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jueves, 31 de mayo de 2007

La Conciencia y la Realidad

La conciencia tiene la capacidad de percibir varias dimensiones de la Realidad. Tal como la conocemos, es altamente especializada. Los sentidos físicos nos permiten percibir el mundo tridimensional y su naturaleza específica nos impide percibir otras dimensiones igualmente válidas. Todos nos identificamos con el ser que está orientado hacia esta realidad física. No se nos ocurriría identificarnos con una parte de nuestro cuerpo, olvidándonos del resto. Sin embargo, estamos haciendo la misma cosa cuando imaginamos que nuestro ego tiene todo el peso de nuestra identidad.
Estamos afirmando que no somos un paquete de carne y huesos mezclado con ciertos químicos y elementos. Nuestra conciencia no es un producto que se formó por la simple mezcla de componentes químicos. No somos una creación de la materia física, ni nuestra conciencia va a desaparecer como una bocanada de humo. A muy profundos niveles inconscientes, formamos el cuerpo que conocemos y lo hacemos con la mayor discriminación y claridad, con un íntimo conocimiento inconsciente de cada una de las células que lo componen. No estamos hablando en términos simbólicos. Nuestra mente consciente no se percata de estas actividades, razón por la cual no nos identificamos con la parte interior de nosotros mismos. Preferimos identificarnos con la parte exterior, la que ve televisión, cocina o trabaja, aquella parte que si sabe lo que está haciendo. No obstante, aquella parte inconsciente nuestra posee mucho mayor conocimiento y es la que responde por el normal funcionamiento de nuestra existencia física.
Esta parte nuestra inconsciente la podemos llamar el “yo interior”, ya que dirige nuestras actividades íntimas. Se encarga de evaluar la información que percibe por canales diferentes a los sentidos físicos. Es el que percibe la realidad que existe más allá de la realidad tridimensional. El tiene la memoria de cada una de nuestras existencias pasadas. Observa las realidades subjetivas, que son realmente infinitas, de las cuales surgen todas las realidades objetivas.
El “yo interior” es naturalmente clarividente y telepático. Nos puede advertir de desastres antes de que ocurran, bien sea que lo aceptemos o no conscientemente. El “yo interior” y el “yo exterior” operan conjuntamente. El primero se encarga de las delicadas percepciones íntimas, sin las cuales la existencia física sería imposible y el segundo es el que nos capacita para manipular en el mundo que conocemos.
Además de las anteriores, también tenemos una parte interior, que podremos llamar la Entidad, que es la que forma tanto el “yo interior” como el “yo exterior” y es quién decide que seamos un ser físico en este espacio y tiempo. Esta es la parte más importante de nuestra identidad, la semilla psíquica de la cual surgimos, la personalidad multidimensional de la cual formamos parte. Es necesario comprender que el ser realmente no tiene divisiones y que solo las hemos hecho con el fin de que la idea básica sea suficientemente clara.
Todo lo que hemos expresado anteriormente tiene como finalidad establecer el hecho de que somos Personalidades Multidimensionales

miércoles, 30 de mayo de 2007

Un nuevo enfoque de la Realidad

Muchas personas creen que son criaturas físicas, limitadas por sus cuerpos físicos y que están dentro de una prisión de hueso, carne y piel. Quienes creen que su existencia depende de su imagen corporal, sentirán el peligro de su extinción, ya que ninguna forma física dura y el cuerpo no tendrá el mismo vigor y encanto en la vejez. Quienes se identifican exclusivamente con su propia belleza, juventud, inteligencia y éxitos, íntimamente saben que estos atributos desaparecerán.
Todos nosotros hemos vivido otras existencias y ese conocimiento está dentro de nosotros mismos, solo que no lo sabemos conscientemente.
Creemos que nuestra conciencia está encerrada en alguna parte dentro de nuestro cráneo y que sus límites son los mismos del cuerpo.
Creemos que somos tan prisioneros del tiempo como una mosca dentro de una botella.
Creemos que nuestros sentidos nos dan una percepción verdadera de la realidad.
Creemos que solo adquirimos conocimientos cuando estamos despiertos.
Estas son creencias con las que nos hemos movido en la vida, las consideramos la verdad sobre la realidad y son las responsables de muchas de nuestras limitaciones.
Nosotros mismos creamos el mundo que conocemos. Se nos ha dado el más increíble regalo: ser capaces de proyectar nuestros pensamientos hacia fuera y convertirlos en formas físicas. Este regalo implica una gran responsabilidad, ya que estamos acostumbrados a congratularnos por los logros de nuestras vidas y culpar a Dios, la suerte y la sociedad por nuestros fracasos. De igual manera, tenemos la tendencia a proyectar nuestra culpa y nuestros errores sobre la imagen divina.
Nosotros mismos creamos nuestra propia realidad física. Individual y colectivamente, creamos los eventos gloriosos y de terror de nuestra existencia terrenal.
Hasta que no nos demos cuenta de que somos los creadores, no nos haremos responsables.
Tampoco podremos culpar a ningún demonio por nuestros infortunios. El Demonio también es una proyección de nuestra propia mente.
No hemos aprendido todavía a utilizar nuestra creatividad de una manera constructiva.

martes, 29 de mayo de 2007

Creencias e Hipnosis

Una buena demostración de hipnosis nos indicará que el punto de poder es el presente y que las creencias son responsables por nuestra experiencia. No hay nada mágico en la hipnosis. Solo cuando se presenta como un espectáculo, la sugestión hipnótica parece esotérica.
Todo lo que hace la hipnosis es permitirle al sujeto utilizar sus poderes de concentración, para que estos activen mecanismos inconscientes. El sujeto decide aceptar las creencias del hipnotizador. El sujeto reacciona a los comandos verbales y comunicación telepática del practicante. El practicante necesita que el sujeto se concentre exclusivamente en un área específica, sin distracciones, dejando todo lo demás por fuera de su enfoque.
Las demostraciones de hipnosis llevan a la gente a pensar que el sujeto se duerme y que esta completamente relajado. Este no es el caso. Lo que realmente ocurre es que el sujeto se concentra muy intensamente en la información que le está llegando, excluyendo todo lo demás. Por eso las órdenes que se le dan son claras, precisas y al punto.
Nuestras creencias actúan como lo hace el hipnotizador. Nos auto hipnotizamos con ellas. De ahí que si no nos gustan los efectos de una creencia, la debemos cambiar. Ninguna manipulación de las condiciones externas nos servirá. Si comprendemos realmente que el poder para la acción está en el presente, no estaremos hipnotizados por eventos pasados.
La creencia que debe sustituir la que no nos conviene es la siguiente: Yo mismo creo mi propia realidad y mi punto de poder está en el presente.
Hemos dedicado una buena parte de nuestros puntos de vista para escribir sobre las CREENCIAS, pues, como lo hemos expresado, son la base de nuestra experiencia. Creemos que ha llegado el momento de examinar cuidadosamente todas nuestras creencias, para determinar cuales podemos seguir utilizando y cuales debemos cambiar.
Los puntos de vista que hemos expresado, y los que expresaremos en adelante, pueden ser muy polémicos y muy difíciles de aceptar, ya que todas las personas se mueven en la vida con un Cuerpo de Creencias, a través del cual se mira la realidad. Por esas creencias, hemos aceptado como la Realidad lo que apenas es un concepto, criterio o punto de vista sobre la Realidad.
Es importante que procuremos tener la mente abierta y que antes de rechazar informaciones o eventos que chocan con nuestras creencias, los analicemos tranquilamente antes de aceptarlos o rechazarlos. A veces tendremos la impresión de que muchos de ellos ya los sabíamos y los habíamos olvidado.

lunes, 28 de mayo de 2007

El Presente es el Punto de Poder

El anterior es uno de los puntos de vista más importantes de nuestro Blog. Los eventos de nuestra realidad actual los escogemos, de acuerdo con nuestras creencias, de un grupo grande de eventos probables. Todas nuestras habilidades físicas, mentales y espirituales se concentran conjuntamente en nuestra actual experiencia. No estamos a merced de pasadas o previas convicciones, a menos que así lo creamos. Si comprendemos completamente nuestro poder en el presente, estaremos en capacidad de entender que ese punto de poder también altera el pasado, con sus creencias y reacciones.
Nuestras creencias actuales son como las directrices dadas a nuestra personalidad, simultáneamente organizando y reorganizando experiencias anteriores, de acuerdo con nuestro actual concepto de la realidad. El futuro probable, también se altera de la misma manera. El hábito de mirar atrás buscando la fuente de nuestros problemas actuales, nos condiciona en el sentido de buscar solamente los episodios negativos en el pasado y por consiguiente nos impide experimentarlo como una fuente de placer, de logros y de éxitos.
De esta manera, estamos reestructurando nuestro pasado, a través de eventos no satisfactorios del presente, y reforzando nuestros problemas. Es como si leyéramos un libro de historia dedicado exclusivamente a los fracasos, crueldades y errores de la humanidad, ignorando todos sus logros.
La costumbre de examinar nuestro pasado, con el propósito de descubrir lo que anda mal en nuestro presente, solo consigue que reforcemos las experiencias negativas de las cuales estamos tratando de escapar. Nuestros problemas iniciales fueron causados por la misma manera de pensar. Muchas de las experiencias desagradables, que se nos presentan en distintas etapas de la vida, ocurren porque nos asustamos, dudamos de nosotros mismos y nos concentramos en aspectos negativos.
Cuando intentemos modificar nuestras creencias, miremos al pasado con este nuevo enfoque. Si en este momento estamos enfermos, recordemos cuando estábamos sanos. Busquemos en nuestra vida pruebas de nuestra salud. En casi todos los casos en que se nos presentan situaciones difíciles es por que adquirimos la costumbre de concentrarnos solamente en los aspectos negativos. Nos acostumbramos a mirar el pasado con el ánimo de encontrar lo que hicimos mal, los errores que cometimos y las decisiones equivocadas. Nuestros recuerdos del pasado sirven para sacar cualquier tipo de conclusiones, como ocurre con las estadísticas. La pregunta que a veces nos hacemos de “¿Qué anda mal conmigo?” solo sirve para crear nuevas limitaciones y reforzar aquellas que ya tenemos, exagerándolas en el presente y proyectándolas hacia el futuro.
Necesitamos buscar dentro de nosotros mismos evidencias de lo que deseamos como experiencias positivas. Examinemos el pasado con esta convicción. Imaginemos el futuro desde el punto de poder del presente. De esta manera, no utilizaremos el pasado para reforzar nuestras limitaciones o proyectarlas al futuro.
Quienes creen en la reencarnación, en términos más o menos convencionales, cometen el error de culpar una vida pasada por sus actuales dificultades. Es ya bastante malo pensar que estamos a merced de los errores cometidos anteriormente en esta vida. Pero pensar que, además, estamos a merced de errores de vidas pasadas, es perfectamente absurdo. Quiere decir que no tenemos el poder para actuar en el presente. Todas esas “vidas” son simultáneas, ya que, en términos más amplios, el pasado, el presente y el futuro son una sola cosa y el punto de poder siempre estará en el presente.
El regalo más precioso que hemos recibido es que CREAMOS NUESTRA PROPIA REALIDAD AHORA y nuestro PUNTO DE PODER ES EL PRESENTE

domingo, 27 de mayo de 2007

Como cambiar nuestra Actual Experiencia

Como nuestras creencias determinan aquellas funciones inconscientes que son la causa de nuestra experiencia personal, lo primero que debemos hacer es examinar esas creencias. Dentro de nuestra realidad subjetiva hay trazos de aquellas rutas que no tomamos y de aquellas habilidades que no utilizamos. Podemos vernos a nosotros mismos en la condición de padres o madres, o en el rol de nuestro trabajo profesional. Por ahora, olvidemos el enfoque familiar en el que nos vemos y examinemos nuestra identidad.
Hagamos una lista de nuestras habilidades físicas y mentales, así no las hayamos desarrollado, de todas aquellas inclinaciones particulares, aún las que difícilmente se nos habrían ocurrido, y las que muy claramente se nos vienen a la cabeza.
De esas probables características, escogimos las de nuestro particular interés para realizarlas. Ellas constituyen nuestra actual realidad personal. Cualquiera otra de las habilidades de la lista, que en este momento escojamos, enriquecerá la existencia actual y abrirá oportunidades que ahora no tenemos.
Cualquier talento que tengamos, lo podemos desarrollar si tenemos la determinación de hacerlo. Con el simple acto de tomar la decisión, activaremos los mecanismos inconscientes para conseguirlo. El camino de nuestra experiencia no está cerrado. No existe camino que no lleve a otras avenidas de la realización personal.
Si somos pobres, es porque escogimos esa realidad, entre otras muchas probables que no incluían la pobreza. Muchas otras realidades aún están disponibles. Si escogimos ser enfermos, siempre habrá una realidad probable en la cual seremos saludables. Si estamos solos, siempre existirá una realidad probable, en la que los amigos que rehusamos hacer estarán disponibles. Visualicemos en nuestra mente la forma en que esa nueva realidad probable se convierte en nuestra experiencia. La intensidad de nuestro deseo ayudará en el empeño.
Lo que esto nos indica, es que en realidad existen muchos “yo” probables, que nuestro ser no tiene límites y que nuestra experiencia es el resultado de nuestras creencias.
Necesitamos entender que cada evento de nuestras vidas fue una vez probable. Del amplio campo de eventos probables, escogemos aquellos que serán físicamente materializados. Esto ocurre individual y colectivamente. Cualquier evento que ocurra, positivo o negativo, de alguna manera, nosotros mismos lo iniciamos.
Supongamos que hoy se produjo un robo en una casa. Ayer, este evento era uno de los tantos probables. En este caso, más de una persona está involucrada: la víctima del robo y el ladrón. Por qué fue precisamente esa casa la del robo, en medio de tantas otras? De una u otra manera, la víctima, con sus pensamientos, atrajo el evento y lo transformó, de una probabilidad a una realidad. Esta persona puede estar convencida de que todos los seres humanos, por naturaleza, son malos, o que nadie está libre de la agresión de otra persona, o que la principal motivación de la gente es la codicia. Estas creencias atraen su propia realización. Si esta persona tiene algo valioso que le pueden robar, estará convencida de que lo robarán, o que harán lo posible por robarlo. La persona le está enviando mensajes telepáticos al ladrón Tanto la víctima como el ladrón tienen convicciones similares, solo que uno se siente a si mismo como víctima y el otro como agresor. Cada uno de los dos reacciona de una manera diferente sobre las mismas creencias. Pero los dos son necesarios para que el crimen se cometa. Las creencias de los dos encuentran su justificación en la realidad física. El miedo a los ladrones atrae los ladrones. Cuando pensamos que todos los seres humanos son malos por naturaleza, no examinamos esa creencia, que es una creencia sobre la realidad y no la realidad misma.
Necesitamos examinar nuestras creencias y cambiarlas, si no estamos contentos con nuestra actual experiencia.

sábado, 26 de mayo de 2007

Como las Creencias afectan el comportamiento

Andrea es una mujer rubia y bonita, con un poco más de 30 años, separada, con tres niños. Acaba de perder su trabajo y tuvo, además, una semana terrible. El hombre con quien estaba saliendo empezó a evitarla, un compañero de trabajo la insultó delante de todo el mundo. Todo lo que hizo en esa semana le salió mal. Finalmente entró en una crisis emocional y se enfermó, decidió quedarse en casa y la despidieron.
Andrea me llamó para contarme lo que le había pasado. Me dijo que se sentía una persona inferior, incapaz de afrontar el más mínimo problema, que no sabía como entenderse con sus compañeros de trabajo, ni con su jefe, ni con nadie.
Estas son creencias que Andrea ha tenido por cierto tiempo sobre ella misma. De una manera inconsciente las ha manifestado a través de su cuerpo, con gestos, expresiones, tonos de voz. Todo su ser espera el rechazo. Todas las cosas que le pasaron en esos días hay que interpretarlas a la luz de su esquema mental.
Las creencias enfocan la atención y en estas circunstancias no permiten percibir sino los datos y eventos que están de acuerdo con ellas. Todo lo demás, lo que no coincide con las creencias, no lo tomamos en cuenta. Algunas personas y compañeros de trabajo saludaban a Andrea con cariño, pero ella lo ignoraba.
Tuve la oportunidad de decirle a Andrea que ella era una persona de muchas cualidades y que lo que pensaba de ella misma no era cierto, que era lo que ella creía de si misma, que era una creencia sobre su realidad y que debería examinar cuidadosamente esas creencias para cambiarlas.
Un poco después me llamó para decirme que, efectivamente, había llegado a la situación en que estaba por no haber enfrentado honestamente sus propias ideas. Se dio cuenta de que ella no era la víctima de la situación, sino quien la había originado. Que se había llenado de sentimientos de culpa y se había condenado a sí misma.
Le recomendamos a Andrea que aceptara la validez de sus sentimientos como sentimientos, sin inhibirlos, que los observara, en el convencimiento de que son sentimientos y creencias sobre su realidad, pero no la realidad misma. Si se siente inferior, no significa que es inferior, que ese sentimiento no es la manifestación de un hecho sino de una emoción.
Todo lo que le pasó a Andrea tuvo como causa sus creencias. Creía que su vida era muy difícil. Había oído decir que una mujer sin la compañía de un hombre está en circunstancias muy difíciles, más aún, si esa mujer tiene varios hijos. Creía que sería imposible encontrar pareja. Le habían dicho que los niños necesitan un padre y creía que ningún hombre se iba a relacionar con una mujer con niños. Ya con más de 30 años, le parecía que su juventud se escapaba. De acuerdo con esa creencia, sentía que ya no era atractiva.
Sus creencias llevaron a Andrea a una crisis. Si hubiera cambiado oportunamente sus creencias, su situación habría sido totalmente distinta.

viernes, 25 de mayo de 2007

La Mente Consciente y Las Creencias

Nuestras creencias personales determinan, en gran medida, las emociones que tendremos. Nos sentiremos agresivos, contentos, desesperados o decididos, de acuerdo con las cosas que nos pasan, nuestras creencias acerca de nosotros mismos, su relación con ellas y la idea que tenemos de quienes somos. No estaremos en capacidad de entender nuestras emociones mientras no conozcamos nuestras creencias. Tenemos la impresión de que a veces estamos intranquilos o agresivos sin una causa aparente; o que los sentimientos y las emociones nos llegan sin razón alguna. Esto nos ocurrirá siempre si no aprendemos a reconocer las creencias, que están en nuestra mente consciente, ya que ellas son las que generan nuestras emociones.
Una de las más importantes causas de la depresión es la creencia de que nuestra mente consciente es impotente ante circunstancias exteriores que nos llegan, o ante eventos emocionales que parecen tener su origen dentro de nosotros mismos.
La Psicología, La Ciencia y la Religión, de una u otra manera, han contribuido a la confusión, desconociendo las capacidades de la mente conciente.
Las escuelas de “Pensamiento Positivo” han tratado de remediar la situación, pero pueden estar haciendo más daño que bien al intentar imponernos ciertas creencias que, efectivamente, quisiéramos tener, pero no podemos, precisamente por el estado de confusión.
Se nos ha enseñado que no es bueno tener pensamientos y emociones “negativos”. Realmente, la clave de nuestra experiencia emocional y nuestro comportamiento reside en nuestro sistema de creencias. Algunas de ellas son más evidentes que otras, pero todas son perfectamente reconocibles conscientemente. Si creemos tener pocos méritos y estamos llenos de sentimientos de culpa, procederemos en la vida de acuerdo con esas creencias que hemos aceptado y que pueden no corresponder a la realidad.
Si hemos leído, o nos han dicho, que tenemos que ser buenos y formales y que nuestros pensamientos deben ser de amor, cuando estamos irritados, estaremos en problemas: nos vamos a asustar por emociones muy naturales.
Cuando sintamos que aparecen emociones desagradables, lo primero que debemos hacer es identificar su origen. Las respuestas las encontraremos mucho más fácil de lo que pensamos. Debemos aceptar que el sentimiento es nuestro. Es preferible no ignorarlo, ni negarlo o esconderlo, ni intentar sustituirlo por uno “bueno”. Tenemos que darnos cuenta de la realidad de nuestros sentimientos y de nuestras creencias. Poco a poco nos daremos cuenta de que nuestras creencias producen automáticamente ciertos sentimientos. Si una persona está segura de sí misma, no se enojará ante algo sin importancia que le ocurra. Quien siente que no vale mucho, por el contrario, se pondrá furioso en las mismas circunstancias. El libre fluir de las emociones siempre nos llevará a nuestras creencias conscientes.
Para identificar nuestras propias creencias, que siempre estarán al alcance en la mente consciente, debemos preguntarnos que pensamos de nosotros mismos, de nuestra vida diaria, de nuestro cuerpo, de nuestra relación con los demás. Al hacernos estas preguntas, escribamos las respuestas o utilicemos una grabadora. Lo importante es objetivizarlas. Es algo que debemos hacer procediendo con la más absoluta franqueza. Este listado de nuestras creencias nos será muy útil para identificar la causa de nuestros sentimientos y emociones.

jueves, 24 de mayo de 2007

El Sentimiento de Culpa y la Compasión

Podríamos decir que el hombre cree en demonios porque cree en dioses, que empezó a creer en demonios cuando, por primera vez, tuvo un sentimiento de culpa. Paralelo al sentimiento de culpa, se inicio el de la compasión. Los animales tienen un sentido de justicia que aun no comprendemos. Dentro de ese inocente sentido de justicia, existe una compasión biológica, entendida en los más profundos niveles celulares.
El nacimiento de la conciencia del hombre ocurrió cuando la especie se percató de su libre albedrío. La compasión surgió de la estructura biológica a una nueva realidad emocional. La nueva conciencia aceptó su triunfo inicial –la libertad- y se enfrentó a la responsabilidad por sus acciones concientes y al nacimiento del sentimiento de culpa.
Cuando el gato, casi como jugando, mata un ratón y se le come, no lo podemos considerar malo. No existe culpa. En términos biológicos, los dos animales lo entienden. La conciencia del ratón, ante el íntimo conocimiento de un sufrimiento inminente, deja su cuerpo. El ratón mismo ha sido cazador y presa. A ciertos niveles, tanto el gato como el ratón entienden la naturaleza de la energía vital que comparten y no sienten celos por su propia individualidad. Esto no quiere decir que no van a luchar por sobrevivir, sino que tienen un íntimo sentimiento de unidad con la naturaleza, que les indica que no van a desaparecer.
El hombre, buscando su propio camino con su nueva conciencia, dio un paso afuera de esa estructura. El conocimiento innato de los animales dio paso al nacimiento de la compasión biológica y esta se convirtió en una realización emocional.
El cazador, liberado de la cortesía animal, se ve forzado a identificarse con su presa. Va a matar y lo van a matar. El balance de la vida los sostiene a todos. Ahora sabrá, conscientemente, lo que siempre supo. Este es el real significado de la culpa y su estructura natural. Tenemos que preservar la vida conscientemente, de la misma manera como los animales la preservan inconscientemente.
La interpretación que el hombre le ha dado al sentimiento de culpa natural ha sido terrible.
La culpa es el lado opuesto de la compasión. Su propósito inicial fue permitirnos tener empatía con los de nuestra especie y con otros miembros de la creación, de manera tal que pudiésemos controlar conscientemente lo que previamente manejábamos a nivel biológico.
El sentimiento de culpa ha tenido una firme base natural. Cuando se pervierte, se usa mal o no entendemos su real significado, sus consecuencias son terribles. Si nos sentimos culpables por leer algún libro o por tener ciertos pensamientos, vamos a enfrentar riesgos muy particulares. Si creemos que algo está mal, en nuestra experiencia lo estará y lo consideraremos negativo. De esta manera tendremos una culpa “no natural” que no merecemos pero aceptamos.
De acuerdo con nuestro sistema de creencias, podemos proyectar este sentimiento de culpa no natural a otras personas: a un enemigo, a una raza, a personas de otras creencias religiosas.
Si tenemos inclinaciones religiosas, y si ellas son fundamentalistas, culpamos al demonio por nuestro comportamiento. De la misma manera como el cuerpo crea anticuerpos para regularse a sí mismo, nosotros creamos “anticuerpos” mentales y emocionales, ideas y pensamientos “buenos” que nos protejan de las fantasías, ideas o pensamientos que consideramos “malos”.
Por temor a nuestros pensamientos negativos, muy a menudo intentamos negar el desarrollo de una agresividad normal. Cuando aparecen, de inmediato hacemos uso de nuestros anticuerpos mentales. Al hacer esto, impedimos la validación de nuestra propia experiencia. Si no sentimos nuestra realidad individual, nunca nos daremos cuenta de que nosotros mismos la creamos y, por lo tanto, que estamos en capacidad de cambiarla. Al negar este tipo de experiencias y los bloqueos de energía que conllevan, acumulamos innecesariamente sentimientos de culpa no naturales.
Es cuando la acumulación de energía busca salida. Ante el más pequeño inconveniente reaccionamos de manera explosiva En varias ocasiones hemos sentido la necesidad de decirle a alguien que no nos moleste. Sin embargo, no lo hacemos por temor a herir sus sentimientos o a expresarnos con mucha rudeza. Pero la ocasión era la adecuada para expresar nuestra opinión calmadamente y esta sería recibida en igual forma.
Por no aceptar nuestros sentimientos y mucho menos expresarlos, en la próxima oportunidad explotamos, aparentemente sin razón, e iniciamos una discusión completamente injustificada. La otra persona no tiene ni idea de porque reaccionamos de esa manera y se sentirá profundamente herida. Nuestro sentimiento de culpa crecerá.
El sentimiento de culpa natural está íntimamente conectado con la memoria y surgió de la mano de la experiencia humana con el tiempo, el pasado, el presente y el futuro. El sentimiento de culpa natural significó una medida preventiva. Necesitábamos de la existencia de un sofisticado sistema de memoria con el cual juzgar situaciones y experiencias actuales en relación con las recordadas, permitiendo evaluarlas en momentos de reflexión. Aquellas actuaciones que en el pasado nos hicieron tener el sentimiento de culpa natural, deberíamos evitarlas en el futuro.
Este sentimiento de culpa natural no tiene nada que ver con el castigo, tal como lo interpretamos. Como lo expresamos, es una medida preventiva. Si en algún momento actuamos de forma inapropiada, con violación de la naturaleza, tendremos el sentimiento de culpa que impedirá que en el futuro lo volvamos a repetir

lunes, 21 de mayo de 2007

Pensamientos, Emociones y Agresividad

Cada persona puede definir de modo diferente lo que son “emociones negativas”. Para una persona, los pensamientos sexuales pueden ser estimulantes y deliciosos. Otra, los puede considerar impuros, malos, insanos. Algunas personas, con facilidad y satisfacción, se imaginan a si mismas en una pelea en la que, sin ningún cargo de conciencia, quieren extirpar “el mal” en un adversario. Los mismos pensamientos pueden llenar de culpa y terror a otra persona. Esta misma persona, a la que no se le ocurrirían fantasías de este tipo, en una guerra, se imagina a si mismo matando al enemigo con los mayores sentimientos de gozo y satisfacción.
Con frecuencia olvidamos la real naturaleza de la agresividad, que, en su verdadero sentido, significa acción forzada. Lo anterior no implica fuerza física, sino el poder de la energía dirigido a una acción física. El acto de nacer, es tal vez la mayor acción agresiva de nuestras vidas. El desarrollo de una idea, hasta su realización, es el resultado de una agresión creativa Por eso es imposible tratar de suprimir la verdadera agresividad.
Con cualquier intento de detener el flujo de la agresividad natural, esta se convierte en una distorsionada, desequilibrada y explosiva seudo-agresividad, que es la verdadera causa de las guerras, la neurosis y gran parte de nuestros problemas.
La agresividad natural fluye con fuertes patrones de energía, dándole poder a todos nuestros pensamientos, sean ellos positivos o negativos, buenos o malos. Cuando consideramos que un pensamiento es bueno, usualmente no lo cuestionamos. Permitimos que viva y siga su curso. Pero si consideramos que un pensamiento es malo, por debajo de nuestro nivel o si nos produce vergüenza, intentamos negarlo, detenerlo o esconderlo. La energía no la podemos restringir, aunque pensemos que si es posible. Lo que realmente hacemos es acumularla, entonces ella crece y busca su salida.
Dicho lo anterior, alguien podría decir: “Supongamos que yo me muero de las ganas de matar a mi jefe, ponerle veneno a mi esposa (o esposo) en el café, o , algo peor, colgar a mis 3 hijos de los ganchos de las toallas. ¿Alguien me viene a decir que no me preocupe?”.
La verdad es que mucho antes de alguien sea asaltado por tan terribles ideas, ha suprimido una buena cantidad de ellas, mucho menos drásticas, las cuales habría podido expresar naturalmente en su vida diaria. El problema es no como manejar la agresividad natural, sino como manejarla cuando ha permanecido ignorada, o negada, por un largo período de tiempo.
Hemos querido señalar la diferencia que existe entre una agresividad natural y una explosiva y distorsionada agresión.

domingo, 20 de mayo de 2007

Pensamientos y Creencias

Nuestras creencias acerca de lo que es deseable o indeseable, lo que es bueno o malo, no las podemos divorciar de la condición de nuestro cuerpo y de nuestra existencia. Nuestras ideas nos pueden ayudar a tener una buena salud o a perderla, nos pueden llevar al éxito o al fracaso, nos pueden proporcionar alegría o tristeza.
Constituimos nuestro sistema de valores con base en nuestras creencias sobre la realidad y esas creencias conforman nuestra experiencia. Si una de nuestras creencias nos dice que para ser “buenos” tenemos que ser “perfectos”, porque tal vez hemos leído, o nos han dicho, que el espíritu es perfecto, llegamos a la conclusión de que nuestro deber es reproducir la perfección del espíritu en el cuerpo. Con este fin, intentamos negar los pensamientos y emociones imperfectos. Los pensamientos negativos nos abruman. Intentar ser perfecto no solo es una tontería, sino que puede ser desastroso, por nuestra confusión.
La palabra “perfecto” tiene muchas dificultades. Supone algo hecho y terminado, sin posibilidad de cambio o posterior desarrollo. Nuestros pensamientos existen. Pueden tener o no nuestra aprobación. Pueden ser magníficos, triviales, sublimes, terribles. Si los dejamos fluir, ellos vienen y van. Conscientemente, podemos discriminarlos y determinar cuales deseamos aceptar para integrar nuestro sistema de creencias. Tenemos que ser realistas, pensamos que es mejor un día soleado que uno lluvioso, pero no nos paramos en la ventana y negamos que esté lloviendo, que el aire esté frío y el cielo nubado. No podemos pretender que un pensamiento “torcido” u “oscuro” no existe o que hay que ocultarlo.
Si tenemos pensamientos de todo tipo, es por alguna razón. Sería tonto negar la existencia de ellos. Sería como negar que en nuestra geografía existen tierras áridas. No vamos a coleccionar pensamientos negativos, de la misma manera que no iríamos a pasar las vacaciones a un desierto. Debemos comprender que en la naturaleza todo tiene un significado y no podemos pretender que algunos pensamientos no existen.
Algunas personas les temen a las serpientes, incluso a las más inofensivas. Pero no podemos pretender negar su belleza y su lugar en la naturaleza. De la misma manera, no podemos negar la existencia de “ciertos” pensamientos y su lugar en la salud mental.

sábado, 19 de mayo de 2007

El Cuerpo Viviente

Hemos creído que las ideas solamente tienen propiedades mentales y que están separadas del concepto del cuerpo. Pensamos que las ideas están en nuestra cabeza y que poco o nada tienen que ver con el cuerpo. Este parece tener una realidad física y las ideas no. Vamos a atrevernos a decir que el cuerpo es la materialización viviente de una idea. El Cuerpo es no solamente una herramienta que usamos, o el vehículo del espíritu, es el espíritu encarnado.
Al cuerpo le imponemos nuestras ideas y lo afectamos en su salud y bienestar con nuestras creencias.
El Cuerpo está compuesto por átomos y moléculas que viven, responden y tienen su propia conciencia. Se combinan para formar las células y estas para formar los órganos. Estos poseen la conciencia combinada de células, átomos y moléculas que, a su manera, tienen su propia identidad. Todo en el Cuerpo tiene conciencia y todas estas conciencias agrupadas forman la Conciencia del Cuerpo, que es la que procura mantener su propio equilibrio y salud.
El mismo poder que mueve nuestra mente forma nuestro cuerpo. No existe diferencia entre la energía que crea nuestras ideas y la que crea una flor o cura una herida. El Cuerpo es tan espiritual como el alma y esta es tan natural como el cuerpo. El Cuerpo es el Alma Viviente.

viernes, 18 de mayo de 2007

La Esquizofrenia, Conflicto de Creencias?

El menor de mis hijos acaba de cumplir años y hace 10 que fue diagnosticado con Esquizofrenia Paranoide, después de cuatro episodios sicóticos, en el término de 4 años.
Terminó una carrera profesional y nunca pudo trabajar porque tan pronto se graduó tuvo su primer episodio sicótico. Como todos los padres, preocupado por su situación, trate de investigar las posibles causas de su enfermedad, cual era el mejor tratamiento y si había alguna manera de regresarlo a la normalidad, no obstante el concepto médico-científico de que es una enfermedad incurable. Este concepto dice, en términos no muy técnicos, que la enfermedad la causan unos “químicos” que el cerebro produce en exceso y que son los responsables por los síntomas de la enfermedad: alucinaciones, pensamientos ilógicos, etc.
Me he preguntado si no se estará confundiendo la causa con el efecto. Cuando una persona entra en estado de pánico, por una amenaza externa, las glándulas suprarrenales inyectan en su sangre un “químico”, la adrenalina, que le permite afrontar la amenaza corriendo o peleando. Cuando una persona vive muy preocupada, “estresada”, etc., se dice que también tiene en su sangre adrenalina, más o menos permanentemente. Se puede decir que la preocupación o el estrés tienen como causa la adrenalina?, o ella es el efecto de la preocupación, del estrés o del pánico?
A propósito de la Esquizofrenia, me pregunto si los “químicos” podrían ser el efecto de una amenaza interna, el miedo. Miedo a ser descubierto. Miedo a que se descubra la verdadera naturaleza de la persona, que afronta un conflicto de creencias. Por una parte, siente que es alguien muy capaz, preparado, inteligente, etc., y, por la otra, que realmente no vale mucho, es incapaz y no muy inteligente. Es lo que trata de esconder. La Esquizofrenia se presenta en jóvenes entre los 15 y los 25 años, cuando están terminando sus estudios y se supone que deben empezar a mostrar los frutos de su formación académica. Si se les ha considerado inteligentes y bien dotados, la amenaza para ellos es mayor, pues deben responder a las expectativas. Es lo que los lleva al miedo, quizá al pánico, los que podrían ser, realmente, la causa de los “químicos” que el cerebro produce en exceso.

Las causas psicológicas de la Esquizofrenia fueron desechadas por la ciencia médica hace muchos años, porque la ciencia siempre ha desconocido el poder de la mente y el tratamiento a base de antisicóticos seguirá siendo la norma. Por eso, la enfermedad seguirá siendo incurable, sólo sujeta a control con los tratamientos.

jueves, 17 de mayo de 2007

Creencias Básicas Comunes

Las ideas tienen una realidad electromagnética. Las Creencias son ideas poderosas acerca de la naturaleza de la realidad. Tenemos algunas creencias básicas sobre las cuales organizamos nuestra vida. Las consideramos como “hechos” de la vida y no como lo que realmente son: creencias acerca de la vida. Es por eso que no las cuestionamos.
Hay algunas creencias básicas muy comunes, que vale la pena señalar y analizar:
La Naturaleza Humana es inherentemente mala.
Acerca de esta creencia, aparecerán eventos que servirán para reforzarla. De lo que aparece en la prensa, la televisión, las charlas privadas, etc., sólo nos concentramos en las afirmaciones que prueban el punto. Las demás, no las tenemos en cuenta. Se trata de una creencia básica, prácticamente invisible para quién la tiene, que lo llevará a desconfiar de su pareja, su familia, sus amigos, sus colegas, de todo el mundo.
Mi vida es inútil. Lo que hago no tiene sentido.
Quienes tienen esta creencia, sienten que su vida y sus acciones no tienen sentido y que la muerte es la aniquilación total. Es una creencia que afecta a todas las personas con quienes se relaciona.
La Riqueza es lo único que vale la pena en la vida.
Quién tiene esta creencia, efectivamente, puede ser rico y gozar de una salud excelente. Sin embargo, también es una creencia sobre la realidad y muy seguramente habrá algunas áreas invisibles en su experiencia, que por supuesto ignora.
Exteriormente, la situación parece muy ventajosa y quién tiene esta creencia puede estar razonablemente satisfecho, pero, íntimamente, sabe que algo le falta. Nuestro rico de pronto se da cuenta de que se concentró exclusivamente en ella como su única meta en la vida. Su creencia puede dejarlo expuesto a perder su salud, lo que le parecerá una experiencia negativa. Pero la enfermedad puede llevarlo a percibir áreas a las que antes nunca prestó atención y con las cuales enriquecerá su vida.
Un cambio en su creencia lo llevará a cuestionar sus otras creencias. Su creencia básica sobre la riqueza, efectivamente lo hizo rico, pero, en otras áreas, quizá profundas experiencias motivadas por su enfermedad, lo llevarán a comprender que la experiencia humana incluye dimensiones de la realidad que estaban cerradas para el.

miércoles, 16 de mayo de 2007

El Cuerpo de Creencias y su Estructura

Literalmente, vivimos en el cuerpo de nuestras creencias. Percibimos a través de nuestro Cuerpo de Creencias. Nuestras creencias aumentan o disminuyen nuestra visión. Ellas pueden aumentar o disminuir nuestra capacidad de oír o la capacidad de percibir de cualquiera de nuestros sentidos.
Si creemos que después de cierta edad nuestro oído empezará a fallar, así será. Empezamos a utilizar cada vez menos esta facultad, inconscientemente transferimos nuestra atención a los otros sentidos, para compensar, y utilizamos cada vez menos nuestros oídos hasta que la función misma se atrofia.
En este caso los sentidos son hábitos y simplemente olvidamos como escuchar apropiadamente, de acuerdo con nuestra creencia. Todas las manipulaciones necesarias para oír las reprimimos inconscientemente, hasta que el deterioro del oído se produce.
La misma cosa ocurre con casi todas las categorías físicas. Usualmente, más de una creencia está involucrada. Paralelamente a la creencia de que nuestra visión disminuirá, también estará la creencia, anteriormente citada, de que nuestro oído fallará, estas dos creencias reforzadas por la creencia de que con la edad seremos personas más frágiles. Son las creencias citadas las que asegurarán la materialización del estado físico.
Por otra parte, podemos creer que con la edad incrementamos nuestra sabiduría, que tendremos una mayor paz interior, que nuestra mente será más lúcida y que nuestros sentidos podrán percibir mejor la realidad externa. Si estas son nuestras creencias, nuestro aparato físico continuará en excelentes condiciones.
Es necesario entender que nuestras ideas y pensamientos son imágenes que tienen sustancia. Son realidades electromagnéticas que afectan nuestro ser físico y que automáticamente se trasladan a través del sistema nervioso a nuestro cuerpo y nuestra experiencia.
Los pensamientos, las ideas, las creencias y las emociones son realidades electromagnéticas que debemos combinar con la imaginación para crear una imagen mental de la realidad que queremos tener para nosotros.

martes, 15 de mayo de 2007

El Cuerpo de Creencias

Nuestra vida la rigen, básicamente, las creencias adquiridas desde que somos infantes. Podríamos decir que desde el vientre de nuestra madre iniciamos la recopilación de creencias, ya que, de algún modo, ella nos trasmite las suyas telepáticamente. Con el correr de los años, el bloque de creencias conforman lo que podríamos llamar nuestro “Cuerpo de Creencias”.Allí las encontramos de todo tipo: religiosas, políticas, filosóficas, en fin, todo lo que creemos sobre el mundo, la realidad, nosotros, nuestros propósitos en la vida, nuestra razón de ser. Las creencias nos las trasmiten padres, hermanos, parientes, maestros, sacerdotes, pastores, rabinos, condiscípulos, amigos, políticos, personas con quienes hemos estado en contacto siempre. Cuando ya somos adultos, nuestro Cuerpo de Creencias es tan sólido e infranqueable que muy difícilmente aceptamos cambiarlas, a pesar de la aparente o real certeza de otras creencias que llegan a nuestro conocimiento. Nuestro Cuerpo de Creencias es el caparazón que nos protege del asalto de las afirmaciones que nos llegan y que son contrarias a lo que siempre hemos creído. Cuando alguien nos las suelta, nos sentimos amenazados y utilizamos el caparazón, como la tortuga. No razonamos, ni oímos, simplemente rechazamos y luego buscamos los argumentos para justificar el rechazo. Con frecuencia decimos o nos dicen que hay que tener la mente abierta y nos tranquilizamos pensando que, efectivamente, tenemos la mente abierta. Es una manera de evitar el examen de nuestras creencias que, cuando son adecuadas, nos ayudan en la vida, pero cuando no lo son, impiden su normal desarrollo.

El Orígen de nuestras Creencias

Las fuentes de nuestra experiencia son nuestras creencias y expectativas. Las ideas que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la realidad, afectan nuestros pensamientos y emociones. Asumimos que nuestras creencias sobre la realidad son la verdad y raramente las cuestionamos.
La mayoría de las personas no dudan de sus creencias religiosas y las aceptan como un hecho. Es más fácil reconocer nuestras creencias religiosas, políticas o filosóficas, que aquellas que se refieren a nosotros mismos como personas, quienes somos y cual es nuestro propósito en la vida.
Algunas de nuestras creencias son adecuadas y nos ayudan en el normal desarrollo de nuestras vidas. Otras, por el contrario, son inadecuadas e interfieren en el camino. Las más perjudiciales, sin embargo, son las que nos limitan y que pueden considerarse como falsas creencias. Si reconocemos como propias algunas de ellas, vale la pena intentar cambiarlas.
Estas son algunas muy comunes:
1. La vida es un valle de lágrimas.
2. Mi cuerpo es inferior, sus apetitos son malos, sólo el espíritu es perfecto.
3. Soy impotente ante circunstancias que no puedo controlar.
4. Soy impotente porque mi personalidad y mi carácter se formaron en la infancia y estoy a merced de mi pasado.
5. Soy impotente porque estoy a merced de eventos de vidas pasadas, sobre los cuales no tengo control. Es mi Karma y debo ser castigado por todo lo malo que hice.
6. Todo el mundo es básicamente malo y yo soy su presa.
7. Poseo la verdad y nadie más la tiene.
8. Tener riqueza es malo, quién la tiene no es espiritual.
9. A medida que envejezco soy más frágil, más enfermo y voy perdiendo mis capacidades.
10.Cuando muero desparezco, se acabó.
Cada ser humano se mueve en la vida con un "Cuerpo de Creencias", que se inicia en la infancia y que difícilmente se modifica en la madurez.

Realidad Mágica

En este Blog presentaremos puntos de vista diferentes a los sostenidos por La Ciencia y La Religión. Nuestros puntos de vista corresponden a nuestras Creencias sobre La Realidad y, por supuesto, no a La Verdad sobre La Realidad. Los puntos de vista de La Ciencia y La Religión, corresponden exactamente a lo mismo. A continuación, algunos ejemplos:
La Realidad es más fantástica que la Ciencia Ficción. Pero de La Realidad, es muy poco lo que conocemos.
Hemos recibido el más precioso regalo: Creamos nuestra propia Realidad. Con nuestras ideas, creencias, pensamientos, emociones y expectativas, creamos nuestra propia realidad, individual y colectivamente.
La Conciencia crea La Materia. No lo contrario.
Somos básicamente Espíritus y, como tales, somos Entidades Multidimensionales.
En términos cósmicos, el Tiempo realmente no existe. El concepto que tenemos del Espacio está muy distorsionado. El Pasado, el Presente y el Futuro son una sola cosa: Un Eterno y Espacioso Presente. Nuestro Punto de Poder siempre está en el Presente.
El concepto tradicional de la Reencarnación, de un alma renaciendo y encarnando sucesivamente en el tiempo, debe cambiarse por otro: Existencias paralelas y simultáneas.
Como las Entidades Espirituales que realmente somos, podemos estar en distintos "tiempos" y "espacios" a la vez. Sir Roger Penrose, el gran físico-teórico inglés, profesor de Oxford, afirmó, en una entrevista para Discover Magazine de Junio del 2005: "Si un electrón puede estar en dos lugares a la vez, porqué no usted".
No existe un solo Universo, sino muchos. No existe una Realidad, sino varias Realidades, físicas y no físicas. Lo que percibe nuestro cerebro, por medio de los sentidos, no es la Realidad sino un camuflaje. Nuestros sentidos son "lovely liars". Para los viajes interplanetarios o intergalácticos, hay que tener en cuenta coordenadas de tiempo y espacio. Los Ovnis no son naves interplanetarias o intergalácticas, sino naves interdimensionales. Por eso, difícilmente las vemos. Corresponden a otras dimensiones y/o universos, de distinta composición atómica. Nuestro cerebro no es el adecuado para este tipo de percepción, razón por la cual nuestra visión está muy distorsionada.
El acercamiento entre La Ciencia y La Religión se producirá a través de la Mecánica Cuántica.
Jesucristo, la personalidad que con sus enseñanzas cambió el mundo, predicó el amor al prójimo y nos recordó la existencia de una vida eterna, regresará, pero no para juzgar a los buenos y los malos (Justos y Pecadores), sino para enseñarnos la manera de comunicarnos con la Divinidad, individualmente.