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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Juegos Que Todo el Mundo Puede Jugar. Los sueños y la Formación de los Eventos 1

El cerebro primordialmente un es un psico-mecanismo formador-de-eventos por medio del cual opera la conciencia. Su propensión a la formación-de-eventos es obvia, inclusive en niños pequeños. Por obvia, quiero decir activa, cuando ocurren fantasías que involucran actividades mucho más allá de las habilidades físicas, hasta donde ellas se han desarrollado.
Los sueños de los niños son más intensos que aquellos de los adultos, porque el cerebro está practicando sus actividades de formación de eventos. Éstas deben desarrollarse antes de que ciertas facultades físicas puedan ser activadas. Los infantes juegan en sus sueños, ejecutando acciones físicas más allá de sus actuales capacidades físicas. Mientras los estímulos externos son sumamente importantes, los estímulos internos del juego del sueño son aun más importantes.
Los niños practican utilizando todos sus sentidos en los juegos del sueño, los que entonces estimulan los sentidos mismos, y realmente ayudan a asegurar su coordinación. En tus términos, los eventos son todavía plásticos para los niños pequeños, en el sentido de que ellos aun no han aprendido a aplicar tu estructura rigurosa. Hay un punto interesante, conectado con la necesidad de coordinar las funciones de los sentidos, en el sentido de que antes de ocurrir este proceso no hay una colocación rígida de los eventos. Esta colocación es adquirida. Los sentidos descoordinados del niño, por ejemplo, pueden actualmente escuchar palabras que serán expresadas mañana, mientras están viendo la persona que las expresará hoy.
Enfocar los sentidos en el tiempo y el espacio es, hasta cierto punto, un arte adquirido – uno que es por supuesto necesario para una manipulación física precisa. Antes de que ese enfoque ocurra, los niños, particularmente en el estado del sueño, disfrutan de una versión general de los eventos que gradualmente se vuelve más fuerte y más reducida en alcance.
Una cierta cantidad de libertad de acción en el espacio y el tiempo persiste, ya que aun biológicamente el niño está innatamente equipado con una “pre-visión” que le permite una visión “inconsciente” de eventos futuros inmediatos que lo previenen del peligro. De esta más plástica, más flexible experiencia, el niño en el sueño empieza a seleccionar elementos más específicos, y al hacerlo adiestra los sentidos mismos hacia una sensitividad más precisa.
En períodos de juego, con frecuencia el niño realmente continúa algunos juegos iniciados muy naturalmente en el estado del sueño. Estos incluyen jugar un papel, y también juegos que involucran muy simplemente la actividad muscular física. Todo esto enseña una especificación. En el sueño la mente es libre para jugar con los eventos, y con su formación. La realización de esos eventos, sin embargo, requiere ciertas circunstancias prácticas. En el juego, los niños ensayan con eventos iniciados en el estado del sueño, y “juzgan” estos contra las condiciones prácticas. De tal modo, el niño hace malabares con las probabilidades, y también pone su estructura física precisamente en línea con un determinado nicho de probabilidades. Básicamente, en el sueño el cerebro no está limitado a la experiencia encontrada físicamente.
Mentalmente el cerebro puede formar un número infinito de eventos, y la conciencia puede tomar un número infinito de roles. El niño puede fácilmente soñar que es su madre o su padre, hermana o hermano, el perro de la familia, una mosca, un soldado. En el juego de vigilia, el niño entonces ensayará esos roles, y rápidamente verá que ellos no se ajustan a las condiciones físicas.
Antes de que el niño haya visto las montañas, puede soñar con ellas. El conocimiento del entorno del planeta es una parte inconsciente de tu herencia. Posees un entorno inconsciente, un determinado mundo psicológico sintonizado con el físico, y tu aprendizaje tiene lugar en él subjetivamente, incluso como objetivamente aprendes la manipulación exterior.
La imaginación está muy involucrada en la formación de eventos. La imaginación de los niños los previene de estar demasiado limitados por el mundo de sus padres. Despiertos o soñando, los niños “pretenden.” En su pretensión, ellos ejercitan su conciencia de una manera particularmente ventajosa. Mientras aceptan para ellos mismos una determinada realidad, ellos sin embargo se reservan el derecho, por así decirlo, de experimentar con otros estados del ser “secundarios.” Hasta cierto punto, se convierten en lo que están pretendiendo ser, y al hacerlo también incrementan su propio conocimiento y experiencia. Si se dejan solos, los niños aprenderían como hacerles frente a los animales, pretendiendo ser animales, por ejemplo. Experimentando las reacciones de los animales, aprenderían como reaccionar ellos mismos.
En el juego, particularmente, los niños se le miden a cualquier situación concebible. En el estado del sueño los adultos y los niños por igual hacen la misma cosa, y muchos sueños son en realidad un tipo de juego. El cerebro mismo nunca está satisfecho con la versión de un evento, sino que siempre utilizará la imaginación para formar otras versiones, en una actividad tan espontánea como el juego. También practica formando eventos, como los músculos practican el movimiento.
El cerebro busca la forma más rica de un evento. Estoy hablando específicamente del cerebro, como separado de la mente, para enfatizar el punto de que estas habilidades son de las criaturas. La genialidad del cerebro viene de la mente, la que puede llamarse la contraparte biofísica del cerebro.
Tú tienes sentidos internos que aproximadamente se correlacionan con tus sentidos físicos. Aquellos, sin embargo, no tienen que adiestrarse para una orientación espacio-tiempo en particular.
Cuando los niños sueñan, utilizan estos sentidos internos como lo hacen los adultos, y entonces a través del sueño aprenden a traducir tal material a la estructura precisa de los sentidos externos. Los juegos de los niños están siempre “en el presente” – es decir, ellos son experimentados inmediatamente, aunque los eventos del juego pueden involucrar el futuro o el pasado. La frase “había una vez” es poderosamente evocativa y conmovedora, inclusive para los adultos, porque los niños juegan con el tiempo de una manera que los adultos han olvidado. Si quieres sentir el movimiento de tu psique, es quizá lo más fácil imaginar una situación del pasado o del futuro, ya que esto automáticamente mueve tu percepción sensorial mental en una nueva forma.
Los niños tratan de imaginar como era el mundo antes de que ellos entraran en él. Haz la misma cosa. La manera como sigas estas direcciones pueden ser iluminantes, ya que las áreas de actividad que escoges te dirán algo acerca de las cualidades únicas de tu propia conciencia. Los juegos de los adultos en gran medida se entienden con manipulaciones en el espacio, mientras los juegos de los niños, de nuevo, con frecuencia involucran variaciones en el tiempo. Mira un objeto natural, digamos un árbol; si es primavera ahora, entonces imagina que lo ves en el otoño.
Altera tu orientación hacia el tiempo en otros de tales ejercicios. Esto automáticamente te permitirá romper con un enfoque demasiado preciso. Hasta cierto punto, romperá el enclavamiento rígido de tus percepciones dentro de una realidad, a medida que has aprendido como percibirla. Los niños pueden jugar tan vívidamente que podrían, por ejemplo, imaginarse ellos mismos tostados bajo el sol del desierto, aunque estén en medio de la más fría sala de estar con aire acondicionado. Ellos están, por una parte, completamente involucrados en su actividad, y sin embargo, por otra parte, están bastante enterados de su entorno “normal.” No obstante, el adulto con frecuencia teme que tal alteración traviesa no oficial de la conciencia sea peligrosa, y llega a preocuparse porque la situación imaginada sustituirá la real.

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