Te das cuenta que un tigre, siguiendo su naturaleza, no es malo. Mirando a tu propia especie, con frecuencia eres menos amable, menos compasivo, menos comprensivo. Es fácil condenar tu propia clase.
Puede ser difícil para ti comprender, pero tu especie tiene buenas intenciones. Comprendes que el tigre existe en un cierto entorno, y reacciona de acuerdo con su naturaleza. Así lo hace el hombre. Aun sus atrocidades son cometidas en un intento distorsionado de alcanzar lo que considera buenos objetivos. Con frecuencia fracasa en lograr sus objetivos, o incluso en comprender como sus mismos métodos le impiden su consecución.
El hombre está en realidad bendecido como los animales, sin embargo, y sus fracasos son el resultado de su falta de comprensión. Está directamente enfrentado con un mundo consciente mucho más complejo que el de los otros animales, entendiéndose particularmente con símbolos e ideas que son entonces proyectados al exterior hacia la realidad, donde están para ser probados. Si pudieran ser probados mentalmente en tu contexto, no habría necesidad de la existencia física humana.
Demasiadas cuestiones complicadas están conectadas aquí, así que debo simplificar. Es como si el hombre dijera: “Ahora, ¿Qué pasa con esta idea? ¿Qué puedo hacer con ella? ¿Qué sucederá si la lanzo afuera hacia la realidad, físicamente? ¿Qué tan lejos podemos ir con alguna de las grandes ideas sociales, científicas, religiosas, que son tan peculiarmente retoños de la mente del hombre?”
Si tales cuestiones pudieran ser todas resueltas en algún tablero de dibujo no físico, de nuevo, el gran desafío de la existencia física no sería ni necesario ni significativo. ¿Qué tan lejos, digamos, puede llevarse el nacionalismo? ¿Hasta que punto puede tratarse el mundo como si fuera exterior al hombre, como un objeto? ¿Qué puede el hombre aprender tratando el cuerpo como si fuera una máquina? ¿Cómo si fuera un espejismo? ¿Cómo si fuera dirigido por el instinto ciego? ¿Cómo si estuviera poseído por un alma?
Hasta cierto punto, todas estas son ponderaciones únicas y creativas que por parte de solo los animales serían consideradas los más curiosos e iluminantes logros intelectuales. Los animales deben relacionarse con la tierra, y así lo debe hacer el hombre. Así como los animales deben actuar, aparearse, cazar su presa, o comer sus bayas, dentro del contexto físico de sol, suelo, árboles, nieve, granizo y viento, así mismo, en una forma diferente, el hombre debe proseguir sus ideas vistiéndolas con las realidades elementales de la tierra, percibiéndolas como eventos.
Cuando es destructivo, el hombre no busca ser destructivo per se; sino que en el deseo de lograr aquello que concibe como un objetivo particular que para él es bueno, olvida examinar la bondad de sus métodos.
Un animal que persigue y mata a su presa sirve el más grande propósito de preservar el equilibrio de la naturaleza, bien sea que el animal esté o no consciente de esto – y de nuevo, la intención del animal no es mala. El hombre consume ideas. Al hacerlo, contribuye a un tipo diferente de equilibrio, del cual usualmente no se entera. Sin embargo, ningún hombre actúa realmente con la pura intención de hacer el mal o ser vicioso. Las tormentas desgarran el cielo del verano, lanzando truenos y relámpagos. Los terremotos destruyen el campo. Puedes lamentar profundamente los estragos causados, sabiendo que ni las tormentas ni los terremotos son malos. No solamente no tenían una mala intención, sino que la condición total corrigió el equilibrio de la tierra.
Esto requiere una comprensión única. Estoy consciente de eso – y sin embargo las tormentas obradas por la humanidad últimamente no se puede decir que sean más malas que los terremotos. Mientras la obra del hombre ciertamente puede parecer a menudo destructiva, no debes culpar la intención del hombre, ni debes jamás cometer el error de confundir al hombre con sus obras. Muchos artistas bien intencionados, con la mejor de las intenciones, producen a veces obras de arte de pacotilla, todo lo más decepcionante y deplorable para ellos por la bondad inicial de su intención.
Su carencia de conocimiento, técnicas y métodos se vuelve bastante clara. Al concentrarse muy profundamente en el mundo de las noticias de prensa y en los reportes negativos de las acciones del hombre, es ciertamente fácil perder de vista lo que te digo es la buena intención básica de cada hombre y cada mujer.
Esa intención puede ser confusa, pobremente ejecutada, enredada en medio de creencias en conflicto, estrangulada por las manos sangrientas de los asesinos y las guerras – y sin embargo ningún hombre o mujer jamás la pierde. Eso representa la esperanza de la especie, y ella ha estado siempre encendida, como una luz brillante dentro de cada miembro de la especie; y esa buena intención es trasmitida a través de las generaciones. Es mucho más potente, esa iluminación, que los odios y rencores nacionales que también son trasmitidos.
Es imperativo, para la paz de la mente, que creas en la existencia de esa innata buena intención del hombre.
Ella es compartida por todos los otros animales. Cada animal sabe que bajo ciertas condiciones el otro puede pelear o ponerse agresivo, o defender su nido. Cada animal sabe que en épocas de hambre puede ser cazado por otro. Excepto por esas situaciones, sin embargo, el animal no está temeroso de otro. Ellos saben que cada uno de los animales es de buena intención.
Concédele lo mismo a tu propia especie.
Puede ser difícil para ti comprender, pero tu especie tiene buenas intenciones. Comprendes que el tigre existe en un cierto entorno, y reacciona de acuerdo con su naturaleza. Así lo hace el hombre. Aun sus atrocidades son cometidas en un intento distorsionado de alcanzar lo que considera buenos objetivos. Con frecuencia fracasa en lograr sus objetivos, o incluso en comprender como sus mismos métodos le impiden su consecución.
El hombre está en realidad bendecido como los animales, sin embargo, y sus fracasos son el resultado de su falta de comprensión. Está directamente enfrentado con un mundo consciente mucho más complejo que el de los otros animales, entendiéndose particularmente con símbolos e ideas que son entonces proyectados al exterior hacia la realidad, donde están para ser probados. Si pudieran ser probados mentalmente en tu contexto, no habría necesidad de la existencia física humana.
Demasiadas cuestiones complicadas están conectadas aquí, así que debo simplificar. Es como si el hombre dijera: “Ahora, ¿Qué pasa con esta idea? ¿Qué puedo hacer con ella? ¿Qué sucederá si la lanzo afuera hacia la realidad, físicamente? ¿Qué tan lejos podemos ir con alguna de las grandes ideas sociales, científicas, religiosas, que son tan peculiarmente retoños de la mente del hombre?”
Si tales cuestiones pudieran ser todas resueltas en algún tablero de dibujo no físico, de nuevo, el gran desafío de la existencia física no sería ni necesario ni significativo. ¿Qué tan lejos, digamos, puede llevarse el nacionalismo? ¿Hasta que punto puede tratarse el mundo como si fuera exterior al hombre, como un objeto? ¿Qué puede el hombre aprender tratando el cuerpo como si fuera una máquina? ¿Cómo si fuera un espejismo? ¿Cómo si fuera dirigido por el instinto ciego? ¿Cómo si estuviera poseído por un alma?
Hasta cierto punto, todas estas son ponderaciones únicas y creativas que por parte de solo los animales serían consideradas los más curiosos e iluminantes logros intelectuales. Los animales deben relacionarse con la tierra, y así lo debe hacer el hombre. Así como los animales deben actuar, aparearse, cazar su presa, o comer sus bayas, dentro del contexto físico de sol, suelo, árboles, nieve, granizo y viento, así mismo, en una forma diferente, el hombre debe proseguir sus ideas vistiéndolas con las realidades elementales de la tierra, percibiéndolas como eventos.
Cuando es destructivo, el hombre no busca ser destructivo per se; sino que en el deseo de lograr aquello que concibe como un objetivo particular que para él es bueno, olvida examinar la bondad de sus métodos.
Un animal que persigue y mata a su presa sirve el más grande propósito de preservar el equilibrio de la naturaleza, bien sea que el animal esté o no consciente de esto – y de nuevo, la intención del animal no es mala. El hombre consume ideas. Al hacerlo, contribuye a un tipo diferente de equilibrio, del cual usualmente no se entera. Sin embargo, ningún hombre actúa realmente con la pura intención de hacer el mal o ser vicioso. Las tormentas desgarran el cielo del verano, lanzando truenos y relámpagos. Los terremotos destruyen el campo. Puedes lamentar profundamente los estragos causados, sabiendo que ni las tormentas ni los terremotos son malos. No solamente no tenían una mala intención, sino que la condición total corrigió el equilibrio de la tierra.
Esto requiere una comprensión única. Estoy consciente de eso – y sin embargo las tormentas obradas por la humanidad últimamente no se puede decir que sean más malas que los terremotos. Mientras la obra del hombre ciertamente puede parecer a menudo destructiva, no debes culpar la intención del hombre, ni debes jamás cometer el error de confundir al hombre con sus obras. Muchos artistas bien intencionados, con la mejor de las intenciones, producen a veces obras de arte de pacotilla, todo lo más decepcionante y deplorable para ellos por la bondad inicial de su intención.
Su carencia de conocimiento, técnicas y métodos se vuelve bastante clara. Al concentrarse muy profundamente en el mundo de las noticias de prensa y en los reportes negativos de las acciones del hombre, es ciertamente fácil perder de vista lo que te digo es la buena intención básica de cada hombre y cada mujer.
Esa intención puede ser confusa, pobremente ejecutada, enredada en medio de creencias en conflicto, estrangulada por las manos sangrientas de los asesinos y las guerras – y sin embargo ningún hombre o mujer jamás la pierde. Eso representa la esperanza de la especie, y ella ha estado siempre encendida, como una luz brillante dentro de cada miembro de la especie; y esa buena intención es trasmitida a través de las generaciones. Es mucho más potente, esa iluminación, que los odios y rencores nacionales que también son trasmitidos.
Es imperativo, para la paz de la mente, que creas en la existencia de esa innata buena intención del hombre.
Ella es compartida por todos los otros animales. Cada animal sabe que bajo ciertas condiciones el otro puede pelear o ponerse agresivo, o defender su nido. Cada animal sabe que en épocas de hambre puede ser cazado por otro. Excepto por esas situaciones, sin embargo, el animal no está temeroso de otro. Ellos saben que cada uno de los animales es de buena intención.
Concédele lo mismo a tu propia especie.