiencia, creada por ti como el artista le da a sus pinturas sus dimensiones.
Los árboles en una pintura del paisaje no pueden moverse físicamente con el viento que sopla a través de un cuarto tridimensional. La cabeza en un retrato no puede cerrar sus ojos si están abiertos, pero tú te mueves dentro de la estructura del espacio temporal que has creado para ti mismo.
Las características en un retrato están pintadas en lienzo o madera, pero tu alma no esta pintada en tu cuerpo. Ella entra en el cuerpo y forma parte de él. Físicamente, no puedes contener toda tu identidad, y esa parte “libre” inconscientemente crea la carne, en tus términos. De nuevo, tú diriges su forma con tus creencias, pero la parte inconsciente tuya hace el “trabajo” de producirla.
Tus sueños y los eventos físicos de tu vida alteran constantemente los balances químicos dentro de tu cuerpo. Un sueño puede ser experimentado a propósito para proporcionar una salida del tipo que está haciendo falta en tu vida diaria. Él movilizará tus recursos y llenará tu cuerpo con un torrente de hormonas necesarias, creando un estado de estrés en el sueño que traerá las habilidades curativas del organismo al combate, dando como resultado el fin de los síntomas físicos particulares.
Otro sueño puede proporcionar un interludio pacífico del sueño en el cual el estrés es minimizado, con la producción superactiva de ciertas hormonas y sustancias químicas aquietadas como resultado.
Tales sueños serán grandemente efectivos, pero solo por un corto periodo de tiempo, a menos que la mente consciente encare las creencias que han estado causando el desequilibrio. Las dosis pesadas de químicos introducidos desde afuera, sin embargo, te dan un tipo de situación totalmente diferente y adicionan nuevo estrés. Estos dilemas condicionan la conciencia a creer que su posición es aun más precaria de lo que era antes y su sensación de poder y efectividad es grandemente reducido.
Las experiencias de la conciencia que siguen tal terapia pueden ser de jubilo, pero siente que cualquiera de sus aventuras se apoya en asuntos que no puede comprender, y su capacidad para entenderse con la realidad física es menos segura que antes. Este no es el caso con los tratamientos naturales internos que son llevados a cabo en un comportamiento individual. Estos son los que deberían ser comprendidos y alentados por los psicólogos.
Ahora bien, tu cuerpo es tu propia escultura viviente – no solo la figura, la estructura y la naturaleza de la forma, sino la sensación-conocimiento de su ser y el efecto único que tiene sobre otros. La escultura misma está también dotada con el poder de la creatividad que tu mismo le has dado.
Aquellas habilidades corporales innatas también ayudan a sostenerte, a medida que creas tu imagen continuamente. La fuente de toda esta creatividad surge desde tu propia identidad interior, la que nunca es materializada completamente en la carne, y así siempre tienes partes de la creatividad sin usar a tu disposición. Reaccionas al cuerpo aunque tú lo formas. En esos términos, hay una interacción constante entre la creación y el creador, y en la realidad tridimensional el creador es tan parte de su obra que es difícil diferenciar el uno de la otra.
El pintor pone parte de sí mismo en la pintura. Tú pones todo lo tuyo, de lo que estás consciente, en tu cuerpo, de tal manera que él llega a ser tú en la carne. Un artista ama su pintura. En términos físicos, ella está completa cuando suelta su brocha – al menos para él, aunque sus efectos continúan. Sin embargo, tú estás creando tu imagen material mientras vives, y estás manifestándote tú mismo en ella.
Un pintor no se asoma con los ojos de su creación al cuarto sobre cuyo muro cuelga la pintura. Sin embargo, tú miras al universo a través de tus propios ojos. Tú creas no solamente el cuerpo, sino la totalidad de su experiencia y el contexto en el cual tiene lugar. Tú mismo te dotas con una existencia tridimensional. Ella es la estructura en la cual tienes tu experiencia, creada por ti como el artista le da a sus pinturas sus dimensiones.
Los árboles en una pintura del paisaje no pueden moverse físicamente con el viento que sopla a través de un cuarto tridimensional. La cabeza en un retrato no puede cerrar sus ojos si están abiertos, pero tú te mueves dentro de la estructura del espacio temporal que has creado para ti mismo.
Las características en un retrato están pintadas en lienzo o madera, pero tu alma no esta pintada en tu cuerpo. Ella entra en el cuerpo y forma parte de él. Físicamente, no puedes contener toda tu identidad, y esa parte “libre” inconscientemente crea la carne, en tus términos. De nuevo, tú diriges su forma con tus creencias, pero la parte inconsciente tuya hace el “trabajo” de producirla.
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