A medida que lees las palabras sobre esta página, te das cuenta que la información que estás recibiendo no es un atributo de las letras de las palabras mismas. La línea impresa no contiene información. Transmite información. ¿Dónde está entonces la información que está siendo transmitida, si no está sobre la página?
La misma pregunta aplica cuando estás leyendo un periódico, o cuando hablas con otra persona. Tus palabras transmiten información, sentimientos, o pensamientos. Obviamente, los pensamientos, los sentimientos y las palabras, no son la misma cosa. Las letras sobre la página son símbolos y te has puesto de acuerdo con los demás sobre los diferentes significados conectados con ellos. Das por sentado, aun sin pensarlo, que los símbolos – las letras – no son la realidad – la información o los pensamientos- que ellos intentan transmitir.
De igual manera, te digo que los objetos también son símbolos que representan una realidad cuyo significado, los objetos, como las letras, transmiten. La verdadera información no está en los objetos, más de lo que el pensamiento está en las letras o en las palabras. Las palabras son métodos de expresión. Los objetos físicos también son métodos de expresión en un tipo diferente de medio. Estás acostumbrado a la idea de que tú mismo te expresas directamente por medio de palabras. Te escuchas expresándolas. Sientes como se mueven los músculos de tu garganta y, si te pudieras dar cuenta, podrías percibir las multitudinarias reacciones dentro de tu propio cuerpo, acciones todas que acompañan tu discurso.
Los objetos físicos son el resultado de otro tipo de expresión. Los creas tan seguramente como creas las palabras. No quiero decir que los creas solamente con tus manos, o manufacturándolos. Quiero decir que los objetos son subproductos naturales de la evolución de tu especie, así como las palabras. Examina por un momento el conocimiento de tu propio discurso. Aunque escuchas las palabras y reconoces que son las apropiadas, y aunque ellas se aproximan más o menos a la expresión de tu sentimiento, ellas no son tu sentimiento, y debe haber una brecha entre tu pensamiento y tu expresión de él.
La familiaridad del discurso empieza a desvanecerse cuando te das cuenta que tú mismo cuando empiezas una frase no sabes precisamente como la vas a terminar, como tampoco sabes como formas las palabras. Conscientemente no sabes como manipulas un escalamiento piramidal de símbolos, escogiendo dentro de ellos precisamente los que necesitas para expresar un pensamiento dado. Por lo demás, tú no sabes como haces para pensar.
No sabes como traduces estos símbolos sobre la página en pensamientos, para entonces guardarlos o hacerlos propios. Puesto que los mecanismos del discurso normal te son tan poco conocidos en un nivel consciente, no es entonces sorprendente que igualmente no estés enterado de tareas más complicadas que también ejecutas, tales como la creación constante de tu entorno físico como método de comunicación y expresión.
Es solamente desde este punto de vista que se entiende la verdadera naturaleza de la materia física. Solamente comprendiendo la naturaleza de esta traducción constante de pensamientos y deseos, no a palabras ahora, sino a objetos físicos, que te das cuenta de tu verdadera independencia de circunstancia, tiempo y entorno.
Pienso que hemos dado con una verdadera analogía que te liberará del cautiverio artificial de la forma física. Cuando veas que es un método de expresión, te darás cuenta de tu propia creatividad.
Es fácil ver que traduces sentimientos en palabras, o en gestos y expresiones corporales, pero no es tan fácil darte cuenta que tú formas tu cuerpo físico, tan inconscientemente y sin esfuerzo como traduces sentimientos en símbolos que se convierten en palabras.
Estoy seguro que ya has escuchado anteriormente que el entorno expresa la personalidad del individuo. Te digo que ésta es una verdad literal y no simbólica. Las letras sobre la página tienen la realidad de solo la tinta y el papel. La información que transmiten es invisible.
La misma pregunta aplica cuando estás leyendo un periódico, o cuando hablas con otra persona. Tus palabras transmiten información, sentimientos, o pensamientos. Obviamente, los pensamientos, los sentimientos y las palabras, no son la misma cosa. Las letras sobre la página son símbolos y te has puesto de acuerdo con los demás sobre los diferentes significados conectados con ellos. Das por sentado, aun sin pensarlo, que los símbolos – las letras – no son la realidad – la información o los pensamientos- que ellos intentan transmitir.
De igual manera, te digo que los objetos también son símbolos que representan una realidad cuyo significado, los objetos, como las letras, transmiten. La verdadera información no está en los objetos, más de lo que el pensamiento está en las letras o en las palabras. Las palabras son métodos de expresión. Los objetos físicos también son métodos de expresión en un tipo diferente de medio. Estás acostumbrado a la idea de que tú mismo te expresas directamente por medio de palabras. Te escuchas expresándolas. Sientes como se mueven los músculos de tu garganta y, si te pudieras dar cuenta, podrías percibir las multitudinarias reacciones dentro de tu propio cuerpo, acciones todas que acompañan tu discurso.
Los objetos físicos son el resultado de otro tipo de expresión. Los creas tan seguramente como creas las palabras. No quiero decir que los creas solamente con tus manos, o manufacturándolos. Quiero decir que los objetos son subproductos naturales de la evolución de tu especie, así como las palabras. Examina por un momento el conocimiento de tu propio discurso. Aunque escuchas las palabras y reconoces que son las apropiadas, y aunque ellas se aproximan más o menos a la expresión de tu sentimiento, ellas no son tu sentimiento, y debe haber una brecha entre tu pensamiento y tu expresión de él.
La familiaridad del discurso empieza a desvanecerse cuando te das cuenta que tú mismo cuando empiezas una frase no sabes precisamente como la vas a terminar, como tampoco sabes como formas las palabras. Conscientemente no sabes como manipulas un escalamiento piramidal de símbolos, escogiendo dentro de ellos precisamente los que necesitas para expresar un pensamiento dado. Por lo demás, tú no sabes como haces para pensar.
No sabes como traduces estos símbolos sobre la página en pensamientos, para entonces guardarlos o hacerlos propios. Puesto que los mecanismos del discurso normal te son tan poco conocidos en un nivel consciente, no es entonces sorprendente que igualmente no estés enterado de tareas más complicadas que también ejecutas, tales como la creación constante de tu entorno físico como método de comunicación y expresión.
Es solamente desde este punto de vista que se entiende la verdadera naturaleza de la materia física. Solamente comprendiendo la naturaleza de esta traducción constante de pensamientos y deseos, no a palabras ahora, sino a objetos físicos, que te das cuenta de tu verdadera independencia de circunstancia, tiempo y entorno.
Pienso que hemos dado con una verdadera analogía que te liberará del cautiverio artificial de la forma física. Cuando veas que es un método de expresión, te darás cuenta de tu propia creatividad.
Es fácil ver que traduces sentimientos en palabras, o en gestos y expresiones corporales, pero no es tan fácil darte cuenta que tú formas tu cuerpo físico, tan inconscientemente y sin esfuerzo como traduces sentimientos en símbolos que se convierten en palabras.
Estoy seguro que ya has escuchado anteriormente que el entorno expresa la personalidad del individuo. Te digo que ésta es una verdad literal y no simbólica. Las letras sobre la página tienen la realidad de solo la tinta y el papel. La información que transmiten es invisible.
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