Haz una distinción en tu mente entre el hombre y las obras del hombre. Argumenta todo lo que quieras contra sus obras, a medida que lees en tus periódicos de errores, estupideces, traiciones o guerra. Colecciona páginas y resmas de tal material, si se acomoda a tu fantasía – y estoy hablando no solamente para ti, sino para alguien que espera encontrar un indicio de la verdad, la paz de la mente o la creatividad.
Colecciona libros de los fracasos del hombre. Personalmente no sé porque alguien coleccionaría las peores obras de alguna artista, y obtendría placer despedazándolas. El hombre ha producido algunas obras buenas: El alto nivel de comunicación verbal, las multitudinarias variedades de interacciones emocionales y el intercambio cultural, la facilidad para la exteriorización de ideas y conceptos, los alcances de la imaginación – todas estas, y muchas otras, son únicas en el universo.
Identificar al hombre con sus obras más pobres es buscar a propósito los estropicios, los errores, de un buen artista, y enseguida condenarlo. Hacer esto es condenarse ustedes mismos personalmente. Si un científico dice que la conciencia es el resultado del azar, o si las teorías de Darwin dicen que el hombre básicamente es el hijo triunfante de asesinos, muchas personas objetarían. Si dices, sin embargo, que los hombres son idiotas, o que ellos no merecen el piso sobre el que caminan, estás diciendo la misma cosa. Porque debes preocuparte por esta realidad, tal como la conoces; en esos términos, condenar al hombre es condenar la especie, tal como la conoces, en los términos prácticos de tu mundo.
Decir que las personas pueden escapar hacia otra realidad es pragmáticamente una salida fácil – esto es aparte de la realidad de las probabilidades, ya que estoy hablando desde tu punto de vista emocional.
Ahora bien, físicamente tu cuerpo tiene una postura en el espacio y el tiempo. Hablaré de experiencia primaria y secundaria. Llamemos experiencia primaria aquella que existe inmediatamente, en términos sensoriales en tu momento de tiempo – el contacto del cuerpo con el entorno. Estoy creando ciertas divisiones aquí para hacer nuestra discusión – o monólogo – más fácil. Por lo tanto, llamaré experiencia secundaria aquella información que te llega a través de, digamos, la lectura, la televisión, la discusión con otros, las cartas, y así sucesivamente.
El tipo de experiencia secundaria es en gran medida simbólico. Esto debe estar claro. Leer acerca de la guerra en medio de una tranquila tarde soleada, no es la misma cosa que estar en una guerra, no importa que tan vivida sea la descripción. Leer acerca de la escasez de energía no es lo mismo que estar sentado en una casa helada. Leer acerca de la posible aniquilación de la humanidad por medio de la destrucción nuclear u otras estupideces, cuando estás lo suficientemente tranquilo en tu sala de estar, obviamente está demasiado divorciado de la realidad descrita en un articulo.
A los niveles que nos preocupan, el cuerpo debe primordialmente reaccionar a la presente, inmediata, primaria existencia en el espacio y el tiempo. A otros niveles, él esta equipado para manejar muchos tipos de información, en la que he mencionado antes la precognición de las células. Sin embargo, el cuerpo depende de la mente consciente para que le de una evaluación clara de las condiciones precisas de espacio y tiempo que ocupa. Depende de ese conocimiento.
Si estás instalado en un cuarto confortable, sin ningún peligro presente, tus sentidos deberían transmitir esa información precisamente. Tu mente consciente debe asimilarla. Debería ser un logro lo suficientemente fácil mirar a tu alrededor y ver que no estás en peligro.
Tu mente consciente está destinada para darle a tu cuerpo una evaluación de lo que llamaré condiciones culturales, ya que hay sofisticaciones y especificaciones que, en tus términos, solo la conciencia puede evaluar. Si, bajo condiciones naturalmente seguras, en los términos de la experiencia primaria, llegas a estar abrumado por señales inseguras de experiencia secundaria – es decir, de tu lectura o lo que sea – muestras una falta de discriminación. No estás en capacidad de diferenciar entre la situación actual físicamente segura, y la imaginada, la que es quizá insegura, suscitando alarmas de peligro.
Los mecanismos del cuerpo llegan a estar sumamente desorientados. Las señales al cuerpo son contradictorias, así que después de un tiempo, si tales condiciones continúan, ya no podrás decir si estás en un peligro real o en un peligro imaginado. Tu mente obliga entonces a tu cuerpo a estar en un estado de alerta constante – pero lo más desafortunado, tú mismo te adiestras para ignorar tu feedback sensorial directo en el momento presente.
Tu cuerpo podría decir entonces que estás seguro, y tus sentidos indicarte que ninguna peligro está presente – y sin embargo has empezado a confiar tanto en la experiencia secundaria, que no confías en tus reacciones como criatura.
Por el gran don de imaginación del hombre, sin embargo, las señales de alarma no solo invaden un presente momento seguro, sino que van tintineando en el momento siguiente y en el que le sigue, y están proyectándose infinitamente hacia el futuro. Hasta cualquier grado, y en cualquier forma, cada individuo es por consiguiente despojado de su creencia en la habilidad personal para actuar significativamente o con propósito en el presente.
El cuerpo no puede actuar mañana, hoy. Su información sensorial debe ser clara. Este sentimiento resultante de impotencia para actuar conduce a un estado de desesperanza de varios grados – y ese estado de ánimo mismo no se adhiere a detalles específicos, sino que impregna la vida emocional si se le permite. Hasta cualquier grado, material crítico, condenatorio, muy frecuentemente se vuelve auto profetizante – ya que aquellos que ponen mérito en él les permiten nublar sus reacciones.
En tus términos, mientras vives, y en los más pertinentes términos de sensación íntima, tu realidad debe ser la que percibes en la estructura de tu tiempo, y lo que creas dentro de esa estructura a medida que es experimentada. Por lo tanto, te ruego no comportarte como si el hombre se destruirá a si mismo en algún futuro – no comportarte como si el hombre fuera un imbécil, condenado a la extinción, un loco, un animal medio loco con un cerebro enloquecido.
Ninguna profecía de destrucción que el hombre tanto teme es una realidad en tu tiempo; ni por todos los profetas críticos a través de las eras, y los precursores de la perdición, la creatividad del hombre lo ha destruido a él mismo en esos términos.
Colecciona libros de los fracasos del hombre. Personalmente no sé porque alguien coleccionaría las peores obras de alguna artista, y obtendría placer despedazándolas. El hombre ha producido algunas obras buenas: El alto nivel de comunicación verbal, las multitudinarias variedades de interacciones emocionales y el intercambio cultural, la facilidad para la exteriorización de ideas y conceptos, los alcances de la imaginación – todas estas, y muchas otras, son únicas en el universo.
Identificar al hombre con sus obras más pobres es buscar a propósito los estropicios, los errores, de un buen artista, y enseguida condenarlo. Hacer esto es condenarse ustedes mismos personalmente. Si un científico dice que la conciencia es el resultado del azar, o si las teorías de Darwin dicen que el hombre básicamente es el hijo triunfante de asesinos, muchas personas objetarían. Si dices, sin embargo, que los hombres son idiotas, o que ellos no merecen el piso sobre el que caminan, estás diciendo la misma cosa. Porque debes preocuparte por esta realidad, tal como la conoces; en esos términos, condenar al hombre es condenar la especie, tal como la conoces, en los términos prácticos de tu mundo.
Decir que las personas pueden escapar hacia otra realidad es pragmáticamente una salida fácil – esto es aparte de la realidad de las probabilidades, ya que estoy hablando desde tu punto de vista emocional.
Ahora bien, físicamente tu cuerpo tiene una postura en el espacio y el tiempo. Hablaré de experiencia primaria y secundaria. Llamemos experiencia primaria aquella que existe inmediatamente, en términos sensoriales en tu momento de tiempo – el contacto del cuerpo con el entorno. Estoy creando ciertas divisiones aquí para hacer nuestra discusión – o monólogo – más fácil. Por lo tanto, llamaré experiencia secundaria aquella información que te llega a través de, digamos, la lectura, la televisión, la discusión con otros, las cartas, y así sucesivamente.
El tipo de experiencia secundaria es en gran medida simbólico. Esto debe estar claro. Leer acerca de la guerra en medio de una tranquila tarde soleada, no es la misma cosa que estar en una guerra, no importa que tan vivida sea la descripción. Leer acerca de la escasez de energía no es lo mismo que estar sentado en una casa helada. Leer acerca de la posible aniquilación de la humanidad por medio de la destrucción nuclear u otras estupideces, cuando estás lo suficientemente tranquilo en tu sala de estar, obviamente está demasiado divorciado de la realidad descrita en un articulo.
A los niveles que nos preocupan, el cuerpo debe primordialmente reaccionar a la presente, inmediata, primaria existencia en el espacio y el tiempo. A otros niveles, él esta equipado para manejar muchos tipos de información, en la que he mencionado antes la precognición de las células. Sin embargo, el cuerpo depende de la mente consciente para que le de una evaluación clara de las condiciones precisas de espacio y tiempo que ocupa. Depende de ese conocimiento.
Si estás instalado en un cuarto confortable, sin ningún peligro presente, tus sentidos deberían transmitir esa información precisamente. Tu mente consciente debe asimilarla. Debería ser un logro lo suficientemente fácil mirar a tu alrededor y ver que no estás en peligro.
Tu mente consciente está destinada para darle a tu cuerpo una evaluación de lo que llamaré condiciones culturales, ya que hay sofisticaciones y especificaciones que, en tus términos, solo la conciencia puede evaluar. Si, bajo condiciones naturalmente seguras, en los términos de la experiencia primaria, llegas a estar abrumado por señales inseguras de experiencia secundaria – es decir, de tu lectura o lo que sea – muestras una falta de discriminación. No estás en capacidad de diferenciar entre la situación actual físicamente segura, y la imaginada, la que es quizá insegura, suscitando alarmas de peligro.
Los mecanismos del cuerpo llegan a estar sumamente desorientados. Las señales al cuerpo son contradictorias, así que después de un tiempo, si tales condiciones continúan, ya no podrás decir si estás en un peligro real o en un peligro imaginado. Tu mente obliga entonces a tu cuerpo a estar en un estado de alerta constante – pero lo más desafortunado, tú mismo te adiestras para ignorar tu feedback sensorial directo en el momento presente.
Tu cuerpo podría decir entonces que estás seguro, y tus sentidos indicarte que ninguna peligro está presente – y sin embargo has empezado a confiar tanto en la experiencia secundaria, que no confías en tus reacciones como criatura.
Por el gran don de imaginación del hombre, sin embargo, las señales de alarma no solo invaden un presente momento seguro, sino que van tintineando en el momento siguiente y en el que le sigue, y están proyectándose infinitamente hacia el futuro. Hasta cualquier grado, y en cualquier forma, cada individuo es por consiguiente despojado de su creencia en la habilidad personal para actuar significativamente o con propósito en el presente.
El cuerpo no puede actuar mañana, hoy. Su información sensorial debe ser clara. Este sentimiento resultante de impotencia para actuar conduce a un estado de desesperanza de varios grados – y ese estado de ánimo mismo no se adhiere a detalles específicos, sino que impregna la vida emocional si se le permite. Hasta cualquier grado, material crítico, condenatorio, muy frecuentemente se vuelve auto profetizante – ya que aquellos que ponen mérito en él les permiten nublar sus reacciones.
En tus términos, mientras vives, y en los más pertinentes términos de sensación íntima, tu realidad debe ser la que percibes en la estructura de tu tiempo, y lo que creas dentro de esa estructura a medida que es experimentada. Por lo tanto, te ruego no comportarte como si el hombre se destruirá a si mismo en algún futuro – no comportarte como si el hombre fuera un imbécil, condenado a la extinción, un loco, un animal medio loco con un cerebro enloquecido.
Ninguna profecía de destrucción que el hombre tanto teme es una realidad en tu tiempo; ni por todos los profetas críticos a través de las eras, y los precursores de la perdición, la creatividad del hombre lo ha destruido a él mismo en esos términos.
1 comentario:
Tus intenciones gozan de una jóven y esperanzadora salud.
Nunca lo he dudado.
El ego se corta en volúmen pero tampoco desea ser castrado en sus cualidades (incluso las que pueda desconocer).
Positiva alerta.
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