Pensamos que los virus son físicos y los pensamientos mentales. Deberíamos saber que los pensamientos también tienen sus aspectos físicos en el cuerpo y que los virus tienen aspectos mentales en el cuerpo. A veces nos preguntamos por qué un cuerpo enfermo no utiliza sus habilidades curativas, expulsando las influencias negativas de un determinado grupo de creencias y pensamientos.
Cuando pensamos en los pensamientos como mentales y los virus como físicos, la pregunta es comprensible. No se trata, simplemente, de que los pensamientos influencien el cuerpo, como en efecto lo hacen, sino que cada uno de ellos representa un estímulo activador, que atrae cambios hormonales y altera toda la situación física en determinado momento.
Nuestro cuerpo físico es la versión carnal – la versión física viva – del cuerpo de nuestros pensamientos. Los pensamientos no solo activan las reacciones químicas del cuerpo, sino que ellos mismos tienen una realidad química, además de sus aspectos mentales reconocidos. Utilizando una analogía, es como si los pensamientos se convirtieran en los diferentes apéndices del cuerpo. Ellos tienen una existencia invisible dentro del cuerpo, tan seguramente como la tienen los virus. Nuestro cuerpo está compuesto no solamente de los elementos que están dentro de él, lo que los rayos X y las autopsias pueden revelar, sino que también tiene profundas relaciones, alianzas y afiliaciones que no aparecen físicamente. Nuestros pensamientos son tan físicamente pertinentes a nuestro cuerpo como lo son los virus, y ellos mismos forman afiliaciones internas. Su vitalidad, automáticamente, activa todas las respuestas internas del cuerpo. Cuando pensamos los pensamientos, ellos son conscientes. Pensamos con frases, parágrafos o imágenes. Los pensamientos surgen de componentes internos de los cuales no somos conscientes.
Cuando un pensamiento es pensado, se descompone en esos componentes. Nuestros pensamientos también tienen una base emocional. La más pequeña célula dentro del cuerpo contribuye a esa realidad emocional y reacciona instantáneamente a nuestros pensamientos.
En esos términos, los pensamientos se mueven mucho más rápido que los virus. La acción de los virus sigue al pensamiento. Cada pensamiento es registrado biológicamente. Básicamente, puede decirse que cuando somos inmunes a una enfermedad, se trata de una inmunidad mental.
Pensamos que los virus son dañinos, esparciéndose quizá de país en país para “invadir” una serie de mecanismos físicos. Podemos decir que los pensamientos también son “contagiosos”. Disponemos de una inmunidad natural contra todos los pensamientos que no se ajustan a nuestros propósitos y creencias, y de forma natural estamos “vacunados” con una confianza y una creencia total en nuestros propios pensamientos, por encima de todos los otros. Las viejas ideas del “vuduismo” reconocían algunos de estos conceptos, pero los complicaron y los distorsionaron con temores al mal, a la invasión psíquica, a la muerte psíquica, etc. No podemos separar la salud física de la salud mental, ni podemos separar la filosofía de una persona de su condición corporal.
Mientras decimos todo esto en relación con los pensamientos y los virus, es necesario recordar el contexto del asunto, ya que nueva información y conocimientos están siempre disponibles para el individuo en la Estructura 2.
Cuando pensamos en los pensamientos como mentales y los virus como físicos, la pregunta es comprensible. No se trata, simplemente, de que los pensamientos influencien el cuerpo, como en efecto lo hacen, sino que cada uno de ellos representa un estímulo activador, que atrae cambios hormonales y altera toda la situación física en determinado momento.
Nuestro cuerpo físico es la versión carnal – la versión física viva – del cuerpo de nuestros pensamientos. Los pensamientos no solo activan las reacciones químicas del cuerpo, sino que ellos mismos tienen una realidad química, además de sus aspectos mentales reconocidos. Utilizando una analogía, es como si los pensamientos se convirtieran en los diferentes apéndices del cuerpo. Ellos tienen una existencia invisible dentro del cuerpo, tan seguramente como la tienen los virus. Nuestro cuerpo está compuesto no solamente de los elementos que están dentro de él, lo que los rayos X y las autopsias pueden revelar, sino que también tiene profundas relaciones, alianzas y afiliaciones que no aparecen físicamente. Nuestros pensamientos son tan físicamente pertinentes a nuestro cuerpo como lo son los virus, y ellos mismos forman afiliaciones internas. Su vitalidad, automáticamente, activa todas las respuestas internas del cuerpo. Cuando pensamos los pensamientos, ellos son conscientes. Pensamos con frases, parágrafos o imágenes. Los pensamientos surgen de componentes internos de los cuales no somos conscientes.
Cuando un pensamiento es pensado, se descompone en esos componentes. Nuestros pensamientos también tienen una base emocional. La más pequeña célula dentro del cuerpo contribuye a esa realidad emocional y reacciona instantáneamente a nuestros pensamientos.
En esos términos, los pensamientos se mueven mucho más rápido que los virus. La acción de los virus sigue al pensamiento. Cada pensamiento es registrado biológicamente. Básicamente, puede decirse que cuando somos inmunes a una enfermedad, se trata de una inmunidad mental.
Pensamos que los virus son dañinos, esparciéndose quizá de país en país para “invadir” una serie de mecanismos físicos. Podemos decir que los pensamientos también son “contagiosos”. Disponemos de una inmunidad natural contra todos los pensamientos que no se ajustan a nuestros propósitos y creencias, y de forma natural estamos “vacunados” con una confianza y una creencia total en nuestros propios pensamientos, por encima de todos los otros. Las viejas ideas del “vuduismo” reconocían algunos de estos conceptos, pero los complicaron y los distorsionaron con temores al mal, a la invasión psíquica, a la muerte psíquica, etc. No podemos separar la salud física de la salud mental, ni podemos separar la filosofía de una persona de su condición corporal.
Mientras decimos todo esto en relación con los pensamientos y los virus, es necesario recordar el contexto del asunto, ya que nueva información y conocimientos están siempre disponibles para el individuo en la Estructura 2.
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