El amor es una necesidad biológica, una fuerza operando en uno u otro grado en toda la vida biológica. Sin el amor no hay compromiso para la vida – no hay arraigo psíquico.
El amor existe, si es o no es expresado sexualmente, aunque es natural para el amor buscar expresión. El amor implica lealtad. Implica compromiso. Esto aplica a las relaciones lesbianas y homosexuales, así como a las heterosexuales. En tu sociedad, sin embargo, la identidad está tan relacionada a los estereotipos sexuales, que pocas personas saben lo suficientemente bien para comprender la naturaleza del amor, y para hacer cualquiera de tales compromisos.
Un período transitorio está teniendo lugar, en el que las mujeres parecen buscar la libertad sexual promiscua, más generalmente otorgada a los hombres. Se cree que los hombres son promiscuos naturalmente, que son excitados por el estímulo sexual, casi completamente divorciados de cualquier respuesta complementaria “más profunda”. Se piensa entonces que el hombre desea el sexo, bien sea que tenga o no una respuesta amorosa hacia la mujer en cuestión – o algunas veces que la desea precisamente porque el no la ama. En tales casos, el sexo se convierte, no en una expresión del amor, sino en una expresión de burla o desprecio.
Así que las mujeres, aceptando estas ideas, con frecuencia buscan una situación en la cual ellas puedan sentirse libres para expresar sus deseos sexuales abiertamente, bien sea que el amor esté o no esté involucrado. Sin embargo, la lealtad es la pareja del amor, y los primates exhiben tal evidencia en varios grados. Al hombre en particular se le ha enseñado a separar el amor del sexo, de tal manera que resulta una condición esquizofrénica que desgarra su psique – en términos operacionales – a medida que vive su vida.
La expresión de la sexualidad es considerada masculina, mientras la expresión del amor no es considerada masculina. Hasta cierto punto, el hombre se siente obligado a dividir la expresión de su amor de la expresión de su sexualidad. Sería desastroso para las mujeres seguir el mismo curso.
Esta gran división ha conducido a tus mayores guerras. Esto no quiere decir que los hombres son los únicos responsables de las guerras. Quiere decir que el hombre mismo se divorció tanto de la fuente común del amor y el sexo, que la energía represada salió en esos actos agresivos de violación y muerte culturales, en lugar del nacimiento.
Cuando miras el mundo animal, supones que el macho escoge ciegamente, llevado por el instinto “mudo”, de tal manera que, en términos generales, una hembra lo haría tan bien como cualquiera otra. Cuando descubres que cierto químico o cierto olor atraerá cierto insecto macho, por ejemplo, das por sentado que ese elemento es el único responsable de atraer el macho hacia la hembra. Das por sentado, en otras palabras, que las diferencias individuales no aplican en tales casos tan alejados de tu propia realidad.
Simplemente no estás en capacidad de comprender la naturaleza de tales conciencias, y de esa manera interpretas su comportamiento de acuerdo con tus creencias. Esto sería bastante triste, si con frecuencia no utilizaras tal información distorsionada para definir mejor la naturaleza del comportamiento del hombre y la mujer.
Distorsionando así tus ideas sobre el sexo, limitas adicionalmente las grandes capacidades de la lealtad humana, que siempre está conectada con el amor y con la expresión del amor. Las relaciones lesbianas y homosexuales son a lo mejor tenues, sobreexcitadas con emociones confusas, muy rara vez capaces de mantener una estabilidad que permita el crecimiento individual. Las relaciones heterosexuales también se rompen, ya que la identidad de cada pareja llega a basarse en los papeles sexuales, que pueden aplicar o no a los individuos involucrados.
Puesto que sientes que el sexo es el único método de expresión del amor, y sin embargo también crees que el sexo y el amor están divididos, estás en un dilema. Estas creencias sexuales son también mucho más importantes en las relaciones nacionales de lo que te das cuenta, ya que intentas tomar como nación lo que concibes como una postura masculina. Así, por ejemplo, lo hace Rusia. La India toma una postura femenina – en términos de tus creencias, ahora.
Una pequeña nota: Un hombre con crecimientos o tumores de cualquier tipo – cálculos renales o úlceras, por ejemplo – tiene tendencias que considera femeninas, por consiguiente “dependientes”, de las cuales está avergonzado. En una ceremonia biológica simulada, él da a luz, hasta el punto en que produce dentro de su cuerpo material que no estaba ahí antes. En las úlceras, el estómago se convierte en el útero – ensangrentado, dando a luz llagas – su interpretación del intento “grotesco” de un hombre de expresar características femeninas.
El amor existe, si es o no es expresado sexualmente, aunque es natural para el amor buscar expresión. El amor implica lealtad. Implica compromiso. Esto aplica a las relaciones lesbianas y homosexuales, así como a las heterosexuales. En tu sociedad, sin embargo, la identidad está tan relacionada a los estereotipos sexuales, que pocas personas saben lo suficientemente bien para comprender la naturaleza del amor, y para hacer cualquiera de tales compromisos.
Un período transitorio está teniendo lugar, en el que las mujeres parecen buscar la libertad sexual promiscua, más generalmente otorgada a los hombres. Se cree que los hombres son promiscuos naturalmente, que son excitados por el estímulo sexual, casi completamente divorciados de cualquier respuesta complementaria “más profunda”. Se piensa entonces que el hombre desea el sexo, bien sea que tenga o no una respuesta amorosa hacia la mujer en cuestión – o algunas veces que la desea precisamente porque el no la ama. En tales casos, el sexo se convierte, no en una expresión del amor, sino en una expresión de burla o desprecio.
Así que las mujeres, aceptando estas ideas, con frecuencia buscan una situación en la cual ellas puedan sentirse libres para expresar sus deseos sexuales abiertamente, bien sea que el amor esté o no esté involucrado. Sin embargo, la lealtad es la pareja del amor, y los primates exhiben tal evidencia en varios grados. Al hombre en particular se le ha enseñado a separar el amor del sexo, de tal manera que resulta una condición esquizofrénica que desgarra su psique – en términos operacionales – a medida que vive su vida.
La expresión de la sexualidad es considerada masculina, mientras la expresión del amor no es considerada masculina. Hasta cierto punto, el hombre se siente obligado a dividir la expresión de su amor de la expresión de su sexualidad. Sería desastroso para las mujeres seguir el mismo curso.
Esta gran división ha conducido a tus mayores guerras. Esto no quiere decir que los hombres son los únicos responsables de las guerras. Quiere decir que el hombre mismo se divorció tanto de la fuente común del amor y el sexo, que la energía represada salió en esos actos agresivos de violación y muerte culturales, en lugar del nacimiento.
Cuando miras el mundo animal, supones que el macho escoge ciegamente, llevado por el instinto “mudo”, de tal manera que, en términos generales, una hembra lo haría tan bien como cualquiera otra. Cuando descubres que cierto químico o cierto olor atraerá cierto insecto macho, por ejemplo, das por sentado que ese elemento es el único responsable de atraer el macho hacia la hembra. Das por sentado, en otras palabras, que las diferencias individuales no aplican en tales casos tan alejados de tu propia realidad.
Simplemente no estás en capacidad de comprender la naturaleza de tales conciencias, y de esa manera interpretas su comportamiento de acuerdo con tus creencias. Esto sería bastante triste, si con frecuencia no utilizaras tal información distorsionada para definir mejor la naturaleza del comportamiento del hombre y la mujer.
Distorsionando así tus ideas sobre el sexo, limitas adicionalmente las grandes capacidades de la lealtad humana, que siempre está conectada con el amor y con la expresión del amor. Las relaciones lesbianas y homosexuales son a lo mejor tenues, sobreexcitadas con emociones confusas, muy rara vez capaces de mantener una estabilidad que permita el crecimiento individual. Las relaciones heterosexuales también se rompen, ya que la identidad de cada pareja llega a basarse en los papeles sexuales, que pueden aplicar o no a los individuos involucrados.
Puesto que sientes que el sexo es el único método de expresión del amor, y sin embargo también crees que el sexo y el amor están divididos, estás en un dilema. Estas creencias sexuales son también mucho más importantes en las relaciones nacionales de lo que te das cuenta, ya que intentas tomar como nación lo que concibes como una postura masculina. Así, por ejemplo, lo hace Rusia. La India toma una postura femenina – en términos de tus creencias, ahora.
Una pequeña nota: Un hombre con crecimientos o tumores de cualquier tipo – cálculos renales o úlceras, por ejemplo – tiene tendencias que considera femeninas, por consiguiente “dependientes”, de las cuales está avergonzado. En una ceremonia biológica simulada, él da a luz, hasta el punto en que produce dentro de su cuerpo material que no estaba ahí antes. En las úlceras, el estómago se convierte en el útero – ensangrentado, dando a luz llagas – su interpretación del intento “grotesco” de un hombre de expresar características femeninas.