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lunes, 28 de enero de 2008

Las Unidades de Conciencia IV

Lo que tenemos realmente es una conciencia manifestada y una conciencia no manifestada, hablando en términos relativos. Nosotros no percibimos la conciencia de los objetos. Ella no está manifestada para nosotros porque nuestro rango de actividades requiere límites para enmarcar nuestro cuadro de la realidad.
Todos nuestros objetos manufacturados también se han originado en el reino de los sueños, siendo primero concebidos mentalmente. De la misma manera, el hombre produjo sus primeras herramientas. El hombre nació con todas las habilidades que ahora lo caracterizan y con otras habilidades que todavía no ha desarrollado. Esto no quiere decir que el hombre no las haya utilizado hasta ahora, sino no que no se ha enfocado en ellas, en lo que consideramos las principales líneas de continuidad civilizada. Indicaciones de esas habilidades están siempre presentes en el estado del sueño, en las artes, en las religiones, y aun en las ciencias. Ellas aparecen en la política y en los negocios, pero en gran medida como antecedentes intuitivos no manifestados, los cuales también son en gran medida ignorados.
Los sueños del hombre siempre le proporcionaron una sensación de ímpetu, de propósito, de significado, y le suministraron la materia prima para formar sus civilizaciones. La historia verdadera del mundo es la historia de los sueños del hombre, ya que ellos son responsables, de una u otra manera, de todos sus desarrollos históricos.
Los sueños del hombre fueron los responsables del nacimiento de la agricultura, de la industria, del surgimiento y la caída de las naciones, de la “gloria” de Roma y de su destrucción. Nuestros avances tecnológicos presentes casi que se originaron con la invención de la escritura impresa, con los inventos de Edison, que eran destellos de intuición inspirados por los sueños.
Cuando decimos que el mundo físico se originó en el mundo de los sueños, debemos estar diciendo algo totalmente diferente a la definición usual de la realidad del sueño. Podríamos emplear unos términos distintos, pero deseamos hacer énfasis en el contacto íntimo de cada persona con esa otra realidad, que ocurre en lo que consideramos como el estado del sueño.
Esta analogía ayudará a comprender al menos intuitivamente la existencia de situaciones tales como el sufrimiento y la pobreza, que de otra manera no tendrían una explicación adecuada. Esperamos también poder dar cuenta del comportamiento de la naturaleza, que parece implicar la supervivencia del más fuerte, o los castigos de un Dios vengativo, por una parte, y el triunfo de las fuerzas del mal, por la otra.
Hablando en términos de los inicios del universo, aun tenemos un universo espasmódico, que aparece y desaparece, que gradualmente se manifiesta por períodos más largos de tiempo. Lo que teníamos en realidad en los inicios del universo eran imágenes sin forma que lentamente adoptaban la forma, parpadeando intermitentemente, y enseguida estabilizándose en formas que todavía no eran completamente físicas. Estas formas tomaron entonces las características que ahora consideramos la materia física formada.
Mientras todo esto ocurría, la conciencia tomó orientaciones cada vez más específicas y mayores organizaciones en nuestro mundo, desprendiéndose ella misma de campos inmensos de actividad para permitirse este comportamiento específico. Todas las unidades de conciencia operan como entidades, como partículas, como ondas, o como fuerzas. En esos términos, la conciencia forma la experiencia del tiempo y no lo contrario.

domingo, 6 de enero de 2008

Las Unidades de Conciencia III

El Universo Interior es un “gestalt” formado por los campos de energía concientizados que contienen lo que llamaremos, por ahora, “información”, de la cual hablaremos mas adelante, ya que este no es el tipo de información acostumbrado.Cada unidad de conciencia, inherentemente, posee dentro de sí misma toda la información disponible para el todo y su naturaleza especifica, cuando opera como partícula, se apoya en el gran “cuerpo” de conocimiento interior. Cualquiera de tales partículas puede estar en donde “esta”, ser lo que es, y serlo cuando es, solamente porque las posiciones, las posiciones relativas, y las situaciones de todas las otras partículas son conocidas.En términos más profundos, nuestro mundo físico se esta iniciando en cada punto en el que estas unidades de conciencia se afirman a sí mismas para formar la realidad física. De otra manera, la vida no se habría impuesto a través de las generaciones. Cada unidad de conciencia intensifica y magnifica su propia intención de ser y se podría decir que elabora desde adentro de si misma una chispa explosiva de deseo primordial que “explota” dentro de un proceso que causa la materialización física. Se convierte en lo que hemos llamado una unidad EE - Unidad de Energía Electromagnética -, caso en el cual se ha embarcado en su propio tipo de experiencia física.
Estas unidades EE operan como campos, como ondas, o como partículas, como lo hacen las unidades de conciencia, pero, desde nuestro punto de vista, ellas están mas cerca de la orientación física. Su suerte esta echada, por así decir: Ellas han comenzado el proceso especial de selección que provocará la forma física. Empezarán a entenderse con los tipos de información que ayudarán a formar nuestro mundo. Literalmente, hay innumerables pasos a seguir antes de que las unidades EE se combinen para formar las partículas físicas más microscópicas. Se inicia un proceso de selección, cuando estas unidades se apartan de los niveles operacionales de sus más grandes campos de información para especializarse en los varios elementos que permitirán la producción de átomos y moléculas acondicionados impecablemente para nuestro tipo de mundo.
Primero tenemos varios estados de pseudo materia, de imágenes del sueño, que gradualmente se unen para ser físicamente viables, ya que existen infinitas variedades de “materia”, entre la materia que reconocemos y la antimateria, según las teorías de los físicos.
La forma existe en muchos otros niveles, distintos a los que reconocemos. Las formas del sueño son tan reales como las formas físicas. Ellas, simplemente, se ajustan a su propio entorno en otros niveles de actividad y recuerdan los tipos de formas que teníamos en el comienzo del mundo.
Mientras nosotros y todas las otras especies éramos sonámbulos, nuestros cuerpos estaban físicamente capacitados. En cierta forma, aun no sabíamos como utilizarlos apropiadamente. Ahora, en el estado de vigilia, no entendemos como nuestros cuerpos del sueño parecen volar por el aire, desafiar el espacio y el tiempo, y así sucesivamente. Sin embargo, de la misma manera, alguna vez tuvimos que aprender a enfrentar la gravedad, a enfrentar el espacio y el tiempo, a manipular en un mundo de objetos, a respirar, a digerir la comida, y a ejecutar todas las manipulaciones biológicas que ahora son comunes.
No nos podíamos permitir identificarnos completamente con nuestros cuerpos físicos hasta que aprendiéramos a sobrevivir dentro de ellos, así que en el estado del sueño los verdaderos procesos de la vida solo empezaron cuando estos cuerpos nuevos, y la nueva conciencia sintonizada con la tierra, se vieron a si mismos ejercitando mentalmente todas las partes del cuerpo. Detrás de todo esto, estaba la comprensión y cooperación brillantes de todas las unidades de conciencia que conforman el cuerpo, cada una contribuyendo con su propia información y su propio conocimiento especifico de la totalidad de las organizaciones corporales, cada una involucrada en los más intricados campos y relaciones, ya que el milagro de la eficiencia del cuerpo es el resultado de la relación que existe entre todas sus partes, conectándolo a otros niveles de existencia que no aparecen físicamente.
Las Unidades de Conciencia, transformándose ellas mismas en Unidades EE, forman el entorno y todos sus habitantes en el mismo proceso, en lo que podríamos llamar una forma circular, en lugar de una forma serial. En esos términos, solo hay varias manifestaciones físicas de conciencia, no un planeta con sus habitantes, sino un “gestalt” completo de conciencias concientes de sí mismas. En esos términos, cada porción de conciencia físicamente orientada ve la realidad y la experimenta desde su propio punto de vista privilegiado, alrededor del cual todo parece girar, aunque pueda involucrar un campo mayor y más generalizado que el nuestro, o un campo más pequeño.
De esta manera, por ejemplo, las rocas nos pueden considerar como parte de su entorno, mientras nosotros podemos considerar las rocas como parte del nuestro. Lo que ocurre es que no nos sintonizamos con el rango de conciencia de las rocas. En realidad, muchos otros tipos de conciencias, mientras se enfocan en sus propias maneras especificas, están más enteradas que el hombre de la naturaleza unificada de la tierra, pero el hombre, siguiendo sus propias maneras, también contribuye al desarrollo y logro de valores de todas las otras conciencias en maneras que están totalmente por fuera de los sistemas usuales de conocimiento.
Si tenemos en cuenta que cada unidad de conciencia está enterada de la posición de cada una de las otras unidades de conciencia y que estas unidades forman toda la materia física, quizá podamos comprender lo que esto significa, ya que cualquiera que sea el conocimiento que el hombre adquiere, cualquiera que sea la experiencia que cada persona acumule, cualquiera que sean las artes o las ciencias que produzcamos, toda esa información es instantáneamente percibida en otros niveles de actividad por cada una de las otras unidades de conciencia que conforman la realidad física, bien sea que esas unidades tomen la forma de una roca, una gota de agua, una manzana, un gato, una rana, o un zapato. Los productos manufacturados también están compuestos de los átomos y moléculas que integran las unidades de conciencia transformadas en unidades EE y, por lo tanto, en los elementos físicos.

Las Unidades de Conciencia II

En el principio, las Unidades de Conciencia que existían dentro del “gestalt” psicológico divino, provistas de la inimaginable creatividad de esa identidad sublime, empezaron ellas mismas a crear, explorar y a desarrollar aquellos valores innatos que las caracterizaban. Operando a la vez como ondas y como partículas, dirigidas en parte por su incansable creatividad y en parte orientadas por la creatividad de Todo Lo Que Existe, se embarcaron en el proyecto de traer a la realidad el tiempo, el espacio y la totalidad del universo. Las Unidades de Conciencia fueron entonces las primeras entidades.
Tratemos de imaginar una situación en la que existe una fuerza psicológica que incluye dentro de sus capacidades la habilidad de actuar simultáneamente en los niveles más microscópicos y en los niveles más macroscópicos; que puede formar dentro de sí misma un millón de identidades únicas, inviolables y separadas, que pueden operar como parte de esas identidades y como la unidad más grande que es su fuente, caso en la cual es una onda de la que surgen las partículas. Esa descripción se ajusta a nuestras Unidades de Conciencia.
Las Unidades de Conciencia construyen nuestro mundo de adentro hacia afuera. Como criaturas físicas, ellas se enfocan en lo que consideramos como identidades físicas: diferencias individuales y separadas, que proveen cada conciencia física con sus propias variaciones originales y sus propios potenciales creativos, su propia oportunidad para una completa experiencia original y un punto de vista, o plataforma, desde la cual pueda participar en la realidad, una realidad que a ese nivel no puede ser experimentada de la misma manera por ningún otro individuo. Esta es la privilegiada, siempre nueva, privada e inmediata experiencia directa de cualquier individuo, de cualquier especie, o de cualquier grado, cuando encuentra el universo objetivo.
A otros niveles, mientras la individualidad se mantiene, ella cabalga sobre las formaciones de ondas de la conciencia. Está en todas partes al tiempo y las unidades de conciencia que conforman las células saben las posiciones de todas las otras unidades, tanto en el tiempo como en el espacio.
En el inicio del universo, estas unidades operaban no solo como identidades, sino también como partículas y ondas. La principal concentración aun no era física, en nuestros términos. Lo que consideramos ahora como el estado del sueño, era el estado de vigilia, ya que todavía era la forma reconocida de la actividad, la creatividad y el poder. El estado del sueño continua siendo la conexión entre dos realidades y, como especie, literalmente aprendimos a caminar primero como sonámbulos. Caminábamos en el sueño. Soñábamos nuestros lenguajes. Hablábamos en los sueños y más tarde escribiríamos los alfabetos. Nuestro conocimiento y nuestro intelecto han sido siempre disparados, agudizados, impulsados, por la gran realidad interna de la que emergen nuestras mentes.
La materia física, por si misma, nunca podría producir la conciencia. Una mente sola no podría llegar a la existencia por azar. Un pensamiento no podría surgir del infinito numero de terminales nerviosas, si la materia misma no estuviera inicialmente viva, con la conciencia provista de la intención de ser. Un hombre que cree que la vida tiene poco sentido, rápidamente abandona la vida. Una existencia sin sentido, nunca podría producir la vida. El universo no fue creado para una especie solamente, por un Dios que simplemente supervisa esa misma especie tan destructiva, como es el hombre en sus peores circunstancias.
En cambio, tenemos una división interna de actividad, un inmenso campo de actividad, de creatividad multidimensional, un Creador que se convierte en una parte de cada una de sus creaciones, pero un Creador que es más grande que la suma de sus partes: Un Creador que se conoce a sí mismo como un ratón en el campo, o como el campo, o como el continente sobre el cual se encuentra el campo, o como el planeta que contiene el continente, o como el universo que contiene el mundo. Es una fuerza que es un todo, pero que aun es divisible, que es una y a la vez muchas fuerzas inconcebibles, una fuerza que es eterna y a la vez mortal, una fuerza que se sumerge en su propia creatividad, formando las estaciones y experimentándolas también, glorificándose en la individualidad, pero siempre consciente de la mayor unidad que está dentro y detrás de todas las experiencias de la individualidad: Una fuerza desde la cual cada momento del pasado y del futuro fluye en todas las direcciones concebibles.
En nuestros términos del tiempo, hablaremos de un principio y, en ese principio, fueron los sueños del hombre primitivo los que le permitieron afrontar la realidad física. El mundo del sueño fue su campo de aprendizaje original. En tiempos de sequía, el hombre soñaba con la localización del agua. En tiempos de hambre, soñaba con la localización de la comida. Su sueño le permitía una visión clarividente del cuerpo de la tierra. El hombre no perdía tiempo con los procedimientos de ensayo y error, que ahora damos por hechos. En los sueños, su conciencia operaba como una onda.
En esos primeros tiempos, todas las especies compartían sus sueños de una manera que ahora es totalmente inconsciente para nuestra especie, de tal manera que en los sueños el hombre también investigaba a los animales, mucho tiempo antes de aprender a seguir los rastros de ellos. El hombre exploraba el planeta porque sus sueños le dijeron que la tierra estaba ahí.
La gente no estaba tan aislada como parece ahora, ya que en sus sueños el hombre primitivo comunicaba sus diversas localizaciones, los símbolos de sus culturas y comprensión y la naturaleza de sus artes. Todos los inventos que con frecuencia pensamos suceden totalmente por azar – el descubrimiento de todos ellos, desde la primera herramienta hasta la importancia del fuego, o el advenimiento de la Edad del Hierro, o cualquier otra cosa – toda esa inventiva fue el resultado de la inspiración y la comunicación del mundo del sueño. El hombre soñó su mundo y lo creo, y las unidades de conciencia soñaron primero el hombre y todas las otras especies que conocemos.
Este es el momento para resaltar algo muy importante: El mundo del sueño no es un campo de actividad sin objetivo, sin lógica, sin intelecto. Lo que sucede es que nuestra perspectiva nos impide ver su más grande realidad, ya que el intelecto del sueño podría ser motivo de vergüenza para nuestros computadores. Nuestro propósito no es colocar las capacidades intelectuales en el fondo, sino afirmar que ellas emergen, tal como las conocemos, como consecuencia del uso ininterrumpido que hace el ser del sueño del poder mancomunado del intelecto y las intuiciones. Las capacidades intelectuales, tal como las conocemos, no se pueden comparar con las capacidades mayores que forman parte de nuestra realidad interior.