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lunes, 24 de diciembre de 2007

Las Unidades de Conciencia


Nos hemos acostumbrado a responder a ciertos patrones neurales y a ignorar patrones alternativos que operan ahora, simplemente, como una actividad en el trasfondo. Esa actividad, sin embargo, sirve de soporte para un millón de fuerzas: los estímulos neurales que aceptamos como biológicamente reales. Todos esos otros estímulos escondidos son ahora bastante difíciles de identificar, pero ellos siempre están ahí, dentro de nuestra conciencia de vigilia, como charla del sueno, bien por debajo de nuestras asociaciones.
Neurológicamente, nos sintonizamos solamente con una parte de nuestra realidad corporal e ignoramos las grandiosas e innumerables comunicaciones que siempre vuelan, atrás y adelante, en el microscópico pero vital mundo celular.
En nuestros términos, los electrones son precognitivos, lo mismo que nuestra conciencia celular. La permanencia relativa de nuestro cuerpo en el tiempo depende del magnifico comportamiento del electrón, en la medida en que trabaja con probabilidades. La estabilidad de las células y su confianza en el entorno corporal depende de sus propiedades innatas de comunicación y decisión instantáneas, ya que cada célula esta en comunicación con todas las otras, y esta unida a todas las otras a través de campos de conciencia en los cuales cada entidad participa, cualquiera que sea su grado.
A un nivel, las células obedecen a las normas del tiempo, pero en otros niveles, lo desafían. Todas estas comunicaciones forman parte de la parcela humana de la realidad y todas ellas existen bajo lo que llamamos conciencia normal. Los eventos no se construyen inicialmente sobre partículas físicas, ya que ellos son el resultado de una actividad psicológica.
En el inicio del universo, solo estábamos enterados de esa actividad psicológica, que aun no se había engrosado a sí misma para llegar a la forma. La forma estaba allí, pero no se había manifestado. En lugar de pequeñas partículas, teníamos pequeñas unidades de conciencia, construyéndose gradualmente a sí mismas en grandes unidades de conciencia.
Sin embargo, una pequeña unidad de conciencia no es “menos” que una unidad grande, ya que cada unidad de conciencia contiene dentro de sí misma la herencia innata de Todo Lo Que Existe.
Pensamos de la mente consciente como si fuera, solamente, un tipo de conciencia con una intención deliberada, con el conocimiento de sí misma, con capacidad lógica y con una apreciación del simbolismo. Esto nos parece cierto por nuestro rango particular de actividad y porque solo podemos escoger eventos que estén dentro de un espectro psicológico particular.
A los bloques que construyen la materia los llamamos Unidades de Conciencia. Ellos forman la materia física, tal como existe en nuestra comprensión y experiencia. Las Unidades de Conciencia también forman otras clases de materia que no percibimos.
Las Unidades de conciencia también pueden operar como “partículas” o como “ondas”. Cualquiera que sea la manera como operan, son conscientes de su propia existencia. Cuando las Unidades de Conciencia operan como partículas, construyen una continuidad en el tiempo. Toman las características de la particularidad. Se identifican a sí mismas estableciendo limites específicos.
Las unidades de conciencia toman ciertas formas cuando operan como partículas y experimentan su realidad desde “el centro de” esas formas. Se concentran o se enfocan en sus especificaciones únicas. Se convierten en algo individual.
Cuando las Unidades de Conciencia operan como ondas, sin embargo, no establecen limites alrededor de su propio conocimiento. Operando como ondas, las Unidades de Conciencia pueden estar, realmente, en mas de un lugar al tiempo. Este material es un asunto mas bien difícil de comprender. En su forma más pura, una Unidad de Conciencia puede estar en todos los lugares al mismo tiempo. Así que no tiene sentido decir que cuando opera como onda una Unidad de Conciencia es precognitiva y clarividente, puesto que tiene la capacidad de estar en todos los lugares y en todos los tiempos simultáneamente.
Las Unidades de Conciencia son los pilares de la materia física de nuestro cuerpo, de los árboles y las rocas, de los océanos y los continentes, y de la manifestación misma del espacio, tal como lo entendemos.
Las Unidades de Conciencia pueden operar como entidades separadas, como identidades; o pueden fluir conjuntamente como una fuerza, en un vasta y armoniosa ola de actividad. En realidad, las Unidades de Conciencia operan de ambas maneras todo el tiempo. Ninguna identidad, una vez “formada”, es jamás aniquilada, ya que su existencia forma parte indeleble de la “ola total de conciencia a la cual pertenece”.
Cada unidad “particularizada”va sobre el empuje continuo establecido por los campos de conciencia, a los que pertenecen tanto las ondas como las partículas. Cada una de estas unidades de conciencia contiene dentro de sí el conocimiento inherente a todas las otras partículas, ya que, en otros niveles, las Unidades de Conciencia están operando como ondas.
Básicamente, las Unidades de Conciencia se mueven más rápido que la luz, reduciendo su velocidad para formar la materia. Estas unidades pueden considerarse como entidades o como fuerzas y pueden operar como ambas. Metafísicamente, se pueden considerar como el punto en el que Todo Lo Que Existe actúa para formar nuestro mundo, el contacto inmediato de una infinita inspiración creativa, llegando al enfoque mental, a la metamorfosis de origen divino, que lleva el mundo físico a la existencia, partiendo de la realidad mayor del hecho divino.
Científicamente, también pueden considerarse las Unidades de Conciencia como los pilares de la materia. Éticamente, las Unidades de Conciencia representan espectaculares fundamentos del mundo para el desarrollo y logro de valores, ya que cada Unidad de Conciencia se relaciona con cada una de las otras, es una parte de las otras, y cada una participa en el “gestalt” de la experiencia mortal.

domingo, 9 de diciembre de 2007

En el Inicio del Universo II

En el principio del universo no existía Dios el Padre, ni Alá, ni Zoroastro, ni Zeus, ni Buda. Existía, en cambio, un “gestalt” psicológico divino, un ser cuya realidad escapa a la definición de la palabra “ser”, puesto que es la fuente de la cual surge todo el ser. Ese ser existe en una dimensión psicológica, en un presente espacioso, en el cual todo lo que existió, existe o existirá, se mantiene en atención inmediata, equilibrado en un contexto divino, que está caracterizado por una concentración tan brillante que los más grandioso y lo más humilde, lo más grande y lo más pequeño, se mantienen por igual dentro de un enfoque multiamoroso constante.
Nuestros conceptos de principios y fines hacen muy difícil la explicación de esta situación, ya que, en nuestros términos, el inicio del universo no tiene sentido, lo que quiere decir, en esos términos, que no hubo principio.
Como lo hemos explicado, el universo siempre está llegando a la existencia y cada momento presente trae incorporado su propio pasado. Nos ponemos de acuerdo para aceptar como real solo una pequeña parte de la información disponible, de la que se compone cada momento, individual o globalmente. Aceptamos solamente aquella información que se ajusta a nuestras ideas de movimiento en el tiempo. Como resultado de esto, la evidencia arqueológica usualmente presenta un cuadro que se ajusta a nuestras ideas sobre la historia, las eras geológicas, etc.
La mente consciente ve, con un alcance espectacular pero limitado, y carece de una visión periférica total. Estamos utilizando el término “mente consciente”, tal como lo definimos, ya que le permitimos aceptar como evidencia solo aquella información física disponible para los cinco sentidos, cuando esos cinco sentidos representan apenas una visión relativamente plana de la realidad, la que se refiere a la superficie más visible.
Los sentidos físicos son extensiones de los sentidos internos, que son, de una u otra manera, una parte de cada especie física, cualquiera que sea su grado. Los sentidos internos le proporcionan a las especies un método interno de comunicación y las células poseen sentidos internos.
Los átomos perciben su propia posición, sus velocidades, movimientos, la naturaleza de su entorno, el material del que ellos forman parte. Nuestro mundo no se juntó, con átomos sin sentido formándose aquí y allá, con elementos provenientes de gases sin sentido agrupándose, ni el mundo fue creado por un Dios lejano y objetivizado, que lo creó, parte por parte, como en una línea de ensamble cósmico, con sus defectos incorporados y con mejores modelos disponibles en cada estación geológica. El universo se formó de los Dios es. El universo es la extensión natural de la creatividad y la intención divina, formado de adentro hacia fuera. Así que la conciencia existió antes que la materia y no lo contrario.
Nuestra conciencia es una porción de un “gestalt” divino. En los términos de nuestra experiencia terrenal, es un error metafísico, científico y creativo, separar la materia de la conciencia, ya que la conciencia se materializa ella misma como materia en la vida física.
Nuestra conciencia va a sobrevivir a la muerte de nuestro cuerpo, pero tomará otro tipo de forma, una forma que está compuesta por “unidades de conciencia”.Tenemos la propensión a pensar en términos de jerarquías de conciencias, con la humanidad encabezando la lista, en términos globales. La Biblia, por ejemplo, dice que el hombre tiene dominio sobre los animales, y parece que elevando el grado de la conciencia de los animales debemos, de alguna manera, degradar la nuestra. El “gestalt” divino, sin embargo, se expresa de tal manera que su “calidad” se diluye.
Limitamos la capacidad de la mente consciente rehusándonos a permitirle un mayor alcance de atención, ya que hemos estado cerrados e ignorantes a las diferentes, variadas y ricas experiencias de las otras especies. Hemos permitido que la terquedad de cierta mente literal nos proporcione definiciones que sirven para categorizar, en lugar de iluminarnos sobre otras realidades distintas a la nuestra.
En el inicio del universo existía un mundo subjetivo que se volvió objetivo. La materia no era aun permanente, puesto que la conciencia allí no era aun estable. En el inicio del universo existía un mundo del sueño, en el que la conciencia formó un sueño de la realidad física y gradualmente despertó dentro de ese mundo.
Las montañas se elevaron y cayeron. Los océanos se llenaron. El oleaje de las mareas retumbó. Las islas aparecieron. Las estaciones mismas no eran estables. Los campos magnéticos fluctuaban. Todas las especies estaban allí, en el inicio del universo. De la misma manera como el mundo del sueño se convirtió en la realidad física, se presentó la excitación y la confusión que acompaña el logro de un evento creativo masivo. Hubo mucha mayor plasticidad, movimiento, variedad, en la medida en que la conciencia experimentaba con sus propias formas. Las especies y el entorno se formaron conjuntamente de manera concertada, en una combinación gloriosa en la que cada uno cumplió con los requerimientos de su propia existencia, mientras contribuía a la satisfacción de todas las otras porciones de la realidad física.
Este tipo de evento no se ajusta a nuestros conceptos del inicio del mundo, con la conciencia surgiendo de la materia y con un Dios exteriorizado iniciando un mundo divino pero mecanicista.
Este concepto tampoco se ajusta a nuestras versiones del bien y el mal. Dios, o Todo Lo Que Existe, en el sentido más profundo, está completo, y aun incompleto. Somos conscientes de la contradicción que parece presentarse en nuestras mentes. En cierto sentido, un producto creativo contribuye a completar un artista, mientras el artista nunca va a estar completo. Todo Lo Que Existe, o Dios, en cierta forma, aprende mientras aprendemos, y hace ajustes de acuerdo con nuestro conocimiento. Es necesario ser muy cuidadosos en este punto, ya que las ilusiones de divinidad se presentan muy fácilmente, pero en un sentido básico, todos llevamos dentro de nosotros la marca innegable de Todo Lo Que Existe y la capacidad incorporada para tener una ligera visión de nuestra más grande existencia. Estamos tan cerca del inicio de nuestro mundo, como lo estaban Adán y Eva, los Romanos, los Egipcios y los Sumerios. El inicio del mundo está a solo un paso afuera del momento.

viernes, 7 de diciembre de 2007

En el Inicio del Universo

En términos de nuestras ecuaciones, la energía, la conciencia y la materia, son una sola cosa. En esos términos, la conciencia es el agente que dirige la transformación de la energía en la forma, y de la forma en energía. Todas las posibles partículas, visibles e invisibles, que descubramos o imaginemos – partículas hipotéticas - poseen conciencia. Son conciencias energizadas.
Existen algunas características inherentes a la energía misma, bastante diferentes a las que podamos asignarle, puesto que, hasta ahora, no consideramos que la energía sea consciente.
La energía es, por sobre todas las cosas, infinitamente creativa, innovadora y original. La energía es imaginativa. No estamos asignándole características humanas a la energía. En cambio, podemos decir que las características humanas son el resultado de las características de la energía – una diferencia bien importante. El espacio, de acuerdo con lo que pensamos de él, está lleno de partículas invisibles. Ellas son la porción inexpresada de la realidad física, el medio no manifestado en el cual nuestro mundo existe. En ese sentido, sin embargo, los átomos y las moléculas están manifestados, aunque no podamos verlos a simple vista. Las partículas más pequeñas que los constituyen se vuelven más y más pequeñas, para finalmente desaparecer al examen de cualquier tipo de instrumento físico. Esto sirvió para acercar la realidad manifestada a la realidad no manifestada.
En los términos de la discusión acerca del inicio de nuestro mundo, solo tendremos en cuenta, por ahora, las cualidades conocidas de átomos y moléculas. En el inicio del universo, átomos y moléculas imaginaron las innumerables formas que eran físicamente posibles y las innumerables células que podían surgir de su propia creación cooperativa. La energía es ilimitada y exuberante. En esos términos, los átomos soñaron convirtiendo las células en entes físicos y, desde este umbral de actividad física, la conciencia celular soñó con las innumerables organizaciones que podían surgir de esta aventura indescriptible.
En realidad, todo esto tuvo lugar al tiempo, pero la profundidad de la experiencia psicológica allí contenida nunca podrá ser medida, ya que involucra cierta clase de realización de valores en que está comprometida cada conciencia. Las características de esta realización de valores es quizá el elemento más importante en el ser de Todo Lo Que Existe y es una parte de la herencia de todas las especies.
En el inicio del universo hubo un tiempo, casi inimaginable, en el que la conciencia energizada, utilizando sus propias habilidades creativas y su propia imaginación, experimentó ensayando con varias formas consecutivamente. En los términos en que estábamos acostumbrados a pensar, nada era estable. La conciencia, tal como la concebimos, se convertía en materia y luego en energía pura, para volver a empezar un nuevo ciclo. La subjetividad, en gran media, era la que regía. Como un adolescente que abandona su hogar por primera vez, la conciencia individualizada también añoraba su hogar y regresaba a él con frecuencia, hasta que gradualmente adquirió la confianza suficiente para salir y formar un universo.
Como Todo Lo Que Existe contiene dentro de sí características creativas tan omnipotentes, fértiles y divinas, todas las porciones de su experiencia subjetiva alcanzaron dimensiones de realidad imposibles de describir. Los pensamientos de Todo Lo Que Existe no eran solo pensamientos como los que nosotros podríamos tener, sino eventos multidimensionales de naturaleza superlativa. Esos eventos muy pronto encontraron que debía ocurrir una transformación, si ellos iban a viajar hacia la objetividad, ya que ninguna objetividad, por sí misma, podía contener la realidad total de los eventos subjetivos que existían dentro de la subjetividad divina. Solamente en ese contexto se podía mantener su perfección relativa. Sin embargo, antes del inicio del universo, ya habían anhelado otras experiencias y el desarrollo de una naturaleza diferente. Anhelaban crear, tal como habían sido creados y Todo Lo Que Existe, con cierta perplejidad divina, se dio cuenta de que esta había sido siempre su propia intención.
Todo Lo Que Existe se dio cuenta de que esta separación también nos permitiría alcanzar un tipo diferente de arte divino, en el cual los creadores mismos creaban y sus creaciones creaban, trayendo a la realidad existencias que eran posibles precisamente porque parecía existir una diferencia entre el creador y sus creaciones. Todo Lo Que Existe, por lo tanto, está dentro de cada una de las más pequeñas porciones de la conciencia.
La más pequeña porción de la conciencia puede crear, de manera única, trayendo a la existencia versiones excéntricas de Todo Lo Que Existe que, en ciertos términos, no podría crear sin esa separación. La intención de Todo Lo Que Existe corresponde al soporte y ánimo amoroso que le brinda a la más ligera conciencia o manifestación probable.
Todo Lo Que Existe sabe que este propósito es parte de un propósito mayor. En términos del tiempo, la realización de ese propósito surgirá con otra explosión trascendental de inspiración subjetiva hacia la objetividad, o hacia alguna otra forma. En términos más profundos, sin embargo, ese propósito es conocido ahora y el universo entero sueña con él, como una vez la conciencia celular soñó con los órganos que debía formar.
Queremos reafirmar que no estamos hablando aquí de un tipo de evolución espiritual, sino de una expansión espiritual. Nos hemos limitado a la discusión sobre la conciencia en el inicio del mundo, haciendo énfasis en que la base primordial de la existencia física fue en gran parte subjetiva; y que el estado del sueño, no solamente ayudó a formar la conciencia de nuestra especie, sino que sirvió para brindarle al hombre una fuente de información acerca de su entorno físico y sirvió también como una red interna de comunicación entre todas las especies.

martes, 4 de diciembre de 2007

Antes del Inicio del Universo II

No podemos probar, científicamente, que nuestro mundo fue creado por un dios, que lo puso en movimiento, pero que permaneció por fuera de su dominio. Ni podemos probar, científicamente, que la creación del mundo fue una ocurrencia casual o fortuita.
Tampoco será posible probar, por lo menos en términos usuales, lo que vamos a afirmar enseguida. Sin embargo, tenemos la esperanza de presentar, conjuntamente con nuestras explicaciones, ciertas insinuaciones y ciertos indicios que muestran en donde buscar evidencias subjetivas.
Vivimos nuestras vidas a través de nuestro propio conocimiento subjetivo. Trataremos de despertar dentro de la conciencia memorias de eventos con los cuales las psiques internas estuvieron íntimamente involucradas mientras el mundo se formaba, y que están ocurriendo ahora, aunque parece tratarse de eventos pasados.
Antes del inicio del universo, postularemos la existencia de una fuente omnipotente y creativa. Esperamos demostrar que esta divina subjetividad está tan presente en el mundo de nuestra experiencia, como lo estaba antes del inicio del universo.
Nos referimos a esta subjetividad original como Todo Lo Que Existe. Intentamos expresar en palabras conceptos que casi desafían los límites del intelecto, a menos que ese intelecto sea reforzado por el poder de la intuición. Así que será necesario utilizar la mente y la intuición.
Todo Lo Que Existe, antes del inicio del universo, contenía dentro de si el empuje infinito de todas las creaciones posibles. Todo Lo Que Existe poseía una creatividad de tal magnificencia, que sus más ligeras imaginaciones, sueños, pensamientos, sentimientos y estados de ánimo, alcanzaban cierta realidad, vivacidad e intensidad, que casi demandaban libertad. Libertad de qué? Libertad para hacer qué? Libertad para ser qué?
La experiencia, el universo subjetivo, la “mente” de Todo Lo Que Existe, todo era tan brillante, tan distinto, tan claro, tan preciso, que Todo Lo Que Existe casi se encontró perdido, vagando mentalmente dentro de este siempre floreciente, siempre creciente paisaje interior. Cada pensamiento, sentimiento, sueño o estado de ánimo, estaba marcado indeleblemente con todos los atributos de esta subjetividad infinita. Cada uno brillaba y se estremecía con su propia creatividad, con su propio deseo de crear, así como había sido creado. Antes del inicio del universo, existía un universo interior que no tenía ni principio ni fin. Ese mismo universo infinito interior, existe ahora.
Todo Lo Que Existe contenía dentro de si el conocimiento de todas las existencias, con sus probabilidades infinitas, y tan pronto como Todo Lo Que Existe imaginó aquellas innumerables circunstancias, ellas existieron en lo que llamaremos un hecho divino.
Todo Lo Que Existe conocía de sí mismo solamente. Estaba ensimismado con sus propias experiencias subjetivas, divinamente asombrado de que sus propios pensamientos e imaginaciones lograran su propia vitalidad y heredaran la creatividad de su creador subjetivo. Esos pensamientos e imaginaciones empezaron a tener un diálogo con su “Hacedor”.
Pensamientos de un vigor magnificente empezaron a pensar sus propios pensamientos y sus pensamientos pensaron pensamientos. Con asombro y sorpresa divinos, Todo Lo Que Existe empezó a escuchar y empezó a responder a estas “generaciones” de pensamientos y sueños, puesto que los pensamientos y los sueños también estaban relacionados entre si. No existía el tiempo, así que todo esto “estaba sucediendo” simultáneamente. El orden de los eventos está siendo simplificado. Espontáneamente, Todo Lo Que Existe pensaba nuevos pensamientos y soñaba nuevos sueños y se involucraba en nuevas imaginaciones, todo esto relacionado con aquellas ahora infinitas generaciones de pensamientos y sueños entretejidos e interrelacionados que “ya” existían.
Así que, además de esta creación espontánea, de esta “corriente” simultánea de divino despertar, Todo Lo Que Existe empezó a observar las interacciones que ocurrían dentro de su propia prole subjetiva. Escuchó, empezó responder y a contestar un pensamiento o un sueño. A propósito, empezó a causar aquellas condiciones mentales que requerían estas generaciones de proles mentales. Si había estado solo antes, ya no lo estaría más.
Todo Lo Que Existe empezó a sentir una sensación creciente de presión, en la medida en que se dio cuenta de que sus propios pensamientos y sueños, por siempre multiplicados, anhelaban disfrutar de aquellos más grandes dones de creatividad con los que habían sido dotados innatamente.
Es muy difícil tratar de asignarle algo como la condición humana a Todo Lo Que Existe. Solo podemos decir que estaba poseído por “la necesidad” de crear amorosamente desde su propio ser; de transformar amorosamente su propia realidad, de tal manera que las más ligera conciencia probable pudiera llega a ser; y con la necesidad de ver que algunas, o todas las posibles orquestaciones de conciencia, tuvieran la oportunidad de emerger, de percibir y de amar.
Todo Lo Que Existe se dio cuenta entonces de un tipo de agitación creativa, en la medida en que cada uno de sus pensamientos y sueños superlativos, estados de ánimo y sentimientos, forzaban los mismos límites de sus seres buscando alguna salida hasta entonces desconocida, no descubierta e impensada.
La prole mental de que estamos hablando incluía a todas las conciencias que jamás habían aparecido, o las que aparecerían sobre la tierra: el primer ser humano, el primer insecto, cada uno con el conocimiento interior de las posibilidades de su desarrollo. Todo Lo Que Existe, con el amor a su propia prole, buscó dentro de sí la respuesta a este dilema divino. Cuando la respuesta llegó, ella involucraba saltos de inspiración divina, previamente inimaginables. Dentro de la variedad infinita de su increíble prole, Todo Lo Que Existe busco ver que condiciones se necesitaban para este magnífico sueño, este sueño de libertad de la objetividad. Se preguntó qué puerta podía abrirse para permitirle a la realidad física que emergiera de este reino interior. Cuando Todo Lo Que Existe reunió todas estas condiciones vio, en un destello, la creación mental de aquellos mundos objetivos que se necesitarían y, al imaginarlos, ellos fueron creados físicamente.
Todo Lo Que Existe no se separó de esos mundos, ya que ellos fueron creados de sus pensamientos y cada uno tenía contenido divino. Todos los mundos son creados por el contenido divino y si, por una parte, son exteriores, por la otra, también están hechos con elemento divino. Cada punto hipotético en nuestro universo está en contacto directo con Todo Lo Que Existe, en términos básicos. El conocimiento del todo está dentro de cada una de sus partes y, aun así, Todo Lo Que Existe es mucho más que sus partes.
La subjetividad divina es en realidad infinita. Nunca puede ser totalmente objetivisada. Cuando los mundos fueron así creados, el nuestro y los otros, existió realmente una explosión de proporciones inimaginables, en la que la chispa divina de inspiración explotó para convertirse en objetividad.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Antes del Inicio del Universo

El Universo se iniciará ayer. El Universo se inició mañana. Estas dos afirmaciones no tienen ningún sentido. Los tiempos están equivocados y quizá la sensación del tiempo ha sido ultrajada. Sin embargo, la afirmación: “El Universo se inició en algún pasado distante”, en términos básicos, tampoco tiene sentido.
En realidad, las primeras dos afirmaciones, aunque no tienen un sentido lógico, son una indicación de fenómenos que muestras que el tiempo mismo no es más que una construcción creativa. El tiempo y el espacio son, en cierta forma, parte del moblaje del universo.
La experiencia misma de momentos que pasan, corresponde a nuestros aposentos psicológicos, de la misma manera como los relojes están adheridos a las paredes. Siempre que la Ciencia o la Religión indagan por el origen del universo, lo hacen buscándolo en el pasado. El universo está siendo creado ahora. La creación ocurre en cada momento, en nuestros términos. La ilusión del tiempo está siendo creada ahora. Por lo tanto, no tiene mayor importancia buscar los orígenes del universo utilizando un esquema del tiempo que es, en sí mismo, por lo menos relativo en alto grado.
Nuestro ahora, o el momento presente, es una plataforma psicológica. Parece que el universo se inició con un estallido de energía da algún tipo. Los evolucionistas no pueden dar razón de su causa. Muchas personas religiosas creen que existe un dios, en una dimensión más grande de realidad, que creó el universo mientras permanecía por fuera de él, y enseguida lo puso en movimiento. Otras personas creen que, a pesar de su fuente, el universo debe quedarse sin energía. La Ciencia establecida cree que la energía no puede ser creada o destruida, sino solamente transformada. La ciencia considera que la energía y la materia son, básicamente, la misma cosa, pareciendo ser diferentes bajo diversas circunstancias.
En ciertos términos, la Ciencia y la Religión sostienen la idea de un universo creado objetivamente, “hecho” por Dios, o por la materia física, que de alguna manera no explicada, se formó después de una explosión inicial de energía, y la conciencia emergió de esa materia muerta inicial, de una manera que aun está por explicarse.
En lugar de esto, digamos que la conciencia formó la materia. Como lo hemos afirmado anteriormente, cada átomo y cada molécula tienen su propia conciencia. La conciencia, la materia y la energía son una sola cosa, pero es la conciencia la que inicia la transformación de la energía en materia. En esos términos, el “inicio” del universo fue un triunfo de la expansión de la conciencia, en la medida en que aprendió a convertirse en la forma física. El universo emergió a la realidad de la misma manera, pero en diferente grado, como una idea emerge, de lo que pensamos como la subjetividad, hacia la expresión física.
La conciencia de cada uno de nosotros existía antes de que el universo se formara, pero esa conciencia no se había manifestado. Lo más cercano y parecido al estado del ser que existía antes de que el universo se formara, es el estado del sueño. En ese estado del ser, antes del inicio del universo, la conciencia existía libre del espacio y del tiempo y consciente de inmensas probabilidades. Nuestra conciencia es parte de un proceso infinitamente original y creativo.
Nos hemos abstenido de utilizar la palabra “Dios” en este proceso creativo, por las connotaciones que ha puesto sobre ella la religión convencional. Intentaremos explicar las características de este proceso divino, al que llamaremos “Todo Lo Que Existe”.
Todo Lo Que Existe está tan integrado a sus creaciones que es casi imposible separar el “creador de las creaciones”, ya que la creación también lleva indeleble dentro de ella las características de su fuente.
Si hemos pensado que el universo sigue un modelo mecanicista, es necesario decir que cada porción de esta “maquina cósmica” se creo a sí misma, conociendo su posición en la “construcción futura” total. Es necesario decir, además, que cada porción emergió gustosa de su propia fuente en forma individual, finamente ajustada a su posición, mientras que, al mismo tiempo, esa fuente individual también era la fuente de cada una de las otras porciones individuales.
No estamos diciendo que el universo es el resultado de alguna máquina psicológica, sino que cada porción de la conciencia es una parte de Todo Lo Que Existe y que el universo se acomoda en un orden espontáneo y divino en el que cada porción de la conciencia lleva indeleble dentro de ella el conocimiento del todo.
El nacimiento del mundo representó un divino despertar psicológico. Cada conciencia que forma parte del universo físico soñó con una existencia física antes de que la tierra se formara. En términos más amplios que los nuestros, se puede decir que el universo no se ha formado aun, o que el universo ha desaparecido. Y en términos aun más amplios, el hecho es que el universo, en uno u otro estado, siempre ha existido.
Nuestra aproximación más cercana al propósito del universo se puede encontrar en aquellas emociones amorosas que tenemos hacia el desarrollo de nuestros hijos y en nuestra intención de hacer que ellos desarrollen sus capacidades a plenitud.
Nuestras aspiraciones más admirables pueden darnos un indicio sutil del gran impulso creativo que existe detrás de nuestra más pequeña actuación, ya que esa pequeña actuación es posible solamente porque nuestro cuerpo ya ha sido dotado para el mundo físico. La vida nos es dada y en cada momento se renueva. Cabalgamos sobre el empuje de la energía de la vida tan suavemente y sin esfuerzo, que algunas veces difícilmente nos enteramos. No hemos sido dotados con una cierta cantidad de energía que se va a agotar y morir, sino que somos creados nuevamente en cada momento.